Parte 2: Enigma

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Joseph se mantuvo pensativo unos instantes, mientras observaba la frase "¿Cuál es tu nombre?" en la pantalla de su laptop. Como era lógico, no planeaba colocar su nombre real de ninguna manera, pero no estaba seguro de qué responder exactamente.

Intentó apretar "Enter" sin escribir nada, pero la página solo titiló sin mayores cambios. Joseph tamborileó los dedos encima del teclado por un par de segundos más y, finalmente, se decidió por escribir algo.

"Nadie"

Apretó "Enter" y esperó. La página cargó unos instantes y apareció una nueva frase en la pantalla, debajo del cuadro de texto.

"Por favor, coloca tu nombre real"

Joseph lanzó un silbido de asombro. Posiblemente, aquella página contase con algún script o inteligencia artificial que le permitía discernir entre nombres comunes de personas y palabras al azar que no podían ser nombres. La solución ante ello no era demasiado complicada.

"Damián Otero"

La página volvió a cargar un tiempo, hasta que lanzó una nueva frase.

"Buen intento, pero, por favor, coloca tu verdadero nombre"

Joseph maldijo por lo bajo. Un escalofrió le recorrió el cuerpo, ya que aquella página parecía tener vida propia. Sin embargo, recordó que su adversario era un hacker, de modo que tampoco era sorprendente que hubiese trucos como aquel. Aun así, Joseph no estaba dispuesto a dejarse vencer.

"Jhon Malcom"

"Repito, coloca tu verdadero nombre"

"Hernán Trocks"

"El tiempo es oro. Y el oro es tu nombre real"

"Pavlov Kronks"

"¿En serio alguien podría tener un nombre así?"

Joseph golpeó su escritorio con furia. Aquella no podía ser una simple inteligencia artificial. Seguramente estaba tratando con una persona de carne y hueso al otro lado de la pantalla. Teniendo esto en mente, Joseph decidió probar su última carta.

"El Embaucador"

Apenas Joseph terminó de escribir aquello, la página titiló un par de veces. Antes de que el chico pudiese presionar "Enter", el cuadro de texto se borró por sí mismo. Joseph se quedó perplejo, mientras observaba con sorpresa y terror cómo el cuadro de texto se iba llenando por sí solo, letra por letra.

"Joseph Irolev"

Tras esto, la página se puso completamente negra. Joseph apretó la mandíbula, enfurecido. Podía suponer más o menos qué acababa de suceder. El script de aquella página, o tal vez el mismo hacker que la controlaba, había logrado acceder a los datos personales que Joseph guardaba en su laptop.

—Oh, santo cielo... —suspiró Joseph, pasándose una mano por el cabello.

La preocupación de Joseph se centró en el hecho de que tendría que cambiar todas las contraseñas que utilizaba para acceder a sus cuentas en juegos y redes sociales. Aquel era un trabajo sumamente pesado y, aunque lo más seguro hubiese sido empezar en ese mismo instante, Joseph no se sentía con las fuerzas ni los ánimos necesarios para hacerlo. Decidió olvidarse de todo e irse a dormir, ya al día siguiente se preocuparía de cambiar sus contraseñas en la universidad. De todas formas, no había dinero de por medio, de formas que las consecuencias no podrían ser demasiado graves.

Cuando Joseph está a punto de cerrar aquella página, una nueva frase hizo aparición en medio de aquel fondo oscuro.

"¿Quieres resolver un enigma, o prefieres retarme a un juego?"

Debajo de aquella frase emergieron dos opciones: la primera decía "Enigma", mientras que la segunda era "Juego". Joseph observó ambas opciones con cautela. Sin embargo, consideró que no tenía nada más que perder y, sin darle muchas vueltas al asunto, clickeó en la opción "Enigma".

Repentinamente, el cuarto de Joseph quedó completamente a oscuras. El chico se sobresaltó levemente y se levantó de su escritorio con suma lentitud. Se dirigió a tientas a la puerta de su habitación y, al abrirla, se percató de que el pasillo también estaba a oscuras. En eso, vio una silueta que caminaba por el pasillo. Era su hermana, quien tenía su celular en sus manos.

—¡Kathe! —llamó Joseph—. ¿Qué ha sucedido?

—¿En serio preguntas algo tan obvio? —contestó la chica con el ceño fruncido—. Es un apagón... ¡He perdido la conexión a internet por su culpa!

Joseph volvió a ingresar a su habitación y cerró la puerta. Tras ello, abrió sus cortinas y se asomó por la ventana de su cuarto para observar al exterior. Al parecer, toda la calle estaba sufriendo el mismo problema. Joseph se acarició la barbilla con preocupación. No era nada común que hubiese apagones de tal magnitud en Laseal. El chico meneó la cabeza, considerando innecesario dar vueltas al asunto. Probablemente al día siguiente se enteraría de la razón de aquel extraño apagón gracias a las noticias locales.

Joseph volvió a sentarse frente a su laptop y se sorprendió al percatarse de que el navegador se había cerrado por sí solo. En su lugar, estaba el contenido de la memoria portable, con el cursor encima del archivo .exe llamado "trato", como si invitara a abrirlo.

Joseph calculó sus posibilidades. Considerando lo sucedido con la página .chaos, era casi seguro que aquel archivo se tratase de un virus. El sentido común de Joseph le advertía que lo mejor era olvidarse del caso, pero su curiosidad era más poderosa. De todas formas, al no haber conexión a internet por el apagón, aquel .exe no podría llegar a ser demasiado perjudicial. Con esta seguridad en la cabeza, Joseph abrió el archivo.

Al instante, una ventana ocupó toda la pantalla. Nuevamente, era de fondo negro, con un título en letras rojas: "Enigma". Joseph se rascó la barbilla, sorprendido de que aquel archivo coincidiera con la opción "Enigma" que él había escogido en la extraña página .chaos de antes. Considerando que no había conexión a internet, la explicación del hacker ya no era lógica. No obstante, lo más impactante de aquella página era la frase presente debajo del título.

—¿Cómo murió la damisela? —leyó Joseph, extrañado.

Había un cuadro de texto que invitaba a responder aquella inesperada pregunta. Sin embargo, Joseph consideró que era completamente imposible responderla sin ninguna explicación o pista.

—Bueno, tampoco pierdo nada por intentarlo...

Joseph se estiró, pensando que podría contestar. Consideró que, tal vez, se tratase de una interrogante de corte histórico, de modo que aquella "damisela" podría referirse a alguna mujer joven famosa. El chico repasó sus no tan vastos conocimientos sobre historia mundial y decidió escribir algo.

"Su familia la asesinó colocando una bomba en su auto"

Apretó "Enter", pero no sucedió nada en especial. La frase que Joseph había escrito se borró por sí sola, de modo que supuso que estaba equivocado. El chico chasqueó la lengua al percatarse que, sin Internet, no podría investigar respecto al caso. Inclusive, de contar con la ayuda de la red, era imposible contabilizar cuantos sucesos relacionados a "muertes de damiselas" habían ocurrido a lo largo de la historia.

Joseph decidió probar otras opciones al azar pero, antes siquiera de poner los dedos sobre el teclado, su laptop anunció que le quedaba poca batería y se apagó de improviso. El chico lanzó un suspiro de cansancio y se frotó los ojos. No podía cargar su laptop debido al apagón, de modo que tendría que esperar hasta mañana para resolver el misterio. Consideró que lo mejor sería pedir la ayuda de sus amigos. Uno de ellos, Hans, era un erudito en temas históricos, de modo que él podría responder aquella pregunta sobre la damisela.

Joseph tomó el maletín de su laptop y la guardó en su interior. Lanzó un gran bostezo, y cerró casi por completo las cortinas de su habitación, tras lo cual se acostó en su cama. No dejó de dar vueltas a la pregunta durante una buena cantidad de tiempo, hasta que se percató de que, si continuaba así, nunca lograría conciliar el sueño. Por ello, comenzó a repasar las películas de terror que estaban por estrenarse, ya que pensar en ello siempre lo tranquilizaba.

Cuando Joseph sintió que estaba a punto de ingresar al mundo onírico, su móvil emitió un molesto pitido. Joseph gruñó con fastidio y tanteó con la mano en la mesilla de noche que se encontraba al lado de su cama, hasta conseguir agarrar su celular. Observó la pantalla con los ojos semi cerrados y se sorprendió al notar que había recibido un mensaje de Sia. Debido a su estado de letargo, Joseph no pudo emocionarse como siempre lo hacía al recibir un mensaje de ella, y lo abrió sin mucho interés.

"Hace frío y la tierra no me deja respirar ¿Por qué lo hiciste, Joseph?"

Joseph lanzó un bostezo, completamente confundido. Intentó escribir una respuesta preguntando a qué rayos se refería, pero el sueño era increíblemente pesado y lo venció. Joseph se durmió con el celular en las manos, mientras que un par de ojos violetas lo observaban desde el otro lado de su ventana.

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