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Tomó con fuerza el cabello tintado del chico frente suyo y lo tiró para atrás, obligándolo a que lo mire.

-¿Tienes idea de lo fastidioso que es esto? Sólo me haces perder el tiempo.

El pelirojo tembló y con esfuerzo intentó hablar, fallando al momento de toser por su garganta seca.

Jimin gruñó y tiró más de aquellos rojizos mechones, encontrándose un poco aburrido con la situación.

—P-por favor.

La súplica forzada del beta lo hizo rodar los ojos

—Esto es tú culpa, yo fui muy amable contigo, ¿no lo crees?, tuve piedad de ti, pero ya no puedo esperarte, mis socios y yo creemos que un año fue suficiente para pagar tu deuda.

El beta cerró los ojos con fuerzas.

—Sólo deme un poco más de tiempo, ya casi junto el dinero.

Jimin lo pensó un poco, o al menos eso le hizo creer. Soltó el cabello del beta y se hizo para atras, sonrió cuando sacó el arma que mantenía guardada. El beta palideció.

Pero justo cuando estaba a punto de disparar una melodía algo graciosa lo detuvo. Jimin lo reconoció, era el tono de llamada que su omega se había colocado con la intención de avergonzar al gran alfa que todos temían, y lo logró, claro que sí lo hizo, Jimin estaba muriendo de verguenza, ¡estaba a punto de matar a alguien! Ese maldito y ridículo tono no daba para nada con la situación.

—¿Sí? —contestó, evitando sonar molesto.

¿Así me saludas?

Jimin no lo veía pero podía jurar que su pequeño estaba haciendo un bonito pucherito.

—Bonito, ahora mismo me encuentro ocupado.

¿Dices que eso que estás haciendo es más importante que yo?

—Yo no dije eso.

—Lo hiciste —bufó—. Yo sólo quería desearle buenas noches a mi alfa.

Y el corazón del alfa se calentó mientras su sonrisa se hacía presente en sus labios. Yoongi lo volvía tonto.

—Buenas noches cariño, nos veremos mañana.

—Espero que no mientas, ayer me dijiste lo mismo.

—Ya te lo expliqué, tuve un asunto de último momento.

—Bien, te creeré. Te amo alfita.

Jimin suspiró enamorado.

—Te amo omega, duerme bien.

—Tú igual.

Y la llamada fue cortada por Yoongi, dejando a un Jimin sonriente, sonrisa la cual se borró al ver al beta delante suyo.

—Claro, tú, ¿en qué estábamos?

El beta parpadeó.

—¿E-en que iba a darme más tiempo?

Jimin rió.

—Buen intento.

Y el gatillo fue jalado.

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