Capítulo 9

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Una fuerte ola arrastró a Zarpa Enlodada hasta el fondo del agua.

De reojo vió un cachorro pasar chocando y soltando gritos agudos de horror y miedo.

Sin esperar usó sus fuertes patas para impulsarse e intentar ayudar al pequeño.

Poniendo todas sus fuerzas lo tomó del cuello.

Resultó ser Pequeña Albina quien se sacudía chillando.

– No te preocupes, estarás bien –. Dijo sin soltarla.

La cachorrita se quedó completamente quieta de miedo, excepto por su respiración entrecortada.

El agua estaba helada y le empapaba hasta la cabeza. No podía hacer nada más que rezarle al Clan Estelar para que los rescatase.

Chocó contra un muro y luego se hundió. La cachorrita colgaba de su boca inerte.

Salió a flote intentando encontrar a algunos de sus compañeros de Clan.

No tardó mucho en divisar a Estrella Moteada luchando contra la fuerte corriente.

Los muros impedían que el agua saliese, así que estaban completamente atrapados.

El agotamiento había comenzado a dar problemas. Apenas sentía sus patas y músculos por la helada agua.

Se sentía tan pesada como un tejón…

Luchó contra la fuerte corriente intentando llegar a la salida del campamento. Esta había quedado sumergida también, pero sabía que aún existían posibilidades de salir.

Un cuerpo chocó contra ella. Al ver se encontró con Paso Mojado, el veterano estaba inerte, sin embargo aún parecía respirar con dificultad.

– Escucha, pequeña –. Le dijo a Pequeña Albina. – Necesito ayudar a Paso Mojado, ¿crees que puedes sostenerte de mi lomo por tu propia cuenta?.

– Cre… creo… que si –. Tartamudeó la cachorrita.

Ella asintió y soltó brevemente a Pequeña Albina sobre su lomo.

Sintió las pequeñas garras de la gatita blanca, aferrándose. No le importó en absoluto y tomó a Paso Mojado por el cuello.

El veterano era enorme y claramente la superaba en tamaño. Su peso era mucho para ella, pero no dejaría a un compañero atrás.

Comenzó a arrastrarlo haciendo lo posible por mantener a Pequeña Albina y a Paso Mojado con las cabezas fuera del agua.

El peso de ambos la estaba arrastrando, sin embargo siguió nadando usando todas sus fuerzas.

Una extraña y suave voz le susurró de la nada. "Deja que el agua te lleve, querida"

¿Que el agua me lleve? Aquella cosa era una completa locura, si hacía eso acabaría ahogada.
Aquella voz la estaba ayudando, tal vez era la gata que le había dicho acerca de la profecía, aunque sus voces eran muy distintas.

Sin esperar más obedeció a la voz y se dejó llevar por la fuerte corriente.

Al principio se asustó cuando el agua le cubrió la cara, pero después volvió a flote.

Pequeña Albina tenía los ojos dilatados de miedo, sin embargo al ver que ella estaba más relajada, ésta también se había tranquilizado a su vez.

Lo que le había dicho la misteriosa voz era cierto, eso estaba ayudando, y le había permitido tomar un descanso.

El peso de Paso Mojado se había alivianado cuando lo había colocado a flote para que no se hundiera mientras ella intentaba cuidar de Pequeña Albina.

– ¿Sabes dónde están tus hermanos? –. Murmuró preocupada.

– Si… Pequeño Trigueño estaba con Garra de Halcón… y… mi otro hermano… él… estaba con Viento Volador –. Dijo la cachorrita nerviosa.

– Al menos estarán seguros. O al menos eso espero –. Dijo lo último para sus adentros.

Vió la salida a lo lejos, tenía que intentar salir y pedir ayuda a los Clanes, aunque si la inundación era tan grande, entonces estos también estarían inundados.

La corriente la arrastró directamente hacia la entrada, al tiempo que chocó con otro cuerpo inerte.

Apenas pudo reconocer con horror, el cuerpo de Zarpa de Fuego.

Lo tomó mirando a su amigo con desesperación.

– ¿Está vivo? –. Preguntó Pequeña Albina con los ojos dilatados.

– No lo sé –. Fue lo único que pudo responder.

Comenzó a arrastrarlo hacia la entrada, y haciendo acopio de todas sus fuerzas, consiguió hacer que los tres gatos que llevaba consigo, atravesaran el túnel.

Salió al otro lado y advirtió con horror que estaba igual de inundado.

Continuó nadando con Paso Mojado y Zarpa de Fuego colgando de sus fauces. El truco que le había dicho la voz había sido de utilidad para llevar a sus dos cargas a través del agua.

Siguió intentando encontrar algún lugar donde pudiera dejar a sus compañeros, con la seguridad de que no estaría inundado también.

Las fuertes ondas la azotaron y acabó chocando contra un inmenso árbol.

Cuando aquél impacto la aturdió, no reparó en que comenzó a hundirse con torpeza por el agua, olvidando los trucos.

El horror la sacudió y movió las patas descontrolada y asustadamente, de modo que solamente salpicaba y no conseguía dar flote.

De repente sintió unas fuertes mandíbulas arrastrándole hacia arriba. Por enfrente de ella, dos ágiles guerreros aparecieron tomando los cuerpos de sus compañeros.

Sintió el peso de Pequeña Albina desaparecer, y comprendió aliviada que probablemente habían acudido a ayudarlos.

Cuando salió del agua observó a su rescatador agradecida, sin reparar en que se trataba del legendario líder del Clan del Río, Estrella de Arroyo.

Éste comenzó a nadar manteniendo su cabeza fuera del agua.

Sus potentes golpes hacían sacudir el agua.

Se sintió más tranquila al comprender que estaba siendo arrastrada por el mismísimo líder de uno de los mejores clanes, diestro en el nado.

El líder marrón la depositó encima de una enorme roca.

– ¿Te encuentras bien? –. Le preguntó. – Puedes decirle a nuestro curandero si tienes problemas –. Señaló a un gato marrón claro que atendía a otros más allá.

– Estoy bien. Y muchas gracias… –. Dijo nerviosa. – Necesito volver, mis compañeros aún siguen en el campamento.

– No lo creo –. Estrella de Arroyo volvió la mirada hacia sus guerreros, que llevaban arrastrando a sus compañeros.

Agradecida inclinó la cabeza ante el líder. – ¿Dónde estamos? –.

– En el Roble de las Asambleas, esta es la Gran Roca donde solemos a veces debatir temas los líderes –. Le respondió.

– ¿Esto es grave? –. Murmuró preocupada.

– Hasta donde yo sé, los cuatro territorios quedaron inundados, sufrieron destrozos en sus campamentos, y todos estuvimos a punto de ahogarnos –. Dijo mientras miraba a su Clan.

– Pero… el Clan del Río es un Clan muy bueno con el agua –. Dijo confundida.

– Eso no garantiza nada. La corriente se volvió muy fuerte, y este parece ser el único lugar que no está muy inundado, y que tiene pinta de que será habitable y seguro hasta que el agua baje –. Le explicó.

Ella asintió. – ¿Puedo ver a mis amigos? ¿Cómo están? –. Miró intentando buscarlos con la mirada.

– El veterano y el aprendiz parecen estar bien, solamente quedaron inconcientes, y la cachorra que traías se resfrío, pero nuestro curandero ya está ayudando a todos los cachorros de los Clanes –. Maulló.

– ¿Qué? ¿Los Clanes ya están aquí? –. Se volteó a ver por detrás de ella y contempló a todos los Clanes.

Desde guerreros, reinas, aprendices y cachorros ya estaban ahí.

Estrella Diurna estaba a lado de su curandero, Saucedo, quien le aplicaba hierbas e intentaba convencerlo de tomar unas bayas que le ofrecía.

Más allá estaba Estrella Moteada, quien temblaba con frío. Para su sorpresa, Pastizal estaba a su lado frotando unas hierbas contra el cuerpo de ésta para que entrara en calor.

Tormenta de Fuego estaba por debajo de ellos, aún en el agua, con Corazón Mellado y Diente de Piedra, quienes arrastraban y ayudaban a otros gatos.

No se podía creer que todos los Clanes se estaban ayudando mutuamente. Después de las guerras y enfrentamientos que habían tenido, resultaba imposible de creer.

Estrella de Arroyo sacudió la cola con un gesto de despedida y volvió a saltar al agua en dirección a los lugartenientes.

Tembló ovillandose con frío sobre la roca. De repente se levantó sobresaltada, había olvidado por completo a su hermano Soleado.

No podía imaginarse vivir sin él, y lo peor es que ni siquiera lo había recordado.

Buscó desesperadamente a su alrededor, intentando encontrarlo y a la vez resándole al Clan Estelar para que estuviese bien.

Al menos se sentía más tranquila al contemplar como su Clan estaba siendo rescatado y ayudado por el Clan del Río.

Un fuerte grito hizo que se tambaleara.

Zarpa Tormenta chillaba mientras intentaba liberarse de un guerrero del Clan del Río que la arrastraba a través del agua.

No comprendía porque hasta que escuchó al guerrero decirle. – Tranquila, prometemos encontrar a tu mentora –.

A pesar de eso la joven seguía chillando. Gritaba y suplicaba que la dejara volver al campamento para poder encontrar a su mentora.

El nerviosismo le picó lo suficiente como para preocuparse por Oreja Parda. La curandera aún tenía fuerzas, pero también ya estaba vieja, lo suficiente como para ya estar en la guarida de los veteranos.

Se giró hacia los enormes árboles y saltó a la primera rama. Estuvo a punto de resbalar pero lo consiguió.

Quería saber como estaban todos, en especial su Clan.

Sintió un costado rozar el suyo, y al volverse se encontró con Zarpa de Fuego. El joven tenía una expresión agotada y enferma, lo cual le preocupó.

– ¿Te encuentras bien? –. Posó la zarpa sobre la cabeza del joven suavemente.

Éste se apartó un poco. – Estoy bien… y… Caudal me dijo que tú me habías rescatado… Gracias, enserio te debo una –. Dijo agachando las orejas.

– Oh, no es nada, no podía dejarte atrás, y mucho menos si estabas a punto de ahogarte –. Ronroneó restregando la cabeza contra la del joven.

Éste sonrió brevemente. – Soleado también fue rescatado, creo que estabas buscándolo –.

– ¡Es genial! –. Gritó entusiasmada.
– ¿Cómo está? –. Preguntó preocupada.

– Está bien por lo que sé. Manto Serpenteado y Patas Blancas lo ayudaron –. Maulló Zarpa de Fuego.

– Me da mucho gusto saber eso –. Ronroneó feliz. – Lo que me preocupa es sobre nuestros territorios, escuché que se destrozaron –.

– Oh si, pero qué importa si podemos quedarnos aquí, este lugar es fantástico, además estaremos juntos, con los otros clanes –. Zarpa de Fuego sacudió la cola felizmente.

– Supongo… –. Le respondió dubitativa.

Por debajo de las ramas estaban tres gatos del Clan del Viento, que reconoció como Pastizal, Eclipsada y Ventiscal.

Hablaban con las cabezas muy juntas, y parecían tremendamente preocupados.

– ¿Crees que resista mucho? –. Dijo Ventiscal.

– No lo sé, soy curandero, pero la vida de los gatos no está en mis zarpas –. Le respondió Pastizal.

– Estrella de Hielo dijo que quería permanecer los últimos días en su campamento… afortunadamente su guarida no se inundó del todo –. Eclipsada agachó las orejas con tristeza.

Así que el líder del Clan del Viento estaba mal, había escuchado a Tormenta de Fuego decir que era un líder muy viejo, pero a pesar de eso era un gran líder.

Se preguntó que pasaría ahora, con los cuatro territorios destrozados no quedaba nada más.
Pero eso no era lo que más le preocupaba, un enemigo andaba suelto por el bosque y no sabía cuándo se prepararía para atacar…








Continuará…


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