Northwest

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¡Hola a todas y a todos!

Pues el día prometido ha llegado, chicas y chicos. Finalmente está con nosotros el capítulo final de este fic. Después de invertir decenas y decenas de horas y de días completos escribiendo y corrigiendo al fin está completo y déjenme decirles que no podría estar más feliz.

Es curiosa la forma en la que comenzó este proyecto. De hecho después de este capítulo publicaré una nota de agradecimiento en la cual pondré algunos datos curiosos que me sucedieron a la hora de escribir esta obra tan fumada.

Pero eso lo explicaré más adelante. Por ahora los dejo con la conclusión de esta historia. Nos leeremos hasta el final. Perdonen si se encuentran con un errorcillo de ortografía.

Por cierto, este capítulo es el más largo de todo el fic. Me dejé llevar por la emoción, así que les aconsejo que lo revisen con calma.

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—Ustedes no tienen la menor idea de lo que acaban de hacer, niños... —Dijo la siniestra aparición, usando una voz de ultratumba—. Ahora ya nadie estará a salvo... Él ya viene...

—D... Dipper... —Pacifica murmuró, temblando de frío, luego de haber salido de la respectiva bañera—. ¿Estás bien...? Parece ser que volvimos...

Tras haberse quitado un casco de la cabeza estilo steampunk exactamente igual al que Dipper traía puesto tan solo momentos antes; Pacifica se aproximó con cautela hacia el joven Pines, sintiendo aun los efectos secundarios en su cuerpo a causa de haber permanecido en animación suspendida. Efectos que se traducían en dolor muscular, ardor en los ojos y una fuerte jaqueca. Cuando la joven Northwest se colocó al lado de Dipper, ambos apreciaron con horror y a escasos metros de ellos; un cuerpo deforme y semidesnudo, aparentemente fusionado a través de su carne a una silla de ruedas, la cual le proveía de soporte de oxígeno y sangre por medio de cinco contenedores colocados a una distancia media y conectados a través de varios tubos y mangueras que desembocaban en el interior de su caja torácica totalmente expuesta. Su piel grisácea como la ceniza, daba la impresión de estar contemplando a un cadáver viviente. A su vez, su rostro se encontraba imbuido en una masa carnosa, con una protuberancia semejante a un gigantesco tumor cubriéndole la mitad del mismo; dejando entrever a penas un avispado ojo sin parpado y una pequeña boca que no dejaba de excretar saliva.

—¿Qué es esa cosa...? —Preguntó la chica, contrayendo su estómago debido a las incontenibles ganas de querer vomitar.

—Un terrible mal caerá muy pronto sobre esta tierra... —Volvió a repetir el sujeto, tosiendo entre cada frase que su horrenda voz pronunciaba—. Todo lo que alguna vez fue dejará de existir... Y todo gracias a ustedes... —Los señaló a todos con sus fríos, largos y huesudos dedos.

—¡Déjate de juegos! —Dipper estalló en furia—. ¿Quién demonios eres? ¿Qué está pasando aquí?

—Ustedes arruinaron la única oportunidad que tenía para salvarnos a todos... —Repetía, mientras que el resto de las chicas se conglomeraba cerca de la pareja justo después de haber despertado y haber salido de sus propias bañeras, colocando la misma expresión de desconcierto en el rostro.

—Dipper... ¿Qué está pasando? —Mabel preguntó, afligida—. ¿Quién es él?

—Ya no hay salvación... Se arrepentirán de haber desatado su ira...

—¿De qué estás hablando? ¿La ira de quién? —Pacifica se dirigió hacia el—. ¡Habla claro, monstruo! ¡Dinos quién eres!

—Pacifica... Es un hermoso nombre... —Aquél que alguna vez fue un hombre; trató de alcanzarla con la escaza fuerza que le proporcionaban sus brazos. Dipper se interpuso—. ¿Cuántos años han pasado desde la última vez que nos vimos...? Aún recuerdo cuando eras apenas una bebe recién nacida... Te veías tan indefensa... No como ahora... Te has convertido en una chica fuerte... Pero eso no significa que ni tú, ni todos estos chicos se encuentren a salvo... No debieron provocar su ira... Pacifica... Yo soy...

—¡No lo escuches, hija! —Replicó el eco proveniente de una voz firme en las cercanías—. No vale la pena prestarle atención a alguien que desde hace mucho tiempo perdió la sanidad de su mente.

Los chicos se miraron a sí mismos llenos de dudas, buscando el origen de aquella voz desconocida oculta en la oscuridad. Pero no fue sino hasta que Dipper giró la cabeza hacia su retaguardia; que descubrió la silueta de un hombre postrado sobre una plataforma de acero, la cual se encontraba sostenida por medio de una escalerilla construida con andamios; misma que el hombre utilizó para descender pausadamente hasta alcanzar la ubicación de los niños.

—¿Papá...? ¿Eres tú...? —Preguntó la rubia, confundida y con su mente a punto de estallar.

—¡Sí, hija! Soy yo... —Preston Northwest respondió al llamado apersonándose en el lugar; cargando sobre su hombro una maleta de clase deportista.

—¿Qué...¡ ¿Por qué...? ¿Qué haces aquí...?

—Descuida, Pacifica. —Levantó la voz, deteniendo sus pasos hasta encontrarse frente a frente con el deforme ser, descolgándose la maleta para dejarla sobre el piso a un lado suyo—. Ya no hay nada que temer... Me tomó mucho tiempo poder hallarlos, pero al fin he venido a sacarlos a todos de este manicomio.

—¡Vaya...! —Susurró la criatura, antes de echarse a reír—. ¿No es esta una bella reunión familiar?

—Será mejor que cierres la boca, monstruo... Provócame sí quieres que te asesine en este momento. —Lo amenazó.

—Papá... ¿Qué está sucediendo...? —Pacifica continuó con la racha de preguntas, desesperada por encontrar respuestas—. ¿Quién es él?

Preston suspiró.

—Pacifica... Lamento no haber sido completamente honesto contigo, hija... El hecho saber que fuiste secuestrada me hizo darme cuenta de la clase tan aborrecible de padre que he sido contigo... Eres mí única hija y al simplemente pensar que tal vez no volvería a verte; me hizo cuestionarme seriamente acerca de mi autoridad como padre. —Agachó la cabeza, sin atreverse a mirar a Pacifica, quién atendía con sorpresa las palabras de su padre, unas palabras que nunca en la vida creyó que escucharía de su boca—. Me preocupé tanto por mantener alto el prestigio de nuestra familia ante el resto del mundo, que nunca le presté atención a tus intereses...

—Papá... Yo...

—Nunca me interesé en saber cómo te sentías al respecto, pero... ¿Qué más podía hacer? Nuestra familia siempre ha sido regida por lineamientos muy estrictos para mantener una buena reputación ante los ojos de la sociedad... Así ha sido siempre durante generaciones... Tú has pasado por eso... Así cómo yo he pasado por eso... ¿No es así, padre?

—Espera... No me digas que... —Los globos oculares tanto de Pacifica, cómo del resto de la pandilla estuvieron a punto de salirse de sus cuencas a causa de la impresión—. Esa cosa que está ahí... ¡No...! No puede ser... ¿Él no puede ser mí...?

—Me temo que así es... —Preston respondió, suspirando una vez más—. Pacifica, él es tu abuelo...

—Pero... Mi abuelo... Tú me dijiste que mi abuelo había muerto en un accidente de auto hace muchos años.

—Rectifico mis palabras, hija... Lamento no haber sido alguien tan honesto contigo, pero no podías saber la verdad... Por lo menos no aún... Eras demasiado joven. Como ya lo sabes, nuestra familia oculta un gran número de secretos y de entre todo ellos... Este es el más perverso de todos y el que nunca, por ninguna circunstancia; debe salir a la luz.

—No entiendo... ¿Por qué mi propio abuelo trató de matarnos a mis amigos y a mí? No tiene sentido... Todos creímos que el que se encontraba detrás de todo era un científico loco llamado Anderson...

—¿Anderson? ¿El doctor Anderson? —Preston levantó las cejas—. ¡Ja! Ese chiflado lleva ya treinta años de muerto. Me doy cuenta que mi padre nunca pudo recuperarse de su enfermedad de personalidad múltiple.

—¿Hace treinta años...? No puede ser... —Murmuró Dipper.

—¿Anderson está muerto... ? Papá... ¿Qué está sucediendo aquí? —La niña preguntó, a punto de volverse loca de coraje—. Por favor... Necesito que me digas toda la verdad.

Preston lo pensó por varios segundos, pero al final, el hombre dirigente de la familia Northwest accedió a contarle todo a su pequeña hija y a todos los presentes ansiosos por escuchar la historia.

—Tal y como acaban de escucharlo todos... Aquél hombre alguna vez conocido como: Anderson Thomas Clayton; murió hace treinta años... Para los que aún no lo sepan, él fue el cofundador de A&M, compañía farmacéutica que hasta el día de hoy soy el encargado de dirigir. Pero durante aquellos años, mi padre y el Anderson siendo ambos los responsables al mando; realizaron un gran descubrimiento. Uno que podría cambiar el rumbo de la ciencia para siempre.

—El virus madre... —Dijo Dipper.

—Es correcto... —Le dio la razón—. Sin embargo, mi padre, al ser un Northwest de talla; no se podía dar el lujo de compartir el logro con alguien más. Sus metas y ambiciones iban mucho más allá. Anderson creyó que utilizar el virus madre para lograr grandes avances en el campo de la medicina era lo más esencial. Pero mi padre tenía otros planes. Lo que mi padre más deseaba era utilizarlo en tecnología bélica para conseguir la aprobación del gobierno y que de esta forma los subsidiaran de por vida. Pero al final... Los conflictos internos entre Anderson y mi padre a causa de la diferencia de ideas llegaron a tal extremo, que el buen doctor perdió la vida a manos de mi padre tras una breve riña dentro de su oficina luego de que mi padre le estrellara la cabeza varias veces contra el filo de su escritorio. Como de niño me gustaba visitar el lugar de trabajo de mi padre fui testigo del brutal acto. Luego, él encubrió los hechos, creyendo que al no contar con familiares cercanos o amigos; nadie preguntaría por el paradero del doctor. Esto le funcionó por algún tiempo. No obstante, la muerte de su amigo lo atormentó noche tras noche. El sentimiento de culpa carcomía su alma. Las pesadillas eran intensas y no lo dejaban dormir... Los días poco a poco se volvieron amargos y duros. Debido a esto, mi padre desarrolló un trastorno mental provocado por el efecto postraumático con el pasar de los meses. Él se negó a aceptar lo acontecido, de tal manera que trató de bloquear los hechos y comenzar a imaginar que su amigo aún se encontraba con vida, junto a él... Llevando las riendas de la empresa... Fue así como él pobre diablo desarrolló dos personalidades distintas que luchaban por el control de un mismo cuerpo. Una de ellas era Martin Northwest, director ejecutivo de A&M y cabecilla principal de la familia Northwest... Y la otra era Anderson Thomas Clayton, cofundador de A&M y director del centro de investigación y desarrollo de la compañía.

Entretanto, mientras Preston se hallaba contando los verdaderos hechos de hace treinta años; Dipper se distrajo por un momento tras alcanzar a percibir un libro con una cubierta parecida al del diario número tres, el cual se encontraba reposando sobre un pequeño escritorio al fondo de la habitación. Tras ojearlo un poco, el niño se dio cuenta de que se trataba de un diario que relataba sucesos importantes de la vida del doctor Anderson, pero escritos por el puño y letra de Martin Northwest, dando credibilidad a la historia narrada por el padre de Pacifica.

—La salud mental de mi padre se fue consumiendo lentamente como una vela a lo largo de los siguientes veinticinco años. —Continuó—. Con el transcurso del tiempo, deje de ver en mi padre el ejemplo que debía seguir. Se había vuelto completamente loco. Fue entonces cuando lo confronté en el laboratorio subterráneo bajo la fábrica que mi padre había mandado a construir específicamente para realizar experimentos con humanos, y de esta forma perfeccionar el virus madre. Así que para detener el genocidio; tomé una difícil decisión. Una decisión que me llevó a encerrarlo dentro de dicho laboratorio y prenderle fuego para liquidarlo de una vez por todas. Nunca me imaginé que él desgraciado utilizaría la cepa imperfecta del virus madre para regresar a la vida.

—Es increíble... —Pacifica se dejó caer al suelo con sus rodillas—. Ni Anderson, ni tampoco Joey... Siempre fuiste tú... Todo lo que nos hiciste pasar dentro de mi mente... La carta que encontré en ese cuarto oculto en la mansión... Todo fue producto de tu locura...

—Esa carta... Recuerdo haberla escrito como un testimonio a la muerte simbólica de mi padre... —Preston se integró—. Lamento que hayas tenido que leer eso, hija...

—No cabe duda de que el nombre de nuestra familia se encuentra ya bastante manchado por las mentiras y los actos tan ruines que hemos cometido a lo largo de los años. —Dijo Martin.

—¡Cállate! ¡Cállate ya! —Pacifica enfureció, poniéndose de pie—. De entre todos los integrantes de nuestra familia, jamás hubiera imaginado que mi propio abuelo fuera el más vil y miserable de todos... Si todo esto fue idea tuya... Eso quiere decir que tú fuiste el responsable por haber profanado el cuerpo de Joey... ¿No es verdad?

—Creo que ya conoces la respuesta... —Dijo Martin, sin mostrar arrepentimiento por sus actos—. Admito que experimentar con sus restos fue altamente satisfactorio. Lamentablemente las cosas se salieron de control... No todo lo que viviste en tu mente fue un engaño... Aunque es cierto que la verdad está entremezclada con la mentira... Es sorprendente como inclusive después de la muerte; el cerebro de Joey aun pudo ser capaz de conseguir una conexión neuronal tan especial con tu mente. Creí que todo sería más fácil... Hubiéramos logrado tantas cosas, juntos...

—Eres un monstruo... —Pacifica echó a llorar tras recordar los últimos momentos que pasó con su hermano luego de haber sido picado por la serpiente.

—¡Ya oí suficiente de ti! —Preston también estalló en furia—. Te aconsejo que trates de conservar algo de poca de la dignidad que aún te queda. ¿Crees que puedes jugar con mi familia sin sufrir las consecuencias? Cuando me enteré de que habías sobrevivido y de que fuiste tú el responsable de haber dispuesto del cuerpo de mi hijo para tus enfermos experimentos; supe de inmediato que debía ponerle fin a todo esto. Pero a pesar de todo, pasé por alto tus acciones y te deje vivir por qué sabía que en un futuro podrías serme de utilidad. Dejé que continuaras investigando las propiedades del virus madre para que una vez perfeccionado te obligara a cederme la fórmula. Sin embargo, ahora me doy cuenta de que ese sueño tuyo no fue nada más que un fracaso. Ya no me sirves más, padre. Es por eso que ahora procederé a terminar con tu miserable vida. —Declaró, extrayendo una pistola de nueve milímetros con el cargador lleno desde el interior del bolsillo lateral dentro su impecable saco, dirigiendo la mirilla hacia su padre y consiguiendo que los chicos sintieran una desagradable opresión en el pecho.

—¿Crees que eso me asusta? —Sonrió—. Tranquilo, hijo... El virus madre estuvo a punto de entrar en una nueva etapa evolutiva... Pero estos niños resultaron ser más listos de lo que pensé... Si realmente lo deseas; ya sabes lo que tienes que hacer. Tu hija... Tal vez no posea la prodigiosa inteligencia que tenía su hermano, pero la conexión neuronal entre ambos es tan fuerte, que es capaz de sustentar los nutrientes que componen al virus madre por siempre. Ella es la pieza clave.

—¡Olvídalo! No permitiré que sigas experimentando con mis hijos... Además, ya he visto todo el daño que esa cosa infernal es capaz de hacer... Es increíble lo que ese maldito virus es capaz de desatar. No ha hecho otra cosa que dejar una estela de muerte desde que fue descubierto.

—Recuerdo una vez haberte escuchado decir, que el fin justifica los medios... En el campo de la investigación; los científicos locos como nosotros debemos correr ciertos riesgos... Yo fui cegado por esa ideología y ahora, tras ser testigo de la clase de poder que hemos liberado; sé perfectamente que ya no hay vuelta atrás... Traté de enmendar mis errores... No era tarde... Sabía que podía hacerlo... Lamentablemente, supe que me encontraba cercano a la muerte, así que decidí apropiarme del cuerpo del pequeño Dipper para continuar mi búsqueda a fin de salvar al mundo.

—¿Y es por eso que utilizaste el cuerpo de mi hija como un puente? —Continuó apuntándole.

—¿No lo entiendes, Preston...? Yo no soy el malo aquí... Lo único que yo deseo es erigir un lugar dónde todos podamos ser felices como una familia normal. ¡Justo como en los viejos tiempos...! Tal y como lo dije anteriormente, la conexión neuronal entre tus dos hijos es tan poderosa, que es capaz de lograr hasta lo impensable... Tú y yo aún podemos hacer algo para evitar la catástrofe que se aproxima... Tú y yo, como padre e hijo... Sí me detienes ahora, pronto lo lamentarás y tendrás el suficiente tiempo antes de morir para arrepentirte por haber tomado las decisiones equivocadas cuando no estabas seguro de lo que querías... Tú tienes la última palabra...

—Mi decisión está tomada... Ahora sé perfectamente lo que quiero, padre... —Tomó una bocanada de aire—. Quiero terminar con tu vida, tal y como debí de haberlo hecho hace quince años.

Preston desvió su arma repentinamente para así apuntar hacia los contenedores que le proveían a Martin las cantidades de sangre y oxigeno necesarias para mantenerlo apenas con vida; disparando contra ellos en un gran número de ocasiones hasta que la maquinaria sujeta a ellos estalló en chispas. Los jóvenes cubrieron sus oídos y cerraron los ojos en respuesta a sus reflejos, mientras tanto, Martin comenzó a asfixiarse y a retorcerse dentro de su propia silla.

—Se arrepentirán de esto... Él vendrá por ustedes... —Dijo con su último aliento; cuando el eco de la última bala por fin dejó de resonar sobre las paredes metálicas. El cuerpo de Martin Northwest yacía ahora sin vida frente a ellos.

—Se terminó... —Dijo Dipper, soltando un largo suspiro.

—¡No! Esto aún no termina... —Dijo Preston—. ¡Todos, vayan a la salida! Sigan la escalera que utilicé para bajar aquí. Continúen recto por el pasillo y den vuelta a la derecha dos veces. Se encontrarán con una de las salidas de emergencia.

—¿No vienes, papá?

—No, Pacifica. Aún queda algo que tengo que hacer. Yo los alcanzaré.

Acto seguido, los chicos siguieron las indicaciones de Preston, encontrándose al fin con las puertas que los ayudarían a salir de una de las más horribles experiencias que hayan tenido en su vida. Tras atravesarlas, el quinteto de amigos se dio cuenta de que el rojo atardecer se encontraba cayendo ya sobre las colinas del pueblo, así que no pudieron evitar preguntarse cuánto tiempo había pasado desde que fueron capturados. A su vez, todos respiraron por fin el aire fresco que tanto exigían sus pulmones. Por su parte, Preston abrió la maleta que había dejado previamente sobre el piso por medio de un cierre. Revelando en su interior una serie de latas medianas de gasolina con las cuales procedió a rociar la habitación entera incluyendo el cadáver de su padre. Una vez terminado el trabajo, Preston subió las escaleras y dio un último vistazo al sitio antes de sacar del bolsillo derecho de su pantalón de vestir un elegante encendedor chapado en oro, mismo que encendió y arrojó hacia la cámara que no tardó en consumirse en llamas. Acto seguido, el hombre salió caminando por las mismas puertas usadas por el grupo de infantes para encontrarse inmediatamente con ellos justo cuando la fábrica entera comenzó a arder una vez más tal y como había sucedido hace quince años.

—¡Y así concluye el misterio de la fábrica abandonada! —Exclamó Candy, ajustándose las gafas y sin dejar de mirar el espectáculo de fuego.

—¿Quién diría que nos convertiríamos en parte del mismo...? —Comentó Mabel.

—Bueno, Mabel... —Candy giró y miró a su amiga—. Creo que es hora de volver a casa. Nuestros padres deben estar muy preocupados.

—Creo que ya tuvimos suficientes aventuras para un solo verano... ¿O para toda una vida? —Grenda complementó—. Incluso mi voz se volvió ronca de tanto gritar... ¿O ya era así de ronca?

—Sí... Creo que tienen razón, chicas. —Respondió la niña de frenos—. Esto es mucho más de lo que yo hubiera deseado para una aventura casual como las que Dipper y yo solemos tener a veces. Creo que extraño a los Gnomos. Tendré pesadillas durante los siguientes meses.

—Igual nosotras. —Dijo Candy—. Bien... Entonces... Nos veremos después para otra pijamada. ¿Qué dices?

—Me parece bien... Pero procura traer revistas de chicos coreanos esta vez.

—Considéralo hecho. —Dijo Candy, dando media vuelta junto a Grenda. Sin embargo, la voz de Mabel las alcanzó a detener.

—¡Esperen chicas! Creo que se están olvidando de algo my importante... ¿No van a agradecerles a los verdaderos héroes de esta historia? Si no hubiera sido por las hazañas de Dipper y de Pacifica nosotras tres estaríamos probablemente muertas.

—Sí... Tienes razón... Lo siento... —Candy se disculpó—. Toda esta experiencia me atrofió las ideas.

—¡Vengan acá, par de lindos! —Exclamó Grenda, levantando los brazos al aire—. Voy a darles un gran abrazo.

—No... Espera... Grenda... No es necesario... —Dijo Dipper, horrorizado.

—Dipper tiene razón... No hace falta... Te daré cien dólares si no das un paso más. —La rubia continuó, sacando dicho billete desde el fondo de uno de los bolsillos de su chaqueta.

Grenda ignoró completamente las advertencias de ambos. Entonces, Dipper y Pacifica tuvieron la mala fortuna de sentir en carne propia como los poderosos y voluminosos brazos de la robusta chica los sujetaron a la vez, propinándoles un fuerte abrazo de oso, que estuvo a punto de quebrarles la columna vertebral en varias partes. Luego de haberlos estrujado, ambos cayeron sentados al suelo, adoloridos; lugar dónde Candy les dio un segundo abrazo, el cual se caracterizó más por ser tierno, que por ser un intento de homicidio involuntario.

—¡Muchas gracias a los dos! Estamos en deuda con ustedes.

—¿Cómo podríamos agradecerles? —Preguntó Grenda.

—Prométenos que nunca más volverás a darnos un solo abrazo por todo lo que te quede de vida y así estaremos a mano. —Dijo Pacifica, levantándose en conjunto con Dipper, para enseguida cruzarse de brazos y poner un gesto malhumorado.

—¡Hecho! —Grenda estuvo de acuerdo.

—Bueno, es hora de irnos. Necesitamos descansar... —Candy se giró a mirar a Preston—. Señor Northwest... Gracias por sacarnos de ese lugar. Le aseguramos que no le diremos a nadie acerca de lo que pasó aquí.

—Aprecio el gesto, niña. —Dijo el hombre—. Ahora váyanse antes de que la policía llegue.

Ambas jóvenes se retiraron hacia sus respectivos hogares. A continuación, Dipper observó de reojo la fábrica en llamas, pensando en algo que lo había mantenido sumamente inquieto. Sin embargo, aquellas ideas se esfumaron de su mente como una nube de polvo, cuando el hombre llamó a su hija; abordando su lujoso automóvil, el cual había permanecido aparcado sobre la calle aledaña.

—¡Pacifica! Es hora de irnos.

Pacifica atendió el llamado de su padre sin chistar y decir una sola palabra al respecto. Pero justo en ese momento, las miradas de Dipper y de Pacifica se encontraron, anunciando que toda posibilidad de poder permanecer juntos se esfumaba poco a poco. Estaba claro que ninguno quería apartarse del otro. No obstante, dadas las circunstancias, no había otra forma de hacer que sus deseos se volvieran realidad. O al menos no por ahora.

—Adiós, Dipper...

Tras despedirse tímidamente levantando medianamente su mano derecha, Pacifica le dirigió una pequeña sonrisa de afecto al joven Pines, misma que reemplazó por un gesto de tristeza en cuanto se subió al auto de su padre. Dipper lo observó hasta que desapareció de su vista tras dar vuelta en una intersección. Al final soltó un largo suspiro.

—Vamos, Mabel... Es hora de que también volvamos a casa.

Dipper emprendió la caminata hacia la cabaña. Sin embargo, el chico se encontró con una mirada suspicaz proveniente de su hermana.

—¿Qué pasa? —Preguntó—. ¿Por qué me miras así? Estás incomodándome...

—¿Puedo saber que ocurrió entre Pacifica y tú mientras trataban de rescatarnos?

—¿Entre Pacifica y yo? —Se sonrojó en cuanto recordó el momento en el que ambos se besaron mientras esperaban el inicio de la última de las pruebas—. No sé de qué estás hablando... —Trató de disimular.

—¡Por favor! Se te notan las mentiras a cientos de kilómetros. —Le encajó el dedo índice en el estómago.

—Ya te dije que nada pasó entre nosotros... Además, por el momento estoy más interesado en saber más acerca de lo que el abuelo de Pacifica nos dijo poco antes de morir.

—¿A qué te refieres? —Alzó la ceja derecha.

—Hablo de cuando nos advirtió que un horrible mal caería sobre este pueblo y que nosotros habíamos sido los responsables... ¿Qué habrá querido decirnos?

—Ese sujeto estaba completamente loco, Dipper. Es obvio que estaba diciendo puras patrañas.

—Sé que estaba loco... Pero... Se escuchaba tan seguro de lo que decía...

—Estás pensando mucho las cosas. ¡Anda! Regresemos a la cabaña para darnos un baño e irnos a dormir temprano. Me duele el cuerpo, el cerebro y Stan debe estar preocupado por nosotros.

—Sí... Tienes razón... Volvamos... Tal vez trate de investigar más al respecto gracias a este diario que me encontré. —Dijo Dipper, extrayendo el libro con las notas de Martin que encontró previamente sobre el escritorio.

—¡POR EL AMOR A PATO! —Gritó la niña, expresando su inconformidad, llevándose las manos a la cabeza—. ¿No puedes dejar de ser un nerd caza misterios por un momento?

Fue de esta manera, cómo los gemelos Pines regresaron a la calidez de su hogar temporal en medio del bosque. Sorpresivamente para ellos, no habían pasado más que unas cuantas horas del mismo día desde que fueron secuestrados por el abuelo de Pacifica para completar una serie de juegos enfermos; con el único fin de apoderarse del cuerpo del joven Pines y buscar una manera de hacer evolucionar a una nueva etapa al peligroso virus madre. Por lo tanto, Stan no se encontraba tan exaltado como Dipper y Mabel lo hubieran creído. Muy por el contrario, el anciano se encontraba postrado sobre su sofá favorito, mirando entusiasmado el inicio de la segunda temporada de "Lucha de bebes" por la televisión, con un gran recipiente de helado de vainilla puesto sobre las piernas. No obstante, no pudo evitar preguntarse por qué sus sobrinos lucían como si hubieran pasado días completos bajo un puente si nada que comer. Esa misma noche, luego de un baño caliente y una buena cena; los gemelos se fueron a dormir. Mabel fue la primera en caer rendida ante Morfeo, siendo seguida de Dipper, el cual antes de cerrar los ojos tomó el celular que Pacifica le había dado el día anterior para escribirle un pequeño mensaje de buenas noches.

*¡Hola, Pacifica! Soy Dipper. Solo quería saber si te encontrabas bien después de todo lo sucedido. Espero que tu papá no haya sido muy severo contigo luego de que te marchaste. Espero que podamos vernos pronto. Adiós...*

Durante los siguientes dos días, Dipper no paraba de hojear y mirar minuciosamente las hojas del diario de Martin, tratando de encontrar algo que le ayudara a comprender sus últimas y metafóricas palabras. Sin embargo, las ideas en su cabeza comenzaron a convertirse en una maraña de hilos que al final no lo condujeron a nada. Por si eso fuera poco, el joven Pines tampoco había recibido respuesta alguna por parte de Pacifica, a pesar de que durante las siguientes dos noches continuó mandándole mensajes de una forma constante e incansable, demostrando así su ferviente preocupación por ella. Además, tras los acontecimientos en la mansión, podía decirse que Dipper había sido vetado de dicho lugar de por vida. De tal manera, que tampoco podía ir a visitarla de sorpresa. Pero no sería sino hasta una semana después de haber escapado de las garras de la muerte a manos de Martin Northwest, que Dipper recibiría el primer indicio de vida por parte de la chica de cabellos dorados; justamente cuando apenas había colocado su cabeza sobre su almohada para irse a dormir.

*Necesito verte. Mañana en la cafetería a las diez de la mañana en punto, ven solo.*

Después de haber visto el mensaje, el corazón de Dipper se aceleró a mil por hora y su rostro reveló el primer gesto de felicidad en varios días desde el horrible incidente. Un gesto que le hizo darse cuenta de que ya no había vuelta atrás. Lo que ahora sentía por la joven Northwest era real e imposible de ocultar, pero sobre todo; negar. Dado a que desde ese preciso día; no había podido sacar a Pacifica de sus pensamientos llegado el momento de querer dormir. Fue entonces cuando Dipper supo que todo se decidiría al día siguiente en la cafetería; lugar dónde finalmente se reuniría con la chica que ahora era la dueña absoluta de sus sueños.

Al día siguiente, Dipper se presentó puntual a la hora de la cita. El niño entró al establecimiento, buscando a Pacifica con la mirada. En contraparte, después de un vistazo rápido a cada una de las mesas; este se percató de que la muchacha aún no había llegado. De tal modo, que se sentó en una de las mesas con vista hacia la entrada para así no perderla de vista en caso de que llegara. Transcurrieron alrededor de diez minutos, tiempo suficiente para que Dipper hojeara todo el menú y pidiera un jugo de naranja mientras continuaba esperando. Fue entonces cuando miró a la joven Northwest entrar al restaurante, dispersa y desorientada. Sin embargo, lo primero que Dipper pudo notar fue su singular atuendo, ya que era exactamente el mismo que usó cuando se presentó en la cabaña a la hora de pedir ayuda para detener los sucesos paranormales que habían estado azotando la mansión de su familia.

Dipper le hizo una pequeña seña con la mano, indicándole la mesa correcta. Tras llegar, sentarse y colocar las manos juntas sobre la mesa; Pacifica guardó absoluto silencio. Dipper le dio otro sorbo a su jugo, tratando de adivinar hacia qué dirección estaba mirando su acompañante, ya que al tener unas gafas de sol puestas; era realmente difícil saber si se encontraba devolviéndole la mirada o no.

—Pacifica... —Dipper rompió el hielo tras sentirse levemente incómodo—. ¿Cómo has estado...?

—Bien, Dipper... Eso creo... —Respondió sin muchos ánimos.

—¿Eso crees? —Encogió los hombros—. ¿Qué pasó?

—Verás... Esta ha sido una semana muy dura...

—¡Y que lo digas...! Han pasado ya varios días desde que nos obligaron a luchar por nuestras vidas y aún me es difícil imaginar que salimos prácticamente ilesos...

—Sí... Lo sé... Diría que ambos corrimos con suerte, pero la verdad es que gracias a ti todos pudimos regresar sanos y salvos.

—¡Hey! Date crédito tú también. Fuiste muy valiente en las situaciones más desesperadas. ¡Y esa manera de clavarle una flecha a ese ojo gigante! ¡Fue increíble!

—Gracias, Dipper... Tus palabras significan mucho para mí... Lamentablemente no te he citado para contarnos anécdotas relacionadas a lo que vivimos gracias a mi abuelo.

—¿Ah, no?

—No Dipper... Mira, lo que sucedió en la fábrica he aprendido a sobrellevarlo de alguna manera... Cuando vives en un pueblo como este, llegas a acostumbrarte a toda clase de sucesos extraños. Así que un loco secuestrando gente en una fábrica no es algo tan fuera de lo común... Incluso aún teniendo en cuenta que ese loco se trataba de mi propio abuelo. —Suspiró—. ¡Qué locura!

—Pero... ¿A qué te refieres exactamente?

—Verás... Las cosas en mi casa no marchan del todo bien últimamente. De hecho, han empeorado de cierta forma. Todo comenzó cuando mi padre y yo regresamos a la mansión después de habernos ayudado a salir de la fábrica. Lo primero que él hizo fue reprenderme por todo lo que había hecho. Me dijo que además de desobedecerlo por segunda vez; puse en peligro el futuro de nuestra familia. La buena noticia fue que no me puso una mano encima, pero me confiscó mi celular, mi computadora, mi pantalla de televisión... De tal modo que permanecí incomunicada sin saber qué hacer más que pensar en lo que había hecho. Al principio creí que no podía haber algo peor... Pero para mi desgracia lo hubo...

—¿Qué quieres decir? —Preguntó el niño, asustado y ansioso.

Pacifica agachó la mirada, mirando hacia su pequeño bolso de mano, desde el cual extrajo un delgado tríptico que proveía de información relacionada a una especie de colegio privado para enseguida entregárselo a Dipper.

—¿Qué es esto...? —Volvió a preguntar, consternado esta vez, mirando el panfleto con indiferencia.

—Es una escuela privada exclusiva para niñas con un alto nivel socioeconómico. Se encuentra al sur de Inglaterra. Tiene dormitorios y su nivel de enseñanza alcanza el nivel medio superior... —Sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas—. Hace dos días tuve una seria conversación con mis padres... Ellos me dijeron que comenzaría a asistir a esa escuela el mes próximo. Recuerdo que fueron muy específicos... Lo que ellos buscan es que aprenda buenos modales y costumbres para algún día llevar las riendas del negocio familiar y evitar convertirme en algo como mi abuelo.

—Esto... No puedo aceptarlo... —Apretó los dientes, dejando salir sus propias lágrimas—. Tú no te mereces esto...

—Lo siento Dipper... Pero la decisión ya está tomada... De hecho... Es por eso que te pedí vernos en un lugar al que mi familia jamás se atrevería a poner un pie dentro. Por esa razón vine vestida de esta forma. No tengo permiso ni siquiera para salir de mi propia habitación... No podía dejar que nadie me reconociera y diera el aviso a mis padres... Lamento una vez más no haber respondido a tus mensajes. No fue sino hasta el día de ayer que pude escabullirme a la habitación de mis padres para recuperar por pocos segundos mi teléfono y citarte el día de hoy a pesar de que no tenía la menor idea de cómo escaparme. Te hubiera explicado todo esto por medio de un mensaje de texto, pero la verdad es que tenía muchas ganas de volver a verte... —Su voz se partió a causa del llanto, mismo que no tardó en contagiar a Dipper—. Lo único que quería era despedirme apropiadamente de ti.

—Pacifica... —Le dijo, aún con sus mejillas humectadas por sus lágrimas—. Esto no tenía por qué acabar de esta forma... Pero... Sí este va a ser el último día en el que podamos vernos en mucho tiempo... —Colocó su mano suavemente sobre la de ella—. Quiero que este se convierta en un día que ambos no podamos olvidar.

—¿A qué te refieres?

—¡Sígueme! —Exclamó, secándose las lágrimas y mostrándole una sonrisa—. Te lo explicaré en el camino.

—¡Espera, Dipper...! ¿A dónde me llevas? —Preguntó la chica, luego de ser tomada de la mano por Dipper para conducirla hacia fuera de la cafetería.

Ya en el exterior, Dipper condujo a Pacifica hacia el centro comercial del pueblo, explicándole que de ser este su último día juntos; ambos podrían al menos tener unos breves momentos para pasarla bien y así tratar de aminorar un poco el trauma dejado por la amarga experiencia de hace unos días, así como el impacto de la infortunada noticia poco antes recibida. Al principio, Pacifica creyó que no era una buena idea, ya que esa era la hora en la que el centro comercial se comenzaba a llenar de gente, pensando que alguien podría reconocerla y así dar el aviso a sus padres, pero al darse cuenta de que este no era el caso gracias al hecho de que contaba con su magnífico disfraz; decidió dejarse llevar por los planes que Dipper tenía en mente para convertir este en el mejor día de su vida. Una vez en su destino, ambos pudieron ver una película juntos. Sin embargo, al no cumplir con las expectativas de ambos; Dipper y Pacifica decidieron divertirse lanzándole palomitas a cada uno de los pocos asistentes, tratando de ocultarse al mismo tiempo del encargado de la sala para que no pudiera descubrirlos. Al salir de la función, Pacifica condujo a Dipper hacia esa tienda de mascotas a la que la joven de cabellos dorados tanto deseaba entrar desde que la vio. Ya en el interior, ambos permanecieron embobados, jugando y riendo con los cachorros que había dentro de un pequeño corral. Luego, los peces multicolores de las gigantescas peceras robaron su atención, para finalmente darle un vistazo a los siempre interesantes y reptiles. Por su lado, Pacifica no volvió a sentir miedo hacia las serpientes, demostrando así que luego de lo vivido; ella había finalmente superado su miedo hacia dichos animales. Tras salir de la tienda, Pacifica señaló una cabina de fotos instantáneas. Acto seguido, arrastró a Dipper hacia dentro; jalándolo del brazo para así tomarse decenas de fotografías de recuerdo haciendo las muecas más cómicas que se les ocurrían al momento. La zona de árcades de juegos de pelea y de baile fue la tercera parada, una escala dónde de manera sorpresiva ante los perplejos ojos de Dipper y de varios otros niños que miraban uno a uno los rounds; Pacifica machacó el arsenal completo de luchadores del muchacho Pines apretando todos los botones de manera desesperada. Debido a esto, Pacifica recibió decenas de propuestas de matrimonio por parte de los jóvenes espectadores, propuestas que por obvias razones tuvo que rechazar. Para bajar un poco la adrenalina de los combates, Dipper condujo a su compañera al área de comida rápida. Lugar dónde Pacifica pudo probar por primera vez una hamburguesa con queso; declarando a los cuatro vientos que era lo más sabroso que había saboreado en toda su vida siendo muy superior al caviar importado. Llegados a este punto, parecía que ninguno se había dado cuenta que durante la mayor parte del recorrido se habían mantenido tomados de la mano sin indicios de querer soltarse, comportándose así como una pareja de verdad. La última parada de ambos fue el salón del karaoke, sitio dónde Pacifica interpretó canciones como "My Kind" de Hillary Duff y "Dollhouse" de Melanie Martínez. Canción que por cierto le recordaba mucho a lo que ella consideraba ya como su antigua y mortificante vida. Fue de esta forma cómo su estancia en la plaza del pueblo terminó, con ambos sentados sobre una banca comiendo un helado de chocolate mientras platicaban y reían a rienda suelta.

—¿Quién iba a imaginar que serías una excelente cantante, Pacifica...? Me dejaste asombrado. Tienes una magnífica voz.

—Aún hay muchas cosas de mí que todavía desconoces. Creo que no lo sabías por qué en aquella ocasión cuando competí contra tu hermana; tú te encontrabas muy ocupado tratando de cortejar a esa chica Corduroy.

—No me lo recuerdes... Fue un completo desastre. —Suspiró—. Es una pena que no pueda a llegar a conocerte mejor.

—Lo sé... Opino lo mismo. —Pacifica miró hacia sus botas costosas hechas de la más fina piel—. A pesar de ser un nerd pienso que eres un chico muy interesante. Muchas gracias por haberme dedicado este día. Me divertí como nunca.

—Yo también...

Ambos guardaron silencio por pocos segundos hasta que Pacifica habló de nuevo.

—Bueno... Creo que es hora de que me regrese a mi casa. Espero que no se hayan enterado que me escapé o después de haber concluido mis deberes con el nuevo colegio me enviaran a un reformatorio hasta que cumpla con la mayoría de edad.

—Sí... Creo que tienes razón. ¡Vamos! —Se levantó de la banca, terminándose su helado y extendiendo su mano para que Pacifica la tomara—. Te acompañaré a casa.

—¡Espera, Dipper! —Pacifica lo detuvo—. ¿Podríamos pasar antes a otro sitio?

La petición tomó de sorpresa a Dipper, quién no dudó en aceptar. A continuación, Pacifica tomó la mano de su acompañante, para así dirigirse hacia esta nueva ubicación desconocida. Poco antes de llegar, Pacifica se detuvo a comprar una docena de rosas, mismas que le ayudaron a Dipper a adivinar el lugar hacia dónde Pacifica quería dirigirse.

—Gracias a ti, Dipper... Él podrá finalmente descansar en paz. —Dijo la niña, dejando las mismas rosas que acaba de comprar sobre una plancha de piedra ubicada en la cima de una pequeña colina.

—Fue un trabajo en equipo... —Dipper la rodeó con su brazo derecho—. Él debe estar muy orgulloso de tener una hermana tan valiente y tan especial. —Concluyó, mirando la misma plancha de piedra, la cual tenía en el titular un encabezado que decía: "En memoria de Joey Northwest, querido hermano y amado hijo. 1994-2006".

—Esta semana me ha ayudado a mirar hacia adelante, Dipper. Ahora no tengo más temores y estoy dispuesta a sobreponerme ante todo lo que me encuentre.

—Sé que así será. —Dijo Dipper, bajando su mano.

—Adiós Joey. —Comentó, con ojos llorosos—. Tu muerte ha sido vengada. Gracias por haber sido mi hermano y por haberme enseñado tanto... Sé que algún día nos volveremos a ver... Nunca voy a olvidarte.

A continuación, la pareja salió del cementerio del pueblo, caminado hombro a hombro y en silencio por encima de la acera con dirección hacia el camino perpendicular que conduciría a Pacifica de vuelta hacia su residencia.

—Aquí nos separamos. —Dijo la niña, llegando al punto dónde el camino se desviaba hacia la cima de la colina dónde se erigía la mansión de la familia más rica del pueblo y probablemente del estado entero—. Sí las cámaras de seguridad fuera de la mansión nos descubren será mi fin.

—De acuerdo... —Se mordió el labio, como buscando las palabras indicadas—. Pacifica... Es increíble que después del historial de violencia que ambos compartimos vaya a decirte esto pero... Voy a extrañarte.

—Y yo a ti, Dipper... —Ambos se tomaron de las manos, como si por medio de un pensamiento coordinado se hubieran puesto de acuerdo—. Sé que congeniamos por muy poco tiempo, pero soy feliz de que te hayas cruzado en mi camino... Desde aquél día durante la fiesta, te convertiste en alguien muy especial para mí. Eres la única persona además de mi hermano que ha sabido comprenderme. Me enseñaste a hacerme valer por mí misma y a no callar mis sentimientos. Me duele el hecho de pensar que probablemente nunca nos volvamos a ver... O que nunca podré volver a acompañarte en busca de una nueva aventura. Sé que es triste, pero por esto y por muchas otras cosas más; te prometo que jamás voy a olvidarte, Dipper Pines... Jamás...

Acto seguido, Pacifica se lanzó hacia el joven para abrazarlo y propinarle y profundo e intenso beso que obligó a Dipper a abrir por completo los ojos. Cuando Dipper se percató de lo que ocurría, rodeó con sus dos brazos el cuerpo de Pacifica, sincronizándose con los movimientos de su cara para seguir el ritmo del beso. Ninguno quería separase. No obstante, al sentir que la respiración les faltaba tuvieron que hacerlo si no querían ahogarse.

—Creo que eso tampoco voy a olvidarlo... —Declaró Dipper, con una sonrisa de oreja a oreja.

—Tampoco yo... —Dijo la joven, apartándose—. Adiós Dipper. Este sin duda ha sido el mejor día de toda mi vida.

Pacifica dio media vuelta y salió corriendo sin mirar hacia atrás con dirección hacia la intersección señalada. Lugar dónde Dipper la perdió de vista tras adentrarse en medio de un conjunto de árboles de pino para conseguir entrar a la mansión por medio de un camino adjunto y oculto, logrando así burlar las cámaras de seguridad externas. De este modo, Dipper permaneció de pie en su sitio, simplemente mirando de manera triste y por última vez a la chica que en pocos días consiguió robarle el corazón.

-o-

Ya entrada la tarde de ese fatídico día a mitad del verano, Dipper yacía postrado sobre su cama sin querer moverse. Con la almohada colocada sobre su rostro para intentar ocultar torpemente sus lágrimas de cocodrilo; fallando en el intento, ya que sus fuertes sollozos revelaban eventualmente su estado actual de ánimo. Mabel se dio cuenta rápidamente de esta situación, de modo que entró a la habitación con extrema cautela, sentándose sobre la cama de su hermano para tratar de confortarlo luego de colocar una mano sobre su espalda.

—¡Hola, Dipper! ¿Cómo te va? —Preguntó.

—Dipper no se encuentra ahora... Él está en Gorralandia... —Dijo entre llantos—. Deje su mensaje...

—Ya la extrañas... ¿No es así?

—¿A quién...? —Disimuló.

—A Pacifica...

—No sé de qué estás hablando...

—¡Vamos, Dipper! Candy y Grenda me dijeron que los vieron a ti y a Pacifica en el centro comercial teniendo una cita. Me dijeron que los notaron muy acaramelados.

—Espero que nadie se haya dado cuenta que se trataba de ella.

—Lo dudo mucho. Incluso ellas tardaron en mucho deducir que se trataba de Pacifica.

—Menos mal... Sería horrible que alguien supiera que era ella.

—¿Lo dices por sus padres, cierto?

—Así es... Tal vez lo mejor para ella sea marcharse a ese colegio para niñas ricas. Tal vez así ahora se encuentre a salvo de los abusos de sus padres y los secretos oscuros de su familia.

—¡Espera...! —Dipper se quitó la almohada de encima, sentándose hasta quedar de frente hacia su hermana—. ¿Cómo supiste que ella...?

—Vi el tríptico hace unos minutos. —Lo interrumpió—. Deduje que ella te lo había dado. Y ahora te encuentras triste porque probablemente no vuelvas a verla de nuevo. Eres un poco obvio, torpe.

—Supongo que lo soy... —Se movió un poco hasta quedar sentado al borde de la cama con los pies meciéndose libremente sobre el vacío—. ¿Es increíble! Dos fracasos amorosos en un solo verano... Primero Wendy y ahora Pacifica... Creo que estoy destinado a convertirme en un triste solitario. —Suspiró—. Mabel... ¿Por qué el destino puede llegar a ser tan cruel...? Siempre que algo bueno llega a nuestras vidas; suele irse en un parpadeo.

—¿Sabes, Dip? A veces sigo preguntándome lo mismo... —Miró hacia el techo de la cabaña lleno de telarañas—. ¿Recuerdas a Mermando y a mis otros fracasos amorosos...? Creo que a los Pines no les suele ir precisamente bien cuando se trata del amor. Ahí tienes a nuestro tío Stan y a su ex-novia; Carla... Nuestros verdaderos amores suelen irse de nuestros brazos con un beso de despedida...

—Sí... Creo que tienes razón... Tal vez ese sea nuestro destino...

—En fin... Sé que puede animarte, hermano. —Mabel se bajó de la cama y caminó hasta la mesita de noche de Dipper, lugar dónde su hermano tenía arrumbados el diario perteneciente a Martin Northwest, el diario marcado con el número tres en su cubierta y la lámpara de luz negra que utilizaba para leer los mensajes secretos en el diario que encontró durante los primeros días en su estancia en Gravity Falls. Acto seguido, la niña recolectó los objetos y se los llevó a su hermano—. Mantener tu mente ocupada resolviendo misterios te devolverá a la vida.

—Gracias, Mabel. —Le agradeció con una sonrisa tibia cuando estuvo a punto de tomarlos. En ese momento, Mabel tropezó, ocasionando que todas las cosas cayeran al suelo. Convenientemente, la lámpara de luz negra se había logrado encender, apuntando hacia el diario de Martin que quedó abierto por la mitad sobre los tablones de madera. Entre tanto, Dipper ayudó a Mabel a incorporarse. Sin embargo, la niña se olvidó del dolor tras notar como las páginas del diario de Martin también se encontraban cubiertas con una especie de tinta invisible.

—Dipper... ¡Mira eso! —Le comunicó.

—¿Qué...? ¿Un mensaje secreto...? —Dipper se preguntó, levantando el libro en conjunto con el foco y apuntando con él hacia el contenido del diario para comenzar a leerlo.

-o-

Eran las siete de la noche en punto y la familia Northwest se encontraba ya lista para cenar, todos sentados en distintos extremos de una mesa que ocupaba varios metros de largo. Pasados unos minutos, la cena finalmente dio comienzo luego de que los mayordomos dejaran una langosta bien cocida bañada en mantequilla y jugo de limón sobre los platillos de cada uno. Durante la cena, a Pacifica se le vio muy distraída, mirando al animal sin ningún entusiasmo a pesar de ser una de sus comidas favoritas; encajándole el tenedor en la barriga en repetidas ocasiones, pensando en Dipper y en su incierto futuro.

—Hija, casi no has tocado tu cena. —Dijo Priscilla Northwest—. Tu langosta va a enfriarse.

—Descuida, mamá. —Respondió la niña—. Está bien... No tengo mucha hambre... Eso es todo.

—Debes estar nerviosa por tu futura aventura en Europa, querida. —Dijo Preston, sorbiendo su copa de vino—. No tienes por qué preocuparte. Durante mi niñez también asistí a un colegio privado y eso me permitió convertirme en el hombre que soy ahora. Cuando llegues y te presentes con el resto de tus compañeras; estoy seguro de que te sentirás muy familiarizada. Todas provienen de familias de alto prestigio alrededor del mundo. He escuchado que familiares de la reina de Inglaterra asisten a esa escuela.

—Estoy tan entusiasmada... —Dijo Pacifica, deseando que se la tragara la tierra.

—¡Vamos! Dejemos esas caras largas a un lado. —Preston continuó—. Esta es una ocasión especial. Estamos aquí reunido para celebrar la caída de mi padre y de sus perversos planes. —Levantó su copa—. El más grande secreto de nuestra familia finalmente se encuentra bajo tierra o mejor dicho... Bajo la ceniza.

Preston y su esposa rieron a la vez, mientras que Pacifica continuaba jugando con su comida. Sin embargo, sin previo aviso; las luces de toda la mansión se apagaron de repente, como si hubiera habido un corte de energía masivo. Entonces, cada uno de los miembros de la familia sintió su corazón detenerse; cuando los sujetaron a todos entre varias personas vestidas con gabardinas y capuchas negras en medio de innombrables gritos y sollozos por parte de la joven rubia, misma que fue silenciada luego de recibir un contundente golpe en la cabeza por parte de uno de estos sujetos, dejándola inconsciente. Preston intentó luchar. No obstante, la misma técnica fue aplicada para someterlo. El hombre recibió un propio golpe en la nuca para perder el conocimiento al instante.

-o-

—¿Qué es lo que dice, Dipper? Mabel preguntó con tremenda intriga.

—Veamos... —Dipper comenzó a leer a pesar de que sus manos temblaban como una gelatina.

17 de Mayo, 2006.

"No sé cómo, pero creo que he conseguido recuperar mi sanidad mental y el control de mi cuerpo por un breve periodo de tiempo. ¿Qué he estado haciendo? Tengo vagos recuerdos de lo que ha pasado hasta ahora... Todo es muy confuso. Mi piel arde por dentro... Mis huesos se han vuelto tan frágiles, que con cualquier golpe por más mínimo que sea podría quebrarme varios de ellos. Recuerdo haber utilizado en mí mismo la cepa del virus madre para escapar de la muerte... Pero... ¿Por qué?"

18 de Mayo, 2006.

"Esto es horrible, según los resultados de las pruebas que he encontrado en el laboratorio; al fin logré perfeccionar el virus madre después de doce años de arduo trabajo luego del incendio... Lo peor de todo es que el experimento finalmente dio resultado... ¿Qué he hecho? ¿Profané el cuerpo de mi propio nieto...? ¿Por qué...? ¿Y por qué utilicé el virus madre en él? ¿Por qué demonios he estado viviendo una doble vida? ¿Por qué me he hecho pasar por mi antiguo compañero? ¿Quién me ha hecho esto?"

20 de Mayo, 2006.

"Está libre... El experimento 14-A está libre... Quiere atraparme... Si me encuentra será mi fin. Debo evitar que ese monstruo salga a la superficie o de lo contrario todos en el pueblo morirán. Ha adoptado el virus a nivel molecular. Si no lo detengo ahora habrá un gran genocidio en el mundo sin nadie que lo pueda detener."

21 de Mayo, 2006.

"Pude contenerlo... Al fin pude contenerlo. No sé cómo, pero al final logré engañarlo. Ahora el experimento 14-A yace dentro de un contenedor en el subsuelo. Conseguí remover exitosamente de su cerebro de su cuerpo. Pero sorpresivamente su mente aún puede causar estragos en el ambiente y en los que se encuentran alrededor suyo. Es increíble... Pero es como si el virus madre alimentara y mantuviera vivo su cuerpo a pesar de ya no estar unido a su cerebro... ¿Qué hemos hecho...?"

22 de Mayo, 2006.

"Descubrí una manera de neutralizar su influencia psíquica. Utilizaré mi propia mente para combatir contra la de él... No hay otra salida. No sé quién me ha hecho esto, pero dejo esto como prueba de que fui utilizado para hacerle un gran mal a la humanidad. Alguien me obligó a trabajar en esta cosa... Si esa persona descubre que su plan funcionó será el fin del mundo tal y como lo conocemos. Perdóname hijo, jamás quise hacerte ningún daño..."

4 de Junio, 2006.

"Mi mente no es lo suficientemente poderosa para contener tal fuerza. Necesitaré las mentes de más personas aunque no sean lo bastante inteligentes. Tendré que conseguirlas por la fuerza. Tal vez si le doy de comer se mantenga en modo pasivo. Es curioso, al principio imaginé que el virus madre sería provechoso a fin de ayudar a toda la humanidad. Fue un grave error... Jamás debimos encontrarlo..."

8 de Junio, 2006.

"Hoy, un grupo de adolescentes ha caído en la trampa. Utilizaré sus mentes para mantenerlo a raya. Este será mi modus operandi. Si alguna vez deja de recibir comida; no se sabe lo que el experimento A-14 pueda ser capaz de hacer..."

10 de Junio, 2006.

"Siento que el virus intenta hacerse con el control de mi cuerpo una vez más. He escrito estas confesiones con tinta invisible con la esperanza de que no todos puedan ser capaces de saber la verdad. Solo alguien muy hábil conseguirá unir todas las pistas y encontrar al verdadero culpable... Nunca quise causar todo esto. Este ha sido el más grande error de toda mi vida... Me disculpo con todos... Mi hijo... Mi difunto nieto... Y mi nieta... Pacifica... Es un hermoso nombre... Espero que ella jamás se atreva a pisar este lugar o su vida correrá peligro... El responsable de todo esto aún sigue ahí afuera... Esperando, en la oscuridad. Temo por la seguridad de mi familia..."

Cuanto Dipper terminó de leer, un intenso escalofrío le recorrió la espina.

—Mabel... Pacifica corre peligro... ¡Debemos ir a rescatarla!

-o-

Cuando Preston finalmente despertó, se hallaba dentro de un cuarto oscuro impregnado con un hedor muy fuerte a humedad. Su cabeza le daba vueltas y sus ojos le ardían. Cuando quiso moverse, se dio cuenta de que se encontraba dentro de una bañera con agua. Luego del susto inicial, quiso salir de la bañera, pero en cuanto lo consiguió, se percató de que había una gruesa cadena sujetando su tobillo derecho, el cual no le permitía llegar demasiado lejos.

—¿Dónde estoy? ¿Qué es este lugar? —Dijo, aterrado tratando de visualizar algo en la oscuridad mientras su vista se acostumbraba—. ¿Hola? ¿Hay alguien? ¡Ayuda!

—No tiene caso gritar. —Dijo una voz ronca en la penumbra.

—¿Quién dijo eso?

—Nadie además de mí puede escucharte.

—¡No me vengas con esas estupideces! —Preston comenzó a perder la paciencia—. ¡Muéstrate!

—Todo a su tiempo, Preston. Nunca trates de correr, antes de caminar.

—¡Al diablo con tus analogías! ¿Quién eres?

—Soy alguien muy cercano a ti. Soy todo lo que has buscado. Soy la respuesta a tus pesadillas.

Cuando la voz calló, las luces de la habitación se encendieron, deslumbrando a Preston hasta que poco a poco fue recobrando la visibilidad. En cuanto lo hizo, lo primero que Preston vio fue a un hombre vestido con una túnica roja, con la cara cubierta por una capucha, sentado con la pierna cruzada y las manos juntas sobre una silla.

—¿Qué demonios...? ¿Quién eres tú, desgraciado...? —Enfureció hasta el límite—. ¿Qué ha pasado con mi esposa y con mi hija? ¿Dónde están?

—Te aseguro que las respuestas vienen en camino. Lamentablemente no en la forma en la que esperarías.

—¿En serio? Ya veo, esto es un secuestro... ¿No? ¿Quieres mi dinero? ¿Quieres que pague su rescate? Te aseguro que no tienes idea de con quién te estás metiendo. En este momento ya debe haber personas buscándome.

—No estamos interesados en tu dinero, Preston. El dinero no es más que una asquerosa representación de la podredumbre en la que se ha convertido este mundo. Gobiernos, terroristas, mercenarios, naciones... Todos están tras de él. Voy a decirte algo... La primer clase de escoria que debe ser eliminada es toda aquella que piensa que esos pequeños pedazos de papel inmundo, con alguna celebridad importante en la historia de la nación a la cual representen significa poder.

—¿Entonces qué es lo que quieren?

—Lo único que buscamos es mostrarte el mundo tal cual es.

—¿Nosotros? ¿Entonces trabajas para alguien más?

—Mi maestro nos acompañará en breve. Lamenta mucho el retraso. Lo único que estoy haciendo es hacer tiempo hasta la hora de su llegada.

—¿A sí? Pues dile a ese maestro tuyo que puede irse al infierno... Dile que no obtendrá nada de mí.

—No es necesario. Ya hemos obtenido todo lo que queríamos de ti. De hecho, te encargaste de eliminar a nuestra más grande amenaza. Por lo tanto, en nombre de mi maestro te doy las gracias.

—¿Qué...?

La conversación transcurría de manera fluida. Sin embargo, la puerta de metal al fondo de la habitación comenzó a crujir para enseguida abrirse por medio de un mecanismo electrónico. En ese momento, Preston descubrió a una persona tras la puerta, misma que comenzó a caminar en dirección hacia ellos. El hombre en cuestión lucía como un hombre mayor de aproximadamente setenta años. Portaba una bata blanca de laboratorio, pantalón caqui, lentes con aumento y un bastón para poder caminar. En cuanto se aproximó lo suficiente, el primer hombre cubierto en la túnica roja se arrodilló ante el segundo hasta que este le dio la autorización de poder levantarse.

—De pie, mi amigo. —Indicó el anciano tosiendo un poco.

—Sí, maestro. —Dijo el encapuchado, obedeciendo.

—¿Así que este es el que te sujeta la correa? —Preguntó Preston—. Lo imaginaba como a alguien más imponente.

—¿Imponente? —Esbozó una sonrisa—. Lamento mucho decepcionarte, mi estimado Preston. Pero soy solamente un viejo al cual no le queda mucho tiempo en este mundo. —Volvió a toser—. ¿Sabes? Aun recuerdo a un pequeño niño que solía visitar mucho la oficina de su padre. Ese niño solía meterse en problemas y sacaba de quicio al resto de los empleados. ¡Qué tiempos aquellos!

—Espera... ¿Cómo sabes eso...?

—Tienes mala memoria, Preston. Solo han pasado treinta años desde la última vez que nos vimos... ¿Tan viejo me he vuelto que no logras reconocerme?

—No... —El corazón de Preston estuvo a punto de detenerse—. Tú... Tú eres...

—Bueno, te refrescaré la memoria, así que volveré a presentarme. Mi nombre es Anderson Thomas Clayton y soy el nuevo director general de A&M. Encantado de conocerte.

—No... No... Tú... —Su cara comenzó a deformarse en facciones repletas de horror—. Tú deberías estar muerto... Mi padre te asesinó hace treinta años... Yo lo vi todo...

—¿En serio? ¿Tú lo viste? ¿O tal vez viste lo que alguien más quería que vieras?

—¿Que quieres decir?

—Tú crees que fue mi viejo amigo Martin; tu padre, el que terminó con mi vida... Pero lo que ignoras es que todo fue una fachada, un simple cuento de hadas que les hice creer a ambos para que ninguno se entrometiera con mi investigación. Verás... Hace treinta años tú padre y yo descubrimos el siempre tan sorprendente virus madre. Un compuesto capaz de multiplicar la capacidad cerebral del usuario hasta límites insospechados, siempre y cuando el usuario posea las capacidades neuronales adecuadas. El problema fue que después de hacer este descubrimiento, Martin intentó desacreditarme a toda costa. Sabía que hacer tratos con un Northwest era peligroso, así que antes de que tomara alguna acción en contra mía; yo tomé una muestra del mismo compuesto y entre mi propio equipo y yo conseguimos crear algo completamente nuevo. Fue así como nació esto. —A continuación, extrajo de su bata un pequeño frasco transparente con una sustancia de color azul en su interior—. Te presento, al virus Padre.

—¿El virus padre?

—El virus padre, es lo que el virus madre siempre debió ser. Un compuesto diseñado específicamente para doblegar la voluntad de las personas. Convirtiéndolos en fieles sirvientes con una capacidad cerebral superior al de la media. Por desgracia, en aquella época el virus padre era una simple cepa imperfecta. De tal modo, que debía comenzar con las pruebas en humanos lo más pronto posible sí quería hacerlo evolucionar. Así que tú y tu padre fueron los mejores candidatos para los primeros experimentos. La prueba fue parcialmente un éxito, ya que les hice creer a tu padre y a ti que fue Martin el que me había asesinado para que ambos terminaran en una confrontación entre sí mismos. Además, te hice pensar que tu padre se forjó una doble personalidad gracias al trauma psicológico que sufrió debido a mi supuesto asesinato. Solo así dejarías de confiar en él de una forma natural. Que mejor que un Northwest, para acabar con otro Northwest.

—No... No puedo creerlo...

—¿Te das cuenta ahora? Hice que asesinaras a tu propio padre, el cual era lo único que se interponía entre mis objetivos y yo. Lo que nunca pude prever fue que Martin consiguió perfeccionar a Madre antes de que mi equipo y yo perfeccionáramos a Padre. Vigilamos sus movimientos desde las sombras, mientras experimentaba con tu hijo Joey. Sin embargo, el compuesto funcionó mucho mejor de lo que se esperaba. Joey volvió a la vida con nuevas habilidades más allá de todo lo científicamente comprobado. Tu padre trató de contenerlo dentro de una cámara criogénica, conservando su cerebro por separado para alimentario con mentes débiles para que sus poderes se mantuvieran a raya y no se salieran de control. Joey era la clave en la evolución. Él logró acoplarse exitosamente con el virus sin mostrar ningún efecto secundario fuera de lo esperado. Mi equipo y yo necesitábamos de él para alcanzar nuestros objetivos. Lamentablemente, su mente comenzó a presentar irregularidades. Todo aquél que se acercaba tenía la mala fortuna de terminar muerto antes de que pudieran tan siquiera llegar a mirarlo. Con la excepción del propio Martin, de ti y de tu hija. Posiblemente por qué comparten lazos sanguíneos y genéticos directos. Y también con la excepción de personas que probablemente no tenían malas intenciones. Cómo ese grupo de niños que terminó con los intentos de Martin por evitar el genocidio. La mente de Pacifica era lo único que Martin necesitaba para mantener la rabia de Joey al margen. El te lo advirtió. ¿No?

Preston tuvo en ese momento flashbacks simultáneos, recordando algunos de los momentos previos al rescate, dándose cuenta de esta forma que había cometido un grave error.

"Ya no hay salvación... Se arrepentirán de haber desatado su ira..." "No entiendo... ¿Por qué mi propio abuelo trató de matarnos a mis amigos y a mí? No tiene sentido... Todos creímos que el que se encontraba detrás de todo era un científico loco llamado Anderson..." "¿No es esta una bella reunión familiar?" "El virus madre estuvo a punto de entrar en una nueva etapa evolutiva." "Tal vez ella no posea la prodigiosa inteligencia que tenía su hermano, pero la conexión neuronal entre ambos es tan fuerte, qué es capaz de sustentar los nutrientes que componen al virus madre por siempre. Ella es la pieza clave." "Los científicos locos como nosotros debemos correr ciertos riesgos... Yo fui cegado por esa ideología y ahora, tras ser testigo de la clase de poder que hemos liberado." "Yo no soy el malo aquí... Lo único que yo deseo es erigir un lugar dónde todos podamos ser felices como una familia normal." "Tú y yo aún podemos hacer algo para evitar la catástrofe que se aproxima." "Sí me detienes ahora, pronto lo lamentarás y tendrás el suficiente tiempo antes de morir para arrepentirte por haber tomado las decisiones equivocadas cuando no estabas seguro de lo que querías." "Se arrepentirán de esto... Él vendrá por ustedes."

—Lo lamento mucho, Preston. —Dijo Anderson—. Ahora yo me quedaré con tu compañía y tú permanecerás encerrado en este lugar hasta que te pudras y te conviertas en una carcasa de carne muerta que ni los gusanos estarían dispuestos a devorar. No debes tomarte ninguna molestia extra, Preston. Los papeles ya están firmados y aprobados por ti. El virus padre aún dentro de ti sigue dando muy buenos resultados a pesar del tiempo.

—¡Eres un maldito! —Gritó, furioso.

—Y no te preocupes por tu esposa y tu hija. Ellas estarán a salvo conmigo. Nos divertiremos en grande. —Se mojó los labios y comenzó a reír tras ser consumido por la locura.

—No te dejaré hacer lo que quieras con ellas. —Advirtió Preston, quién aún tenía un as bajo la manga—. Debieron de haberme registrado bien. —Avisó, sacando desde la pantorrilla derecha la misma pistola que había utilizado para privar de la vida a Martin pocos días antes; disparando contra Anderson en múltiples ocasiones. No obstante, el hombre encapuchado se interpuso entre las balas y su maestro, consiguiendo que todas ellas se detuvieran en pleno vuelo antes e impactar contra su blanco, para finalmente caer al suelo como si fueran simples canicas.

—No es posible...

Eventualmente, el ser vestido totalmente de rojo alzó una mano, misma que utilizó para tomar y levantar a Preston en el aire por medio de una fuerza invisible y así estrellarlo contra la pared de atrás.

—Claro que te registramos bien. —Anderson confesó—. Sabía que intentarías una estupidez, así que te permití conservarla para demostrarte que ya nada te pertenece.

Preston logró devolverle la mirada a pesar de sus graves heridas. Entonces, el encapuchado se quitó el conjunto completo, revelando así que todo este tiempo se trataba de más ni menos que de Joey Northwest, siendo aparentemente manipulado por Anderson gracias al poder del virus.

—Joey...

—Fascinante... ¿No lo crees? Te presento al experimento A-14. Creo que ya se conocían... Pese al incendio que provocaste hace unos días; su cuerpo y su cerebro no sufrieron daños significativos. Él ahora está listo para la siguiente fase. Tal y como ya lo había dicho antes... Él es el futuro. Mi visión de un mundo dónde solo los más privilegiaos merezcan tener el control finalmente se cumplirá. Es una lástima que ya no puedas llegar a verlo con tus propios ojos.

Joey utilizó nuevamente sus poderes para tomar el arma de Preston y entrégasela a Anderson, el cual procedió a quitarle el cargador, así como la bala almacenada en la recámara del arma para enseguida devolvérsela a Preston.

—Creo que eso te pertenece... Es un arma magnifica. Una verdadera pieza de colección. Cuídala muy bien. —Anderson finalizó con la charla, dando media vuelta en compañía de Joey para posteriormente abandonar la habitación, la cual se asemejaba más bien a un cuarto de baño dentro de una prisión abandonada—. La gente nunca suele valorar lo que ya tiene hasta que lo pierde. Los codiciosos siempre están en busca de más... ¿Y todo para qué? Para rellenar huecos emocionales que tarde o temprano se volverán a abrir. Pero tú no, Preston. Ya nunca más... —Se volvió hacia el cabecilla de la familia por última vez, apagando las luces de la habitación en medio de una ola de gritos y súplicas por parte del hijo del que alguna vez fue su colega y su mejor amigo—. Yo soy la luz... Y también la oscuridad... ¡Fin del juego! —Finiquitó, cerrando la puerta para toda la eternidad.

¿FIN?

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Probablemente muchas y muchos de ustedes tienen pensado asesinarme en este momento, y la verdad es que están en todo su derecho. ¿Esto se terminó? Probablemente... ¿Habrá una secuela? También es una posibilidad.

Por el momento no podría confirmarles nada. Ya que tengo más proyectos encima. Aunque es cierto que me gustaría dejar descansar este universo, hasta que piense seriamente en darle una secuela. Aun tengo muchas ideas en mente y que al final no pude plasmar en este fic, ya sea por falta de tiempo o porque la trama ya no era apta para un grupo de niños atrapados en una fábrica. Cualquiera que sea el caso, no saben cómo me he divertido escribiendo este fic. Considero que haberlo dejado en un momento cumbre da paso a teorías y a un futuro desenlace con una historia más completa y elaborada... Y también mejor planeada.

Por cierto... ¿Escucharon y leyeron la letra de la canción "Dollhouse"? Esta canción la encontré precisamente mientras husmeaba videos en Youtube de Gravity Falls, casualmente en un video dedicado a Pacifica. Siento que esa canción se encuentra muy relacionada a ella con algunas excepciones. Ahora díganme. ¿A quién más le gusta Melanie Martínez? Luego de escuchar semejante canción y su demás repertorio me enamoré perdidamente de esa chica. No lo sé... Es tan... Extraña... Me gustan las chicas raras.

Y hablando de raro... Como en este momento estoy hambriento de series, he comenzado a ver Miraculous Ladybug. Llevo apenas dos capítulos y por el momento va todo bien. Me gustó que te definan a quién le gusta quién desde el principio para evitar la guerra de ships. Cosa que sabemos jamás va a pasar, jaja.

En fin. Muchas gracias a aquellas personas que me siguieron publicación tras publicación a lo largo de casi un año y también gracias a las que encontraron este fic ya avanzado o hasta terminado, y se animaron a leerlo hasta el final. Gracias por todos los comentarios y favoritos que me han dejado. Son de gran ayuda para mí. Espero de corazón que les haya gustado el fic y nos veremos próximamente en nuevos proyectos.

Ah... Y hablando de nuevos proyectos. Me han preguntado ya muchas personas acerca de este nuevo fic, el cual les confirmo que será el próximo a publicar. Les diré más detalles de esto en la nota de despedida. Así que estén atentas y atentos.

Ya para terminar... Hace poco me convencieron de crear una página de Facebook. La página es relativamente nueva y esta es la primera ocasión en la que le hago mención alguna. En ella publicaré cosas sobre Gravity Falls, mis fics, mis futuros fics y pueden encontrarla fácilmente por el que ya se convirtió en mi nombre artístico definitivo: "JaviSuzumiya". Así que sí gustan seguirla para estar más en contacto me sentiría más que complacido.

Una vez más muchas gracias por leerme y nos vemos en la nota final. ¡Chao!

PD. Gracias a todas las personas que han recomendado mis fics en páginas dedicadas a Gravity Falls. Ya me he topado con varias. ;)

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