Capítulo 3

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Si pudiera tenerte

Su teléfono celular sonó, Ava salió del baño con la toalla todavía puesta para poder contestar. Miró la pantalla y vio que Megan la estaba llamando. ¿Qué hacía Megan llamándola un sábado por la mañana?

Se acomodó la toalla y se sentó en la tapa del inodoro para contestar.

—¿Megan? Hola.

—¡Ava adivina qué!—dijo y no la dejó siquiera preguntar—. ¡Conseguí una entrevista con Joanne Jones! ¿No es genial?

—¿Qué? ¿Una entrevista dices?

—Sí, será en dos semanas. ¿Has leído ya los libros?

—¿Cómo voy a leerlos si apenas ayer compré los libros?

—Vale, pero es que tu eres buena en estas cosas. Pensé que ya habías acabado—se escuchó una risa. Ava prefirió no responder—. Bueno, en dos semanas irá a la oficina, así que prepara las preguntas ya que tú estarás al mando de la entrevista.

—Pero...

—Anda, tú eres buena en esto. Sé que lo harás bien—dijo—. Nos vemos el lunes, ¡adiós!

Y cortó la llamada dejándola con miles de preguntas. De verdad, ¿por qué de tantos escritores tenía que ser ella?

No había ni siquiera iniciado la lectura. Quería hacerlo porque tenía muchas ganas de conocer qué tenía esa persona que decir sobre el libro, pero al mismo tiempo no quería porque sentía un fuerte rechazo hacia ella. Joanne no era mala, ¡para nada! pero le era difícil entender eso.

Sentía un poco de celos. Tenían casi la misma edad pero sus vidas eran muy distintas. Joanne había alcanzado el éxito muy rápido mientras que ella batallaba cada día en su trabajo, todos querían a Joanne, había vendido muchos libros, mucha gente decía que era una chica maravillosa, ¿cuántas personas podían decir lo mismo de ella?

¿Qué había hecho ella?

Sabía que compararse no era lo mejor, pero solía hacerlo siempre.

Dejó el teléfono a un lado y decidió terminar de vestirse. Se prepararía una taza de café, tomaría algo de comer y comenzaría a leer El mundo luego de ti.

...

—¿Y entonces?

—¿Y entonces qué?—preguntó Piero mirando a su mejor amigo con confusión. Benjamín se apoyó del mostrador y luego se volteó a las estanterías.

—¿Ha venido la chica?

Piero miró al chico con interés. Era la primera vez que Benjamín tenía tanta curiosidad por una persona, ¿sería porque le había dicho que era una chica? No, anteriormente varias chicas se habían llevado los libros que recomendaba.

—¿Esto tiene que ver con que el libro es El mundo luego de ti?

—Claro, ¿nunca te ha pasado? Hay un dicho que dice, que si encuentras a alguien leyendo el mismo libro que tú, entonces es un libro recomendándote a una persona.

—Claro pero no es la primera vez que ves a alguien que lee el mismo libro que tú.

—Bueno, quizás me causa más curiosidad porque es mi libro favorito.

La puerta de la librería se abrió y entró una chica por ella. Benjamín la miró curioso al ver que caminaba a la sección de libros usados.

—No es la chica—le dijo su amigo.

—¿Estás seguro? Es linda.

—Muy seguro, ninguna de las dos chicas.

Benjamín regresó su mirada a ella. La vio tomar un libro de Rosa Montero y ojearlo un poco. Benjamín se animó y se acercó a ella.

—Ese es un libro increíble.

—El peligro de estar cuerda—leyó el título—, me suena interesante. Por eso lo he tomado.

—Es un libro interesante, tiene mucho que ver con la creatividad y con la locura. Las vincula y las muestra de una manera recurrente en los artistas—le explicó—, por ejemplo, en la escritura, te dice que los escritores se aferran tanto a sus ideas hasta el punto de convivir con ellas, con sus personajes siendo parte de su propia vida.

—¿Dices que los escritores se vuelven locos?

—No, para nada—dijo—, pero algo de locura deben tener como para imaginarse historias que no existen.

La chica se rio.

—¿Cómo te llamas?

—Soy Benjamín, un gusto conocerte—le dijo tendiéndole la mano. La chica la tomó y le sonrió.

—Yo soy Vera, un gusto—respondió—, la verdad es que se me hace interesante tu visión de los escritores porque yo estoy pronto a publicar mi segundo libro.

Eso lo sorprendió, no conocía mucho cómo se veían los escritores que leía pero estaba seguro que no había leído nada de ella.

—¿Y qué opinas sobre lo que dije?

—Pues tienes razón en eso—se rio—, justo hablaba con mi novio ayer sobre que sentía como si mis personajes me perseguían hasta en los sueños. A veces sientes como si te pidieran que le prestaras atención—añadió—, estuve un tiempo sin escribir y fue una locura, pensaba en escribir todos los días pero estaba bloqueada, sentí que me volvería loca con todo.

—Entonces seguro este libro te ayuda a entender un poco más a los de tu especie.

—¿Mi especie?

—Claro, ¿no te parece a ti? Siempre he visto a los escritores de una forma diferente. Piensan y sienten diferente a nosotros, van más allá—le dijo—. Por cierto, no te conozco, disculpa. ¿Qué libros tienes?

—Vera Zabat, puedes encontrarme en la sección de romance del otro lado de la librería—le respondió ella—. Sobre el hielo.

Se despidió de él y se acercó al mostrador para entregarle el libro a Piero. Benjamín se le acercó.

—Espero que sea una buena recomendación—le dijo al chico—, nos vemos luego.

Benjamín se despidió de ella y luego se fue detrás del mostrador para usar la computadora que tenía Piero.

—¿Qué buscas?

—A Vera Zabat—le dijo—. Escritora novel a punto de publicar su segunda historia—señaló la puerta—, es ella.

—¿Es escritora?

—Eso me ha dicho—respondió—. Quiero ver de qué va el libro, dice que lo tienes aquí.

—¿Ah sí?

—Si no sabes tú que eres el dueño—respondió.

...

La música era importante para ella, le gustaba poder introducirse a una atmósfera completa cuando se dedicaba a leer. Así que colocó su álbum favorito de Taylor Swift y esperó a que sonara the 1 para tomar su taza de café y recostarse un poco en el sillón de su sala. Vivía sola desde hace un año, era un experiencia nueva para ella; estaba acostumbrada a estar con su abuela y su hermana menor, pero las cosas debían avanzar, su hermana había crecido y estaba a punto de culminar su último año de preparatoria. Las cosas a su alrededor no seguían siendo las mismas, pero parecía que ella no había cambiado.

¿Le gustaba? Sí, no quería perder nunca su esencia, pero al mismo tiempo sentía que algo le faltaba.

Cuando se enteró que Jessica, una de sus mejores amigas, se iba a casar. Sintió como eso marcaba para ella un antes y un después. ¿Ya tenía la edad suficiente para que estas cosas pasaran? Estaba como atrapada, Jessica se casaba, luego tendría hijos, formaría una hermosa familia, se mudaría de estado y sería feliz para siempre, mientras que ella parecía estancarse en el mismo lugar, en el mismo caos, en el mismo sueño.

Que locura era tener veinticinco años. Sientes como si tu vida tuviese dos alternativas: seguir el camino que otros quieren para ti o seguir el camino que tú aspiras. Pero seguir el camino es complicado, ves a tu alrededor la vida de otros y se te complica no preguntarte por qué tú eres diferente.

«Cuando Leo me dejó, sentí que estaba perdiendo todo en mi vida. Como si una oleada de calor se apoderase de mí para matarme»—leyó la primera línea del libro. Y notó que B había escrito algo en un post it pequeño.

Se rio porque parecía esas profesoras de literatura cuando un escritor decía algo muy simple y luego le daban un análisis metafórico de lo que había escrito. Continuó leyendo y pudo notar que Joanne Jones sí sabía escribir bien, no como ella pensaba.

Aunque claro, la idea que tenía de Joanne estaba muy afectada con sus experiencias previas. Nada a comparación como las personas la veían realmente.

Decidió anotar su primera pregunta para ella: ¿qué es el amor para Joanne Jones?

¿Qué era el amor para ella misma?

Siempre pensó que era sentirse plena con una persona, pero nunca llegó a sentirse así con alguien. Ni siquiera con su ex novio en ese momento. Así que no podía tener un concepto tan equivocado, quizás al saber lo que era el amor para una escritora de novelas románticas, podría entonces describir o que era el amor para ella misma.

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