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Un arqueólogo, inmerso en su investigación de respuestas, se topa con una pista intrigante acerca de un lugar remoto y enigmático: una antigua ciudad abandonada oculta en lo profundo de un bosque. Los relatos de la población local hablaban de extraños sucesos y presencias sobrenaturales que acechan en aquel lugar olvidado por el tiempo.

La curiosidad del arqueólogo se despierta al instante, y una sensación de fascinación y temor se apodera de su mente. La mención de esa ciudad olvidada resuena en su interior como un llamado oscuro y misterioso. Poco a poco, comienza a recopilar fragmentos de información dispersos y antiguos mapas, que sugerían la autenticidad de la leyenda urbana.

A medida que profundizaba en sus investigaciones, el arqueólogo descubre relatos de personas que han experimentado fenómenos inexplicables alrededor de esa ciudad abandonada. Historias de susurros en las noches sin viento, sombras que se deslizan entre los árboles y la sensación palpable de que algo maligno habita en los rincones más oscuros.

Impulsado por una mezcla de intriga y temeridad, el arqueólogo decide que era el momento de enfrentar el misterio que se oculta en la ciudad olvidada. La atracción magnética del lugar prohibido y el anhelo de desentrañar los secretos lo empujan a aventurarse en lo desconocido.

Así, con el corazón latiendo con una mezcla de emoción y aprensión, el arqueólogo se dispone  a adentrarse en el bosque oscuro que alberga la ciudad olvidada, sin saber qué horrores aguardan en su interior.

El arqueólogo ha pasado semanas preparándose meticulosamente para la investigación del sitio. Tras obtener los permisos necesarios y completar los trámites administrativos, se embarca en una serie de preparativos antes de dirigirse al lugar donde llevaría a cabo su estudio.

En primer lugar, el arqueólogo se ha sumergido en una intensa investigación bibliográfica, estudiando textos antiguos, mapas y registros históricos para comprender el contexto y la importancia de la locación en cuestión. Esto le proporciona un marco de referencia sólido y le permite formular hipótesis iniciales sobre su origen.

Después de recopilar la información necesaria, el arqueólogo procede a organizar el equipo y los suministros necesarios. Empaca herramientas de excavación, como pinceles, palas y cepillos delicados, junto con cámaras fotográficas, lámparas y cuadernos de campo para documentar minuciosamente cada hallazgo.

Además, se asegura de contar con los equipos de seguridad adecuados, como guantes protectores, máscaras y gafas para salvaguardar su integridad física durante el proceso de excavación y manipulación de cualquier artefacto.

El arqueólogo también coordina con su equipo de trabajo, asegurándose de que cada miembro esté informado sobre el proyecto y sus objetivos. Ha establecido un plan de trabajo detallado, asignando tareas específicas y definiendo los procedimientos a seguir para garantizar un estudio riguroso y eficiente.

Una vez que todo estuvo en orden, el arqueólogo se asegura de tener los permisos de acceso al sitio arqueológico y cualquier documentación requerida por las autoridades competentes. Con su equipo y suministros embalados, se dirige al lugar, dispuesto a enfrentar los desafíos que el sitio pudiera presentar en su búsqueda de conocimiento y revelación.

El arqueólogo ha dedicado tiempo y esfuerzo en la preparación exhaustiva antes de partir hacia el lugar de investigación. Desde la investigación preliminar hasta la organización del equipo y los suministros, cada paso fue cuidadosamente considerado para asegurar una investigación arqueológica exitosa y enriquecedora.

El arqueólogo avanza con cautela a través del oscuro pasaje subterráneo, su respiración se acelera y un escalofrío recorre su espina dorsal. La antorcha que sostiene en su mano tiembla ligeramente, proyectando sombras danzantes en las paredes de piedra. Finalmente, llega a una cámara antigua y polvorienta, donde descubre un artefacto misterioso cubierto de siglos de historia.

Con manos temblorosas, el arqueólogo desentierra el objeto y lo sostiene frente a sí. Un sudor frío se desliza por su frente mientras una sensación de inquietud se apodera de todo su cuerpo. Sin embargo, su curiosidad supera su miedo y decide estudiar más de cerca el artefacto.

El arqueólogo sostiene con cuidado el antiguo artefacto en sus manos, sintiendo su energía ominosa irradiando a través de su piel. Con paso firme, se dirige hacia el laboratorio de arqueología, un lugar lleno de estanterías repletas de libros polvorientos y mesas cubiertas de instrumentos especializados. Allí, rodeado de mapas y documentos antiguos, se sumerge en la investigación exhaustiva del artefacto, buscando desentrañar sus secretos más ocultos y descubrir la verdad que yace en su interior.

Pero a medida que el arqueólogo examina el objeto, una fuerza oscura y ancestral se despierta. El aire se vuelve espeso y pesado, y un escalofrío intenso se apodera de él. Su corazón late desbocado en su pecho mientras siente una presencia maligna envolviéndolo.

De repente, el arqueólogo escucha un susurro malévolo que parece venir de todas partes a la vez. Las palabras retumban en su cabeza, llenándola de terror y pánico. Siente como si algo estuviera penetrando su mente, corrompiéndola lentamente.

A medida que pasa el tiempo, el arqueólogo comienza a notar cambios extraños en su cuerpo. Sensaciones inenarrables se apoderan de él: una comezón insoportable que parece emanar desde lo más profundo de su piel, una sensación de ser devorado desde adentro. Unos agujeros comienzan a aparecer en su cuerpo, pequeñas protuberancias que se abren paso a través de su carne.

El arqueólogo se mira en un espejo y su reflejo lo aterroriza. Su rostro se ha transformado en una grotesca máscara de horror, con los ojos hundidos y llenos de malicia. Su piel está desgarrada por los agujeros que ahora se extienden por todo su cuerpo, dejando al descubierto un tejido negro y retorcido.

El miedo lo consume por completo mientras lucha por mantener su cordura. Busca ayuda, pero aquellos que lo rodean también han sido infectados por el antiguo mal. Susurros incomprensibles y risas macabras llenan el aire, mientras las personas mutan y se convierten en criaturas deformes y retorcidas.

En medio del caos, el arqueólogo escucha voces en su mente, susurros seductores que prometen liberarlo de su sufrimiento si solo se somete completamente al mal. El terror se mezcla con la desesperación mientras lucha contra la tentación de sucumbir a la oscuridad.

—No puedes escapar —susurra una voz en su oído—. El mal ha despertado y su poder es incontenible.

El arqueólogo se da cuenta de que su destino está sellado. La maldad lo ha reclamado y ya no hay vuelta atrás. Con el corazón lleno de miedo y resignación, se adentra en la horda de criaturas inhumanas, uniéndose a su macabra danza de destrucción y sufrimiento.

En la oscuridad de la noche, el arqueólogo se pierde para siempre, convertido en una criatura de pesadilla que acecha en las sombras, perpetuando el ciclo interminable del antiguo mal.

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