Capítulo 8

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Salieron con urgencia del evento, pero el trayecto hasta el hotel y luego hasta la habitación lo tomaron con calma. Aunque de vez en cuando intercambiaban miradas de deseo. Todo se cocinaba a fuego lento, aunque en su fuero interno se morían por lanzarse a sus brazos y besarse con fervor, justo cuando la puerta de la Suite se abrió no hicieron falta palabras, dejaron caer los bolsos al suelo y se abrazaron a la vez que chocaron los labios con vehemencia, Clarke gimió cuando la lengua de la morena rozó la suya y comenzó a batallar, dando trompicones fueron hasta la cama:

– Espera– dijo Lexa casi sin despegar los labios de su boca– espera.

Se moría por hacer suya a la rubia y desde el calentón de la mañana necesitaba entrar en ella, pero también quería disfrutar del momento, de su cuerpo, tanto física como visualmente. Clarke con respiración agitada paró, obedeciendo su petición. Lexa se lamió los labios y juntando sus frentes justificó su decesión de parar:

– Me gusta tu vestido– siguió diciendo casi sin voz y con delicadeza bajó la cremallera de su espalda– quiero quitártelo poco a poco.

– ¿Otro fetiche?

Lexa se mordió el labio a la vez que curvaba las comisuras y asentía con la cabeza:

–No te imaginas, lo mucho que me excita mirarte.

Despacio fue bajando y deslizando sobre su piel el vestido azul, descubriendo cada centímetro y acariciando su piel en el proceso, haciendo que Clarke templara ante las descargas eléctricas que le provocaba, cuando la tela llegó a sus pies y tocó el suelo primero sacó una pierna y después la otra, conservando aun los zapatos, plateados y de tacón alto, realzando sus piernas, Lexa con el corazón acelerado y cierta parte de su cuerpo erecto, volvió ascender acariciando esa parte de su anatomía que tanto la atraía:

– Tienes una forma demasiado dulce para follarme.

Intentó quejarse Clarke, aunque debía reconocer que aquello le excitaba. La ojiverde siguió ascendiendo, acariciando sus senos en el proceso, justo cuando tuvieron las miradas casi a la misma altura:

– Adoro tu cuerpo, Clarke– rozó sus labios– hay una gran diferencia entre disfrutar de ti y utilizarte como un objeto– llevó sus manos hasta la espalda baja y le pegó más– pero si lo quieres de otra forma solo tienes que guiarme– Clarke se humedeció cuando notó su miembro erecto rozar su pelvis– recuerda que ayer fue mi primera vez.

Inconscientemente Clarke sonrió, era cierto fue su primera vez y con ella, quisiera o no, Lexa Woods la recordaría como la primera mujer con la que estuvo. Llevó las manos hasta sus tirantes y los deslizó a un lado para dejar caer su vestido negro, quedando semidesnuda, la ojiazul la miró con lascivia, deteniéndose en el bulto de su entrepierna. Lexa alzó una ceja:

– ¿Otro fetiche?

– Ni te imaginas cuánto.

Dijo agachándose y como hizo la noche anterior primero acarició su miembro por encima de su ropa interior, la respiración de Lexa se tornó irregular, en esa ocasión no se atrevería a quitar la vista de Clarke, quería disfrutar de esas imágenes que le estaba dando:

– Estás muy excitada– empezó a bajar su ropa interior para liberar su erección– me encanta tenerte así.

Tuvo que tragar saliva porque se le había secado la boca, desde ese ángulo era más excitante, sobre todo cuando comenzó a recorrer su lengua por su miembro, hasta acabar en el frenillo, lo acarició varias veces, seguidamente hizo movimientos circulares por el glande, suspirando sonoramente a la vez que movía la cadera en busca de más, no le hizo rogar más y entre pequeñas succiones y movimientos circulares de su lengua comenzó a introducirse el miembro a la boca:

– Dios Clarke– dijo con voz ronca moviendo su pelvis– para.

Le agarró del brazo y le ayudó a incorporarse, la empujó cayendo sobre la cama, comenzando a recorrer su cuerpo beso a beso, descendiendo hasta su sexo, quitándole el tanga, la paciencia se le acabó en el momento en que su boquita comenzó a darle sexo Oral. Estaba húmeda y labios rosados hinchados, esa noche pudo contemplarlo con más detenimiento, puesto que la noche anterior estaba a contraluz, acarició sus muslos internos, desesperando a Clarke que alzaba su cadera:

– Lexa, por favor.

La ojiverde dibujó media sonrisa, con los dedos pulgares de las manos abrió los labios mayores, deleitándose con el protuberante clítoris, se relamió los labios dispuesta a darse el festín cuando se percató de cierto detalle, no era experta en anatomía humana, pero cierta cicatriz en la zona del perineo solo podía significar una cosa, Clarke desesperada alzó la cabeza:

– ¿Por qué tardas tanto? – al ver que la ojiverde estaba ceñuda, cerró las piernas rápidamente– te está pasando una pregunta por la mente y te agradecería que no la formules en voz alta, recuerda que no quiero preguntas personales.

Dijo seriamente la rubia y maldiciendo por la curiosidad de Lexa. Pensó que la ojiverde iba a parar con discrepancia, después de todo, lo que acababa de descubrir no era moco de pavo, sin embargo, después de meditarlo un momento, agarró el condón que había encima de la mesilla, abrió de nuevo las piernas de Clarke y se tumbó hasta que sus ojos estuvieron a la misma altura, acarició a la ojiazul y antes de besarla:

– Esta habitación es nuestro mundo, el de Clarke y Lexa– La rubia le miró con ojos vidriosos– olvidémonos lo que hay de puertas para afuera.

Abrió el envoltorio del condón con los dientes con cuidado de no rasgar el contenido y se lo puso, abrió más las piernas de la rubia, acarició su entrada con la punta de su miembro, se apoyó con ambas manos en el colchón y de una forma más ruda la embistió, Clarke echó la cabeza hacía atrás y gimió fuertemente, Lexa lentamente echó para atrás la cadera hasta casi salir de ella y de nuevo empujó fuerte:

– ¿Así? ¿Así está bien?

Preguntó con la mandíbula tensa:

– Joder– respondía con un hilo de voz– sí, Lexa, sí, fóllame.

Volvió a gemir cuando la embistió fuerte de nuevo. Aumentando sus embestidas, manteniendo la intensidad de sus penetraciones, buscando la mayor profundidad, Lexa se mordió el labio y cerró los ojos, estaba a punto, pero no quería correrse sin que Clarke no lo hubiera hecho antes y cuando sintió la opresión en su miembro, aumentó su ritmo, hasta que la ojiazul rompió entre sonoros jadeos cuando el orgasmo invadió todo su ser, sintiéndose al poco llena cuando Lexa entre gruñidos se corrió, salió de ella y se volvió a desplomar encima, recuperando el aliento, se quitó el condón, lo tiró a un lado de la cama y se tumbó junto a ella ¿qué decir? Sonrieron tontamente y se miraron durante un momento:

– Es verdad– dijo Lexa con tono jocoso y tapándose los ojos con una mano– ahora me acuerdo.

Clarke carcajeó:

– ¿qué haces?

– No puedo mirarte con mis ojos verdosos como si no hubiera roto un plato en mi puta vida.

Clarke entre risas le agarró la muñeca y destapó los ojos de Lexa, bueno, en realidad se sintió un poco mal otra vez por eso:

– Ya te pedí disculpas– Lexa sonrió, su mirada era una de las cosas que más le gustaba, se abrazó a ella y ocultó su rostro en su pecho– gracias.

– Wau– dijo Lexa con mofa– mi segunda vez y ya me andas agradeciendo.

Clarke esbozó una risita, antes de volverse seria de nuevo:

– Sabes a que me refiero– miró de nuevo a Lexa– gracias por no preguntar– volvió a esconder su rostro, al refugio de los brazos de la morena– debe ser tedioso para ti no poder saber ciertos aspectos de mi vida, pero es mi vida privada y prefiero que siga así.

Lexa la estrechó más fuerte entre sus brazos. Tenía razón, era tedioso no conocer del todo a Clarke, también se vio siendo una egoísta de narices, puesto que, si sus temores eran ciertos, si lo que se le pasaba por la cabeza era real, lo que tenían terminaría, ya que había límites que no estaba dispuesta a traspasar:

– Mañana no tenemos planes durante todo el día– dijo la ojiazul cambiando de tema– durmámonos, quiero llevarte a un sitio, seguramente te guste, más que a mí.

Rio entre dientes:

– ¿Dónde?

– Es una sorpresa.

– No me gusta tener que esperar– dijo entre gruñidos– ¿es otro local country?

– Ya puedo estar borracha para pisar otro bar de esos. Duerme, mañana lo verás.

A la mañana siguiente, el despertar fue mucho más agradable, bromearon y tontearon un rato. Como iba a estar fuera del hotel casi todo el día intentó ponerse en contacto con Costia por vía Skype después de desayunar, aprovechando que Clarke estaba en la ducha. Que no la mencionase cada cinco minutos, no quería decir que no se acorase de Costia o que sintiera un poco la necesidad de escuchar su voz. Cuando atendió la videollamada, no estaba sola, ya que Octavia la acompañaban y parecían haber bebido un poco:

– Vaya, menuda fiesta de pijamas tenéis montada– dijo riéndose al ver a la fotógrafa detrás haciendo el payaso– ¿Dónde está Harper?

– Ligó con un italiano muy guapo.

Respondió Octavia con lengua resbaladiza. Costia le dio un empujón, ya que la chica para contestar se apoyó en la prometida de la morena:

– ¿Guapo? Eso es quedarse corta.

Añadió Costia, también con intención de picar un poco a Lexa:

– ¿disculpa?

Preguntó molesta Lexa, las otras dos chicas carcajearon. Clarke salió del baño y su belleza absorbió la atención de la morena, que intentaba estar a ambas cosas a la vez, a lo que le contaba Costia y a la imagen de esa rubia despampanante sentada en la cama, untándose crema en las piernas, en sus sexys piernas. Suerte que la cámara enfocaba al lado contrario de la cama:

– ¿qué tal en el evento?

Quiso saber Costia:

– Satán me pilló en el baño repasando la agenda.

– Uuuuuhhh

Clarke sonrió, ya que Lexa al final terminó poniéndole ese mote con cariño, es más, cuando lo dijo lo hizo mirando a la ojiazul sonriendo. Clarke sonrió con picardía, se acercó a la mesa y siendo un poco pícara se agachó y sin hacer ruido gateó por debajo de la mesa. Lexa borró su sonrisa y se retorció cuando la rubia comenzó a acariciar sus piernas. Lexa trataba de apartarla disimuladamente para que las chicas de la videollamada no se dieran cuenta de nada:

– Chicas– dijo Lexa mirando exageradamente el reloj del móvil– me tengo que ir– tragó saliva, las manos estaban en cierta zona sensible y comenzaba a despertarse– mañana hablamos.

Iba a colgar cuando, Costia puso morritos. Esa situación estaba siendo demasiado, su prometida poniéndole morritos mientras que su jefa había bajado la cremallera de sus pantalones, sacó su miembro y comenzó a lamerlo, haciendo que Lexa se pusiese colorada de los calores:

– ¿No me vas a decir que me quieres?

Lexa tragó saliva y tenía su mejor cara de póker, eso ya traspasaba todos los límites de maldad ¿Clarke no tenía suficiente con llevarse su virginidad? ¿Con mantener relaciones a espaldas de su prometida? Que ahora pretendía hacerlo delante de ella ¿No tenía ni un ápice de respeto por esa mujer que había dedicado horas de su vida es sus crueles recados?:

– Te quiero– Clarke seguía desafiando e introduciendo su miembro en la boca, Lexa intentó apartarla una vez más, eso no estaba bien– mañana hablamos, cariño.

Hacía lo posible por cortar la videollamada:

– Bueno, hasta mañana.

Dijo Costia con voz triste. Octavia volvió a ponerse enfrente de la cámara y señaló con el dedo índice:

– Cuidado con perder tu virginidad por ahí.

Clarke esbozó una risa ahogada, mientras seguía estimulando su miembro, a cada vez más duro, Lexa endureció sus músculos faciales mientras que cerraba los puños, su respiración estaba acelerada y tenía que hacer todo lo posible para no gemir:

– Lo ataré en corto para que no se me pierda adiós.

Dijo rápidamente, cerrando el portátil porque no aguantaba más, echó la cabeza hacía atrás y dejó escapar un gemido, con sentimientos encontrados, estaba enfadada, muy enfadada, pero, por otra parte, su cuerpo parecía ir en contra de su cabeza, puso una mano en la cabeza de Clarke que bajaba y subía, bajaba y subía, conforme se escuchaba como chupaba su polla, jadeó fuerte cuando llegó al orgasmo, corriéndose en la boca de la rubia:

– Pero ¿cómo puedes ser tan perra?

Preguntó con enfadado cuando recuperó algo de aliento, Clarke salió debajo de la mesa limpiándose los labios con el dedo pulgar, se sentó en el regazo de Lexa y fijó si mirada azulada, tenía expresión divertida:

– Lo soy, te dejo odiarme por ello.

Sin embargo, Lexa seguía con expresión de enfado:

– Clarke te agradecería que no vuelvas hacer algo así, al menos tengamos una mínima consideración a Costia.

Clarke pareció irritarse un poco al escuchar el nombre de Costia, la acababa de dar un buen sexo oral, sin embargo, terminó de poner los ojos en blanco y comenzó a besar el cuello de la morena:

– De acuerdo.

– Hablo enserio.

Lexa intentó mantener la seriedad, pero le fue imposible, pues esa mujer que estaba sentada en su regazo se encontraba haciendo pedorretas en su cuello:

– Yo también– la abrazó y se dio por vencida– perdona, ha estado mal, no volveré hacerlo.

Buscó sus labios y los besó. Lexa maldijo por ser tan débil ante las manipulaciones de esa rubia que hacía con ella lo que le daba la gana, la atrajo para intensificar sus besos:

– ¿No me ibas a llevar a un sitio?

Preguntó parándola antes de que volviese a excitarse más de la cuenta. Clarke sonrió se levantó y terminó de arreglarse. Por cómo iba a ir vestida la rubia, dio por hecho que no irían a un sitio lujoso, ya que se había puesto uno de los vaqueros que compró el otro día, nada de tacones, así que seguramente caminarían, es más, era la primera vez que la veía demasiado coloquial, e incluso se puso un pañuelo en la cabeza, a lo que Lexa, la preguntó extrañada, al parecer, Clarke pasaba más desapercibida así, los paparazzi solían poner más interés en ella cuando había un evento, pero solo por si acaso. Antes de salir de la suite la ojiazul le puso el sombrero que tanto le gustaba:

– Me encantas cuando vistes así- dijo Clarke mordiéndose el labio inferior- aun espero que saques a la vaquera de rodeo que llevas dentro y me domes como si fuese tu potra salvaje– El cerebro de Lexa pareció colapsarse y solo llegó a balbucear cosas incomprensibles, Clarke carcajeó– Anda, vamos.

Fueron a la zona de taxis y tomaron uno, no había evento, no necesitaban limusina, antes de que Lexa montase Clarke le pidió que no lo hiciera hasta que ella hablara primero con el Taxista y le dijera las indicaciones. Cuando por fin pudo entrar, ésta le tapó los ojos con un antifaz que llevaba en el bolso:

– ¿Te dije que no me gustan las sorpresas? – decía nerviosa– ¿de dónde has sacado el antifaz?

Clarke se acercó y le susurró:

– Pertenece a mi colección privada para mis juegos sexuales.

Respondió Clarke con tono divertido:

– ¿La sorpresa implica un acto sexual?

Se la escuchó reír:

– No, al menos al lugar donde vamos, aunque luego cuando volvamos...– decía divertida– espero que sí.

Lexa curvó la comisura de los labios, le encantaba escuchar a Clarke en plan relajada y divertida, sobre todo cuando reía.

Cuando llegaron a su destino la ayudó a bajar del taxi y le quitó el antifaz, menuda sorpresa, se esperaba de todo menos eso. Se encontraba en las puertas de "Los Ángeles Zoo" lo cierto es que no se imaginaba a Clarke en un lugar como ese:

– Dijiste que te gustan los animales– dijo animada– ¿te gusta verdad?

Lexa amplió la sonrisa:

– Sí, me gusta mucho, gracias.

– Vamos– hizo una seña con la cabeza– te va a gustar, es un parque muy extenso, tiene la zona de animales acuáticos, terrestres, hay hasta atracciones– le brillaba los ojos– también se considera jardín botánico.

Pues no se la imaginaría en ese lugar, pero hablaba como si ya hubiera ido. Hicieron cola para comprar unas entradas. Y como si se tratase de una extremidad más de su cuerpo, apareció en escena el móvil, que con dedos ágiles se lio a enviar emails. Lexa puso los ojos en blanco. Bueno, no podía esperar que Clarke Griffin, la adicta al trabajo se olvidase por un día de su deber como presidenta. Cuando llegaron a la taquilla tuvieron una pequeña discusión, Lexa quería pagar las entradas y viceversa:

– Es mi sorpresa, pago yo– Lexa suspiró dándose por vencida– ya te dije que mientras estés conmigo todo corre por mi cuenta. Vamos a ver a Tina.

Lexa alzó las cejas con sorpresa, si se conocía a los animales estrella. Se acercaron a ver a los elefantes donde se encontraba Tina:

– Hay una investigación en el que ponen a Elefantes enfrente de espejos– comenzó a explicar Lexa maravillada mirando a los enormes animales– Sorprendentemente no confunden su reflejo con otro animal, todo lo contrario, sabe que son ellos mismos y empiezan a explorarse. También es uno de los animales más peligrosos de la India, aun así, es una lástima que cazadores furtivos hagan de estos animales increíbles una especie en extinción, solo por el marfil de sus colmillos– estaba tan absorta hablando que no se percató de que Clarke le miraba sin decir nada– perdona– se llevó nerviosa la mano al sombrero– me emociono rápido.

Lexa estaba apoyada en la valla de madera, Clarke posó su mano derecha encima de la mano de la morena:

– No, me parece interesante eso de los espejos– esbozó una sonrisa– no me imaginaba a los elefantes como animales coquetos– la sonrisa se le borró cuando miró de reojo el dedo pulgar de Lexa acariciar su mano, como si hubiera recibido un calambre la quitó– vamos a ver a Kalim.

– La sigo señorita.

Dijo la vaquera llevando la mano a la punta de su sombrero e hizo un saludo. Fueron hasta la zona de los monos, gorilas y orangutanes, como había ocurrido en la zona de los elefantes, Lexa volvió a darle al parloteo sin parar:

– Es increíble a pesar del parentesco entre los monos, gorilas y orangutanes son muy diferentes, como se sociabilizan, los monos usan herramientas, los orangutanes como método de defensa se la pasan subidos siempre a los árboles, con los gorilas ocurre todo lo contrario siempre están en el suelo y hacen nidos.

Clarke ladeo la cabeza pensativa:

– Es sorprendente, si te pusiera un bolso de Dolce&Gabbana y otro de imitación no sabrías distinguirlo, pero de animales sabes mucho– acarició su brazo– ¿por qué no estudias veterinaria?

Lexa hizo un mohín:

– No creo que le haga gracia a Costia– y la sonrisa de Clarke se borró mientras Lexa negaba con la cabeza– a demás no puedo permitirme pagarme otra carrera.

Clarke puso los ojos en blanco:

– Es tu vida Lexa y es lo que te gusta, si Costia te quiere debe de respetar eso, solo tendría que fijarse en tu cara cuando hablas de esos bichos peludos– Lexa amplió su sonrisa– si vieras la cara que ponías a noche cada vez que hablaban de las nuevas tendencias– se encogió de hombros– si es por la economía, solo tienes que pedírmelo. Sería consciente de que lo invertiría en algo de provecho.

Lexa agachó la cabeza:

– Clarke, es lo que hemos planeado desde que éramos unas crías, las cosas ya están hechas, ya me saqué mi carrera, tengo el puñetero trabajo y después de doce años– negó con la cabeza– no, es demasiado tarde.

Clarke gruñó:

– ¿Habéis planeado? O ¿qué planeó Costia por las dos? – Lexa le miró fulminante– ¿Quién decidió tomar los votos de castidad? ¿Quién decidió la carrera que has estudiado? ¿quién escogió tu trabajo actual?

– ¿A ti que te importa si hago una cosa u otra? – arrancaba la segunda discusión– Estoy acatando la norma de no hacer preguntas personales– Clarke se puso tensa– no me meto con tu vida privada, tú no te metas en la mía. Costia puede ser mandona, pero en el fondo todo lo hace porque me quiere y por estar juntas.

Clarke chirrió los dientes:

– Como tu jefa me gusta que hagas el trabajo bien– comenzó a decir entre dientes– pero que te quede claro una cosa, a mí me gustas así– le pellizco la camisa– con la ropa que a ti te gusta vestir, me gusta cuando te brillan los ojos hablando de esos bichos, incluso en la cama eres maravillosa, así que sí, me importa que hagas lo que te gusta y que seas feliz– pasó por su lado– así de egoísta soy.

Caminó con paso decidido hasta encontrar un merendero y se sentó. Mandaba narices, ella solo quería apoyarla, quería que hiciera que le gustaba, pues si quería vivir todo lo que Costia le pedía allá ella. Pasados un par de minutos Lexa se acercó y se sentó a su lado:

– El canis lupus como especie tiene una gran capacidad de adaptabilidad– Clarke la miró con el ceño fruncido– pueden vivir en montañas, bosques, valles y te tengo miedo.

Esto último lo dijo con voz baja:

– ¿Qué?

Lexa suspiró, antes de mirar a la ojiazul, que le miraba fijamente, le quedaba bien ese pañuelo que recogía su pelo, era de color azul celeste que hacía juego con el azul de sus ojos:

– Te tengo miedo, tienes muchos cambios de humor y me cuesta seguirte el ritmo– comenzó a retorcerse las manos, parece ser que era uno de sus tics nerviosos aparte de pasarse la mano por el pelo– me dices que te gusto como soy ahora y en otros momentos ni pestañeas para insultarme. Criticas mi relación con Costia, porque ella marca el ritmo de nuestra relación, tú quieres que firme unos documentos con unas series de normas que debo de cumplir para acostarme contigo.

Clarke un poco irritada por los constante retortijones de las manos de Lexa, se las agarró para que parase:

– ¿Canis Lupus? ¿el lupus no es una enfermedad? – Tenían una forma muy curiosa de hablar las cosas, era como si dijeras primero patatas y terminaran por decir arcoíris– tienes razón, no soy quién para meterme en tu vida privada, pero me revienta ver como te reprimes y te sacrificas por Costia– arrugó la frente– se muy bien que la gente cambia, Costia ya no es la misma adolescente con la que te comprometiste e hiciste los votos de castidad, ahora sois dos adultas que se mantuvieron por un buen tiempo separadas, me atrevo a decir que ni estas enamorada de ella, estás enamorada de lo que has idealizado de ella– agachó la cabeza y dejó escapar un suspiro– es solo que pienso, pero como ya te dije, tienes razón en que no debo meterme en tu vida privada.

Lexa sonrió e intentó suavizar la conversación respondiendo a las dos preguntas del principio:

– Canis Lupus, es el conocido lobo, el canis lupus familiaris es el animal doméstico– esbozó una sonrisa– así que no se trata de ninguna enfermedad.

– Animal doméstico– sacó el móvil– yo tengo un labrador, está viejito el pobre– buscó una foto en el que salía ella con el perro– pero es muy cariñoso.

Eso era una sorpresa, la primera, no se imaginaba a Clarke como amante de los animales, se había dirigido a los animales del zoo como bichos peludos, la segunda, era que le había dado un dato de su vida privada. Ahora sabía algo más. Clarke Griffin, era dueña de Division Models Griffin, no le gustaba los bares de country y tenía un perro. Bueno ese último dato, la hizo más humana:

– Es precioso– dibujó media sonrisa – como su dueña.

Clarke se acercó a la morena y le besó en los labios. Ese gesto la pilló por sorpresa, como el hecho de que le encantaba tenerla cerca:

– Nada de firmar documentos.

Dijo al final mientras rozaba la punta de su nariz con la de Lexa, como si estuviese dándola un beso dulce de esquimal:

– ¿qué?

A ese paso le daba algo con tanta sorpresa. Sentía la tentación de preguntar si era la verdadera Clarke Griffin o algún tipo de clon:

– Me gusta como estamos ahora– se encogió de hombros– Las normas solo es papeleo.

– Solo podemos acabar de dos formas– dijo la ojiverde apoyando un codo en la mesa de madera y posar su cabeza en la palma de la mano– nos adaptamos y vemos la forma de como encajar o nos mandamos a la mierda, está la tercera opción que es el matarnos.

Sentimientos contradictorios tuvo Clarke en ese instante, le pareció curioso que no tuviera como posibilidad que ambas se pudieran enamorar, en parte era molesto ¿tan horrible era? Por otro lado, era un alivio, porque no debía preocuparse por malentendidos.

Siguieron su paseo por el zoo y el jardín botánico, la rubia escuchaba encantada los comentaros que hacía sobre los bichos peludos. Que si en la actualidad casi todos los tigres viven en cautiverio ya que es una especie en extinción y que el 80 % del panthera tigris pertenece al tigre de Bengala, que si de los tiburones, el gran blanco tiene más mala fama por las películas y que a pesar de ser uno de los que más atacan a los surfistas el más peligroso de todos es el tiburón toro, además de ser una de las especies que puede nadar tanto en aguas saladas como aguas dulces. Fueran donde fueran siempre tenía algo que decir y sí que era grande el zoo y los jardines botánicos, el recorrido lo comenzaron caminando la una al lado de la otra, a medio camino agarradas de la mano, terminando el recorrido, con Lexa rodeando los hombros de Clarke con un brazo y la rubia con una mano descansando en el bolsillo trasero de la ojiverde.

Lexa no sabía, pero lo que era Clarke, había perdido fondo durante los últimos años pues llegó reventada al hotel, aunque no tardaron mucho en desnudarse y disfrutarse la una de la otra, probando otra postura a la del perrito, la ojiazul reía cada vez que miraba a Lexa, ya que la pidió que lo hiciera con el sombrero puesto.

Clarke estaba sentada en la cama, con la espalda apoyada en el cabecero y en sus manos tenía el sombrero, moviéndolo mientras lo miraba distraída:

– ¿te gusta?

Preguntó la ojiverde, ya que la ojiazul parecía disfrutar de ese complemento:

– Me gusta, pero cuando lo llevas puesto tú.

– Te lo regalo– acarició su brazo– así tienes algo mío para cuando regresemos a chicago– dibujó una sonrisa– a parte de las ulceras que te generen mis meteduras de pata como asistente.

– Solo con abrir la puerta de mi despacho y que me regales una sonrisa me vale.

Lexa abrió la boca para contestar a ese comentario cuando su móvil comenzó a vibrar encima de la mesilla, cuando vio que era una llamada de Costia respondió rápidamente, saliendo de la cama y encerrándose en el baño. Clarke se tumbó de costado, ya había tenido algún que otro lio con casados o casadas, eso era algo normal, sin embargo, no se sentía igual, se vio deseando que le dedicara esos minutos a ella y no hablando por teléfono con su prometida. Entonces la satisfacción que sintió cuando pensaba que era la primera mujer con quien se había acostado Lexa se esfumo, Costia era la primera mujer que se ganó el amor de Lexa. Pondría la mano en el fuego, que, si le pidiera que fuera a Milán, la ojiverde iría corriendo, porque era Costia quien se lo pediría ¿qué pasaría si fuera al contrario? Si fuera ella quien le llamaba, estando Lexa con Costia en la cama ¿haría lo que hizo en ese momento? Dejarle sola en la cama.

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