Capítulo 22

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Un silencio asfixiante reinaba en el bosque.

La patrulla aún seguía contemplando lo que habían encontrado. No daban crédito a lo que veían.

Lucían tan incrédulos como él. Era como si algo en el bosque sumiera todo en oscuridad…

Esa misma mañana había salido con una patrulla del Clan de la Sombra después de haber conocido a Zarpa Plateada.

Había emprendido la marcha por territorios del Clan de la Sombra, justo para llegar a la frontera con el Clan del Trueno.

Lo que habían encontrado les había dejado muy claro a que se enfrentaban.

Lo que yacía enfrente de la patrulla era el cuerpo sin vida de Viento Volador. Su pelaje blanco y marrón estaba manchado de sangre.
Sus ojos verdes hoja estaban vidriosos mirando hacia el cielo. Lo único que podía revelarse en ellos era pavor.
Tenía las garras desenvainadas y en ellas pudo reconocer un mechón de pelaje marrón oscuro.

Un escalofrío le subió al cuerpo al ver la forma en la que había muerto.
Tenía un tajo en el cuello, pero eso no era lo que más lo había sorprendido.
Tenía el pecho abierto y desgarrado en girones de los cuales aún manaba sangre. Era como si el asesino hubiese querido sacarle el corazón.

– Es muy reciente –. Comentó Punto de Cielo olfateando el cadáver.

– Pónganse alerta –. Ordenó Amanecer de Sangre. – Nuestro enemigo aún podría estar cerca.

Él se puso en tensión al lado de Zarpa Plateada.
Se sentía como si estuviera observado.
Quien quiera que hubiese hecho aquella atrocidad no tenía corazón.

– No podemos quedarnos aquí, tenemos que marcharnos –. Susurró Punto de Cielo.

El resto de la patrulla asintió con tensión.
Aún parecían demasiado alterados y nerviosos para poder pronunciar palabra alguna.

Entre dos guerreros cargaron el cuerpo de Viento Volador.

Sentía una mezcla de temor pero a la vez de culpabilidad.
«Soy un elegido, yo tuve que haberlo protegido»

– Lamento mucho lo de tu compañero –. Murmuró Zarpa Plateada en su oído.

– Gracias –. Respondió con la cabeza gacha.

Aunque realmente no sentía tristeza por el gato. No era que no le importara, pero realmente jamás había convivido con él.
Quien tal vez lo lamentaría mucho sería Soleado, ya que él había sido su aprendiz antes de quedar ciego.
Y también Patas Blancas y Flor del Alba, porque eran hermana y madre del guerrero.

El cuerpo del guerrero iba dejando trás él un rastro de sangre.
Sintió lástima y pena por la forma por la que había muerto el guerrero…

Continuaron avanzando en silencio por el bosque. Ya no le resultaba acogedor y cálido, ahora solamente era frío, y en él no podía ver otra cosa más que oscuridad.
Sí él era un elegido, estaría seguro de que su misión sería detener aquella atrocidad, sin embargo aún le resultaba difícil saber que era uno de los elegidos.

Aún recordaba las aterradoras visiones que había visto. No sabía el por qué, pero lo seguro era que había presenciado las peores pesadillas del líder del Clan Oscuro.
En ese entonces comprendió que se había equivocado cuando lo describió, porque no era completamente blanco…
A pesar de eso, ese sueño había sido una tortura, sintiendo como toda esperanza y cordura se perdía por completo, en un agujero de negrura y perdición. Viendo una desesperación de la cual no había salida. Ahogándose en su propio sufrimiento y dolor. Una oscuridad tan abrasadora, que lo hundía más y más.

Tal vez todo eso le serviría para derrotarlo, después de todo había escuchado los temores del gato.

«Tus peores miedos te ahogan»
«Te consumen»
«Te aniquilan»
«La oscuridad te consume»
«Piensas que todo ha acabado»
«Pero te equivocas, tan solo ha empezado»
«Tus acciones te desgarran»

Cada uno de los pensamientos estaban relacionados con sus temores.
Asesinar, la oscuridad en la que había caído…

Qué tan loco y sin cordura debería de estar para poder continuar con todo a pesar de lo que sufría.
Y se había atrevido a asesinar a un guerrero inocente con el único fin de vengarse del Clan que lo había desterrado.

No sabía del todo su historia, pero debía de tener motivos buenos.

Dejó que los pensamientos se esfumaran y que su mente quedara fría y en blanco.
Ya habían llegado a la hondonada del campamento.

El rastro de sangre del gato se había difuminado, ahora que la sangre se había secado.
Entraron todos en silencio.
Los gritos de horror y sorpresa resonaron en sus oídos lastimándole.
Quería taparse las orejas y no poder escuchar nada de eso, pero no pudo.
Se sentía demasiado cansado y triste para poder unirse a la patrulla del Clan de la Sombra que iba a explicar todo.

Se dirigió a una zona en sombras, donde podría descansar y estar con sus pensamientos a solas.
Estaba tan mal, que no podía decir nada más.
El peso de toda esa responsabilidad lo estaba agobiando.

Escuchó un un movimiento de hojas por encima del estruendo del claro.
Zarpa Enlodada apareció con tranquilidad.

– Hola Zarpa de Fuego –. Saludó con calidez.

Al ver que no obtenía respuesta lo miró con preocupación.
– ¿Te encuentras bien?.

– No… no lo estoy, ¡nada de esto lo está! –. Dijo con tristeza.

La gata lo miró con compasión.
– Lo sé… te he dejado parte de la responsabilidad que me correspondía como elegida… pero es que a veces sigo negándome, y no quiero aceptarlo. No sé como podría ayudar realmente… pero te aseguro que cada día me aseguro de ser alguien más fuerte aún, y con ayuda es más fácil.

– ¿Ayuda? –. La miró confundido. – Tormenta de Fuego dejó de entrenarte hace mucho tiempo… lo noté.

– Si, lo sé. Pero… te contaré algo… solamente si prometes guardarlo y no decirle a nadie más… yo misma sé que no es lo correcto, pero es lo mejor, y es la manera en la que puedo protegerlos… –. Murmuró la aprendiza.

– Prometo guardar el secreto, sea bueno o malo… no sé por qué lo hiciste, pero confío en tu juicio, confío en ti… –. Ronroneó cálidamente.

Zarpa Enlodada lo abrazó.
– Yo también confío en ti.

Sintió la calidez de una verdadera amistad, quería demasiado a Zarpa Enlodada, la sentía tan cercana…

– Te contaré… –. Murmuró la aprendiza separándose un poco.
– Hace más de dos lunas… un lugar como el Clan Estelar me llamó, había dos gatos… Paso de Alce y Luminosa, me prometieron que sería la más poderosa… que obtendría algo que nadie más podría alcanzar… así que acepté su propuesta de entrenar con ellos. ¿Ves estas cicatrices?, nunca me caí… nunca me las hice accidentalmente… el entrenamiento en ese lugar me las hizo… fue duro, pero quería olvidar todo el dolor que sentía en el mundo real… por eso lo hice.

Solamente pudo sentir compasión y tristeza por la gata.

– Fue muy valiente lo que hiciste, y lo sé, no parece correcto, pero entiendo que hayas tomado esa desición… guardaré el secreto, lo prometo –. Él le dió un lametón a Zarpa Enlodada.

– ¡Aléjate de ese lugar! –. La voz de Vuelo Raudo hizo que pegara un salto.
– ¡No sabes lo que haces!.

Zarpa Enlodada lo miró horrorizada.
– ¿Cuánto escuchaste?.

– Lo suficiente como para saber que corres un gran peligro ahí –. Le espetó el gato.

– ¡Eso no es cierto! –. Le bufó la aprendiza iracunda. – ¡Nunca has estado ahí!.

– Tal vez no, pero sé lo que te puede pasar, y créeme, es malo –. Su voz sonó sombría, y sus ojos se nublaron a recuerdos.

– ¿Y cómo lo sabes? –. Le replicó Zarpa Enlodada.

– Porque es lo que le pasó a Acecho de Ratón –. Le dijo con la voz tensa.

– ¿Y cómo es que piensas eso? ¡Nunca has hablado con él! –. La voz llena de rabia salía de la boca de Zarpa Enlodada como una serpiente.

– Porque… Acecho de Ratón es mi hermano –. Las sorpresivas palabras de Vuelo Raudo los dejaron incrédulos a ambos.

– ¡¿Qué?! ¡Eso es mentira! –. Aulló él.

Éste negó con la cabeza. – Es tan cierto como que Viento Volador está muerto.

– ¡¿Viento Volador está muerto?! –. Zarpa Enlodada lo miró incrédula.

– Si… fue encontrado muerto entre la frontera del Clan de la Sombra y el Clan del Trueno… yo estaba ahí –. Dijo con tristeza.

– ¿Y se te había olvidado contarme? –. Le espetó su amiga. – Además eso es imposible.
Su voz solo revelaba sorpresa y rabia.

– Como te decía, aléjate del Bosque Oscuro. Y más de Paso de Alce. Ese gato fue el que convirtió a Acecho de Ratón en lo que hoy es –. Dijo Vuelo Raudo con frialdad.

– No le digas a nadie, por favor –. Suplicó Zarpa Enlodada con tono de miedo pero sus ojos solamente revelaban un vacío.

– No se lo diré a nadie, tenemos suficientes problemas como para tener aún más… además, no lo hago porque me importen los demás, lo hago porque me importas tú –. Lo último sonó cálido.

Zarpa de Fuego vió a Vuelo Raudo desaparecer por donde había aparecido.

Zarpa Enlodada aún parecía pensativa, como sino creyera en la muerte del guerrero.
Al fin y al cabo salió también sin decir nada más, había vuelto a ser la Zarpa Enlodada que demostraba ser siempre… la fría, agresiva y de lengua afilada.
A veces él mismo deseaba que los momentos en los que ella era cálida y tranquila duraran para siempre, pero eso nunca ocurriría hasta que sus padres la reconocieran, aunque sabía que había más, algo que la gata nunca le confiaría aunque fuesen amigos, y lo sabía…

Había muchos secretos, que tarde o temprano saldrían a la luz… y cuando salieran, muchas cosas cambiarían… para siempre…


Continuará…

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