La habitación sin tiempo (VI)

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Hoy es 19 de julio; la luna que solo muestra parte de su grandeza, me alumbra y yo la admiro. Escribí todo lo que sucedió en estos días, en una libreta que me regaló David. Espero que si algún día veo a mi familia, pueda contarle todo lo que viví mientras ellos no estuvieron. La radio deja de funcionar y mis oídos estan agradecidos, decido salir a caminar.

Cuando uno deja la luz artificial de lado, aprende a guiarse por las luces de la naturaleza.

Hoy a la mañana llegó tanta chatarra que siento que pronto podré irme de este lugar, la verdad es que sentí que era mi hogar, pero... Ya no lo sé; algo de aquí hace que haya perdido mi sentido de pertenencia. Al levantarme me pregunto qué hago aquí y por qué no salgo a buscar mi futuro, mi felicidad. No creo que la halle algún día, no obstante, no debería rendirme con tanta facilidad, sino siempre me verán como una víctima, como alguien frágil.

El silencio de la noche es mi fiel compañera alejándome de los demonios que de cierta manera quieren darle mi alma a Edaxnios y no se los voy a permitir sin batallar.

Esta mañana cuando desperté tenía el gran deseo de ir a Coelum y ver a Marcus para pedirle que acabe con esta locura, pero recordé que es un traidor y buscará acabar conmigo. Luego, analicé ir a salvar a Sunshine, ¿pero cómo podría hacerlo? No tengo la menor idea, ni siquiera sé cómo llegar al mundo de los sueños.

Me detengo haciendo unos movimientos con mis manos, similares a los de Dorothy, danzando, venciendo un demonio y luego comienzo a reír mientras niego con mi cabeza.

—Aún no entiendes nada, ¿no? —volteo y veo a una adolescente rubia, bajita y sonriente. Sus ojos son azulados como el mar, su rostro brilla a la luz de la luna y los hoyuelos hacen por un momento que me pierda en ellos. Viste un hermoso vestido azul, una tiara plateada que mantiene el cabello en su lugar y unos bellos zapatos blancos.

—¿Quién eres? —pregunto cerrando mis manos, es posible que sea otro demonio.

—Azura —dice acercándose—. No podemos venir con el mismo cuerpo que en el mundo de los sueños, entonces tenemos que tomar nuestro cuerpo original.

—No entiendo —niego moviendo mi cabeza.

—¡Ven acércate! Te mostraré la verdad —extiende su mano.

—Antes —digo con inseguridad— dime, ¿qué animal se subió a mi regazo?

—El gato que tú enterraste —dice con su gran y brillante sonrisa.

Mi corazón late con velocidad y no sé por qué. Lo que sé es que Azura en su versión humana es bella y creo que...

—Ahora sí —digo quitando esos pensamientos extraños, me acerco y le agarro la mano, es suave y fría.

Aparezco en un lugar diferente: un campo de grandes extensiones, una cabaña de madera y paja, y una plantación enorme de trigo. Camino nervioso hasta ver a Azura en su forma humana, con un sombrero blanco, un vestido hasta la rodilla negro y una cinta dorada que cruza su cintura. Parece feliz corriendo a un conejo marrón. Detrás de ella aparece una mujer rubia, alta, sonriente y vestida con una camisa blanca y pantalón con tirantes.

—Azura, no te alejes mucho, no quiero que te pierdas como ayer —dice la mujer apoyándose en la pared.

—No mamá, no me perderé —responde con una gran sonrisa brillante.

—Espero que tu padre llegue pronto, la cena ya esta lista.

Al oeste el sol comienza a esconderse detrás de una gran montaña; de la chimenea de la cabaña sale un gran humo blanco, una parte de él sube y otra parte se oculta detrás de los cultivos. Algunas gallinas se acercan a Azura y ella de un bolsillo saca unos granos de maíz y se los arroja. Ellas con velocidad y empujándose comienzan a comer. Escucho el galope de un caballo, me doy vuelta y aparece un hombre montando, con un mameluco desteñido y con su rostro empapado en sudor. Es moreno, con un bigote que cubre su boca y con grandes músculos. Llega hasta la cabaña, desciende, se seca el sudor con su antebrazo, ata el caballo a un árbol y abraza a Azura que se acerca.

—¡Papi, papi! —dice mientras es levantada en los grandes brazos—. ¡Te extrañé!

—Yo también pequeñita —la baja, le quita el gorro y la despeina—. Pero ya llegué y ahora cenaremos en familia.

—Hola hombre trabajador —saluda la mujer abrazándolo.

—Hola cuidadora de mi corazón —le da un gran beso.

Ingresan a la cabaña después del bello reencuentro y yo quiero entrar, pero no me corresponde, es su momento. Aunque me niego aparezco sentado en la mesa.

—Amor —dice la mujer sirviéndole la cena, unas arvejas con pollo—, creo que la familia va a agrandarse.

—¿Estas embarazada? —pregunta el hombre con una gran sonrisa y recibiendo el plato colmado de comida.

—Sí —afirma la mujer sentándose en la falda y acariciándose el vientre.

—¡Soy el hombre más afortunado del universo! —exclama luego de besar a la mujer.

Azura mira todo sonriente y comiendo una arveja a la vez. Este recuerdo me lleva a las cenas familiares, y al momento que supe que Paul llegaría a casa. Me gustaría saber cómo Mathew recibió la noticia de mi llegada.

La cena transcurre tranquila y sigo sin entender por qué Azura decidió traerme a sus recuerdos. Miro hacia todos lados: veo una chimenea donde el fuego consume con voracidad los leños, algunos muebles, pero nada eléctrico, ni siquiera un reloj. Comienzo a comprender que esta es una época antigua, hasta que me doy cuenta que la luz viene de velas. El hombre se limpia la boca y se coloca de pie.

—Hija mía quiero que sepas que todo estará bien y que podrás con el tiempo manejar tu poder. Nosotros, tus padres, te enseñaremos todo lo que sabemos y podrás proteger al próximo guardián que llegue.

—Lo sé, papi —sonríe Azura.

—Yo cuando conocí mi poder —dice la mujer— no podía controlarlo y nadie me enseñó hasta que conocí a tu padre. Él me tomó de las manos y me enseñó el camino.

—Y terminé profundamente enamorado —dice el hombre con una gran sonrisa—. Ahora debemos descansar que mañana será un día largo y de mucho trabajo. Debemos cosechar el trigo antes que el señor McFlides se enoje.

Quiero agarrar unas arvejas pero mis manos las traspasan, muero de hambre y quiero volver para poder cenar mi comida enlatada. El piso tiene un leve temblor, las llamas de las velas danzan siguiendo el movimiento y el hombre se pone en una posición erguida y demuestra preocupación en su rostro.

—¡Váyanse de aquí! —ordena con movimientos rápidos de sus manos.

—¡No te dejaré solo con ese demonio! —responde la mujer.

—No podremos vencerlo, estamos débiles, pero alguien tiene que proteger a Azura.

—Si tú mueres, me buscará a mí y encontrará a Azura.

El temblor aumenta en intensidad haciendo que las cosas caigan y hacen ruidos estruendosos. Un vaso de madera rueda hasta mis pies y las velas se apagan por completo, solo la luz de la luna me permite ver que sucede. Las penumbras, el movimiento oscilatorio de la cabaña y los gritos desesperados de Azura me erizan la piel. No quiero, no deseo ver morir a nadie más.

La mujer toma en sus brazos a Azura y casi caen al suelo, por suerte, el hombre logra atraparlas. Muestra en su rostro preocupación mientras se le dibuja una sonrisa que no expresa alegría.

Me coloco de pie, si viene un demonio, aportaré mi granito de arena para proteger a esta familia.

—¿Quieres decir qué tenemos que hacer el conjuro de protección y de viaje? —pregunta el hombre con desconfianza.

—Sí, no creo que haya otra opción —responde la mujer secándose las lágrimas. Se inclina para poner sus manos en los hombros de Azura—. Hija, hoy no lo entenderás, hoy llorarás, pero tu misión es más importante que la vida de tus padres. Te extrañaremos — se despide mientras se levanta y pone sus manos por encima de Azura.

—¡No! —dice rogando Azura—. ¡No quiero irme mamá! ¡Te lo ruego!

—Lo siento —se seca las lágrimas que brotan de su rostro como una gran cascada—. Algún día lo entenderás.

—¡No! —niega Azura sollozando—. ¡No quiero quedarme sola!

—Nunca lo estarás —promete la mujer sonriendo con dificultad—. Solo mira las estrellas y ahí nos encontrarás. Solo prométeme que cumplirás con tu misión.

—No... quiero mi misión, los quiero a ustedes.

—¡Vamos Summer, hazlo rápido! —ordena el hombre.

Praesidium custodiis —mueve sus manos en forma circulares—, praesidium custodiis. —Azura comienza a desaparecer entre llantos y desesperación.

—¡Mami, papi! —intenta abrazar a su madre, pero desaparece.

—Bueno Summer, enfrentaremos nuestros destinos juntos —se abraza a su esposa.

—Siempre Jack... siempre —se besan.

El techo de la cabaña sale volando. El cielo es más oscuro que la misma noche, las estrellas estan ocultas detrás de un manto oscurecido. Sin embargo, ese manto es de un demonio, uno que tiene su aura negra y violeta. Sus ojos son demoníacos y sin sentimientos. Su rostro es perverso, aunque este difuminado ese rasgo no desaparece. Su altura parece ser de más de tres metros, en lugar de pies tienen sombras que arrojan llamas violetas, igual que sus manos. De su abdomen salen dos cadenas que dan vuelta en todo su manto, son rojas y ardientes, como si el cuerpo del demonio fuera la lava de un volcán a punto de erupcionar. Este ser desprende un vapor trasparente. En su torso aparece de la nada la letra D en un rojo intenso y late como si tuviera vida propia.

Solo levita con sus brazos extendidos, hasta que decide bajar y estar a dos metros de los padres de Azura.

—Han cometido un grave error —dice el demonio con una voz grave, profunda, tenebrosa—. Solo debían entregarme a su hija y la guerra terminaría. Pero no lo hicieron y por eso tendrán que morir.

—¿Qué te hace pensar que nos vencerá uno de los ocho demonios? —pregunta Jack

—La respuesta en sencilla, ustedes son débiles, alejaron a su hija porque saben que no la pueden proteger y yo soy el gran demonio de la soberbia, Hokori —hace un leve reverencia.

—El gran Hokori —dice Summer—, él que rompe las reglas de Coelum.

—No te permitiré que me insultes. — En un veloz movimiento atrapa a Summer por el cuello con las cadenas, ella grita, y Hokori ríe a carcajadas.

—¡Maldito! —En la mano de Jack aparece un hacha brillante—. Shinu otari.

Ataca a Hokori pero el demonio detiene el ataque con una sola mano

—El famoso Shinu otari, el ataque que hirió a un demonio. Pero yo no soy ese demonio, soy Hokori —Empuja con su mano el hacha y Jack cae de espalda—. Mort sortir —dice el demonio ante el grito ahogado de Jack, y Summer desaparece, se desvanece como ceniza, como si nunca hubiese existido—. Tenías que haber hecho caso Jack, cuando nos encontramos en el bosque, pero eres terco, y es tu culpa la muerte de Summer —arroja las cadenas al cuello de Jack, pero él esta rendido, parece no importarle morir—. Parece que el gran Jack se ha rendido, el que nunca se detenía ante nada. ¡Maldición, sí que son aburridos los guerreros! —niega sonriente—. Asumí que el gran Hokori encontraría resistencia aquí, me equivoqué.

Las cadenas se transforman en una serpiente negra con su cuerpo cubierto de franjas violáceas que lo cubren de manera circular. Su lengua bífida se acerca al rostro de Jack, pero a él ya nada le importa.

Él ya está muerto.

—No es momento de comer Adaneva, prometo darte una comida más sabrosa —Hokori apunta con su mano derecha a Jack—. ¡Mort sortir! —conjura y Jack desaparece dejando cenizas en lugar de un cuerpo—. ¡Basuras asquerosas! —insulta el demonio antes de desaparecer en la noche de muerte y desolación.

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