3."La próxima vez no la salvaré"

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

[•••]

Para Kilian Black era un hecho que la presencia de Indara Dickinson le perturbaba. Él odiaba todo lo que alterara la oscura paz de su corazón, por consiguiente, la odiaba a ella.

La doctora era una mezcla de ingredientes místicos. Su estatura mediana, pero con rasgos curvilíneos. Sus escleróticas blancas adornadas con un iris radioactivo de matices oscuros y plateados. Esas fibras capilares abundantemente lúgubres que descendían hasta utilizar sus hombros como soporte. Su tez de porcelana excenta de lunares y marcas, pero lo más atrayente de todo era su olor.

Kilian Black no había presenciado semejante combinación de sustancias a lo largo de su eterna existencia. Para él, la señorita Dickinson podría ser una conjugación del infierno, una reencarnación demoníca de maleficencia absoluta.

Y la sola idea de convivir junto a ella le aturdía.

—¡Señor Black, hay una emergencia! —Will casi derriba la puerta de la oficina de Kilian Black.

Kilian disfrutaba el cuarto piso, era su espacio, su lugar sagrado que no debía ser mancillado, pero el atolondrado Will había estado toda la vida al servicio del señor Black, y este ya se había acostumbrado a lidiar con su torpeza.

—¿Se te olvidó que las personas normales llaman a la puerta antes de entrar? —cuestionó Kilian de manera impacible, sin apartar su vista del cuadro que le había tomado semanas en pintar.

Él era todo un artista del pincel. Tras décadas de preparación, todo lo que sus dedos tocaran se convertía en una obra de arte sobre el lienzo.

—Sé que no le agrada que subamos al cuarto piso, pero tenemos una emergencia.

—¿Qué sucede?

Will estaba agotado por las tantas escaleras que ascendió de manera fugaz. Su condición física no era la más representativa de una persona saludable.

—E-Es la señorita Dickinson.

Por un momento, Kilian vaciló en retirar o no sus ojos de la obra de arte. El nombre de la doctora fue pronunciado de manera súbita para sus oídos. Aunque, al final, mantuvo su postura lacerante.

—¿Qué pasa con ella?

—Es el pueblo... La quieren linchar. Recibí la noticia que la señorita Dickinson está acorralada en las ruinas del antiguo hospital.

Kilian sabía que Sallow Hill no aceptaría a alguien como ella, él imaginó que eso pasaría, que ella estaría en riesgo, pero quizás era mejor así. Ella sufriría en carne propia el rechazo de los habitantes, eso podría ser el detonante perfecto para que desistiera de esa asburda idea de vivir aquí.

—Nada de lo que pase con ella supone una emergencia para mí.

—P-Pero señor Black, ¿dejará que la lastimen? —Will era la única persona sensata en ese terreno—. Ella solo tiene buenas intenciones.

Kilian sabía ese hecho. Ella era un alma pura, pero debía librarse de su cercanía. La doctora tenía que abandonar el pueblo, de manera inmediata.

—No me importa la señorita Dickinson, ni su integridad física, ni sus buenas intenciones. Me es indiferente lo que le suceda.

Kilian actuaba con inteligencia, escucharía a su cerebro, no se entrometería en problemas que no eran de su incumbencia.

—Señor Black, usted es el único que puede salvarla. El pueblo lo respeta... más bien le temen. —Will suspiró profundo—. ¿Dejará que la maten?

Esa interrogante no fue efectiva para los planes de Kilian Black.

Él no debía confundirse.

[•••]

Horas antes...

Indara debía comenzar su misión, construir nuevamente el hospital de Sallow Hill. Ese pueblo suponía para ella un reto, quizás, el más grande de toda su trayectoria profesional, no sólo por su ubicación geográfica, sino también, por su leyenda distintiva.

Aún no era momento de portar su bata blanca, por eso, decidió calzar y vestir un atuendo apropiado para el horrible clima de ese lugar. La lluvia había cedido, pero el lodo continuaba y el sol estaba ausente, como si Sallow Hill no fuese merecedor de su esplendor.

Caminó por senderos rocosos y notablemente añejos, era toda una proeza esquivar las ramas y obstáculos que se le presentaban. Parecía que un huracán había incidido en ese paisaje árido e infértil.

Permaneció constante a paso firme hasta llegar a la plaza central, todo ahí era novedoso. La vestimenta anticuada de las mujeres, la arquitectura gótica de las casas, y el aura en general de sus habitantes.

Ella no pasó desapercibida, su estilo íntimaba a más de uno. Sin duda era una forastera. Mientras Indara dirigía sus pasos a lo que se suponía que era un hospital, los cuchicheos no tardaron en esparcirse brincando de susurro en susurro.

No sabía que decir o como actuar. Temía que cualquier cosa que hiciese pudiese significar una falta de respeto para las costumbres del pueblo.

Hasta los perros parecían estar recelosos con su presencia.

Por fin, ante tanta búsqueda halló la localización. No era un hospital, ni por lo mínimo, más bien era un consultorio rural.
Quedó petrificada con la apariencia externa, el revestimiento deteriorado, el cartel con la cruz roja estaba incrustado en un palo, y ni por asomo contaba con puertas, ni ventanas.

¡Todo un horror!

Aunque sin duda eso no era lo peor.

Cuando ingresó al local, sus fuerzas decayeron al ver lo que acontececía ante sus ojos. Ni un solo galón de oxígeno, ni un botiquín de emergencia, ni siquiera una mesa decente para atender a los pacientes, pero lo más perturbador de todo fueron las cruces invertidas realizadas con sangre sobre una de las paredes, eran doce en total.

No pudo controlar su asombro conjuntado con temor. ¿Qué clase de pueblo era este? ¿Qué ocurría realmente en Sallow Hill?

Eran muchas las cuestiones que martillaban su cabeza, pero lo que más la ensordeció fue un silencio absoluto a las afueras del "hospital". Aquello captó su atención como si oliera una densidad de energía en el aire.

Emergió del lugar, hallandose con una escena escalofriántemente perturbadora. Todos los habitantes de los alrededores parecían estatuas, mientras la observaban con ojos malignos.

Eran cuarenta personas, quizás más, todos portaban palos, piedras, fruta podrida, verduras, antorchas. ¿Qué era eso, por Jesucristo?

Ella titubeó ante tal paisaje.

—¡Doctora, no la queremos en Sallow Hill! —vociferaron.

—¡Este no es lugar para usted!

—¡El hospital nunca se abrirá, largo!

—¡Herejía! ¡Herejía! —Unas señoras lanzaban agua bendita hacia el cielo, mientras se presignaban sosteniendo rosarios.

¿Herejía? ¿Pero cómo?

La medicina había dejado de ser una herejía hacía siglos. Nadie en su sano juicio consideraba tal disciplina como un sacrilegio.

Por la mente de Indara tránsitaron múltiples hipótesis. Quizás, ese pueblo defendía una idealización católica, continuadores de los preceptos de la Santa Inquisición.

Pero, ¿era algo así posible en pleno siglo veintiuno?

—¡Por favor, calma! No pretendo importunarlos con mi presencia. Solo quiero ayudarlos.

—¡No necesitamos su medicina que mancha la honra de nuestra sangre!

—¡Ningún contaminante entrará en nuestra sangre!

—¡Somos seres puros, continuadores de nuestro amo!

¿Era real lo que sucedía ante los ojos de Indara Dickinson? ¿Eso era una secta?

No existían palabras para describir tales planteamientos, era Indara contra todo un pueblo.

—¡Por favor, les pido que se calm...

Fue imposible terminar la súplica, pues una piedra se dirigió a su frente, impactando contra su piel hasta aturdirla. Bajó la cabeza para vislumbrar el hilo de sangre que escurría como un camino desde su cabeza hasta su pecho. Manchando su suéter de franela blanca y sus posibilidades de luchar.

Simplemente, no pudo esconderse, ni escabullirse a un lugar seguro. Sus músculos quedaron estáticos, ante un ataque de pánico.

Aunque, cuando la próxima piedra se dirigía a ella y pensaba que todo estaba perdido, una figura reconocida la resguardó, haciendo que el proyectil impactara contra la espalda masculina.

Era Kilian Black.

El golpe no lo movió ni una pulgada. Solo se limitó a observarla hasta adentrarse en sus ojos marchitos.

—El oscuro.

—El oscuro.

Los susurrantes parecían temer a la figura del señor Black, refiriéndose a él como "El Oscuro".

Indara levantó su mentón colisionado con ese rostro temiblemente perfecto, el cual sentenció con sus labios tentadores:

—La próxima vez no la salvaré.

🗡️🗡️🗡️🗡️🗡️🗡️🗡️🗡️🗡️🗡️🗡️🗡️🗡️🗡️🗡️🗡️🗡️

N/A:

Ahhhh. Por dios, ¿qué sucede en Sallow Hill?

Ese Kilian me tiene locaaa. Lo amaremos, lo odiaremos. *Control*

BUAJAAA.

LOS AMOO, CUCHILLITOS

D.B

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro