III. Dos cuervos y una revelación

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Una corriente de aire cálido le advirtió que ya no estaba en la Plaza Independencia. El gruñido de Fenrir se había dejado de oír y finalmente se permitió abrir los ojos. Frente a él se extendía un magistral arcoíris que subía como una cascada invertida hacia el infinito. Lorena, detrás de él, soltó un jadeo.

-Rainer, lo hiciste.

Él, soltando una risa de júbilo, estiró una mano y tocó el Bifröst. Sintió un tirón en el estómago y se vio izado a máxima velocidad hasta caer sobre sus pies sobre un piso de losa blanca. Estaba en un salón enorme e inmaculado, con arcos y columnas doradas que no pusieron en duda que estaban dentro de las tierras de Asgard. Al fondo, había una escalera de mármol purísimo que terminaba en un trono donde un niño de unos diez años estaba sentado. Dos cuervos estaban posados en cada hombro, haciéndolo parecer más pequeño de lo que era. Uno de ellos, con una mirada penetrante, graznó.

-¿Ese pendejo es Odín? -exclamó con asombro Rainer, apuntando con el índice al pequeño. Soltó una risa, pero la mirada de Lorena le decía que más le valiera callarse.

-¿Te molesta, acaso? -preguntó el niño, levantándose a la vez que sus cuervos, que comenzaron a volar en círculos. Se acercó a Rainer y a Lorena con la cara inexpresiva; padecía heterocromía, tenía el ojo derecho azul y el izquierdo color café-. ¿Que un niño más pequeño que tú sea el "padre de todos"?

-Lewis, ¿no ves que le damos risa? Aún no cree nada de lo que pasó -dijo una muchacha pelirroja, saliendo de detrás del trono donde estaba oculta. Llevaba colgado de la cadera un gran martillo que recordó a Rainer el Mjolnir de Thor de las películas de Marvel. Se cruzó de brazos y alzó el mentón-. Estás en lo correcto, Heimdall -agregó al ver que él contemplaba su arma-, soy Ivanna, la reencarnación de Thor. Y la que ayudó a Lewis a evitar el segundo Ragnarök

Rainer no sabía si reírse o si callarse. Decidió por lo segundo, ya que estaba metido en aquella locura hasta la cabeza. El niño Odín, o Lewis como era su nombre humano, lo observaba con atención sin cambiar su inexpresividad.

-¿Segundo Ragnarök? -preguntó Rainer al fin.

-El primero fue en el que todos los Dioses cayeron. El segundo es el que provocaría Loki en el dos mil doce, pero logramos impedirlo -informó Lewis. Para el hombre le resultaba tan extraño que el niño hablara como un adulto, incluso más serio que él mismo. Se preguntó cuántos años tendría Odín cuando detuvieron a Loki-. Tenía seis años. Todos sabemos que Loki es un cambiaformas. Fue difícil dar con él, pero terminó escapando... Como siempre -respondió el niño a sus pensamientos, causándole un estremecimiento a Rainer. Había olvidado que el "Padre de todos" tenía el poder de saber lo que le rodeaba.

Los cuervos graznaron con violencia, llamando la atención de todos. Continuaban girando en círculos sobre sus cabezas, visiblemente nerviosos, y Odín estiró el brazo para que posaran allí. Sólo uno de ellos obedeció.

-¿Qué pasa Hugin? -preguntó Lewis y finalmente su voz sonó como lo que era: un niño. El ave graznó, pero fue interrumpido cuando la punta de una lanza se incrustó en su pecho, salpicando sangre en la cara de Odín, tomando a todos por sorpresa.

-Pajarraco chismoso -dijo Lorena, retirando la lanza y esbozando una sonrisa sádica que distorsionaba su rostro.

Ivanna fue la que actuó más rápido. Lanzó el Mjolnir en dirección a Lorena, pero lo esquivó con una voltereta, enseñando la lengua de forma infantil. Rainer, perplejo, llegó a una conclusión espeluznante que casi le dio risa. La muchacha le había engañado haciéndose pasar por Freyja, pero en realidad se trataba de Loki. Y no ponía en duda que había sido ella quien le había enviado el Gjallarhorn.

-Querido Rainer, gracias por sonar el cuerno y por traerme hasta el pequeño Odín, te debo dos -dijo la muchacha sonriéndole y lanzándole un beso en el aire. Empuñó la lanza en el tiempo que Ivanna iba por su martillo y arremetió contra Lewis. El niño, aún perplejo por lo que acababa de ocurrir, no se movía de su lugar.

Rainer no podía creer que había sido engañado por un rostro bonito. Que había abusado de su ignorancia para hacerse con el fin del mundo. Enajenado ante tal traición, Heimdall invocó a Hofuth y se lanzó al frente de Odín, con la espada en alto sujetándola con ambas manos con fuerza. Lorena se detuvo a tiempo y giró hacia la derecha para esquivar la estocada. La punta de su lanza rozó la oreja de Rainer, haciéndole un leve corte y cuando dio un paso hacia atrás por el impacto, pisó a Lewis, quién no se había movido del lugar.

-Movete, nene -le dijo de forma ruda, a lo que Odín reaccionó y se alejó, alzando los brazos. Dos lobos blancos surgieron con un estallido, ladrando y aullando.

-¡Freki, Geri! -llamó Lewis, señalando a Loki con un dedo y los lobos obedecieron de inmediato, lanzándose sobre el enemigo.

Lorena soltó una risita. Lanzó su arma como si de una jabalina se tratase y dio de lleno en el hombro de Ivanna, derribándola. Esquivó a uno de los lobos y saltó hacia Rainer, quien cerró el puño dispuesto a partirle la cara, pero ella se enroscó en su cuello y le besó la mejilla.

-¿Qué carajo...? -intentó replicar, pero Lorena había desaparecido, como todo lo que había a su alrededor. Boqueó en un intento de tomar aire, pero de repente se encontró de nuevo en su apartamento húmedo con las sábanas enroscada en los pies.

Soltando un suspiro de frustración, se pasó una mano por la oreja dolorida y encontró sangre. Confuso, se miró los dedos manchados y sintió en su otra mano la frialdad del Gjallarhorn.

¿Había sido todo un sueño?

Por las dudas, iba a dejar de fumar marihuana.

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