Capítulo 18º: Nadie me dice no.

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Evelyn.

Dos semanas... Dos semanas... DOS PUTAS SEMANAS.

Estaba feliz, podía decir groserías fácilmente ahora que nadie se había aparecido para darme un guión. Pero estaba igual de molesta porque había tenido que improvisar cada segundo. La obra estaba marchando bien, y todo había ido bien, ¡pero el anciano Ethan no me había ayudado en nada!

Sinceramente, estaba preocupada. La última vez que lo ví parecía angustiado, y no quise pensar que todo fue por culpa de Matt. Sabía que estaba teniendo problemas, razón por la que me pidió ayuda para no causarle molestias a Ethan, pero si algo así pasaba, probablemente todo el trabajo que habíamos hecho juntos se iría al basurero igual que la obra.

Ahora estaba parada, afuera de la escuela, pensando si ir a la izquierda e ir a la editorial, o irme por la derecha y regresar a casa. Espera... ¿Y cómo rayos sabía dónde estaba la editorial? No, lo que me sorprendía más era que supiera dónde estaba mi casa.

Sólo caminaré a la izquierda y a ver dónde termi...

—Ah, ratita de biblioteca.

Sus palabras me detuvieron a plena decisión, recordándome porque odiaba los clichés y a los personajes malos.

Ratita la que te metes por el culo, mamahuevos.

—Eh... Val, buenas tardes.

Dejé salir aquellas palabras, pisando mi orgullo, y mis razones de vivir con fuerza.

¡Me atascaré de papas fritas y te alcanzaré en la otra vida, madre!

—¿A dónde vas? —preguntó con una sonrisa, pero de inmediato parecía burlona al ver mi rostro—. ¿A la editorial?

Me había quedado sin palabras, y mi expresión habría de verse igual que cuando el profesor decía que habría examen sorpresa. No supe cómo reaccionar, mierda.

Metí mis manos en mi chaqueta café, intentando armarme de valor con mi pose... pero su altura era más intimidante y su tono no era algo para tomar a burla. Sus ojos grandes y sin una arruga visible me confundieron.

Maldito Ethan, si estuvieras aquí lo matarías conmigo.

—¿Cómo lo...?

—¿Crees que soy tonto? —rió, tomando asiento en una de las bancas detrás de nosotros, sacando un cigarrillo—. Seamos serios, Evelyn Clark, he escuchado quejas de ti en el instituto desde que cumpliste 10 años. No hay nadie aquí que no te conozca por ser una maleducada que ofendía a todo aquel que se encontraba.

Una mueca se formó en mi rostro.

Mira, estúpido, ¡te voy a romper la cara por no haber caído en mi actuación! Me acerqué poniendo mis puños, esperando poder desmayarlo y ver si Matt podía quitarle los recuerdos de mí poniendo caca en la mesa de la clase.

—¿Yo también debo fingir ser el chico malo? —preguntó, encendiendo su cigarro, dejándolo allí.

Me detuve al oírlo, soltando mis manos. Eso explicaba porque los ayudantes literarios no dejaban de decir que había algo raro con su personaje, él estaba actuando también. Pero había algo que me inquietaba más. No podía asimilar esto.

—¿Quién te dijo eso? ¿Fue alguno de los ayudantes? —lo interrogué, y me sorprendí al ver que se puso nervioso formulando su oración.

—No, no fue nadie —se detuvo unos segundos, dudando—, todo lo deduje solo al ver tu actuación barata. Aunque, no besas mal, rata.

No lo asimilo. ¿En qué momento el cliché se volteó así? ¡Mierda, los mataré a todos! ¡A TODOS!

—Al final todo es una actuación... —susurré, sentándome a un lado de él. Diablos, estábamos en temporada de calor pero aún así usaba una chaqueta tan gruesa. ¿Es qué acaso no sentía la temperatura y sólo le importaba verse cool?

—No le digas a nadie que lo sé, dejemos que el escritor ridículo termine su historia. —Exclamó, estirándose un poco. Encimó su bota en mis piernas.

Sus palabras seguían sin darme buena espina. Nada de lo que decía parecía tener sentido. Aparte de que su bota asquerosa me estaba tentando a aventarlo al lago y que lo mordieran los patos. El lindo sonido de las aves me impidió que hiciera una tontería.

—Alguien ridículo no tiene el valor para publicar una historia a costa de las opiniones —imité las palabras de Ethan, recordando todas las veces que llamé al escritor un inútil—. Los ridículos somos nosotros, por estar de acuerdo en ser usados.

—Sí, supongo que tienes razón. —Hizo una pausa—, por cierto, la editorial era para la derecha y tu casa a la izquierda.

—¡CÁLLATE! —me lancé contra él, intentando abofetearlo.

Val... Dicks, primero, que apellido tan feo. Segundo, ¿qué diablos le pasaba? Ahora no sabía qué decirle a Ethan sobre esto. ¿Estaba bien que me callara?

Oh, ¿cómo sabe dónde está mi casa? Otro enfermo acosador.

~•~•~•~

Mía.

Cuando entré a la habitación de Ethan para sacar a Percy, verlo de rodillas me destrozó por completo. No sabía que estaba pasando, pero todo me dolía. Ethan no quería hablarnos, aquel narrador que era como mi hermano mayor, no nos dirigía una palabra mientras trabajaba. Matt solo había escrito en silencio, y no había hecho nada más, parecía un muerto. Los demás estábamos trabajando confundidos, preguntándonos qué había pasado, porque incluso se había pausado el cliché y Parahell. Y Percy... sabía que clase de persona era, y verlo humillarse así frente a alguien, debió haberle costado mucho.

—Ay, ¿saben qué? —suspiré estresada, desatando mi cabello—. ¿Y si mejor nos vamos a tomar al bar de abajo? —aparté los papeles de mi escritorio, tratando de relajarme.

—¡Estamos contigo! —exclamaron Erick y Dave, en el escritorio de a lado.

—Denme cinco minutos a que acabo de editar la portada y entonces los acompaño. —La sonrisa de Demian me devolvió mi espíritu aventurero.

Estábamos tratando de portarnos como siempre, pero aún así es raro no hacer tonterías más grandes. La última vez terminamos yendo a nadar y a mí me electrocutó un pez.

—Silver y yo tenemos que acabar los ajustes de Parahell —oí la voz gruesa de Kei, y Silver solo sonrió forzadamente. Aquellos dos nunca se unían a nuestros desastres, pero aún así me dolía un poco ver que ellos tampoco sabían que estaba pasando.

—¿Percy? —volteé a verlo. Estaba sentado a mi lado, mordiendo un lápiz mientras leía una y otra vez Mono no Aware.

—No puedo acompañarlos, Mía —su sonrisa falsa me recordó aquel momento—. Necesito esperar unas horas a que Drive envíe el escrito para que sea parte de la antología.

Eso tardaría mucho, y no necesitaba vigilarlo tanto, y mucho menos leerlo. Siempre pensé que Percy, al ser quien más ayudó en esa historia, tuvo una conexión, ya que todo se desarrolló en invierno y primavera, cuando los cerezos...

—¿Estás bi...? —Los gritos de Erick evitaron que terminara mi pregunta.

—¡Lo olvidé por completo! NO LE DIJE A EVELYN QUE PAUSARÍAMOS LA HISTORIA —gritó alarmante, haciendo que todos lo miráramos molesto. Era Erick, nada de lo que hacía terminaba bien, de hecho, terminaba en verano con las manos en el ano. ¡Jaja, quería hacer ese chiste!

—¡Yo la llamaré y le explicaré! —me puse de pie emocionada, sacando mi celular. Arreglé mi falda azul que llegaba a las rodillas al ver arrugas, y dejé la oficina para poder hablar tranquilamente en el pasillo.

Escuchar la voz de Evelyn siempre me emocionaba. Sinceramente, no sabía porque Matt me creó de esta manera, pero me encantaba todo lo que tenía que ver con las chicas. Tal vez estar rodeado de hombres hizo que me acostumbrara a su género.

—¿Mía? ¿Qué tal? —la voz de Eve al otro lado de línea formó una sonrisa más grande en mi rostro.

—Hola, Eve, espero estés teniendo una linda noche —seguí hablando sin esperar respuesta—. Quería pedirte disculpas de parte de la editorial por no haberte dado aviso de que la historia sería pausada por unas semanas. Matt no se encuentra con ideas para nuevos capítulos, y Ethan... bueno, el anciano parece haber entrado en menopausia.

—Díganle al guardia que me deje pasar y vas a ver como sale de la menopausia —di un brinco del susto al escucharla, y levanté la cabeza emocionada.

—¿Qué? ¿Estás aquí?

—Siempre, bebé.

ME DIJO BEBÉ.

Le pedí unos minutos mientras pausaba la llamada y le mandé una nota al oficial, pidiendo que la dejara pasar y le ofreciera una taza de té con galletas. Debí suponer que ese no era su estilo, después de que el guardia llamó asustado de nuevo para decirme que ella lo pateó mientras maldecía a todos, eso hizo que tomara mi abrigo y bajara corriendo a la recepción para saber lo que pasaba, al igual que Percy, Dave, Erick, y Demian, que estaban espantados al oír a aquel demonio lanzando cosas.

—¡¿Cómo diablos no me ahogué con las papas?! ¡Comí muchas, debería estar muerta! —se detuvo al vernos a todos, frente al elevador, mirándola confundidos—. ¡Ah, hola, quería hablar con el escritor! —su sonrisa nos hizo temblar. Era el demonio hace un rato, y ahora sonreía de la misma manera que hacía siempre para acelerar mi corazón.

Ah, sus ojos son hermosos, ¡que chica tan linda escogieron ahora!

—Yo recibiré tus quejas —Percy me robó las palabras de la boca, dando un paso adelante, arremangando las mangas de su camisa azul—. Pero no aceptaré una renuncia al papel.

Evelyn arrugó su frente al escuchar aquello, y mostró más su irritación al jugar con la punta de sus mechones negros.

—Yo no aceptaré a un ayudante. Necesito hablar con Matt y aclarar unas cosas.

—Evelyn, querida, no podemos dejar que hables con Matt... —me acerqué para tomarla de los hombros, pero retrocedí al ver que de verdad estaba molesta.

¿Habrá oído algo malo?

—Matthew no se encuentra en condiciones, ¿entiendes? —Dave me apoyó al ver la reacción de Eve.

Demian y Erick estaban recargados el uno sobre el otro, cuchicheando teorías sobre lo qué pasaba. No teníamos tiempo para hacerlo, sería dejar pasar un periodo valioso. ¿Por qué tener dudas? Ni si quiera yo me preguntaba la razón del porque mi corazón latía tan fuerte, o porque me dolía ver a Percy, o porque aquellas historias románticas...

¿De qué historias hablo?

—Me da igual como se sienta el cabrón, necesito hablar con él, y él me va a escuchar...

Todos mantuvimos el silencio al ver a Matt cuando las puertas del elevador se abrieron. Sus ojos distantes, estaban sobre Evelyn, lleno de ojeras y la apariencia de tener fiebre. No había podido verlo en dos semanas, ahora podía ver hasta sus huesos marcarse debajo de su camiseta blanca holgada, causándome preocupación por su alimentación y sueño.

—El cabrón está aquí, ¿qué necesita, protagonista fastidiosa? —su tono de voz era sarcástico y molesto, como si concentrara enojo en Evelyn—. Si quieres renunciar, deja tus datos con el guardia y te dejaremos ir. Pero vete ahora, no estamos para dar explicaciones.

Aquello me molestaba, saber que no tenía explicaciones ni para nosotros, que nos habíamos sentido inútiles por dos semanas sin tener órdenes. Había vivido casi dos años recibiendo instrucciones, que ahora sin ellas no podía moverme.

—¿Quieres que te pregunte delante de todos? Estoy preocupada, y me vas a dar una respuesta, puto.

Las malas palabras salieron de prisa, recordándome que Ethan dejó de censurar y trabajar temporalmente. Aún así, agradecía que haya narrado lo que Percy le pidió. Sabía que todos nosotros también nos sentíamos incómodos, a excepción de Demian, quien tenía la cabeza más podrida que una mandarina dentro de una bolsa por un año.

—Sube. —Matt dió un paso atrás con esfuerzo, presionando un botón del elevador.

La sonrisa triunfadora de Evelyn cruzando las puertas y desapareciendo con Matt, era algo que nunca olvidaríamos y se quedaría con carcajadas. Pude saber lo que pensaban los demás mientras reían, incluso Percy sonrió levemente.

Alguien le llevó la contraria al escritor y lo hizo reaccionar. Jeje, Evelyn Clark, el cambio de ambiente que todos necesitábamos.

~•~•~•~

Evelyn.

AHHHHHHH. De puta, ¡le llevé la contraria al escritor!

Casi grité del susto al ver un fantasma saliendo del elevador, y luego temblé al ver que era Matt mirándome desagradablemente. El escritor era temible, y su presencia asustaba. Ethan me había contado todos los intentos de suicidio con corbata, todas las veces que llegó tarde, y otras ocasiones en que se desmayó por no comer una semana, pensé que era alguien realmente torpe. Pero de esta persona torpe que empezó a escribir cosas ridículas, terminó brotando alguien capaz de escribir historias que te hacían dudar de los demás y tener empatía por situaciones de adversidad. Supuse que todo eso se había combinado y había transformado su apariencia.

Ahora no dejaba de temblar mientras estábamos en silencio en el mismo elevador. Su piel era pálida comparada con la mía, igual que la de Ethan.

Espero que esté bien.

—Perdón por... —me interrumpió, riendo.

—¿Decirme cabrón?

—Seh, y por patear al guardia. —Me volteó a ver sorprendido.

—¿Viniste a patearme? —levantó las manos, mostrándose dócil.

—¿Quieres qué lo haga? Me deben dos semanas de explicaciones —saqué de mi sudadera chicles, y le ofrecí uno, que recibió amablemente.

Uff, de la que me he salvado.

—Es aquí.

Las puertas se abrieron, haciendo que el olor de vainilla me golpeara y la visión de rosas blancas me hipnotizara. Matt comentó que Percy se encargaba de la decoración de las habitaciones, y me enseñó diferentes cuadros con arte asiático camino a su departamento en el último piso.

Asombroso, ¡es como estar en un hotel!

Tomamos asiento y él preparó un té mientras yo hablaba de lo MUCHO que me gustaría un departamento así, mientras él reía hasta callar y mirarme seriamente, diciendo:

—¿Qué ibas a decirme que me miraste tan molesta?

—¿Qué fue lo qué pasó? —mi pregunta cayó tan rápido como el sorbo que le di al té al quemar mi lengua.

Después de aquella fiesta que organizaron por la publicación del libro cliché, tuvimos esa plática que me obligó a portarme mejor a la hora de actuar, y por más tonta que fuera, las personas eran tan fáciles de entender como las canciones que cantaba. Sí, lo admito, nunca en mi vida había sacado ni si quiera un 8 en matemáticas, y me había roto la nariz en la clase de educación física, pero mi madre siempre me dijo: "Evelyn, las personas necesitan ser entendidas, así que no juzgues a nadie sin conocerlos".

—Ethan me acorraló y... —su risa me hizo sentir incómoda, porque estaba muy segura de que aquella sonrisa era tan falsa como las papas "naturales" que me vendían—, me llamó mentiroso por no decirle que estaba muerto.

No tenía mucho que decir, las palabras no se me daban bien. Aparte, ¿quién carajos era capaz de decir una tontería como "jeje (risa de retrasado), todo estará bien, ten fe"?

Supuse que el silencio lo impulsó a tomar unas galletas y a seguir hablando relajadamente.

—Soy un egoísta, y realmente ya no importa. Los daré de baja y dejaré la escri... —Lo tomé de los hombros, tirando la galleta en su boca.

—Hijo de tu puta madre —lo miré directamente a los ojos, notando su sorpresa—. 5 putos meses me estuvieron fastidiando hasta firmar el contrato de vender mi privacidad. 5 PUTOS meses me tiraron mi comida chatarra y me prohibieron decir groserías. Tuve que aguantar al gilipollas de Val y evitar matar a Ethan. ¿Y me sales con esta pendejada de dejar de escribir? Te aventaré ahora mismo por la ventana.

—Eres como una mamá —dijo, y comenzó a lamer mi mano cerca de su cuello.

—¡AH, NO SEAS MARRANO! —empujé su cara, pateando su rodilla. Lo olvidé, Ethan dijo que para evitar órdenes comenzaba a lamer lo que sea que estuviera cerca. Su linda cara se iba al caño por su personalidad.

—Ugh —se agachó al sentir el dolor, y me volvió a ver molesto—. ¡¿Me pateaste?!

—¡¿Me chupaste?! —ambos reímos al escucharnos. Cierto, en su dimensión el aún tenía 19, casi 20, era igual de inmaduro que todos aquí.

Volví a sentarme y platicamos un poco sobre lo sucedido. De un momento a otro terminó llorando como un bebé fastidioso y gritándose que todo era su culpa, que no pudo dejar de ser un estúpido al ver la sonrisa de todos sus ayudantes cuando estaban vivos. Los consideró amigos en segundos, y quiso darles una "oportunidad". Todo lo de la escritura había comenzando como un juego, y terminó robándose su corazón y dándole a los mejores amigos que un escritor podía tener.

Supongo que siempre fue así de sentimental, igual que un pollito cuando lo matas y te lo comes. Eso no tenía sentido, pero ya qué no hay narrador yo quise inventar alegorías, que aún no entiendo lo que son.

—Lo voy a golpear, y te perdonará. —Posé mi mano sobre su hombro, mordisqueando una galleta, recibiendo una dulce sonrisa de su parte.

—No, yo no debo ser perdonado. Y Ethan no quiere escuchar. ¿Sabes? Sólo quiero que sea feliz, aunque no sea como narrador —se recargó por completo en el asiento, cerrando los ojos.

Le abrí la boca, y le metí una galleta intentando ahogarlo.

—A mí nadie me dice no. ¿Y tú sabes qué? Su sonrisa al narrar es tan sincera como mi felicidad al ver a un mocoso sin dulces.

Guardó un momento de silencio, continuando con una leve risa.

—Ja, estás tan loca, y te metes fácilmente igual que el camello en la tienda del árabe —subió mi ego, para después destruirlo—. Supongo que es porque eres estúpida y no sabes leer el ambiente.

—¡VOY A RENUNCIAR AHORA!

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Amo a Evelyn, su personalidad mejora la comunicación que no podían tener los ayudantes con Matt. <3 Tengo un amigo que sabe TODO de mí, hasta mis desmadres más épicos. Su risa, la forma en la que responde y no le importa preguntar cosas privadas, hacen que sea fácil, también su forma de decirme "no mames, ya mátate" cuando hago una tontería.

Espero y les haya gustado el capítulo. Y, ¡Gracias por leer! <3333

~MMIvens.

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