Capítulo 15: Conversaciones reveladoras

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—Nada… Nada… Nada… Nada… Ah, venta ilegal de datos, pasaportes, carnés de identidad… ¿Para qué mierda quiero esto si ya estoy muerto?

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—Armas… Podría comprarles algunas armas a los proxys para que se maten entre ellos. Eso sería divertido siempre y cuando tuviera dinero… —di un manotazo en la mesa del ordenador y me estiré hacia atrás mientras me tapaba el rostro con las manos— Aaaaagh… Ni estando muerto tengo dinero… ¿Por qué no pude nacer en una familia rica? Podría haber tenido todos los juegos que hubiese querido, a lo mejor una buena familia, mejores amigos… —hundí mi rostro en el escritorio— Y podría haber tocado una teta antes de morir… —murmuré y solté un gruñido.

—Veo que a pesar de ser una entidad sigues teniendo tus instintos primitivos humanos, Benjamin. —Una voz retumbó en mis cabeza, haciendo que me levantara de golpe y me irguiese.

—Za-Zalgo… —cerré mi boca y tragué en seco bajando la mirada.

—Ben —su voz hizo eco en mis oídos—, agradezco que estés fuera de tu… lugar, así me evitas las molestias de tener que sacarte de ese monótono videojuego. Tienes que visitar a una vieja… conocida.

—¿Vieja conocida? ¿Puedo saber quién es? —Fruncí levemente el ceño.

—Oh, pero si ya la conoces. La has visitado hace años una vez y hace unos días le mandaste varios mensajes. —El tono de Zalgo sonaba algo burlesco.

—¿Te refieres a Janna? ¿La policía fracasada?

—Esa “policía fracasada” vale mucho más de lo que crees, Ben. Ella puede devolvernos la fama exactamente de la forma en la que la necesitamos y la queremos.

—Pero no tiene credibilidad alguna, según lo que sabemos, cada vez que ha intentado exponernos al mundo ha fallado y ha arruinado su reputación. ¿Por qué esta vez sería diferente? —dirigí mi mirada al techo de la pequeña cabaña.

—Porque esta vez, Ben, dirijo todo yo —sentenció, su voz se escuchaba como si estuviese al lado de mis tímpanos—. Así que, deja de estar jugando a los detectives y haz tu maldito trabajo, que para algo te he dado una segunda oportunidad para “vivir”.

Sentí una succión frenética que recorría la salida de mis oídos. Dejé de apretar con fuerza el cabecero de mi silla y traté de tranquilizar mi respiración, las entidades también podíamos sentir miedo, angustia, pánico o nerviosismo, y Zalgo era capaz de hacerme sentir las cuatro emociones a la vez en poco tiempo.

Me volví a sentar en mi silla. Toqué con mis dedos la tela, el cuero, los acolchados, tratando de que mis nervios dejasen de estar a flor de piel.

—Por desgracia, ya no tengo la suerte de que me llegue a dar un paro cardiaco… —murmuré y poco a poco mi cuerpo comenzó a desvanecerse. Abrí los ojos y me materialicé en el hogar de la detective fracasada.


Hacía años que ya tenía como rutina ir de “caza” casi a diario, hoy no era una excepción. Volvía de la ciudad, estaba manchado de sangre. 

«Tendré que volver a ducharme, qué fastidio…», no dejaba de quejarme en mi mente. «Con lo fácil que habría sido esperarme y lavarme solo una vez al volver».

Levanté la mirada del suelo y respiré aire puro, la maleza del bosque ya me empezaba a engullir. Sonreí al ver aparecer a una pequeña figura con un vestido rosa tan claro que fácilmente se confundía con blanco.

—¡Jeff! ¡Por fin llegas! —exclamó gritando mientras corría hacia mí. Alcé a Sally con energía y seguí caminando con ella entre mis brazos.

—¿Me echaste de menos?

—No —dijo soltando una risita que me contagió—. Pero hay una persona que sí —Miró hacia un lado con picardía—. Tenny me dijo que quería verte, y solo quiere verte ella —cuando dijo eso mi risa se cortó y me detuve, mirándola para ver si se trataba de una broma de las suyas.

—¿Cómo que quiere verme? —pregunté algo serio. Pensaba que tendría que esforzarme algo más para que no le molestase mi presencia.

—Les fui a dar comida y Tenny me preguntó si te había visto, ya que se le hacía raro que no pasaras por allí como siempre. Le dije que estabas en la ciudad con tus “cacerías” —puso comillas con los dedos y luego comenzó a acariciarse el pelo—. Le pregunté si debía contarte esto, y entonces ella dijo "¡sí!" y Brian y Lana dijeron a la vez "¡no!". ¡Fue muy gracioso! —dijo riéndose— Aunque la cara de Carl mirando a Tenny daba un poco de miedo… —murmuró recordando la expresión del bicho raro— Es un tanto peculiar…

—Carl es raro… No te acerques a él aunque te puedas defender tú sola —dije y pensé en lo que había dicho acerca de Tenny, ¿para qué querría verme si la última vez saqué a pasear a Lana?

No interrogué mucho más a Sally, tampoco tuve ocasión. Una estática se empezó a apoderar de mis oídos y cuando me quise dar cuenta, Sally se había desvanecido. Sin darle más importancia me dirigí al almacén. Es increíble lo mucho que me he acostumbrado a las amistades con fantasmas.

Caminé hacia la famosa celda. Solo mis pasos rompían el silencio, y lo cierto es que me gustaba. 

—¿Entonces? —Pregunté mirando a Tenny entre los barrotes, aunque tampoco tenía claro qué me gustaría que respondiese. Atónita, pronunció mi nombre casi en un susurro, pero nada sonaba más fuerte que las palabras del bicho raro de Carl.

—Hijo de perra… —le oí decir. Toda la sangre me subió a la cabeza, tenía suerte de que ya había descargado ira en la ciudad.

—¿Qué mierda has dicho, niñato de mierda? —No me consideraba el mejor insultando, pero nada de eso importaba cuando podías pasar a la celda donde tu presa se acobardaría con facilidad. Miré a Carl a los ojos, esperando que bajase la mirada.

—Maldito hijo de perra, eso es lo que he dicho, ¿estás sordo o qué? —Alzó la voz. Tengo que admitir que esto nunca me había pasado con un no-Creepypasta.

«Bueno… tendré que esforzarme un poquito más para acobardarlo. Nadie me deja en ridículo». Sin pensarlo mucho, saqué mi cuchillo, pero antes siquiera de alzarlo, Tenny se adelantó y pegó a Carl en la cara con tanta fuerza que el bicho raro cayó al suelo desorientado.

—T-Tenny… ¿P-pero qué haces? —preguntó Carl con los labios temblando. De fondo se oía a Brian y Lana cuchichear, nada demasiado interesante. No más que esto, al menos. 

—¿¡ERES IDIOTA, PLAGAUNADO!? —Comenzó a gritar Tenny. Esto me ha sorprendido de forma agradable, debo admitirlo— ¿¡TE CREES QUE ESTO ES UN JUEGO!? ¿¡TE CREES QUE TIENES UN CONTINUAR Y TRES VIDAS!? 

—P-pero… 

—¿¡HACE UN PUTO MOMENTO ME ESTABAS REPROCHANDO EN QUE ME ESTABA EXPONIENDO DEMASIADO AL PELIGRO Y TÚ AHORA LE INSULTAS A ALGUIEN QUE ES MUCHO MÁS FUERTE, RÁPIDO, INTELIGENTE Y ASTUTO QUE TÚ!?

—Me vas a hacer sonrojar —no pude evitar decir. Ya sabía de qué trataba todo esto. «Definitivamente quiere reunirse conmigo para algo. ¿Querrá utilizarme para intentar escapar?»

—OH, DIOS, EN SERIO, NO ME PUEDO CREER QUE HAGAS ESTAS ESTUPIDECES —siguió gritando, histérica. Empezaba a ser algo molesto su tono de voz— PIENSA CARL, TIENES UN PUTO CEREBRO, ¡PIENSA! —Tenny se dirigió a la puerta de la celda. ¿Tan impaciente estaba por hablar conmigo?

—Vaya genio… —dije y salí con ella. Cerré bien la puerta de la celda y nos dirigimos hacia el bosque— Estoy impresionado.

—¿De qué? —preguntó mirándome. Su tono de voz era estático.

—El truco de mierda que has usado para salir de la celda y hablar conmigo —Tenny dejó de andar y me miró con cara de sorpresa— y salvar a tu estúpido novio de la subnormalidad que hizo, a parte de lanzarme piropos delante de él para joderlo más y frustrarlo, eres manipuladora… —dije mirándola directamente a los ojos, quería saber qué guardaba en su interior.

«Si realmente ella es como era yo, no debería ser malvada. De momento».

—¿Funcionó, no? —se cruzó de brazos y alzó la cabeza con algo de prepotencia— Eso es lo importante.

—Sí, lo más gracioso es que me subestimaste pensando que no me daría cuenta.

—Los hombres no captan las indirectas.

—No todos los hombres son como "Plagaunado" —se me escapó una carcajada—. Pobres padres, tener un hijo tan… rarito y hormonado como ese… 

—Carl… Carl no es raro, solo diferente… 

—Ya, ¿y para qué querías verme con tantas ansias? —Me estaba cansando, quería ir directo al grano. Me puse a caminar y Tenny me siguió unos segundos después.

—Pues… me extrañaba que no hubieras estado en todo el día, no habías venido a la celda, y es raro.

—Vaya, pensé que estarías más feliz con que no fuese, como la última vez me estabas echando… —volteé los ojos. Tal vez Liu tuviese razón, debería tener cuidado con mis nuevas “amistades”. 

—¿Estás molesto por eso? —preguntó Tenny con una ceja arqueada. Pensé bien mis palabras, pero parecía que me estuviese tomando el pelo.

—No, me gusta que en vez de degollarte o regalarte una puta corbata colombiana te haga un sándwich, te dé de MI comida y de la nada me trates como la mierda. Soy masoquista.

Tenny soltó un suspiro y ladeó la cabeza.

—Han muerto cuatro de mis amigos, dos de ellos por la misma situación en la que estoy yo, y temía que mataras a Lana o algo. 

—Bueno, eso es comprensible… —miré al cielo. Por un momento se me había olvidado la situación extrema en la que se encontraban, y yo también he sido muy desconfiado en mi pasado— Pero de todas formas, debería haberte matado por eso. Llega a ser Laughing, Eyeless u otro y ya te tendría de trofeo en mi pared como si fueras un ciervo.

—Podría estar divertido —soltó. No pude evitar mirarla con extrañeza—, la experiencia, me refiero, que te pongan como un trofeo como si fueras importante…

«Yo mismo podría haber hecho ese comentario».

—Tienes un extraño sentido del humor, ¿sabías? —dije y Tenny me miró a los ojos con una muy pequeña sonrisa.

—¿Lo dice un asesino que bromea con cadáveres, racismo y homosexuales?

—Pero eso tiene gracia, a menos que seas alguien turbio…

—Por eso estás sonriendo por la broma.

—Siempre estoy sonriendo, "experta en historias de internet".

—Perdón por no conocer tu vida y creer en la única fuente de información que tengo para saber de vosotros.

—Buen intento, Tenny, pero no cuela conmigo —contesté mostrando los dientes mientras sonreía. 

—¿Me haces otro sándwich como la otra vez? 

«Qué atrevida…»

—Si robas o compras tú los ingredientes, me lo pensaré —querría haber sonado más serio, pero se me escapó una pequeña risa.

Abrí la puerta de la cabaña para encontrarme con mi hermano semidesnudo tumbado en el sofá. Me confié demasiado al creer que volvería más tarde que yo.

—¿Qué mierda haces aquí otra vez? —Le preguntó a Tenny. 

—Oh, por Dios… —sus mejillas se coloraron y se tapó los ojos con las manos.

—Estoy en mi puta casa, no me voy a vestir para que tus hormonas no se alboroten.

—No eres mi tipo, no me gusta ver hombres semidesnudos, solo eso.

—Te vas a tener que joder, embrión.

«¿Por qué demonios la he traído a la cabaña?»

—Vamos, mejor te preparo algo para comer… —dije para cortar la tensión.

—Jeff, tráeme una bolsa de papas y helado de vainilla —me pidió Liu, claramente enfadado.

—Acabamos de cenar, ¿para qué quieres eso?

—Ah, es que pensaba que estabas de mayordomo o sirvienta, ya que te has puesto muy servicial desde que esa vagina con patas pisó nuestra cabaña —respondió sin quitar la mirada de la tele. Estaba escuchando las noticias y Tenny puso atención en ellas. 

Estaban hablando sobre su desaparición y la de todo el grupo, nombrando como cuerpos encontrados a todos los muertos menos Fu. Varias fotos del grupo fueron pasando mientras informaban de que el caso había pasado a manos de la PCE, Liu y yo nos miramos. La Policía de Casos Especiales siempre se metía en nuestros asuntos. 

Aproveché que Tenny estaba completamente embobada en la televisión para entrar a la cocina y prepararle un plato de espaguetis blancos.

—Tenny —la llamé y le tendí la comida. 

«¿Qué demonios estoy haciendo? ¿Por qué la he traído ya dos veces a comer? Sí, siento empatía por su situación, pero me estoy pasando de cariñoso. Me he reído con una broma suya, esa tontería va a hacer que me duela matarla cuando tenga que hacerlo. ¿Por qué me expongo a esto? Con lo fácil que habría sido secuestrarla y no volver a tener contacto con ninguno de esos adolescentes. Pero yo tampoco tenía culpa, no quiero ser como Randy… ¿Soy como Randy si trato mal por tanto tiempo a unos inocentes indefensos?»

Sin avisar, Tenny movió su mano frente a mis ojos.

—Ah, ¿qué? —dije volviendo en mí.

—Que está bueno, Jeff —sonrió y siguió comiendo.

Marcos Chávez tardó un día en despertar del somnífero de Cody. Lo teníamos atado a una simple silla en mi cabaña, en la habitación donde guardo mis armas.

—Ya os lo he dicho… Mi nombre es Paolo Segura, os estáis confundiendo… —decía con pocas energías. El somnífero tenía sus efectos secundarios.

—Chávez… —lo miré de frente y me quité todos los artilugios de la cara, a lo mejor al reconocerme reaccionaría— Soy yo, ¡Toby, el hermano de Lyra! —intenté decir en tono alegre—. No tienes de qué preocuparte, solo quiero saber una información de nada, y si no has hecho nada malo no tienes por qué tener miedo.

Cody, con su rostro tapado, se agachó a la altura de Chávez y retiró la manga de su camisa, luego, acercó una jeringuilla a su brazo. El pobre diablo comenzó a chillar.

—Si nos cuentas lo que nos debes contar —proseguí— no hará falta que te pinchemos nada. 

—Qui-quiero una garantía de que saldré con vida y bien s-si hablo —Se notaba nervioso, pero seguramente esta no fuese la primera vez que se encontraba en una situación complicada.

—No queremos problemas con la mafia ni con la policía —contesté— así que cuando hables, te haremos olvidar lo ocurrido pero te devolveremos en perfecto estado a quien tú prefieras. A nosotros no nos conviene que nos investiguen por tu desaparición, esa será tu garantía. —Su cuerpo se relajó al escucharme.

—¿Y cómo sabréis que no miento? 

—Simplemente no mientas —habló XVirus— y no tendrás que averiguarlo —. Cody acercó de nuevo la jeringuilla al brazo de Chávez, y él se removió gritando que lo contaría todo, no haría falta que le pinchásemos. Al parecer odiaba las agujas.

—Lyra me dejó cuando se enteró de dónde me estaba metiendo, y… yo no pude soportar que me rechazase —tuve que controlarme, sabía lo que venía ahora— así que, cuando me enteré de esa escapada con amigos que iba a hacer, me encargué junto con unos colegas de provocar el accidente. No fue nada grave, de hecho ninguno murió al instante. Sacamos a Lyra de allí y al resto los matamos nosotros mismos para que no hubiese testigos. Luego quemamos el vehículo.

Una sensación rara se apoderó de mí. Por un lado, mis ganas de matarlo se incrementaron al saber que todo lo había planeado él. Por otro lado, una gran felicidad invadió mi cuerpo: Lyra no murió aquel día.

—La… la tuve secuestrada unos meses —siguió diciendo a gran velocidad— p-pero solo la tenía yo, no dejaba que nadie más la tocase. Un día, mi superior me hizo una gran oferta, necesitaba dinero y me propuso llevar a Lyra a las calles para conseguirlo. A cambio, se ocuparía de aumentar mis influencias por la zona.

—¡¿QUE HICISTE QUÉ?! —Con rabia agarré a Chávez de los hombros y lo tambaleé. Iba a golpearlo en la cara cuando Cody me detuvo.

—Toby… te está dando la información que querías.

Chávez aumentó el ritmo de su respiración y me miró con miedo. Agarré una silla y me senté frente a él, intentando calmarme.

—Prosigue… —dije.

—Y-yo, me prometieron que después de conseguir ese dinero volvería a tener a Lyra en exclusividad, pero acabé perdiéndole el rastro. Mi superior me destinó hacia otra zona del estado y me hizo el sub-encargado allí, como me prometió, pero se quedó con Lyra. He escuchado que fue abriéndose paso para controlar un red de prostitución, t-tu hermana debe seguir allí. —Chávez arrancó a llorar— Es todo lo que sé… ¡LO JURO! E-es todo lo que sé…

—Bien, dame el nombre de ese hombre.

—N-no es un hombre… —abrí mis ojos con sorpresa— se hacía llamar Valeria Volkova, p-pero muchos se cambian el nombre en este oficio… 

—Valeria Volkova… ¡¿No sabes nada más?! Su físico, su voz, su procedencia, ¡algo!

—T-tenía el pelo rojo, rojo teñido; los ojos de un marrón muy claro; la piel con un bronceado amarillento, como si fuese un bronceado falso, estoy seguro de que en realidad era blanca… Su voz… tenía una voz raspada y apestaba a tabaco. Eso sí, era altísima y tan delgada como… eh… ¡una bailarina! Sobre su pasado, solo se escuchaba que ella también fue prostituta, no sé si en realidad es rusa como su nombre… pero no tenía acento, que yo recuerde…

—¿Algo más?

—Nada más, ¡Lo juro! Fue hace tanto tiempo… ya le perdí el rastro, no sé ni si sigue siendo parte de nuestra familia. 

Cody me miró y nos mantuvimos en silencio por unos cuantos segundos. Chávez no pudo aguantar la presión.

—¡Llevadme a la policía, por favor! Ya os he dicho todo lo que queríais, pero aunque me borréis la memoria los mafiosos sabrán que alguien me ha tenido retenido y que he podido soltar información.

—Oh, ¿no que eran “tu familia”? —repliqué.

—¡Es solo una forma de hablar! ¡Por favor, dejadme con la policía! 

Tras tantas súplicas, Cody le puso una máscara y soltó un gas para que olvidase todo. Lo dejamos tirado cerca de una estación de policía con un cartel a su espalda “Marcos Chávez, alias Paolo Segura” escrito con letras de periódico. Nos desentendimos de él, ahora teníamos un nuevo objetivo: Valeria Volkova.

Curiosidad n°15: La cabaña de XVirus es en realidad un laboratorio lleno de artilugios y materiales que roban para él además de cuerpos o secuestrados para experimentar. Así, su cabaña solo se compone del laboratorio, una cama y un baño.

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