Capítulo 10: Conociendo a madame sabelotodo.

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Ethan.

—Oh, mira, Val es un continchon. —dijo Evelyn de forma graciosa mientras leía el diccionario en la mesa de centro.

Esta chica había estado viniendo a mi departamento para que le enseñara un poco de cultura, o aunque sea a leer bien las cosas. Justo ahora estaba leyendo el diccionario que le regalé la semana pasada mientras yo estaba en mi cocina preparando algo para que ella bebiera y refrescara su garganta, pero solo tenía los postres favoritos de Matt y un poco de té que le servía cuando venía al piso 7 y dormía viendo películas conmigo.

Yo usualmente comía en en el restaurante del piso 5.

—¿Continchon? —respiré profundo—. ¿Puedes darme el ejemplo que viene abajo? —pregunté entre risitas de forma átona mientras servía el té en la segunda taza. La cargué para asegurarme de que no saliera tanto humo. Si estaba muy caliente podía quemarle la lengua a Evelyn, y yo no lo podía sentir, no quería causarle una quemadura grave.

—"Ya me presentó a otra novia y no sé quién estaba peor, si ésta o la otra. No sé de donde las saca el continchon, pero se las busca bien finas" —enunció de forma dramática leyendo el ejemplo que le pedí.

En serio, me sorprende que aún no le haya lanzado mi zapato.

Suspiré pensando que hice mal para merecer esto—. Se lee 'cotinchón'... —la miré molesto, caminando hasta ella con las tazas de té—. Si no fuera por tu estulcia ya hubiéramos terminado...

Tomé asiento a lado de ella, dándole la taza con una sonrisa hipócrita y ella la devolvió de igual manera. –Estulcia: necedad, ignorancia, tontería–.

Gracias, Ethan, solito Ethan.

Dejó el diccionario a un lado, poniendo su mirada inocente y se volteó para tomar la taza.

—¡Caliente! —jadeó tirando el té pegajoso encima de mí y mi hermoso cabello ahora con hojas verdes.

Vaya, vaya...

—Mira... —susurré, apagado—. ¡Que no pueda sentir el calor no significa que no me de asco estar mojado de té! —repliqué de manera hostil lanzando té con mis manos hacia todos lados—. ¡Ahhhhh, maldita alimaña!

—JAJA, pareces un personaje de esos que no actúan bien, hablan raro, y al final siempre mueren, pero en realidad están vivos, y luego reciben créditos, ah y... —cubrí su boca para que no siguiera exclamando tonterías. Definitivamente era idiota. Y pensar que todo había estado funcionando bien.

—¿Te refieres a los actores teatrales...? —Miré hacia abajo, esperando y no dijera que sí. Si lo hacía juro que me tiraré por la ventana.

—Sí. —Contestó con una amplia sonrisa de oreja a oreja.

Tomé una bocanada de aire, decepcionado de la vida. Me puse de pie, mirando al horizonte.

—¡¡¿Por qué eres tan zonza?!! —grité brincando por la ventana con fuerza evitando llorar. Que suerte que la dejé abierta—. Hoy no es mi día, Matt, no lo es nunca...

—¡Mamá, ese hombre se está suicidando! —gritó una niña abajo de mí.

Ja, ojalá pudiera hacerlo.

—No mires, es raro. —Su mamá la cargó y siguieron de largo.

Estoy decepcionado de Evelyn y la humanidad, señor Matt...

~•~•~•~

He visto que has convivido más con Evelyn. Me hace feliz verlos así... —curioseó de forma varonil abrochando su camisa blanca mientras se observaba en el espejo. Siempre trataba de verse adulto, aunque su aspecto era débil en comparación al mío—. ¿Qué tal? —preguntó volteando a verme.

—Llevaremos el mismo pantalón y la misma camisa, ¿no crees que con mi elección nos vemos bien? —bufé poniéndome de pie mientras recorría su gran armario lleno de puertas y cajones.

Solo tenía negro, gris, y blanco, igual que en su dimensión cuando me transportó unos día a ella para resolver unas cosas de la editorial. Me pidió que lo acompañara a un evento de escritores, en el que presentaría su nuevo relato "Cuando un hombre alcanza la cima". No podía decirle que lloré sin saber porqué cuando lo leí...

—Tal vez no quieras ir, pero los demás huyeron cuando lo mencioné así que... —susurró con una sonrisa burlona mientras se ajustaba la corbata. Solo a nosotros no nos afecta el tiempo, así que podíamos ir a la otra dimensión de igual manera—. Ven, te ayudo con eso.

Me acerqué hacia él con lentitud. Ah... me veo increíblemente atractivo.

—Soy tan agendrado. —susurré justo enfrente de él, viéndome en el espejo de a un lado. –Puro. Sin mancha ni defectos–.

En realidad eres un engreído. —respondió, ajustando mi cuello para ponerme la corbata negra. Reía levemente.

Para mí que me quiere ahorcar.

—Deberías aprender a atar estas cosas de una vez por todas, Ethan, no estaré siempre para hacerlo por ti... —calló de repente. Comenzó a hacerme un nudo sin decir más. Lucía decaído, como si tuviera un recuerdo no agradable. Dió una vuelta y encimó el otro lado sobre de éste, sus manos no podían concentrarse, lo estaba haciendo de forma desesperada.

Lo miré perplejo y hablé para calmarlo.

Hey, hey... —tomé sus manos, deteniendo sus movimientos rápidos y estresantes—. ¿Qué está pasando? —pregunté intentando mirarlo a los ojos, pero él apartó la mirada.

Algo no está bien. ¿Le preocuparán los casos de confusión en los personajes? O tal vez la extraña caída de público...

—¡Ah, recordé que no empaqué el manuscrito y tenemos que irnos pronto! —tomó su maletín sobre el sofá de piel y salió huyendo del armario.

Eh... ¿Y la corbata? Malnacido...

~•~••~•~

Era un de varios metros de ancho y de altura. Los candelabros con estrellas de cristal brillaban más que los focos de mi habitación. Habían varias mesas blancas llenas de flores rojas y al fondo había una mesa especial llena de premios dorados. Las personas sentadas en las mesas reservadas parecían distantes, como reliquias que no podías tocar. Escritores profesionales, algo que estresaba a Matt pero aún así él apreciaba el trabajo de ellos.

—Este lugar... ¡Es muy concurrido! —grité intentando huir del lugar, pero Matt me tomó de la camisa y me jaló hacia él, molesto—. Ok, me comportaré adecuadamente. Pero, mira, soy el perfecto narrador del escritor, alguien lleno de confianza y no debería.. —me interrumpió, poniendo su dedo en mis labios.

—Cuando termine la presentación ambos huimos, ¿de acuerdo? —me susurró, temblando. Ah, ahora el escritor quiere irse al lado malo—. La última vez que me quedé a la fiesta con estas bestias manipuladoras de letras...

—Hace dos años. Recuerdo de Matt—.

—¡Ven, acompáñanos a la fiesta un rato, novato! No mordemos, querido, no te preocupes por eso —me jalaron dos tipos a lo oscurito.

—2 horas después—.

—¡Ahhh, este bourbon whiskey es delicioso, como orina de los cielos brindados por los dioses! —brinqué a la mesa haciendo paso irlandés. Sonaba como todo un bebedor—. ¡Alguien llene mi corazón vacío! Mi novia me terminó hace dos semanas por pensar que le era infieeeeeeeeeeel.

Subió un hombre a la mesa, quien comenzó a bailar conmigo al estilo compatriota.

—¡Viva, viva, viva mi libro! —gritó el hombre borracho mientras caía desmayado a un lado. Pisé su rostro varias veces.

—¡Viva, Matt, más tarde haremos esas  cosas así que bebe más! —gritó la molesta mujer a lado mío. Yo caí desmayado segundos después de sus palabras.

No quiero saber qué pasó después... Desperté medio desnudo encima de botellas y un sombrero en mis partes íntimas.

—Presente—.

—Okay, nos iremos antes. —Susurré, perturbado.

Definitivamente no quiero saber porqué.

La piel de Matt se erizó mirando de reojo sobre mi hombro. Se ocultó a un lado mío con rapidez, haciendo ruido con sus zapatos de charol. Parecía un niño asustado.

—Mantén la calma, mantenla... —susurró detrás de mí. No había dejado de portarse nervioso y ocultarse desde que llegamos, parecía que no quería ver a alguien—. Mantén la calma, Matt... —se dijo a sí mismo.

—Jeje... ¡Querido y amado Mathew! —exclamó alguien detrás de nosotros de forma dramática y con una sonrisa malévola. Era una mujer alta de cabello largo y negro, piel pálida, lentes y una sonrisa del diablo. Era la pesadilla más atractiva que podría haber, encarnando la viva imagen de El Cuervo; Irina Dumont, pero esta mujer parecía feliz a comparación de semejante loco personaje de la historia en borrador.

–"Las flores más bellas se dejan marchitar"–.

—Está bien, solo debería... suicidarme como lo planeé. —Dijo Matt de forma serena apretando su corbata para dejarse sin aire—. No... me arrepiento... de esta vida... aún.

—¡Hey! ¡Hey! ¡¡HEY!! —grité sacudiéndolo para que la soltara. Ni si quiera se iba a matar, solo desmayar por la asfixia.

—Jeje, tranquilo, lindo narrador, él no podría suicidarse, tiene muchas cosas que hacer antes. —Mencionó la mujer con otra sonrisa y un tono gracioso sin detener el intento de suicidio de Matt. Lo tomó de la camisa, sacó unas tijeras plateadas de sus mallas, y cortó la corbata con facilidad.

Diablos...

—Espera, ¡no te mueras Matt! —clamé enojado cargándolo como pudiera entre mis brazos. La mujer... ¡No dejaba de reír! ¿Estaba loca? ¿Trastornada? ¿Demente?

—Mira... apretar la corbata no matará a nadie, ¿ok? —masculló Matt, cercando sus ojos. Se moría de vergüenza por su intento fallido y los otros 37 del año pasado. Lo cargué hasta llegar a unas sillas y posarlo allí.

—Probablemente nunca has oído de mi existencia, pues Matt odia mi nombre. Soy Yurisa Koba, claro, es mi seudónima. Pero dime Yui. —Explicó con mucho carisma y voz egocéntrica—, y soy la escritora que obligó a Matt a entrar en la plataforma y le enseñó todo lo que sabe.

—No hables más, madame sabelotodo. —Matt volvió en sí mismo, respirando mejor—. Esta mujer es peligrosa, no te involucres Ethan... Si no te la había mencionado es porque...  —lo interrumpí.

—¿Qué dices que escribes? —le hablé a la mujer que reía como lunática.

—¡Ethan! —gritó Matt ardiendo en furia, y sólo le di el avionazo con mis dedos.

—Me especializo en BL erótico, comedia de doble sentido con mucho gender bender, existencialismo y surrrealismo, y mi perfil sólo se enfoca en LGBT —respondió sin una pizca de vergüenza. Oh, ahora podía utilizar la expresión "arderá en el infierno".

—¡¿Me están ignorando?! —gritó aún más fuerte, Matt a lado mío.

—Oh, interesante... ¿Como puede...? —Matt tapó mi boca y pisó mis dedos.

—Deja de hablar con ella. —Ordenó, abrazándome con seriedad hasta tumbarme en la silla donde antes estaba.

Matt... ¿Ahora qué pasa?

Matt.

Menuda mierda estaba pasando desde la mañana cuando recibí la invitación tardía.

—Toma, dale esto a tu novio cuando vuelvas con él. —Habló Yui dándome un ramo de flores y mirándome con esa sonrisa de enferma que usaba cada vez que veía a dos chicos juntos, como si una simple amistad entre ellos fuera raro.

—No es mi novio, maldita Kobayashi —le devolví las flores con fuerza—, es mi narrador, mi querido y SANO narrador.

—Jaja... —acomodó sus lentes— No engañas a nadie. —Me las devolvió. Ella era la última persona con la que quería toparme, gracias Dios por mi suerte—. El chico negó con gentileza a la pregunta, pero cuando volvió con su pareja no pudo evitar decirle tímidamente: "Me vine", a lo que el otro miró perturbado pero intrigado.

—¡DEJA DE NARRAR ASÍ, enferma! —le di un golpe en la cabeza. Ella solo siguió riendo y sacudiendo su cabello en ondas—. Él es Ethan, quien te comenté... —su expresión cambió completamente.

Suspiró agotada, recordando las charlas sobre él.

—Matt, he guardado tu secreto ya mucho tiempo, pero... —exhaló tomándome del hombro con fuerza, impotente—. Rompiste una regla primordial de escritores, y en cualquier momento pagarás las consecuencias. Si no es por la editorial, lo será por el universo.

La empujé asustado por su manera de decirlo. Los escalofríos llegaron. Tenía toda la razón, pagaré las consecuencias si se salía de control, con mi título de escritor o con el odio de la única familia que tenía.

—Ah... estoy consciente de eso. —Saqué una de mis libretas—, quería preguntarte, ¿qué opinas de mis relatos? ¿Cuándo podrás echarles un vistazo y darle tu opinión? —tomé mi pluma dispuesto a anotar sus palabras, como de costumbre.

—Los leeré todos el 30 de febrero, luego te diré mi opinión. —masculló y yo comencé a anotar—. A un lado escribe "tengo que descargar". —ordenó. Estaba enferma.

Me detuve un momento al ver lo escrito y rebobinar mis ideas.

—30 de febrero... —leí en voz baja e intrigante—. Que soy estúpido... ¡VOLVÍ A CAER! Maldita despiadada.

—JAJAJAJA, te haré sufrir, querido Mathew. Ahora, antes de decirte los datos interesantes que me han parecido, por favor, di "entra, sale, entró y salió. Ahora traga".

Dios, sácame de ésta. Tomé aire y dije exagerando:

—Entra, ah, sale, ah, entró y salió, ¡ah! Ahora trágame. —Sabía que si no jadeaba esta mujer no me dejaría en paz toda la noche. Volvió a reír maliciosamente. Tenía un tic, ah, y necesitaba a un doctor... un loquero.

—Primero que nada, quiero que Dante se co*a a Near; Rind, Either, y Near tengan una orgía. Oh, y me gustaría que al final Near se enamorara de Ethan y tú lo reclamaras. Me gustaría ver a Cero teniendo algo con Elián y que Mirt se enoj... —puse mi mano en su boca y ella me comenzó a lamer con ojos sensuales. ¡Estaba demente, demente, demente! Arrebató mi mano con fuerza—. Agh, me gusta lo asendereado de Near; me agrada que Either sufra de alexitimia, lo hace muy sublime; la desesperación de Rind me saca muchas sonrisas; y siento que Cero es efímero. Me encariñé con ellos aún más, como el abuelo Enrique. Pero, aun escribiendo sobre otros, tú... ¿estás bien? Sufres de resiliencia, ¿lo sabes?

Referencia a "Como ser un acosador en 90 días", "Parahell", y "Cuando un hombre alcanza la cima"—.

Definitivamente no quería toparme con ella.

Asendereado: Persona que ha sobrellevado numerosas dificultades o adversidades—.
—Alexitimia: Incapacidad de identificar y expresar emociones—.
—Sublime: Que es extraordinariamente bello y produce gran emoción—.
—Efímero: De poca duración—.
—Resiliencia: Capacidad de adaptación de un ser vivo frente a un estado perturbador o situaciones adversas—.

Estoy bien, no necesitas de que preocuparte, Yurisa. —Rechiné los dientes. Estaba molesto por su forma de leerme. ¿Por qué mencionaba mi resilencia ahora?—. Tengo que retirarme...

—Espera, Matt, necesitas ver a un especialista. Lo que viste para poder escribir no es algo nor... —volteé molesto y la tomé de la muñeca, apretándola fuerte—. Me... lastimas, Matt...

—Deja de hablar. —Ordené, empujando su mano y seguí el ánimo debajo de los candelabros, rodeado de escritores superficiales que antes le habían repetido que me acostumbrara a las malas críticas y les respondiera con ofensas.

¿Por qué? ¿Por qué tenías que mencionarlo?

—¿Matt? —preguntó Ethan, intrigado por mi aspecto demacrado. No respondí, me senté a su lado y por un momento tuve miedo de apartarme.

Pagaré las consecuencias tarde o temprano.

—¿Quieres un poco de té, ese té de por allá? Porque yo si quiero té. Iré por té, para beber té —me levanté como robot hablando tonterías.

¿Qué clase de mala redacción fue esa?

—¡Premiaremos al primer lugar en erótico a la novela "El hombre que cayó en la telaraña", de Yurisa koba, como la mejor novela del año! —anunció el hombre de traje arriba del escenario mientras todos comenzaban a aplaudir y otros chasqueaban la lengua molestia.

Ethan quería sacar sus ojos.

¿Qué clase de título es ese? La novela erótica más sádica hasta ahora...

—Renuncio a este evento... —susurró Ethan, cerrando los ojos como un difunto.

Esperamos descansar en paz, gracias.

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