XIV-Sangre y Escombros.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

El techo se vino abajo, las columnas macizas recibieron embates portentosos, y cedieron ante el poder de la magia.

—¡Mutate Ventus: Nido de Guiverno!

Mutando dyn, Iris formó una cúpula de viento para protegerse. Su elemento de afinidad era moldeable y versátil, además de abundar en la tierra. Del mismo modo, vio como su mejor amiga y su padre se defendían de los escombros con sus propios hechizos de fuego, ayudando también a los demás consejeros. Luego los perdió de vista.

No llegó a ver cómo reaccionaba Ondorf, pero sintió el estallido de dyn, canalizado en su espada que brotó como si se tratase de un cañón.

La oscuridad se avecinó, lúgubre, mortífera y cargada de poder. Su cúpula recibió varios impactos sin ella poder reaccionar, hasta que el aire comprimido comenzó a se penetrado por los escombros, quedando la princesa cada vez más sepultada.

Ya no veía nada, y lo que creía oír bien podía ser eco de su mente buscando que no se rinda. Su cabeza con la concentración mermada, palpitaba de dolor.

Su existencia le sabía a poco, a poquísimo de hecho. Se reprendió a sí misma pensando en lo poco que había vivido, o mejor dicho, en lo poco que había hecho viviendo tantos años. Se atacó con la expresión de su madre enojada y decepcionada. No, no permitía que su madre tenga esa cara. No pudiendo hacer más para cambiarlo.

Soportando toneladas de peso, su cuerpo parecía inamovible, sus extremidades agarrotadas. Mientras mantenía el hechizo, siguió acumulando tanto dyn como podía. El hechizo defensivo no había hecho nada más que atrasar lo inevitable, pero no había dado todo de si aún. Podía dar más.

Su último suspiro iba a ser combatiendo. Con el dyn acumulado, en vez de acoplarlo a su hechizo vigente, volvió a mutarlo, gritando con todas sus fuerzas:

—¡Dominium Ventus: Aleteo de Guiverno!

Alzó ambos brazos sobre su cabeza, como el aleteo desesperado de un ave enjaulada que busca de la libertad.

Los escombros golpearon sus brazos y piernas, debido a que la cúpula de viento que la protegía se deshizo por completo. Toda su energía se dirigió hacia arriba en un ventarrón. Salieron despedidas escombros hacia todos lados. Escuchó el retumbar de los golpes y su visión se aclaró por momentos debido a la luz de la luna.

Más no duró mucho tiempo. El desmoronamiento no mejoró. Debido a que los escombros que lanzo despedidos sostenían a los demás, y cuando los desplazó, otro ronda de cemento y ladrillos se aproximó a ella.

"No va a terminar aquí". Se repitió Iris. Aún tenía dyn en su núcleo, y aunque utilizar su hechizo más abarcativo y poderoso no sirvió del todo, no se desanimó.

Antes de que los escombros la sepulten por completo, sus piernas flaquearon por la falta de energía, y su corazón bombeaba a mil por hora.

Mutando dyn nuevamente, colocó los brazos rectos como si de espadas se tratasen, y las palmas de sus manos fueran la punta de una cortante hoja.

—¡Mutate Ventus: Cuchillas de viento!

Con una brazada, arrojó una andanada de aire cortante que partió los escombros con los que impactó. Con su otro brazo lanzó otra, y otra, y otra. Nada parecía ser suficiente. Un grito gutural raspó su garganta mientras aumentaba la velocidad de sus ataques.

Hasta que el primer trozo de cemento suelto impactó en su hombro derecho. Sus quejidos eran de furia e impotencia, mientras lentamente, y cada vez más, dejaba de ver la luz de la luna.

No bajó los brazos incluso luego de que sintiera su antebrazo hecho trizas al recibir un golpe inesperado.

"De nuevo la oscuridad me acecha, como en aquella noche". Recordó con nostalgia embravecida.

—¡Concordare Ignis: Expulsar!

Cuando creía perder las esperanzas, un destello de luz roja arrasó con la pila de escombros que se cernía sobre su cabeza. El estruendo dejó sus oídos pitando, y sobre su cabello oscuro cayeron cenizas grises.

El calor que produjo le hizo sudar en un instante. Alzó la cabeza y vió como Ondorf Xenburg tendía la mano. Su rostro manchado de polvo y plagado de sudor se vió aliviado cuando ella hizo contacto visual.

—Sujétese alteza, la sacaré de allí —indicó el soldado.

Cuando alzó el brazo izquierdo, chilló de dolor. Imposible, debía estar roto ¿Cómo podía doler tanto?

—No... no puedo —respondió.

—Aún debemos ayudar a los Coruto, necesito que salga —la instó el soldado.

Per... necesita ayuda. Miró arriba nuevamente, su cuello dolía por la posición incómoda en la que estaba, y por momentos dejaba de sentir su pierna por el aplastamiento. Volvió a estirar el brazo como pudo, chillando de dolor. Tocó la áspera y fuerte mano de Ondorf, que la sujetó con fuerza. Lentente fue deslizándola hacia arriba.

"¿Donde habrá quedado el cuerpo de papá?". Se preguntó la muchacha.

Cayó acostada en el piso. Desconocía que parte del castillo era antes la que ahora estaba pinchando su espalda, y tampoco le importaba.

Aún tenía que encontrar a su amiga. Encontrar a alguien mediante las afluencias de dyn era casi imposible si la persona a la que buscas no está utilizándolo. Pero ella estaba segura que ambos Coruto estarían esforzándose al máximo para mantenerse con vida. Cerrando los ojos, se concentró, y luego de unos minutos, encontró que la mayor afluencia de dyn de fuego se encontraba casi en la misma posición que había visto a Per.

Para su suerte, la profundidad a la que estaban no parecía ser tanta. Habló con Ondorf para indicarle la posición de la gente que debía rescatar.

—El hechizo de antes, no podré repetirlo —confesó—. Apenas aprendí a Concordar dyn, y el desgaste que produce es limitante.

—No sé con qué termino militar dirigirme al soldado Xenburg —comenzó la princesa— pero le pido que no se disculpe.

—Antes del llamado, era el Sargento asignado al batallón 231 de las tropas de tierra, puede referirse a mi de tal manera si gusta —respondió Ondorf una vez llegaron al lugar donde sentía la presencia de los demás.

—¿Cómo los vamos a sacar, Sargento? —preguntó Iris.

—Si aún tienes dyn, creo que tu elemento será el más útil. Yo puedo destruir los escombros si los elevas, igual que antes —respondió Ondorf.

—Lo intentaré —Iris asintió, provocando un fuerte dolor en su hombro.

Lo que diferenciaba un hechizo mutate básico de uno intermedio, u otro avanzado, además de la carga de dyn y la dificultad, era el movimiento corporal necesario para activarlos.

Para Nido de Guiverno no había requisitos específicos, pero era imposible realizar hechizos como Aleteo de Guiverno sin agitar ambos brazos al momento de expulsar el hechizo.

La dificultad que tenía ahora, es que uno de sus brazos estaba completamente inservible en el cabestrillo improvisado que Ondorf preparó para ella. Aún podía sentir el dyn de Pericia, y alguno que otro más, pero éste parecía extinguirse cada vez más rápido. No había tiempo.

Mutó dyn, y el mareo que la descolocó fue el aviso de que su núcleo de dyn no aguantaba más. Si seguía forzándolo de ésta forma, nunca podría ser una maga del calibre de su madre.

Pero si no se esforzaba al máximo en ésta situación, nunca sería una persona del mismo calibre que su madre. Se sintió estúpida por pensar algo así cuando la respuesta era obvia.

Buscó dyn entre los recovecos del derrumbe. Cayó de rodillas y colocó la mano en la superficie, buscando así estar más cerca. No tenía una buena técnica, tampoco se le ocurría una solución esperanzadora e inteligente.

Sólo tenía la potencia que generaba con su magia. Así que eso utilizaría. Se puso de pie nuevamente.

—Mutate Ventus: Aleteo de Guiverno

Aleteó solo con un brazo, por lo que el golpe fue por mucho inferior al que realizó antes, pero aún así barrió una parte de los escombros hacia arriba, que Ondorf Xenburg volvió cenizas Expulsando hechizos básicos de fuego.

Cayó de rodillas por el mareo. Y de volvió a levantar, con los pasos similares a la caminata de un borracho.

Ésta vez dominó dyn. Ya no podía seguir de pie incluso, pero hacía los posible por remover los escombros. Creyó perder la consciencia mientras seguía lanzando hechizos con la mayor potencia que permitía su cuerpo.

—Deténgase, ¡deténgase alteza! —gritó Xenburg sacudiéndola por los hombros.

¿Cuándo se acercó tanto? No importaba. Aún había gente atrapada.

—Dominium...

Frescura sobre su cabeza, cayendo sobre sus hombros y cuerpo. Su vestido rasgado se empapó, pero eso le devolvió la cordura.

—Le ruego que se detenga alteza, si no quiere morir por ausencia de dyn —escuchó una voz detrás de ella.

—Maldición Larsen, llegas en buen momento, atiéndela, ¿Ruthia no viene contigo?

—Aquí estoy Sargento —escuchó otra voz. Ésta vez, femenina. Cuando intentó voltear, cayó acostada. Tenía mucho sueño.

—Hay gente importante que salvar allí, la princesa ya hizo casi todo el trabajo, solo tienes que sacarlos —respondió

—Pan comido jefe, digo, Sargento.

Dejó de escuchar. Sentía sus extremidades acalambradas, como si estuviera flotando.

•••

Cuando abrió los ojos, sintió que había pasado horas y horas dormida. Se sentó de golpe, asustada.

La verdad se sobrepuso al sentimiento cuando vió que la soldado Ruthia, como la habían llamado, estaba realizando hechizos de tierra para mover los escombros. Miró a su izquierda y vio como el chico que presumiblemente se llamaba Larsen asentía con la cabeza.

No podía verle el rostro debido a que no se sacó el casco, a pesar del color que hacía y el polvo que había.

Cuando se intentó levantar, Larsen habló:

—Le recomiendo reposar, alteza. Mi nombre es Larsen, del batallón 231, Sanador de Agua. Pude reponer un poco su dyn, sangre, y cerrar algunas heridas, pero necesitará un Sanador de Tierra para que reponga sus huesos —su voz era suave y amable. Sonaba a que no era muy mayor.

—Entiendo, pero debo ver a —dijo intentando ponerse de pie nuevamente— ¡Aaaahg!

Antes de que cayera estrepitosamente, Larsen la sujetó y sentó en el piso.

—Ruthia es una maga de tierra de grado A, por lo que podrá rescatar a sus amigos rápidamente.

—¿Grado A? —preguntó confundida la princesa.

—Me disculpo, alteza. Creo que usted está más familiarizada a la escala del ejército, que a la de aventureros. Ella es un grado A en la escala de aventureros, dentro del ejército equivaldría a... un mago de nivel superior —explicó Larsen.

Mientras esto ocurría, un leve y casi imperceptible temblor hizo vibrar el lugar donde la chica estaba sentada. Miró con preocupación a Larsen, pero éste sólo sonreía mientras miraba a Ruthia.

Dio por sentado que no había de que preocuparse, y se dispuso a observar también a la maga de nivel superior. ¿Significa entonces que está un nivel por encima mío?

Desde los escombros, una estructura de tierra comenzó a emerger lentamente, como un Fueks de Tierra saliendo para cazar a los lagartos que crucen su terreno. Sólo que el tamaño era incomparable. Desde los escombros, envuelta en dyn, emergió una caseta de cuatro paredes.

Estaba lejos para oír que pronunciaba la maga de tierra, pero se formó una pequeña puerta en la caseta, y luego cayó al piso estrepitosamente.

De allí salieron algunos soldados cargando con los consejeros, pero desde la lejanía, no pudo ver a su amiga Pericia.

—Llévame —Ordenó la princesa a Larsen.

Éste sin rechistar la cargó con un brazo bajo sus rodillas y el otro rodeando su espalda. Se acercaron a paso regular, y una ves estuvieron cerca, vio cómo Ruthia estaba deshaciendo la caseta. Las cuatro paredes cayeron hacia los exteriores, dejando ver a Pericia Coruto.

La maga, y gran amiga de la infancia, estaba en brazos de su padre, el jefe del concejo. Su cabello pelirrojo estaba revuelto y empolvado. Tenía los ojos cerrados y su piel blanca no tenía la frescura que debería poseer un cuerpo vivo.
Una barra de metal atravesaba su estómago.

La sangre quería camuflarse con su vestido rojo, pero era totalmente imposible debido al tono diferente entre ambos. Manchaba sus piernas, los brazos de su padre, el piso de escombros. Se acercó a pesar de que su pierna izquierda parecía crujir como madera vieja.

Percival Coruto estaba moqueando, estallado en llanto mientras sostenía a su hija. Larsen pasó corriendo al lado de ella al ver su estado.

—No... no... esto no puede estar pasando —musitó Iris aterrada. El temblor en sus manos bien podría ser por cansancio, pero no lo era.

—¡Necesitamos trasladarla urgentemente, Sargento, aún respira! —gritó Larsen.

—Los Sanadores de Tierra están en el ala este, tres pisos más abajo —respondió uno de los soldados que fue rescatado junto con los Coruto y los consejeros.
Iris careció de reacción. Perder a su padre fue un golpe muy duro. Demasiado duro de hecho, y perder a su amiga de la infancia apenas una hora después haría que se derrumbe por completo.

—¡Tú, tú, y tú, lleven a la señorita Coruto junto a un sanador! —habló Ondorf tomando el control de la situación— ¡Ruthia y Larsen se quedan a rescatar a los soldados que sufrieron el derrumbe! Espera... ¿por qué no están protegiendo el muro?

—Señor, han rebasado por completo nuestras defensas. Nos atrincheramos más atrás, mientras aguantamos como podemos, pero no es una situación sostenible —respondió Larsen con disgusto.

—¿Estás diciendo que perderemos, Larsen?

— Sargento, el castillo y la Academia siguen en pie, pero no durante mucho tiempo... esos tres son...

—¿Quiénes?

—Tres magos, de nivel muy superior a cualquiera de nosotros. Incluso usted no sería rival, jefe, o sea, Sargento —respondió Ruthia, la maga de tierra mientras movía algunos escombros con su dyn— Uno de ellos es el que lanza éstos meteoritos asquerosos, así lleno el muro de agujeros.

—¡Los soldados que estén libres y aún puedan pelear vayan a defender la entrada al castillo! ¡Heridos a la enfermería, y quienes no puedan combatir busquen refugio en las plantas más bajas, o incluso en el subterráneo!—Gritó nuevamente Ondorf.

Iris se levantó. Sumida en pensamientos pesimistas, emprendió su irregular caminata hacia la enfermería.

—Princesa, usted también necesita el tratamiento de un Sanador de Tierra —habló Larsen.

—Yo la escoltaré. Estás al mando del escuadrón en mi ausencia, Larsen. Intenta comunicarte con alguien de la academia, y unifiquemos fuerzas —habló Ondorf mientras la sujetaba por los hombros.

Así, Iris se movilizó a la enfermería, y los demás soldados fueron a retener a los civiles. La revuelta apenas había comenzado.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro