2. Lo acontecido en el Callejón Diagón

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Volteé a mirar a mi derecha. Después a la izquierda. Abrí mi diario y escribí con mi peculiar caligrafía: «LAPA METOMENTODO».

Nada más hacerlo y tras haberse borrado la contraseña, comencé a relatar lo ocurrido en el Callejón Diagón:

''Querido Diario...Espera, ¿por qué escribo eso si el diario no está vivo? Parece como si al poner eso el diario fuera a leer lo que escriba, pero no es verdad...Bueno, a lo que iba...Ayer mi madre y yo, como dijo mi padre, fuimos al Callejón Diagón para comprar todo lo que necesitaría en el que sería mi futuro colegio de magia. Tras comprar los libros, el caldero, el uniforme, etc., fuimos al Emporio de la Lechuza. Allí, como me esperaba, sentí miles de ojos clavados en mí y me sentí incómoda, ya que yo soy ese tipo de chica que no acostumbra a llamar la atención. Mi madre me enseñó todas las especies de búhos y lechuzas de la tienda (desde el autillo común, hasta el búho real siberiano). «Escoge una lechuza, Lyra. Podría comprarte todas perfectamente, pero en Hogwarts solo puedes tener una.» Eso fue lo que me dijo mi madre con el habitual "tono engreído", normal en la familia Malfoy. Yo la quiero (es mi madre, al fin y al cabo), pero, ¿tiene que creerse lo suficientemente superior a los demás como para soltar comentarios así sin inmutarse? Mi hermano Draco también es así, y yo odio ese tipo de carácter egocéntrico, pero no puedo evitar comportarme también así para alegrar a mis padres, aunque no crea que sea lo correcto. Así que, lo único que hice en ese momento, fue reírme (aunque sonora demasiado falso) de la forma más engreída posible y asentir. Lo sé, lo sé. Me estoy engañando a mí misma por intentar comportarme como quien no soy en realidad, pero...¿qué podría haber hecho? ¿Negar con la cabeza y decir: "Mamá, no está bien presumir de manera tan descarada"? No, no puedo decir eso aunque sea lo que esté pensando. Seguro que tú dirías: "¡Qué chungo! ¿Tienes que estar fingiendo siempre?" y yo te contestaría:"Mi niño, llevo fingiendo prácticamente toda mi vida". Es horrible tener que estar mintiendo todo el rato, pero es que no puedo hacer otra cosa. Mis padres esperan que sea así, y mi hermanito también, así que...¿qué harías tú en mi lugar? Se podría decir que toda la «Dinastía Malfoy» ha sido así desde siempre (engreída, fría, rencorosa, envidiosa, con la necesidad de ser la mejor en todo y superar en todo a todos). Y aquí está la Malfoy "especial" que va a echar todo a perder. La única maga de la familia que no se siente bien al hacer sufrir a los demás. Se podría decir que yo soy la "oveja negra" de los Malfoy. Si tú me preguntaras: "Pero, Lyra... ¿todo eso es lo que piensas sobre tu familia? ¿Para ti ellos sólo son malas personas?" Hombre, claro que no. Ellos siempre me han tratado genial, como a una princesa (normal, teniendo en cuenta que somos ricos). Mi padre me compra lo que necesito y lo que no necesito, pero que quiero, al igual que mi madre. Me llevan "consintiendo" desde que tengo uso de razón, como también a Draco. Mi padre me inspira cierto temor, pero sólo al ver con qué frialdad trata a los "no tan afortunados como nosotros". Él suele decir que en el mundo hay dos clases de personas: 'los que mandan' y 'los que acatan las órdenes', es decir, los que influyen (ricos) y los que son influidos (pobres). Dice que ellos puede que intenten hacer desaparecer las barreras que nos separan para que puedan ser tratados como 'iguales', pero que nosotros debemos resaltar aún más nuestras diferencias y dibujar más fuerte la línea que divide la sociedad en 'privilegiados' y 'no tan privilegiados'. Qué malo, ¿verdad? Pero así hay gente a montones. Te buscan un defecto, por pequeño y tonto que parezca, y lo resaltan y exageran de tal manera que parece que eres la persona más defectuosa e imperfecta del mundo...''

— ¿Qué se supone que estás escribiendo, Lyra?

La pregunta me sacó de mi ensimismamiento y me sobresalté de tal manera que pegué un brinco.

— ¿Yo? ¿Escribir? ¿El qué? Tienes cosas de muggles, Draco...—opiné de forma nerviosa, mientras miraba los escudriñadores ojos grises de mi hermanito, que había heredado de nuestro padre.

— ¿Cosas de muggles?¡Ni en sueños!—se defendió, ofendido—. Déjame ver lo que escribes. Soy tu hermano y tengo derecho.

Draco se acercó, dispuesto a hacer lo que sea para conseguir su objetivo. Yo aparté el diario de su alcance.

— ¿Qué pasa? ¿Tienes algo en ese estúpido libro que no quieres que vea?—inquirió, interesándose todavía más por él—. Entonces supongo que no te importará que eche un vistazo, ¿verdad?—preguntó retóricamente y me lo arrebató de las manos.

Oh, no...Estaba perdida. Mi hermano estaba a punto de leer todos mis pensamientos acerca del punto de vista de mi familia. ¿Qué iba ahacer? ¿Podía hacer algo para solucionarlo? Estaba completamente segura de que Draco reiría tras haberlo leído todo y luego diría: "¿Sabes qué, Lyra? Esto le va a encantar a papá", o algo parecido. Mientras seguía pensando en el terrible destino que me esperaba, apoyé la cabeza sobre mi escritorio.

Draco hojeó cada página rápidamente, tan rápido que me asombré de que pudiera leer a tanta velocidad. Tras unos segundos, me tiró el cuaderno en la mesa y murmuró, insatisfecho:

—Si no tenías nada escrito me lo podrías haber dicho. Y dices que soy yo quien tiene cosas de muggles...—comentó él, en tono burlón, saliendo de la habitación.

Cogí mi diario y suspiré. Había estado a punto de ser descubierta por mi propio hermano, pero por suerte, él cuando me lo quitó, lo cerró accidentalmente, así que fue normal que viera todas las hojas en blanco. Cogí nuevamente mi pluma y, tras escribir la contraseña, seguí relatando lo ocurrido.

''Bueno, en fin, creo que me he desviado del tema...Pues bien, allí, en el Emporio de la Lechuza, observé cada uno de los ejemplares de búhos y lechuzas, mirando tanto su plumaje como atendiendo a las características que decía el vendedor que cada especie poseía. Una de las lechuzas me llamó la atención. Según el hombre, era un "mochuelo boreal" hembra. Parte de su plumaje (como por ejemplo, las alas) eran de un tono marrón oscuro con manchitas blancas y, las otras zonas, eran blancas con manchitas castañas. La lechuza también tenía unos ojos color ámbar, que observaban todo su alrededor con mucho detalle. Podía llevar mensajes incluso en climas difíciles y podía sobrevolar grandes distancias. «Me gusta esta lechuza», le había dicho a mi madre, mientras acariciaba el ave. «¿Seguro, Lyra? Hay otros mucho más bonitos que este», opinó mi madre, no muy convencida. A mí me daba igual que no fuera la lechuza más linda de la tienda, pero a mí me gustó. Me identifiqué con ella, ya que estaba con un grupito de lechuzas de la misma especie, pero apartada de los demás. La lechuza me recordó a mí y no quería que tuviera que vivir excluida por no tener la misma opinión. Debo demostrar que ser diferente no es malo, que el tener un punto de vista distinto no es razón suficiente para ser discriminado, que...no debemos criticar a los que no son como nosotros. Pero, ¿cómo se lo diré a mis padres? ¿Cómo pienso decirles que no creo que los muggles sean despreciables, ni que las personas con poco dinero sean merecedoras de burlas? No sé cómo. Para eso tendría que ser valiente y yo...no lo soy. Bueno, creo que me he enrollado...A lo que quería llegar es a cuando fui a la Tienda de varitas Ollivanders porque, lo que me pasó allí fue algo extraño...Mi madre se había quedado afuera, dejándome "tiempo para mí" al escoger mi varita (aunque el señor Ollivander diría: "Que la varita escoge al mago"). La cosa es que, la primera varita que me dio, que me recordaba a la de mi madre, no me sirvió y el señor Ollivander dijo:

«Hum...Como suponía...». Me quedé confundida ante el comentario y me dio otra varita. «Madera de avellano. Núcleo de pelo de unicornio. Veinticuatro centímetros. Flexible», dijo él. Esa varita me "eligió" y yo sonreí, contenta. Sin embargo, el señor Ollivander se me acercó y me dijo: «Señorita Malfoy, esta varita te ha escogido porque tienes cualidades que los demás Malfoy no tienen. Eres distinta a ellos...Demuéstralo», fue lo que me dijo en un susurro, para que sólo lo escuchara yo. En ese momento no entendí lo que quiso decir, y ahora tampoco es que lo entienda...Pero, ¿y si quizá, solo quizá, supiera que yo no estoy de acuerdo con la ideología de mis padres? ¿Entonces me quiso decir que demostrara que están equivocados? ¿Cómo podré reunir el valor para hacerles frente? Tendré que hacerlo tarde o temprano... Debo ser valiente y decirles lo que pienso...No soy una cobarde...Soy valiente.''

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