Capítulo extra 02.

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POV. Christian.
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No creí que estaría listo para ese día, mucho menos para toda una vida de sobreprotección y preocupación a partes iguales.

Pero ya están aquí y debo hacerlo mejor de lo que mis padres biológicos de mierda hicieron.

Y eso implica levantarme a las 4 de la madrugada a cambiar pañales apestosos.

—Sh, sh, estoy aquí. —entro en la habitación de los mellizos y enciendo la lámpara de la mesita—. ¿Quién quiere ir primero?

La pequeña Phoebe se remueve en la cuna, haciendo que Raymond también se despierte. Y eso solo significa que ambos quieren comer.

Tomo primero a Phoebe, la llevo al cambiador y le pongo un pañal seco antes de llevarla a nuestra habitación. Con los mellizos despertando cada dos horas, Anastasia está tan exhausta que no escucha el monitor de bebé y es mi tarea atenderlos.

La coloco junto a mi esposa y toco el brazo de ella para despertarla.

—¿Nena? Es hora de comer. —sus ojos se abren lentamente—. Phoebe está lista.

Ana parpadea un par de veces para despabilar, luego acerca a Phoebe a su pecho bajando la blusa de tirantes que le permite sacar una teta llena y redonda que me hace agua la boca.

—Christian... —se ríe—. La leche es para los bebés, no para su padre.

Le dedico una sonrisa torcida.

—Siempre pueden compartir, nena. Y te ayudará a aliviar un poco el dolor.

La risa de mi esposa hace vibrar su pecho, haciendo que el pezón se deslice de la diminuta boca de mi hija y chille. Lo tomo como una oportunidad para traer a mi hijo.

Mierda, mis hijos.

Aún estoy un poco aterrorizado de saber que podría joder sus vidas, pero Ana dijo que debo confiar en mis instintos y en que juntos haremos lo mejor para ellos.

Tomo a Raymond de la cuna que comparte con su hermana, le cambio el pañal apestoso y lo llevo a mi habitación. El pequeño debe esperar a que Phoebe se alimente antes de que sea su turno, así que lo pongo contra mi pecho desnudo y me siento en la mecedora.

—Son tan pequeños. —susurra Ana sosteniendo los deditos de mi hija.

—Si.

Tienen un mes de nacidos y me siguen pareciendo tan frágiles que me preocupaba lastimarlos. Por suerte las clases de crianza ayudaron a controlar algunos de esos temores.

Cuando la pequeña niña deja de alimentarse, acerco a Raymond para que lo haga y tomo a Phoebe sobre mi pecho para hacerla eructar, con suerte esta vez no será sobre una de mis costosas camisas.

—¿Te arrepientes? —escucho el susurro de mi esposa.

—¿De esto? ¿Del olor a popó y leche agria? —dejo un beso en la cabecita de mi niña—. No.

Eso es suficiente para hacerla sonreír, sus ojos cansados y adormilados me dicen que esta más cerca del sueño que el par de bebés. Llevo a Phoebe a su cuna y pongo el monitor antes de volver por su hermano.

Hago el mismo procedimiento, haciéndolo eructar sobre mi hombro antes de acomodarlo junto a su hermana y volver a mi habitación. Para cuando me deslizo debajo de las sábanas, el ronquido de Ana me indica que finalmente cayó dormida.

Y serán unas dos horas antes de que lo bebés quieran alimentarse de nuevo.

Lanzo la sábana por encima de su cuerpo y le rodeo la cintura para apretarla fuerte contra mi.

La próxima vez que abro los ojos, la luz se desliza por la cortina entreabierta del balcón y observo el puesto vacío a mi lado. Un vistazo rápido al despertador en la mesita me indica que son las 9 de la mañana.

Carajo.

Me tambaleo hasta el baño por una ducha fría, me pongo ropa deportiva cómoda y voy en busca de mi esposa. Los niños no están en la habitación, por lo que supongo están abajo con Ana en su corralito.

Ni siquiera alcanzo a mirar más allá de la sala cuando Grace se interpone en mi camino con Phoebe en sus brazos.

—¡Buenos días, cariño! —carajo, demasiada emoción antes de mi taza de americano—. ¿Cómo estás?

—Genial. —beso su mejilla y la de mi hija—. Un poco cansado.

Si creí que levantarme a mitad de la noche para traer a los mellizos para ser alimentados era cansado, me mordí la lengua cuando me percaté de los círculos oscuros debajo de los ojos de Ana.

Sería egoísta quejarme.

—¿Por qué no me dejas cuidar a estos pequeños bebés mientras tú y Ana toman un día de descanso? —balancea a mi niña suavemente—. Ana se extrajo algunas onzas de leche y eso debería ser suficiente para llenar estas pancitas el resto del día.

Miro a Ana esperando que diga algo, pero por su expresión, parece entusiasmada.

—¿Qué piensas?

Ella sonríe tímidamente.

—No lo sé, tal vez sea demasiado trabajo, pero nos vendría bien descansar un poco.

—Tonterias. —se queja Grace—. Puedo cuidar a dos bebés, justo como lo hice con Christian y su...

No hace falta que lo mencione para que sepa a quien se refiere. Después de la demanda por difamación interpuesta contra Katherine, se determinó que debía pagar una costosa multa que terminó por costarle su empleo.

En cuanto a Elliot, ya no está aquí para pagar por todo lo que hizo, pero fue de conocimiento público cuánto daño nos causó.

Mis ojos se estrechan sobre Grace.

—¿Y dónde está Raymond? —ese niño no sabe ser silencioso.

—Aquí. —dice una voz y se levanta del sofá con mi niño dormido en sus brazos.

Carrick Grey palmea mi hombro.

—No sabía que estabas aquí.

—Si. —luce ligeramente incómodo—. Esperaba venir a ayudar a cuidar a mis nietos, tu mamá me dijo cuan cansados están tú y Ana.

—Lo estamos.

Ana me sonríe con el sueño grabado en su expresión y decido que podría dejar a los Grey estrechar vínculos con mis hijos. Sus únicos nietos ahora.

Mi esposa se pone de pie.

—No se qué quiero primero, si una larga ducha con agua caliente, dormir más de cuatro horas o salir a tomar un respiro.

Cómo tengo mis propias ideas en mente, arrastro a mi esposa a la habitación.

—¡Christian! —chilla cuando le saco el vestido por encima de la cabeza.

—Nena, no quiero sonar egoísta pero han pasado 30 malditos días, necesito tocarte.

Muerde su labio inferior y se recuesta en la cama, dándome permiso sin decirlo. Y lo sé, está amamantando pero es tan fértil como antes de tener a los mellizos, así que compré una caja entera de condones.

Me quito la ropa rápidamente y me subo a la cama con ella, besando lentamente su cuello, sus enormes tetas llenas y bajo por su vientre. Espero que en cualquier momento suelte una risita o se retuerza, pero ella no lo hace.

Nada.

Ni un movimiento.

Levanto la cabeza para mirarla y, tal como sospeché, su pecho se mueve con lentas exhalaciones porque se quedó dormida tan pronto como se acostó en la cama.

Mierda, ahí va mi oportunidad más reciente de sexo.

Me acomodo junto a ella como nada noche, pasando mi brazo por su cintura para apretarla contra mi y cierro los ojos. Tal vez solo debamos dormir y lidiar con el sexo después.

Si, eso haré. Estoy seguro de que las cosas volverán a la normalidad... Pronto.

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fabygreysteel muchas felicidades por tu cumpleaños, ya te debía este capítulo. Un abrazo fuerte, hermosa!

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