«Tres»

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Luyan

La tarde siguió su curso y la conversación fluyó con ella. La puesta de sol estaba a sólo un par de horas de salir, la temperatura había bajado drásticamente y me había olvidado de llevar un suéter como mínimo, me odie por eso, aún así actué como si fuese de hierro cuando Jungkook terminó de pagar la cuenta luego de negarme a ello.

Caminábamos uno al lado del otro por la acera rumbo a cualquier lugar alejado de multitudes, algo que yo le agradecía muchísimo.

—Entonces....¿Pintora?—habló llamando mi atención.

—Así es...—dije—Desde muy pequeña tuve cierta atracción por el arte en su totalidad.

—Dime, ¿Por que el arte? Digo, pudo haber sido cualquier otra cosa, medicina, abogacía, no lo sé...fútbol.

—¿Fútbol? ¿Enserio crees que parezco una persona que juega soccer?

—Bueno, pareces tener buena resistencia física—comento riendo divertido, contagiandome al instante.

—No, te aseguro que no. Si corriese tan solo una cuadra necesitaría oxigeno urgentemente, literal.

—Bien, con eso entendí. Pero ya siendo serio, ¿Por que?—volvió a preguntar deteniéndose abruptamente.

—Porque...es silencioso—susurre causando que su semblante cambiara por competo—Tenía miedo todo el tiempo, el mínimo ruido se sentía como bombas atómicas explotando en mis oídos—continué moviendo mis manos cerca de las orejas.

El se mantuvo en silencio, de vez en cuando me dedicaba cierta mirada para darme a entender que me escuchaba, y que lo seguiría haciendo aún tuviera mucho por decir.

—Este padecimiento puede tener varios efectos negativos en tu vida—yo seguí caminando y el se apresuro a alcanzar mi paso—Muchas personas iguales a mi se retiraron de su entorno social porque ciertas voces y demás ruidos cotidianos son tan desagradables que conviene mejor evitar la confrontación.

—Vaya—solto acompañado de un largo y pesado suspiro—No lo imagino.

—Te conviene no hacerlo—dije con diversión—Mi madre me llevo a muchos doctores cuando niña. Yo, para matar el tiempo en aquellos pasillos de hospital, comencé a dibujar y con el paso del tiempo encontré mi escape en ello. ¡Jamás me había sentido tan...

—¿Viva?—completo con una interroga.

—Normal. Tan normal.

Jungkook pareció meditar mis palabras unos cuantos minutos, quizá estaba en busca de alguna respuesta ingeniosa ante mi reciente confesión, o tal vez pensaba en un escape y así cambiar a otro tema de conversación, no lo sabia realmente y eso me agradaba, aquel chico de negros cabellos y ojos almendrados era tan impredecible que todo parecía nuevo a su lado.

—Bueno...—divago alargando dicha palabra mientras juntaba sus dos manos al frente—¿Qué es normal? Tal vez sólo un estereotipo, la gente "normal" suele ser muy aburrida. No lo sé...—murmuro levantando la mirada al cielo—Me agradan las personas distintas, es nuestra naturaleza ser diferentes después de todo, como el cielo.

—¿Cómo el cielo?—cuestione ajena a su aportación.

—Si. ¿Sabes, Luyan? A veces me gusta hablarle a las personas y otras veces no. Me agrada más mirar el cielo y un día, me di cuenta de algo en lo que jamas había pensado. El cielo es diferente, ¡Todos los días! Y aún así, sigue siendo extraordinariamente hermoso.

—¿Intentas compararme con el cielo, Jeon? Porque, debo decirte que estoy lo suficientemente lejos de...

—Tal vez...—me interrumpió levantando su dedo indice siendo juguetón—Con los bonitos cielos de Vincent Van Gogh. Es el único pintor que conozco si te soy sincero —dijo causando que yo riese divertida—Lo que quiero decir, es que la próxima ves que alguien te haga sentir que debes ser normal, debes prometerme que lo golpearas. Con mucha fuerza.

Llegue a casa pasadas las siete de la noche luego de la gran charla con aquel chico que acababa de conocer. Después de nuestra larga caminata bajo la suave manta de frío y estrellas, el conocido Jeon Jungook se ofreció a traerme, cosa que agradecí pero al final termine negándome cortésmente, luego de ello y de una despedida algo incomoda al no saber exactamente que decir o que hacer, ambos tomamos caminos diferentes. Se dijo un adiós a tan maravillosa tarde, sin intercambios de contactos y sin próxima fecha de encuentro, si es que había la posibilidad de fijar una.

—¿Y...? ¿Cómo te fue?—pregunto mi hermana una vez puse un pie dentro del apartamento haciéndome sobresaltar—Cuéntamelo todo. ¿De que hablaron? ¿Llego puntual? ¿Fue amable? ¡Habla mujer!

—¿Podrías primero darme un respiro y dejarme terminar de entrar?—dije quitándome los zapatos.

—Claro, si, lo siento—murmuro caminando a la cocina para servir agua en un vaso—Toma, seguro tu garganta esta seca de tanto hablar.

—Gracias—respondi en voz baja, dando un gran sorbo—Fue...divertido. Es distinto a como lo imaginaba.

—¿Te decepcionaste?—interrogo casi con una mirada lastimosa.

—No, fue todo lo contrario. Creo que me agradó más el chico fuera de las cabinas. En fin, sólo tomamos un café, caminamos y charlamos un poco, fue todo.

—¿De verdad? La primera vez que lo viste terminaste regalando tu primer beso y está vez sólo...¿Hablaron? Retrocediste como diez pasos con el, Luyan.

—Te he dicho que entre en pánico. No lo conozco, ni me conoce y...

—Y ahora dices todo esto para convencerte de que es así—me interrumpe, y aunque quise alegar que definitivamente no era así, las palabras correctas para hacerlo no surgieron—Luyan, te conozco como a la palma de mi mano. Te he visto esperar ansiosa a que esa estación de radio comience para escucharlo hablar desde hace ya un largo tiempo. ¿Entonces...?

—Creo que es tonto pensar que la ficción supere la realidad. Me gustaría quedarme sólo con el recuerdo de una bonita tarde a que algo lo arruine después.

—Pero Luyan...

—Estoy cansada Shia, me gustaría ir a mi habitación y dormir.

—Claro. Descansa—susurro depositando un fugaz beso en mi frente antes de mirarme marchar.

No me malinterpreten. El tiempo que el y yo pasamos juntos, había sido lo mejor en mucho tiempo, era tan fácil abrirse a el, dejarlo entrar, reír en su compañía, pero; también daba miedo, miedo porque para mi eso era desconocido, así que pensé. Considere que lo mejor era quedarme con lo bueno de una tarde y no el arrepentimiento de una semana, un mes, un año, o una vida. Si, era melodramática, pero cuando eres "especial", debes caminar con precaución. Si, eso era lo mejor.

Sin embargo, una cosa es lo que tú consideras hacer, y otra muy distinta es lo que el destino, la casualidad, Dios, o quienquiera al que le guste jugar contigo, planea hacer. Pues esa noche, antes de irme a dormir, un mensaje de un número desconocido hizo que la pantalla de mi celular se encendiera, como una pequeña flama en tu corazón.

Y ese mensaje, ese simple mensaje...lo cambio todo.

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