9 - El día en que la oscuridad se sintió atraída por un corazón roto

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CAPÍTULO IX
El día en que la oscuridad se sintió atraída por un corazón roto
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13/11

Juniper lleva varios minutos hablando sobre cómo han estado sus clases, cómo sigue la familia, y de uno que otro escándalo de famosos. Todo con tal de captar mi atención aunque sea por un segundo, ya que pareciera ser que estoy en otro plano.

No he sabido nada de Connor desde aquel beso. Ayer por primera vez no vino al apartamento, y francamente es como si se hubiera esfumado de la faz de la Tierra. Tampoco me sorprende demasiado, su actitud al huir y encerrarse en su cueva igual como si hubiese cometido un delito, adelantaba el comportamiento que tendría posteriormente.

—¿Agnes qué sucede? —me pregunta Juniper.

Detengo la mirada en mi hermana. Debería estar más enfocada en pasar tiempo con ella, se tomó la molestia de viajar exclusivamente a verme. Sin embargo, no puedo dejar de pensar en el beso con el payaso, y en la razón de que ayer no hubiese venido. ¿Me afecta?

—¿Me dices la hora?

—Mmh... faltan cinco minutos para las seis, ¿por qué?

Mierda.

¿Se atreverá a venir?

No lo creo. No lo hará. No vino ayer, y sería desafortunado que justamente hoy decida hacer acto de presencia, siendo que mi hermana se encuentra aquí.

Le resto importancia a mi pregunta, June aparentemente me cree y continúa con la laptop sobre sus piernas comentándome las noticias que ve en internet. No obstante, mi vista está fija en la puerta como si en cualquier momento el timbre fuese a sonar y el payaso se encontrara cruzándola como si nada hubiese ocurrido.

Justamente cuando por fin logro tranquilizarme, suena el timbre.

A las seis en punto seguramente.

—¿Esperas a alguien? —June se muestra demasiado interesada. Claramente es como despertar un huracán. Ella es una persona que rebosa energía, y fanática del chisme. Cuando digo que es fanática del chisme hablo en serio, podría pasar horas viendo teorías locas por internet, y leyendo los comentarios de las personas.

—Suele venir un payaso a esta hora —respondo con frialdad.

June me mira como si me hubiera vuelto loca. La ignoro.

Abro la puerta. Connor baja la mirada y me saluda, sus mejillas se encuentran enrojecidas, y todo él demuestra ternura. Pese a ello, no puedo ablandarme. El recuerdo de haberlo esperado ayer me lo impide.

—¡Ahhh! ¡¿Tienes novio, Agnes?! ¿por qué no me habías contado nada? —June con apuro se pone a un lado mío. Connor se sorprende al advertir su presencia.

No me ha dejado ni responderle, cuando ya lo abruma con toda su energía. Ambos se entenderían bien, lo que solo me dan ganas de vomitar.

—Un gusto, soy la hermana de esta malhumorada. —Agarra inmediatamente su mano, en un saludo que sube y baja apresuradamente como si estuviera hiperventilando—. Ay, no puedo creerlo —dice mientras sigue sin soltarlo. Connor enrojece aún más si es que eso es posible—. Esta noticia me pone demasiado feliz, era momento de dar vuelta la página, Agnes. Aun me da asco cuando me encuentro a ese imbécil en la Universidad.

—June —digo molesta. No lo hace con mala intención, es un defecto en ella. Pero no quita que se vuelve desagradable cuando empieza a hablar más de la cuenta con temas que son delicados.

No he sabido nada de idiota desde la llamada que tuvimos por teléfono, cuando por fin dio con mi número. Lo puse en su lugar, aunque dudo que eso dure por demasiado tiempo. Él tiene un serio problema, y me desagrada haber recordado su existencia.

—Hola, me llamo Connor —se presenta ante mi hermana. Sé que está intentando desviar la atención de las palabras que acaban de escaparse. Agradezco que no insista en querer saber a qué se refería, en el fondo debe haber reparado en mi incomodidad.

—June —le sonríe— es un placer conocer al novio de mi...

La agarro de los brazos.

—Danos un segundo —suelto, en tanto la arrastro a mi cuarto.

Ella coloca una mueca inocente, cuando en verdad sabe perfectamente el motivo de mi molestia. Nos conocemos por completo la una a la otra. Siempre hemos sido hermanas y amigas. La quiero igual como si fuera mi hermana biológica, y sé que ella igualmente me aprecia de esa manera. Para June, nunca ha sido relevante el hecho que haya sido adoptada, creo que lo manejó siempre con bastante madurez. En parte, debe ser porque mis padres le dijeron la verdad cuando aún era pequeña, de a poco le fueron explicando con mucho amor su historia. Y cuando estuvo lo suficientemente madura, le dieron el nombre de su madre biológica, aunque ella nunca tuvo interés en conocer sus orígenes. A veces creo que prefiere huir de aquello.

—June —la fulmino con la mirada.

—Oh, Agnes tu novio está guapísimo.

No me agrada la forma en que lo dice, es casi como si salieran estrellas por sus ojos.

—¡Que no es mi novio! y si quieres pasar la noche aquí, dejarás de repetir esas cosas, o molestarnos, o contar detalles sobre mi ex. ¿Entendiste?

—¿No es tu novio? —Mira por sobre mi hombro en dirección a Connor—. Ay, entonces... ¿puedo quedármelo?

—Búscate alguien de tu edad, enana —le respondo con voz seca— tiene veintiuno.

Ella vuelve a observarlo, parece algo incrédula.

—Oh, ¿en serio? —alza una ceja— mmh... podría pasar por mi edad o un poco menos... bueno no importa, también me gustan mayores. —Alza ambos pulgares, haciendo un visto bueno.

Paciencia, por favor. ¿Qué hice yo para rodearme de tantos dementes?

—Basta —suelto en forma tajante.

Y entonces como si no fuera suficiente, adopta ese gesto coqueto. Entendió todo mal, y vaya que lo disfruta.

—Ah, ya veo. Se gustan ¿ah? está bien, no te preocupes hermana. Todo tuyo.

Abro mi boca para defenderme, no quiero dejar que se salga con la suya. Sin embargo, me interrumpe un payaso.

—¿Ocurre algo? —pregunta Connor asomándose por la puerta.

—Nada —hablo entre dientes.

—No ocurre nada, lo siento. Soy algo am... bulliciosa a veces, eso es todo. Y ya puedes imaginar, cómo saco de quicio a Agnes. En serio, lo lamento, es que no estoy acostumbrada a que venga alguien más cuando estoy aquí, fue una sorpresa.

Mi hermana se acomoda el moño en su cabello, es su sello. No sé qué trauma tiene con Minnie Mouse, pero claramente no es ella si no tiene ese accesorio en su cabeza. Su suéter es rosado al igual que sus zapatos, y sus pantalones tienen unos brillitos en los bordes. Claramente ambas somos demasiado diferentes no solamente en personalidad, también en estilo e intereses. Podríamos decir que diferimos por completo en todo. Ella es demasiado buena y cariñosa, además cuenta con toda la energía que yo jamás podría tener aunque me medicara. La quiero, y sé que todos los que la conocen quedan enamorados de ella. Sin embargo, Connor no parece detenerse demasiado en Juniper. Al contrario, es como si a la única que estuviera viendo fuera a mí, debe estar loco.

—No hay problema —dice Connor con suavidad— a mí también me gusta hablar, o bueno, eso suele decirme Nessie...

—¡También te gusta hablar! ¡Ah! ¿Se tienen apodos? No puedo creerlo, ¿Cómo le dices tú, Agnes?

Pongo los ojos en blanco.

—Payaso.

Mi hermana inicialmente ríe como si se tratara de una broma, pero termina por comprender que el apodo va en serio.

—Ay... Agnes, podrías haber pensado en uno más... cariñoso.

Connor suelta una risa.

—No importa la manera en que se refiera a mi persona... todo lo que ella dice, y aún más lo que calla es hermoso. Agnes... —murmura— perdóname por no hablarte luego de lo que sucedió. Mi corazón estaba inquieto.

Aunque no quiera reconocerlo sus palabras me tranquilizan. Nunca lo admitiría, pero mis pensamientos habían sido un caos anoche. Asiento con la cabeza, y doy pequeños pasos hasta el cuarto de estar, tomamos asiento en el sillón y es recién entonces cuando me doy cuenta de que mi hermana está boquiabierta. Oh, mierda, esta reunión va a ser horrible.

—¿Qué? ¿eres poeta o algo así? No puedo... esto es demasiado para mí. Eres guapísimo, y además hablas precioso. ¡Preséntalo en casa, Agnes! Nuestros padres quedarán fascinados.

—June, cállate.

—Espera... ¿a qué se refería? ¿pasó algo entre ustedes?

—¡June! Ha sido suficiente. Te pediré que nos des un momento de privacidad, sal a comprar las cosas que teníamos en mente —le ordeno.

Ella resopla, aunque claramente es la más divertida con la situación. Connor, mantiene una sonrisa en su rostro, parece que le agrada que me molesten con él. Payaso.

—Está bien, los dejaré solos —dice, y casi suena como "adelante, hagan lo que quieran".

Quiero matarla.

Se toma sus buenos minutos hasta que finalmente se va.

Necesito liberarme de aquella tensión, así que opto por salir a la terraza. Connor me sigue.

—Es... muy diferente a ti...

Y sé que no se refiere a cómo es físicamente; sus rasgos angulosos, sus ojos oscuros, cabello largo y ondulado. No. Lo dice en un sentido más profundo.

—Es una molestosa, como suelen ser los hermanos —suspiro— aun así, la quiero —reconozco— siempre hemos sido muy unidas. —El silencio se vuelve demasiado pesado— ¿Connor? ¿estás bien?

—Perdóname... no estoy seguro de qué sucede conmigo —friega sus ojos. Se ve decaído.

—No te disculpes, pensé que algo te había deprimido.

—¿Eso pareció? —Levanta su cabeza, perdiéndose su vista en el vacío— parece que estamos condenados a que el pasado nos persiga a dónde uno vaya. Ya sea en un recuerdo, en una imagen, o en una palabra volverá a hacerse presente. —Se aproxima más a mí, toma mi mano—. Este tiempo ha sido mágico, espero no te moleste lo que te diré.... pero insistí en conocerte, porque me recordabas a alguien... fue el destello a ese alguien lo que invadió mi curiosidad...

—Connor... —Suelto su mano—. Si únicamente deseas mi amistad porque te recuerdo a alguien más, entonces no sé si sea sano, y tampoco me agrada demasiado...

Enfoco mi vista en la nieve que cae lentamente. Mi lugar seguro siempre ha sido la nieve, el único sitio dónde hay paz, que no se ha visto manchado por ningún recuerdo desagradable.

—Eso solo fue al inicio... lo que me motivó a insistir... —asegura— quería reconciliarme de alguna manera... con él.

Volteo mi cabeza, sus ojos se detienen en el suelo.

—¿Él? ¿Eres gay? —pregunto cruzándome de brazos.

Connor suelta una risa. Subiendo nuevamente su vista, permitiéndome apreciar sus ojos verdes con matiz azulado.

—No entiendo qué es lo tan gracioso, Connor. Fue una pregunta seria.

—Lo sé, perdóname, por favor. Es solo que... supieras cuánto les importaba que no lo sea a las personas que me criaron... —Juega de forma nerviosa con el borde de su suéter café—. No soy gay, y por eso mismo, depositaron demasiadas expectativas en mí. Sé que no comprenderás a lo que me refiero, pero ellos... no eran buenas personas.

—Tienes razón, no logro comprenderlo.

Y es que pareciera ser que todo lo que gira en torno al pasado de Connor es difícil de explicar, o más bien, a él se le complica conversar sobre ello. Es como si realmente hubiera vivido algo que no ha superado. Tengo la certeza de que fue así, dado todo lo que sí ha dicho, y también a lo que mencionó la noche en que nos besamos. En esa oportunidad, fue claro en expresarse respecto a lo que vivió en la escuela, y con su padre. Pero siento que hay algo más, algo de lo que él huye.

—Antes que yo, hubieron otros... ellos... fueron perfectos... y aun así desaparecieron —explica— dejándome a mí, como su única herramienta. Quisieron apoderarse de mi alma, porque a sus ojos, yo no estaba enfermo —suspira— la vida a veces es muy irónica, ¿no lo crees?

No puedo evitarlo, es como si cada parte del cuento comenzara a tener vida.

«Él no era como los niños anteriores, no contaba con aquel rigor y afán de inmiscuirse en la disciplina. Pretendía seguir las normas, pero su ser siempre fue más desordenado... sereno, pero repleto de una curiosidad de vivir por sí mismo...»

—No... no hables de esa manera... —Intento buscar palabras reconfortantes, pero se me hace difícil—. Lo que dices suena como vivir una película de terror, lo lamento.

—La casa de cenizas fue una pesadilla —admite, aun hablando de su vida como si fuera el cuento—. A veces pienso que en tanto desear cambiarlos, me perdí a mí mismo. Luego, reflexiono en que era inevitable que mi corazón no se rompiera en aquel intento de que las cosas fueran diferentes.

Lo que dice logra afectarme. A pesar de que siempre he alardeado de mi indiferencia, hay algo en él que se vuelve cautivante y te hace querer empatizar con él.

—Connor... no te confundas. Honestamente, cada vez que conozco algo más de ti, me sorprendo. Me doy cuenta, de que está mal dejarse guiar por los prejuicios. Eres alguien tan sereno y sonriente, que no podría imaginar que todo lo que dices habita en tu interior. Sin embargo, lo que te ocurrió, lo que llevarás por siempre en tu alma... no te hace alguien enfermo —digo, refiriéndome a lo que mencionó respecto a que la vida era irónica, como si algo en él no estuviera bien—, quizá sales un poco de la norma, pero... tú alma es muy pura. Al igual que tu exterior que es muy hermoso —repito las palabras que dije esa noche.

Los ojos de Connor quedan muy abiertos.

—Entonces... no fue producto de la embriaguez...

Niego con la cabeza.

Su mano toma la mía.

—No solamente eres muy bonita, eres auténtica. Tú despiertas algo en mí.

También repite sus palabras, las recordamos y las sentimos. No fue el alcohol.

—¿Debería... disculparme? —pregunta— por favor dime, sé que fue una imprudencia.

—No. Seré fría, pero no mentirosa. —Él ríe al escuchar aquello—. Me gustó que lo hicieras, aunque...

Connor ladea la cabeza mientras espera que hable, el gesto se me hace adorable.

—No fue un beso propiamente tal.

Connor cruza sus brazos, se ve divertido.

—¿No?

—No. Únicamente juntaste tus labios con los míos.

Se queda callado unos segundos, como si estuviera dudando, hasta que finalmente se anima a preguntar:

—Entonces... ¿Quisieras mostrarme cómo sería un beso, Nessie?

Me detengo en su rostro tan angelical. ¿Habla en serio? ¿Por qué lo dice de esa forma?

—Cuando dices esas cosas me haces dudar... A veces pareciera que todo es nuevo para ti, que todo es una primera vez, lo cual es imposible... me desconcierta un poco.

—Quizá después de todo, sí soy un farsante.

—No tengo duda, de que en cosas como estas lo eres. Pero está bien, seguiré tu juego. Un beso... —digo, en tanto me preparo para acercarme a su rostro.

Me aproximo a él. Dejo que nuestras narices se acaricien. El ruido de sus exhalaciones es suave y pausado, apreciarlo me pone algo nerviosa. Acerco los labios a los suyos, uniéndose, y apropiándome de su calidez que hace contraste con el viento helado del ambiente. Abro la boca, permitiéndome descubrir la suya. Inicialmente, se siente algo torpe, pero finalmente él logra sincronizarse a mi movimiento. Se relaja, besa y explora mis labios. Y pese a que han pasado varios segundos, ninguno de los dos termina el beso, es como si estuviéramos en una especie de trance, que sube en intensidad. El roce es más rápido, y dado que él no toma la iniciativa, decido hacerlo yo. Cuando me muevo a la izquierda, paso mi lengua por su boca, uniéndola y juntándola a la suya. A decir verdad, se estremece demasiado ante el primer contacto. Su mano me aprieta con fuerza y me hace abrir los ojos, descubriendo que los suyos están abiertos, pero su expresión no es de molestia... es apasionada y sorprendida. Cualquiera podría creer, que se ha tratado de su primer beso, pero rechazo la idea ante lo ridícula que suena.

—Lo... siento... —dice, cuando tomo distancia— yo... batallaba un poco conmigo mismo... —Lleva una mano a su boca, como si debiera callar, o estuviera muy nervioso. De pronto, su rostro ha enrojecido demasiado—. Perdóname, no...

—No entiendo —lo interrumpo— ¿Por qué pides disculpas?

—Yo... Agnes... agradezco que no puedas leer mis pensamientos. —Honestamente se ve algo desesperado.

Me asombro al escuchar esas palabras. No podría haber dicho algo que me representara más. Es lo que agradezco todos los días, o sino, todos sabrían que soy una mancha.

—¿No te gustó? Tampoco me ofendería.

—Por favor, no creas eso. No podrías estar más equivocada. Yo... yo... estoy muy avergonzado. —Sigue con la mano sobre su boca, al igual que yo sigo sin comprender qué ocurre realmente.

El ruido de la puerta anuncia el regreso de Juniper, así que tampoco puedo insistir en el motivo de su nerviosismo. Mi hermana deja las compras sobre la mesa, mientras Connor abre la llave del agua, pasándola por su rostro.

Y una pequeña sonrisa quiere asomarse en mi boca. Me preocupa que con tan poco, algo dentro de mí comenzara a despertar. Aquello de lo que suele pecar todo el mundo al vivir muchas veces en modo automático, dónde todo es rápido, fácil, a veces nos olvidamos de nosotros mismos. A veces nuestros sueños quedan atrapados. Sacudo la cabeza.


Las últimas horas las pasamos charlando, y viendo un poco de televisión. Connor y June se entendieron a la perfección, lo cual tampoco se me hizo demasiado extraño.

La sensación de nuestro beso me tenía algo mareada, y con el corazón inquieto, mas todo parecía ir de maravilla.

Hasta que Juniper volvió a su manía de leer noticias.

—Agnes, ¿recuerdas el restaurante Kintova? —me pregunta June, quien sostiene la laptop sobre sus piernas en el sillón frente a nosotros.

Medito si ese nombre me trae a la mente algún recuerdo, pero me quedo en blanco.

Niego con poco entusiasmo, no me interesan los chismes como a ella.

—¿Es en serio, Agnes? ¿En qué mundo vives? Solo fuimos una vez, pero yo lo recuerdo perfecto. Me sentí como una niña rica, a pesar de que solo tomamos unos batidos. Qué vergüenza ¿no? —La última expresión se la dedica a Connor, pero él se mantiene demasiado callado. Muy extraño en él.

—¿Cuál es el punto? ¿Por qué me preguntas por ese lugar?

—Ah, por el titular de la noticia... dice... —comienza a leer—: Los tormentosos días que vive la adinerada familia Barratt, dueña de la cadena de restaurantes Kintova. Mm.... dice que su hij...

No alcanza a terminar. Y es recién entonces, cuando comprendo que algo pasa, que algo está mal.

—Agnes, sácame de aquí. —Volteo mi cabeza, Connor ha agarrado demasiado fuerte mi brazo.

—¿Qué ocurre?

—Sácame de aquí... sácame... —Las palabras salen en un hilo de voz, y su mano la lleva a su pecho como si se estuviera asfixiando.

—June, ve por agua —le ordeno rápidamente. No soy experta, pero parece un ataque de pánico— Connor... no pasa nada. Estás bien, todo está bien. —Me agacho, intentando conectar con sus ojos—. Respira conmigo, ¿sí? inhala... —Connor me imita—. Muy bien. Ahora exhala... —Lo hace. June me extiende el vaso con agua, su mano tiembla. Estas situaciones la desconciertan, y además es muy sensible. Yo únicamente me mantengo estoica porque sé lo jodido que es batallar con la mente, y porque de por sí soy alguien fría. En ciertas situaciones hay que actuar y ya, los sentimientos solamente estorban—. Escúchame, estoy aquí contigo. Todo está bien, estamos bien. Mira cómo cae la nieve —indico la ventana—, ¿es hermoso, no?

—Agnes... no quiero estar solo... —Mantiene su mano sobre su pecho a la altura de su corazón. Su rostro demasiado afligido; lágrimas caen por este, y mantiene la boca ligeramente abierta como si estuviera desesperado por reunir oxígeno. Su pecho sube y baja con agitación, igual como si se enfrentara a un peligro, como si él estuviera en riesgo.

—No estás solo. Estoy contigo. —Tomo su mano.

Sin embargo, sus piernas tiemblan, y tanto en su rostro como en su mano percibo sudoración.

—No quiero morir.... no quiero morir....

«Durante el trayecto, despertabas a ratos... siempre con la misma frase. —Suspende el habla, con la mirada perdida—. "No quiero morir" lo repetías una y otra vez, en pequeños susurros, mientras yo sujetaba tu mano. Y yo sentí... Sentí tanto frío, Agnes. Estabas tan asustada, y ese miedo sueles esconderlo tan bien. Por un segundo, nuestras diferencias se borraron, perdiéndose en el aire, y dejando al descubierto mis cicatrices que jamás podrán sanar».

Oh mierda, ahora lo entiendo.

—No estás muriendo —le aseguro— estas a salvo. Connor, estás a salvo. Estás tan seguro, que en unos minutos estarás tomando un chocolate caliente.

Él sonríe, una risa nerviosa en medio de su agitación.

Toma alrededor de unos quince minutos que consiga paz nuevamente. Me quedo junto a él todo el tiempo necesario hasta que se calma. Una vez que eso ocurre, lo ayudo a llegar a mi cuarto. Le preparo lo que le prometí, y lo observo mientras bebe. Su mirada sigue ida, como si aún estuviera envuelto en el caos. Tomo su mano y cuando termina de beber, se recuesta, apoyando su cabeza en mis piernas. Se queda dormido en un sueño que espero sea plácido. Y aunque yo nunca me permito momentos de fragilidad, paso mi mano por su cabello, acariciándolo. Él no sabrá que lo hice, pero por algún motivo siento la necesidad de hacerlo. Aunque no logre nada con ello, aunque él no esté consciente para que interprete mi gesto como mi manera de decirle que lo acompañaré, no puedo evitarlo. Quizá habla más de un deseo egoísta de mi parte, de querer tocarlo, porque me he dado cuenta de que he empezado a sentirme atraída por él.

Por aquel niño que intentó construir cada día un corazón con pedazos del suyo. Por aquel niño que se convirtió en un hombre que esconde demasiado, pero que sigue conservando su inocencia.

Definitivamente hay algo intrigante en él, debe tratarse del alma más hermosa que he conocido en mi vida.

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𝑀𝓊𝒸𝒽𝒶𝓈 𝑔𝓇𝒶𝒸𝒾𝒶𝓈 𝓅♡𝓇 𝓁𝑒𝑒𝓇

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