Reconciliación

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—Príncipe, aquí tiene su desayuno.

—¿Dahyun ha comido hoy? —pregunté, preocupado, recordando lo duro que había sido con ella ayer.

—No, alteza. Hoy, cuando fueron a sus aposentos, ella no estaba.

—¿Dejó alguna carta o algo?

—No, señor. No dejó nada y todas sus cosas están intactas.

Me levanté de la mesa y, lleno de enojo, me dirigí a los aposentos de Jimin, cerrando la puerta detrás de mí con fuerza.

—¿Dónde está? —demandé.

Jimin estaba de espaldas, aplicándose aceite con fragancia. Volteó su rostro y me miró con una sonrisa tranquila.

—Buenos días, príncipe heredero. ¿Dónde está quién?

—Dahyun. ¿Dónde está?

—¿Por qué debería yo saber dónde está ella?

—Jimin, sé que tú y mi padre le han hecho algo. Ella no se iría dejando todas sus cosas.

Me acerqué a Yoongi, calmado y sonriente.

—No sé de qué me hablas. Ayer, después de dejarlos, me vine directamente a mis aposentos y no he salido. Puedes preguntarle a quien quieras.

—Sé que tú la tienes, Jimin. ¿Hasta cuándo?

Me reí a carcajadas.

—¿Ahora yo soy el culpable de todo lo que le pasa a tu concubina? Bueno, te diré la verdad. Ayer, después de dejarte, vi a un cambiaformas de toro y, Yoongi, sentí cosas. Me encerré con él y no sabía que los toros eran tan... eficientes —dije, echándome aire con la mano como si tuviese calor.

—No te creo, tú no serías capaz.

—Parece que no me conoces. Si soy capaz de cargar un hijo que no es tuyo, de hacerle daño a tu amada concubina con más rapidez, tengo la valentía de probar a alguien que me parezca atractivo.

—No te creo. Haces todo esto para hacerme creer cosas, pero sé que no es así.

—¿Ves? Si te digo la verdad, no me crees, pero es así. Estoy embarazado con un deseo voraz y ahora soy un hombre casi divorciado, puedo estar con quien me plazca. No hay nada más emocionante que tener amantes.

Dejé un corto beso en sus labios y me di la vuelta.

Había pasado más de un mes en el que no había estado con Jimin ni había visto sus partes íntimas, y verlo con esa corta túnica casi transparente había despertado en mí el deseo y aumentado mi ansiedad de tomarlo y hacerlo mío una vez más. —Jimin, te ves muy provocativo—. Me pegué a su espalda y pasé mis manos alrededor de su cadera.

—¿Sí? ¿Te gusta lo que ves?— pregunté en un tono coqueto.

—Sí, Jimin, tengo la necesidad de tu cuerpo—. Mi miembro estaba tan erguido que, hasta cierto punto, lo sentía doloroso.

Podía sentir el miembro palpitante de Yoongi, por eso me volteé y le dije:

—Qué lástima que sea otro el que disfrute lo que mi cuerpo tiene para ofrecer. Por favor, exmarido, salga de mis aposentos, que me voy a preparar y espero de todo corazón que consiga a su concubina.

—Jimin...—dije asombrado, sin poder procesar todo lo que me había dicho.

Lo tomé de la mano y lo saqué de mis aposentos. —Tenga un buen día, príncipe—. Cerré la puerta y di saltitos de felicidad.


Caminaba por los pasillos después de que Jimin me echara de sus aposentos. Al mirar por la ventana, vi a dos cambiaformas de toro sin camisa. Sus cuerpos estaban completamente llenos de músculos, altos y físicamente atractivos. Mi corazón latía con fuerza; una mezcla de celos y furia se apoderaba de mí.

—Hola, hijo. Buen día —dijo mi padre, Félix, interrumpiendo mis pensamientos.

—Papá, ¿habías visto a esos dos antes? —pregunté, tratando de mantener la calma.

—Sí, anoche los vi hablando con Jimin. Si mal no recuerdo, él los contrató.

—¿Y tú permites eso? —mi voz temblaba de indignación.

—Sí, porque trabajan directamente con él.

—¡Papá! —exclamé, sintiendo cómo la rabia crecía dentro de mí.

—Recuerdo que cuando estaba embarazado de ti, no dejaba que Hyunjin descansara. Me daban unos calores y la necesidad era grande —dijo mi padre, con una sonrisa.

Volteé a ver nuevamente y vi a Jimin sentado frente a donde los dos hombres entrenaban. ¡Ese desvergonzado!

—Papá, hablamos luego —dije, con la voz entrecortada, empezando a caminar hacia Jimin.

—¿Qué estás haciendo? —le pregunté al llegar, mi voz llena de acusación.

—Hola, príncipe heredero. Estoy tomando aire y disfrutando del radiante sol —respondió Jimin, con una sonrisa despreocupada.

—¿Aquí, frente a estos caballeros? —dije, señalando a los cambiaformas.

—¡Ah! Ni me había fijado en que ellos estaban aquí, sudados y exhibiendo sus pectorales —dijo Jimin, echándose aire con la mano, como si no le importara en absoluto.

—Jimin, ¿qué pasa contigo? Jamás te habías comportado así.

—Pasa que ahora estoy por ser libre y puedo estar con quien me plazca. Así como tú tienes necesidades, yo también. No estoy para mendigar tu amor o atención. Me di cuenta de que puedo tener a quien me plazca, cuando me plazca.

—Jimin, si te veo con alguien, no me haré cargo de mis acciones.

En ese momento, Felix apareció y nos interrumpió.

—Hijo, Jimin, vengan a recibir a mi pariente. Él es Seungmin y ha venido por una semana.

—Hola, bienvenido. Mi nombre es Park Jimin.

—Min Jimin, y es mi esposo —dije con firmeza.

—¿Ahora soy tu esposo? Pero si me pediste el divorcio y yo a ti igual, ¿o no, emperador consorte?

—Sí, incluso solo espero que sea revisado por Hyunjin.

—Pero no peleemos delante de las visitas. Ven, te mostraré el palacio —dijo Jimin, con una sonrisa que solo aumentaba mi furia. Podía sentir el calor que emanaba de mi cuerpo.

—¡Jimin! ¡No lo toques!

—Oh, ¿y si no, qué? —respondió Jimin, desafiante.

Me acerqué a Jimin, lo agarré y lo llevé conmigo a mis aposentos. Allí, lo abracé y le di un beso, tratando de calmar mis celos y el torbellino de emociones que sentía.

—Yoongi, no entiendo. ¿Qué es lo que quieres de mí? —pregunté, tratando de librarme de la confusión y desesperación.

—De ti quiero todo. No puedo soportar verte con alguien más; prefiero morir. Jimin, sinceramente, yo te amo y te puedo jurar que jamás, estando consciente, le di un beso a Dahyun o la toqué —dije, mi voz quebrándose con la intensidad de mis sentimientos.

—Pero aún dudas de que este sea tu hijo, ¿verdad? —dije, con lágrimas en mis ojos y la voz temblando.

—La verdad, sí. Porque cuando te fuiste, no dijiste que estabas en cinta y la doctora dijo que es un embarazo avanzado. No sé qué creer, Jimin —respondí, sintiendo una mezcla de confusión y desesperación.

—Cree en mí. Jamás estuve con Namjoon.

El silencio que siguió fue pesado. Me acerqué a Jimin, tomando sus manos entre las mías, sintiendo su calor y su vulnerabilidad.

—Jimin, quiero creer en ti. Quiero creer que este es nuestro hijo, fruto de nuestro amor. Pero necesito que me ayudes a entender, a confiar de nuevo —dije, mirándolo a los ojos, buscando una chispa de esperanza.

Asentí lentamente—Yoongi, te prometo que nunca te he mentido. Este bebé es nuestro, y haré todo lo posible para demostrarte que puedes confiar en mí —dije, con voz firme a pesar de las lágrimas que corrían por mi rostro.

Pasé por fuera de los aposentos de Yoongi y se escuchaban sonidos de gemidos. Sonreí y aplaudí, llamando la atención de los demás.

—¡Muy bien, lo logramos! —exclamé con entusiasmo—. Por eso, todos merecen beber una copa del mejor vino.

Los rostros de los presentes se iluminaron con sonrisas y risas, y pronto, las copas se llenaron con el vino más exquisito. La atmósfera se llenó de alegría y celebración, mientras brindábamos por nuestro éxito.

No puedo negar mi felicidad; Jimin es asombroso, pensó hasta en el más mínimo de los detalles.

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