Subo hasta mi habitación para dejar los regalos de Diana, Scott y Allison. Me muero de curiosidad por saber qué son, pero esperaré hasta después de la fiesta.
Al parecer todos se divierten, bailan, juegan y ríen. Me siento un rato con Diana y Nathan mientras comemos pizza, porque mamá creyó que lo ideal sería pedir un montón de pizzas para todos.
- ¿Te sientes diferente? - me pregunta mi amiga.
- No. Pensé que despertaría está mañana sintiéndome más madura o algo así pero me siento igual. Le daré unos días.
- Bueno, ya te contaré yo en dos meses más que sea mi cumpleaños.
- Así es, ¡aunque ya puedo beber! No es que me emocione demasiado, pero tomaré vino en una copa mientras leo uno de mis libros.
- ¿Y crees que tu mamá te deje hacerlo?
- Ya soy una mujer adulta Di, no necesito el permiso de mi madre.
Ambas reímos divertidas porque sabemos que Selene pondrá el grito en el cielo y en toda la cuadra si me encuentra bebiendo.
- Lo haremos en mi casa - asegura mi amiga.
- Traeré más refresco, ¿les traigo algo?
- No, estamos bien - dice Nate.
Tomo mi vaso y voy hasta la cocina a servirme. Algunos de mis tíos aún están en la sala, pero mamá está afuera con Allison y su esposo. Veo a la novia de Scott pasar frente a mi hacia el patio y me giro para ver al chico de ojos grises cerca de la escalera.
Sin pensarlo, salgo de la cocina y me acerco a él fingiendo que voy a subir a mi habitación.
- Hola de nuevo - le digo.
- Hey, ¿la estás pasando bien?
- Si, ¿y tú?
- También, gracias por invitarnos.
Sonrío como boba cuando él sonríe. Lleva su cabello peinado hacia un lado, una camisa azul marino que combina con sus hermosos ojos y unos jeans grises. Guapísimo.
- Sé que suena atrevido, pero ¿puedo pedirte algo? - él sonríe y asiente - ¿me darías un beso de cumpleaños?
Bueno, tengo que aprovechar mi condición de festejada para obtener un beso. Aunque sea un solo beso de amor.
Scott mira a todos lados, supongo que buscando a su novia. Cuando vuelve a mirarme, tiene las cejas arqueadas.
- Solo porque me lo pide la cumpleañera.
Dice y yo sonrío, ¡rayos! ¡Quiero gritar de emoción! ¡Me va a besar! ¡Me muero!
Subo el primer escalón para quedar a su altura mientras reviso rápidamente que no haya mirones arruinando mi momento. Cuando Scott se acerca, el aroma de su colonia y su cercanía me hacen sonrojar.
Tengo mi vista fija en él y en sus labios. Se acerca con cuidado pero sus manos se apoyan torpemente en mi rostro y presiona sus labios con los míos. ¡Por fin! ¡Puedo morir en paz!
Un suspiro involuntario sale de mis labios cuando él se aparta. ¡Por Dios! Y eso que solo fue un piquito inocente. Supongo que puedo esperar a mi próximo cumpleaños para pedirle otro beso, uno menos inocente.
Sonrío como boba cuando me da otro beso en la mejilla y se aleja caminando por el pasillo. Subo de dos en dos los escalones hasta mi habitación y me dejo caer en mi cama, feliz.
¿Me tomó cuatro semanas obtener un beso? Obviamente necesito mejorar mis tácticas, a este paso seré la chica que murió soltera y virgen. Mierda.
- ¿Charlie?
Me enderezo en la cama para ver a Nathan entrar a mi habitación. Se acerca a la cama y se sienta junto a mí.
- Yo también te traje un regalo.
Saca de su pantalón una cajita pequeña y me la entrega. Antes de abrirla, volteo a verlo y arqueo una ceja.
- ¿Es una broma? ¿Tiene un insecto muerto o algo así?
- ¿Qué? - se ríe - No, tonta, es tu regalo de cumpleaños.
Desconfiada, abro la caja muy despacio pero me sorprendo al ver unos pequeños aretes de oro con forma de corazón.
- Son hermosos Nate, gracias.
- Tengo buen gusto.
Golpea mi hombro con su hombro en actitud juguetona.
- Tú y Diana... - intento preguntar.
- Estamos bien, gracias. Y tenías razón, es una chica muy divertida, me gusta.
- Me alegro por ti y por ella.
- Tranquila, apenas estamos saliendo - me mira con los ojos entrecerrados - no empieces a planear la boda.
- Pero Nate, ¡ya tengo las invitaciones!
- ¿Que? - balbucea.
- Es una broma, idiota.
- ¡Charlie! ¡Con eso no se juega!
- Anda, regresemos a la fiesta por mi refresco.
Dejo la cajita de los aretes sobre el escritorio con los demás regalos y bajo las escaleras siguiendo a Nate. Voy de nuevo a la cocina por mi vaso.
- Charlie, ¡es la hora del pastel! ¡Ven aquí!
- Mamá, ¿es necesario todo esto? ¿No podemos solo cortar el bendito pastel y ya?
- No, señorita. Ven aquí que ya llamé a todos.
En la mesa del comedor, mis amigos, tíos y primos están reunidos en torno al pastel. Diana me hace una seña para que me acerque a ella, pero la sonrisa maliciosa de Nate me hace dudar.
- ¡Olvídalo! - le grito.
- Vamos Charlie, ¡confía en mí!
- ¡No!
- Charlotte - me regaña mamá - Párate ahí para tomarte una foto.
Ruedo los ojos mientras camino del otro lado junto a Diana. Le hago una seña para que vigile a Nathan y a mi tío Eddy que ya tiene su mano apoyada en mi cabeza.
Y justo como lo pensé, después de cantar Feliz Cumpleaños, Nathan me empuja contra el pastel y termino con mi boca y mejilla izquierda llena de betún.
Por eso, cuando él se acerca a darme un beso, giro mi cara y lo lleno de betún también. Y como Diana se ríe, tomo un poco para embarrarla.
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