Capítulo 7: Un badboy desagradable.

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Ethan.

—Ahhhh... Ahhhhhh... AHHHHH.

Se quejaba una y otra vez Matt desde su escritorio, haciendo ruidos extraños como si estuviera teniendo un orgasmo. Lucía frustrado, pues todo en la vida tendía a salirle mal, o eso decía. No dudaba que fuera así, pero en parte también era un exagerado... Maldito abejorro. –persona molesta o pesada–.

¿Tengo que preguntar el por qué te estás quejando de todo? Espero y tu estado de ánimo sea algo efímero, si no créeme que estaré muy molesto. —informé, manteniéndome en control mientras me levantaba de mi escritorio, intentando pensar que fue lo que hice para merecer esto. –Efímero: Aquello que dura por un periodo muy corto de tiempo, como mis relaciones amorosas–.

Ethan: Escritora, aún no se deprima.
Mei: Nah, ya me voy a suicidar, permiso.

Había estado así desde hace una semana, quejándose por todo lo que hacía sin decirme la razón. ¿Qué era lo que quería? ¿Qué le dijera que haré yo todo y que él descanse por un mes entero? Estaba loco. Realmente no entendía a los escritores y su estrés por el público, y esperaba jamás hacerlo, ya que era un narrador.

Hace unas noches tuve una pesadilla o alguna clase de sueño, no estaba seguro, ya que nunca había soñado nada. Yo pensé que no podía soñar. En mi sueño había un chico de cabello negro quejándose al igual que Matt, estaba desesperado por no saber que hacer con lo que estaba escribiendo. Creo que había escrito algo llamado: "El lugar donde no había luz." O algo por el estilo, no le presté mucha atención, ya que no me interesó mucho. El sueño solo me desesperó porque no pude evitar pensar que quería darle un golpe por reescribir y reescribir su manuscrito. Odiaría ver a Matt así.

Consideré hablarle de aquel sueño, pues no estaba en mis capacidades soñar. Estaba seguro de que algo andaba mal con el mundo literario, desde los sueños con memorias que no me pertenecían, los casos de protagonistas portándose diferentes, apariciones raras de personajes desconocidos, y cambios en ciertos guiones. Pero claro, como el fabuloso narrador que era, usaría esa pesadilla como referencia para cuando narrara sueños.

—Estoy frustrado... —respondió Matt inseguro y decaído, más triste que el sillón encorvado donde estaba, como si ya no supiera que hacer o como arreglar lo que hizo—. No creo que haya sido la mejor manera de hacerlo.

—¿Te sientes decaído por haber hecho la continuación de "Como ser un acosador en 90 días"? —pregunté, caminado hacia él. Tenía sus manuscritos todos revueltos en el escritorio y su mano recargada en su cabeza, desesperado por los pensamientos en su cabecita—. Tranquilo, está bien. Si tú te sentías más cómodo así, está bien tu decisión, no hay razón para estar triste por ello. Los lectores van y vienen, ¿sí? Los que te sigan a la siguiente parte son los que importan, así que enfócate en ellos, Matty...

¿Qué? ¡No, acabó de decirle el apodo prohibido!

Posé mi mano sobre su cabeza, intentando relajarlo. Después de tanta información en mi memoria, llegué a la conclusión literaria, que una mano en la cabeza relajaba a las personas. Conmigo no funcionaba, pero supuse que con él sí porque era humano y débil como ellos.

—Pero... tendré que empezar desde cero, y la escritura cambiará, y no se si a alguien le agrade la nueva trama, ah y... —cubrí su boca—. Y nu mi sientu cunfurme con il risultado de "Nu mi olvidus."

Se calló, me miró directamente a los ojos, y... comenzó a lamer mi mano con lentitud.

—¡Eres un cochino! —quité mi mano rápidamente y corrí a mi escritorio por toallas húmedas para quitarme su baba. ¡Prácticamente metió mis dedos en su boca el desgraciado! ¡Realmente odiaba que ambos fuéramos tan tercos!— ¡Sé que no estoy vivo, pero aún así me da asco que hagas esto! ¡¿Cuántas veces te lo voy a repetir?! ¡No está bien chupar todo lo que te encuentras!

—¡Y tú un chiflado! Fíjate que a mí me ha venido bien en los antros chupar todo lo que encuentro.

—¿Eh?

Cubrió su boca al escucharse.

Gritó molesto por dejar salir esas palabras con la boca llena de saliva. Yo me mantuve en silencio molesto con mis dedos llenos de ella. Nos quedamos unos segundos quietos, pensando en quien gritaría primero o quien lanzaría el primer golpe como de costumbre. Siempre terminábamos peleando en grande. Me miró serio, como si no supiera que pensar de nuestras acciones. Abrió la boca lentamente y dijo—. ¡Ve a narrar el punto de vista de Val!

—¿Eh? —mi rostro cambió de expresión rápidamente. Por lo general nunca cambiábamos de tema, seguíamos con el mismo problema por casi dos días, pero...—, ¿Qué di...?

Corrió hacia mí a máxima velocidad tirando sus notas, me tomó de los brazos casi arrastrándome y me tiró por la ventana como si no le importara mi vida ni los otros papeles que cayeron conmigo a la vereda.

—¡Haz un bueno trabajo, narrador! —gritó desperado y algo dudoso, cerrando su ventana.

¿Ahora que rayos le pasaba? A veces me sentía como si hablara constantemente con alguien falaz. –persona que engaña o miente en forma encubierta–.

~•~•~•~

Val.

—Ah...

Me levanté agotado con la luz del cielo nublado, haciéndome respirar el nuevo día agotador. Mi cuerpo se sentía pesado, como si no quisiera levantarse hoy, después de todo, estaba consiente de que era algo malo salir por tres noches seguidas y mi cuerpo estaba así por mi culpa.

"Debería dejar de beber en las noches", me prometí.

—Vaya... un nuevo día en la cagada.

Detrás de la ventana observaba los movimientos de Val, escribiendo sus pensamientos en el guion. Estuve agradecido por su buen comportamiento como el protagonista.

Tomé una ducha, deseando nunca terminarla. El agua caliente caía en mis hombros de forma delicada, haciéndome sentir una sensación cálida inusual. Salí del baño, con la marca del agua caliente en mi espalda y busqué en mi closet algo que ponerme; una camisa blanca y mi pantalón negro, acompañado de mis botines –cliché a la vista–. Me peiné el cabello como si no me importara y bajé por algo de desayunar a la sala.

Realmente es un protagonista badboy... Matt se arregla en casi 3 horas.

Saqué mi celular al escuchar las notificaciones de internet. Leí mensajes mientras desayunaba lo que me preparó la señora de la limpieza. Venía todas las mañanas y cuando yo volvía ella ya no estaba, pero me dejaba preparada la comida y yo cenaba en donde quisiera. En casa no esperaba nadie por mí, al igual que en las otras ciudades donde solía vivir,

Ahhh... No era de por aquí.

Comencé a revisar las fotos del elenco de la obra con desdén. Realmente no quería participar en ella, pero mi ridícula novia deseaba que audicionara con ella y yo entré por los puntos extras. No tuve que hacer nada, solo la seguí como si me importara y antes de cruzar la puerta ya me estaban dando el papel en bandeja de plata.

—Oh, ¿en serio son morados...? —me detuve a ver una foto donde se encontraba la lela de Evelyn vestida de forma ridícula—. Con esos lentes no se nota el color de sus ojos. Que extraño.

Rechiné los dientes, molesto.

—Que interesante...

Val Dicks era realmente desagradable en esos momentos.

~•~•~•~

Era parte del equipo de fútbol americano, aunque... ni si quiera me gustaba jugar si lo veo de otra forma. Entré en el equipo porque se suponía que debía hacerlo, se suponía que debía ser parte de algo para tener mi lugar y ser grande como mi padre empresario mandaba, pero...

¿Por qué estábamos persiguiendo a tres tipos con pelucas?

—¡Ya es la segunda vez que nos roban los balones, malditos desgraciados! —gritaba casi todo el equipo, volviendo a correr por todo el campus como la última vez.

—¡Los necesito para travestirme! —respondió a gritos el chico con cabello negro que cargaba los balones, dejando caer fotografías de modelos. Un pequeño niño solo asintió y el rubio parecía apunto de romper en llanto.

Esto era demasiado raro.

Revisé el reloj esperando que fuera hora del ensayo de la clase, cualquier cosa era mejor que esto. Al percatarme de lo tarde que se me hacía volví a las bancas por mi mochila para ducharme en las regaderas.

—Chicos, me retiro. Háblenme cuando tengamos que torturarlos como la última vez. Déjenme al pelinegro. —Exclamé a los demás y entré de nuevo al instituto, con el uniforme del equipo.

Recién crucé las puertas, sentí la mirada de todas las chicas a mi alrededor acosándome. Comenzaba a cansarme ver a todas igual, siempre sobre mí y buscando más de lo que yo era.

—¡Val, ¿cuándo nos volveremos a reunir?! —preguntó una de las chicas apareciendo de repente en mi camino. La miré molesto, intentando darle a entender que se alejara, pero era demasiado necia—. ¡Val, vamos, quiero otra noche contigo!

—En tus sueños. —susurré directo a su oído, causando un sonrojo de su parte que calentó el ambiente. Creí que no entendió el hecho de que no quería verla de nuevo.

Demian... No necesitabas despertar hormonas en la chica. Gracias por arruinar este libro ridículo.

La rubia que venías a lo lejos presumiendo su trasero en mini falda y sus tacones, con una gran sonrisa, y muchas cosas que decir era nada menos que mi novia, mi estúpida novia que no paraba de hablar sobre actualizaciones de internet y fotos que "debíamos" recrear juntos.

Hoy no era mi día.

—¡Val, debes renunciar a la obra ahora!

Su grito optimista casi rompió mis tímpanos, de no ser por el cabello que cubría mi oreja.

—¿Eh?

Me hizo entrar a la obra, me hizo vestirme ridículamente, me hizo pasar vergüenza por actuar y ahora quería que renunciara a la obra solo porque ella no quedó como protagonista.

"Las mujeres son un asco a veces", me repetí, irritado.

—¡No quedé como la bruja principal! —¡esa bruja se llama Abigail, niña arábiga! — ¡Y yo quiero que estés conmigo!

–Arábiga: Persona muy difícil de entender–.

—Oh, que mal... —me agaché hasta su altura fingiendo pucheros—. Tenemos que terminar entonces. Ya no te soporto y tú no soportas que alguien sea mejor que tú, ridícula piruja.

Las lágrimas falsas que soltó y sus ofensas ni si quiera llegaron a causarme empatía, prefería estar fumándome un porro detrás de la escuela. Por favor, niña estúpida, solo llevábamos un mes saliendo, no era para tanto el escándalo que hacías.

Volteé a mi alrededor intentando buscar a alguien más que pudiera sacarme del problema inminente que transmitían las miradas de sus amigas.

Hora de actuar..

Apareció Evelyn en mi campo de visión, toda mal vestida y horrible entre el mar de chicas lindas. Incluso sus lentes estaban mal puestos y su traje le hacía ver como payaso. ¿Era una nerd o qué mierda le pasaba?

Si tan solo pudiera censurarlo sin que se diera cuenta...

La tomé del brazo, arrastrándola en frente de mí, para que mi "ex-novia" la viera con enojo. Le recogí el cabello en una coleta con mis dedos y posé mi barbilla en su hombro, mirando con seriedad a la chica de la cual ni si quiera recordaba su nombre.

Saldré con una verdadera protagonista ahora.

Informé. La chica huyó haciendo una rabieta con sus manos aplastando la esponja de su maquillaje. Las otras dos pelirrojas se apartaron haciendo una brisa de aire con sus largas extensiones. Sentí el temblar de Evelyn, la fea que participaba en la misma obra.

Ella volteó y me miró sorprendida y quizás un poco ilusionada.

—Eh... Yo... ¿Qué dijiste? —preguntó tartamudeando. Sus ojos se abrieron como platos, y su respiración se oía entre cortada, erizando mi piel por su casi taquicardia.

Alguien sáqueme los ojos. Creo que lloraré. ¿Cómo que abierto como platos? Ayúdenme.

—Eh, en realidad me das asco. Perdón por eso —me excusé indiferente dándole un golpe en la cabeza como señal de burla—. Solo estaba bromeando, era para alejar a esa otra cosa desagradable de mí. No te lo tomes muy en serio, ¿vale, ratita? ¿Cuál dices que era tu nombre?

Tal vez fue mi imaginación, pero de repente me comenzó a ver con ojos desagradables, como si estuviera apunto de vomitarme encima por mi mal olor. Parecía que me odiaba desde sus entrañas. Parpadeé creyendo que había perdido la cabeza.

—Ah... no te preocupes. Me alegra haberte servido de ayuda, Val... —ahí estaba. Volvió a poner una expresión de niña buena, una sonrisa y un rostro apenado—. Soy Evelyn Clark.

Era interesante...

—Ah, ya veo —le di la espalda—. Te veo en el ensayo, ratita. Hazme reír un buen rato con tu actuación —le hice unas señas con mis manos y seguí mirando hacia adelante. Siempre un paso adelante.

~•~•~•~

Ethan.

—Antes de que digas al... —el puño de Evelyn se estrelló contra mi rostro, haciéndome pensar en porqué razón siempre antes de terminar los capítulos ella me golpeaba—. ¡En serio quieres arruinar mi precioso ser, ¿no es así?!

—Yo también me canso de golpearte, pero créeme, es demasiado molesto estar soportando a un censura que desecha chicas como si no importaran, y todo lo que dice me da ganas de suicidarme y de reírme de él hasta el final de los tiempos. —dijo tan rápido como si fuera una grabadora—. Es... R.E.P.U.G.N.A.N.T.E.

—Me sorprende que sepas deletrear. —volvió a sacar su puño de forma amenazante—. ¡Es maravilloso que puedas deletrear, querida Evelyn! ¿Quieres ir a comer helado conmigo y mi linda cara sin heridas?

Sonrió ante mis palabras.

—Evelyn Clark... —suspiré—, eres tan zopenca.

~•~•~•~

—¿Puedo pedir más helado? —preguntó con los ojos brillando, levantándose de la mesa de golpe. Todos voltearon a verla raro por el estruendo, pero a ella le dió muy igual.

Sí, así era también el mundo real. Haces algo tonto y sólo se ríen por tu reacción. Tan diferente a las historias.

—Claro, eres una protagonista cliché. Nunca engordarás mientras estés en el libro y tienes dinero ilimitado. —Sonreí intentando molestarla. ¡Los personajes no clichés no tenían esas oportunidades!

—Vaya, es lo único bueno de ser un cliché... —se quedó pensando en el infinito y más allá por al menos un minuto— ¡Hey, ¿ENTONCES POR QUÉ NO ME DEJABAS COMER MIS HAMBURGUESAS?!

Ups, ya se dió cuenta.

—Solo por molestar. —Respondí indiferente, saciando mis notas para releer.

Ella, indignada, fue por su helado. Le atendió un chico sonriente de cabello castaño y ojos verdes. Ya lo había visto varias veces en esta heladería. Si no me equivocaba, era el próximo protagonista de "La chica de la letra cursiva". Realmente me sentí mal por él, por todo lo que le esperaba y él aún no lo sabía.

Mucho, mucho dolor aproximándose como una avalancha. Era lo peor de ser narrador, atraer el destino de los demás.

—Pobre. —Le di un sorbo a mi helado con un sentimiento raro. Por todo lo que había leído, creí que eso era nostalgia... o, realmente no lo sé.
Me sentía como si lo hubiera comido antes, acompañado.

Un recuerdo llegó a mi cabeza. Definitivamente ya lo había comido. ¿Matt lo habría comprado? No, no era así.

En el recuerdo habían dos chicos disfrutando café y helado, uno de ellos era el chico de cabello negro que escribía una historia en mis sueños, amargado. Me sentí desesperado, ¿pero que era estar desesperado realmente?

Algo está mal conmigo, estoy seguro. No, algo está mal con el universo literario. ¿Por qué las historias parecen estar conectándose más de lo usual?

—¡¿Qué ya no hay helado de flan?! ¡Váyanse a la censura! ¡Hijos de censura! Trabajan para atender, así que consíganlo ahora —comenzó a gritar Evelyn mientras golpeaba el mostrador y reclamaba por más helado.

—Realmente quiero renunciar... —susurré, cerrando los ojos en busca de paz.

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