Capítulo 5: Ahí sale la comadreja

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—Estoy un poco cansado de esto, en serio —dije apoyado en la pared, mirándola fijamente a través de mi máscara.

—S-Slenderman e-es u-una plaga… ¡D-debe de ser exterminada! —escupió sangre Honey. La había amarrado al tronco de un árbol después de que Hoodie la torturase con el fierro. Su cuerpo estaba lleno de sangre y le faltaba un ojo.

—Tú y los proxys rebeldes tenéis que acabar con esta tontería. Solo os arriesgáis por nada.

—¡Slenderman debe morir! —exclamó exasperada.

—Os unísteis por voluntad propia.

—¡NOS SECUESTRÓ PSICOLÓGICAMENTE! ¡MASKY, POR FAVOR! ¡TIM! ¡SOIS LO SUFICIENTEMENTE LISTOS PARA SABERLO! ¡SLENDERMAN Y TODO ESTO ES UN ERROR! ¡LOS CREEPYPASTAS, LOS PROXYS Y TODO ESTE ESTÚPIDO GRUPO NUNCA DEBIÓ HABER EXISTIDO!

—Nunca… vuelvas… a… llamarme… Tim —apreté mi mano con fuerza, haciéndola un puño.

—P-pero… P-pero y-yo te admiraba, c-creí que estarías de acuerdo con…

—Eres una mentirosa.

Saqué mi pistola, le apunté y jalé el gatillo a la altura de su cabeza, dándole fin a su insignificante vida. Un proxy más, un proxy menos. No importaba cuántos muriesen si se trataba de los conspiradores.

—Masky —la voz de Hoodie a mis espaldas resonó en mis oídos—. Ha pasado algo.

—¿Ahora qué? —pregunté sin darme la vuelta.

—Dos han muerto —giré mi cabeza lentamente hacia Hoodie.

—¿Dos qué?

—De los secuestrados, han muerto dos. Al parecer Eyeless se comió a uno ayer por la mañana… 

—¿¡POR LA MAÑANA!? —caminé estrepitosamente hacia Hoodie interrumpiéndolo— ¿¡POR LA MAÑANA!? —repetí— ¿¡Y POR QUÉ NADIE ME LO HA COMUNICADO!?

—Toby iba a hacerlo.

Caminé a paso firme por el bosque, en menos de cinco minutos ya estaba en frente de su cabaña. Abrí la puerta con fuerza y Toby me miraba apoyado en la pared, como si me hubiese estado esperando.

—Nos vimos ayer… Hablamos ayer… —dije mirándolo— ¿Por qué mierda no me lo dijiste?

—Te habías ido —se cruzó de brazos y subió su mentón.

—¿Tienes boca para comer humanos pero no para informarme?

—Me alegra que solo me reprendas por lo de Eyeless.

«¿Solo?».

Recordé las palabras de Hoodie:

“Dos de los secuestrados han muerto”.

—Dime que no has tenido que ver con el segundo…

—No me eches la culpa, hice lo que tenía que hacer —inspiré lentamente y exhalé de la misma forma—. Sally y Jeff dejaron escapar a uno y tuve que matarlo.

—¿Y no pudiste simplemente meterlo en la maldita celda? —hablé entre dientes.

—Reaccioné rápido. Además, era solo uno y no avisó a nadie más para salir.

—Maldito idiota, da gracias a que no sientes dolor, porque si no… —Toby se acercó a mí, quedando ambos cara a cara.

—Venga, párteme la cara —ofreció su mejilla izquierda, le miré fijamente hasta que Hoodie vino por detrás separándonos.

—The Rake se ocupó de Honey —habló—. Slender ya sabe lo de los chicos. No parece enfadado, pero tampoco está contento.

—Eso es buena señal —dijo Toby—. Parece que no entraban en sus planes, pero parecía previsible.

—No lo sé —toqué los labios de mi máscara con mis dedos y bajé levemente la mirada—. Es algo que claramente podría pasar, pero al menos yo no lo esperaba tan… rápido. Eyeless fue por impulso, no me hace falta más. Supongo que Zalgo le dirá algo, pero tú… —me dirigí con calma hacia Toby— Realmente son dos muertes que se podrían haber evitado perfectamente. Dices que Jeff y Sally lo dejaron escapar al segundo, ¿no?

—Sí, estaban ahí. De hecho, Jeff dijo que se llevaría el cadáver —me quedé viendo a Toby por unos segundos y luego negué varias veces con la cabeza.

—¿Desde cuándo Jeff esconde sus cadáveres o fechorías?

Sin decir nada más, salí de la cabaña de Toby y caminé hacia la celda. No podía tomarme una noche libre, ni una. Si se me ocurría descansar una maldita noche, parecía que todo el mundo pensaba que podían hacer lo que quisieran.

Abrí la puerta principal, estaba como lo imaginaba. Jeff dejó el cadáver en frente de la celda, algo típico de él.

Di unos cuantos pasos hasta quedar frente a los adolescentes, mi vista se fijó en la morena que estaba en la esquina derecha, apartada de los demás.

—Ven —le ordené con la mayor calma que pude.

Ella obedeció como un corderito tímido. Sabía que no se fiaba de mí, no parecía tonta.

—Ayúdame con el cadáver, ahora —le espeté mirando su pecho, aunque con mi máscara ella no podía verlo.

—¿Cómo? —preguntó confusa.

—El idiota de Jeff lo ha dejado aquí, tengo que deshacerme de él y creo que a ti te vendría bien andar un poco —traté de sonar lo más amable posible, aunque no me miró con buena cara. Frunció el ceño y giró muy levemente su cabeza hacia la derecha.

—¿Estás diciendo que debo hacer ejercicio?

«¿Y desde cuándo eso es malo?» pensé y no pude evitar soltar una pequeña carcajada.

—Sí.

—¿Me estás llamando gorda? —se cruzó de brazos mirándome.

«Parece que tiene carácter» pensamos Tim y yo.

—No, no, es solo que se te van a atrofiar los músculos como no te muevas un poco —respondí sonriendo tras la máscara. Me devolvió el gesto y le abrí la puerta de la celda.

«¿Estás seguro de poder controlar esto?» dudó Tim en mi mente.

«Yo sí sé lo que estoy haciendo» contesté.

—Espero que no intentes escapar, sería una pena que una cara tan bonita como la tuya acabara destrozada como la de este pobre chico —susurré cerca de su rostro. Eso a cualquier chica le encantaba, sobre todo a las proxys con las que me descargaba.

—¡Lexy! ¿Qué estás haciendo? ¡Vas a acabar como Fu! —exclamó una chica de pelo castaño asustada.

—No os preocupéis, os la devolveré pronto —contesté—. Soy Masky —le dije a la chica, sus facciones del rostro estaban relajadas. Fácil.

—Lexy —me dedicó una dulce sonrisa.

—Lexy, ayúdame con esto —le pedí señalando el cadáver. Su cara de asco no tardó en aparecer. Demasiado sensible para mi gusto.

—No puedo... —dijo con voz temblorosa. Tragué en seco, todavía es pronto.

—Está bien, lo llevaré yo, sígueme —me ofrecí y arrastré el cadáver de su amigo hasta la salida. Lexy solo me seguía como un conejo a una hoja de una planta.

—Entiendes que solo será por unos momentos y no puedo dejar que te vayas, ¿verdad? —incliné levemente mi cabeza hacia ella mientras me miraba con algo de desilusión— Si no, me matarán... —miré al suelo y moví levemente mi pie derecho en círculos.

—¿De verdad? —preguntó asombrada— ¿Me dejarías escapar si pudieses hacerlo? —la dulce esperanza salía por su voz.

—Por supuesto, pero yo solo soy un peón en todo esto. No soy el que toma las decisiones aquí, solo el que las cumple. Aunque puedo tomarme algunas libertades, como dejarte salir por momentos siempre y cuando esté contigo... —murmuré subiendo levemente la mirada.

«Masky, se nota que aún es una niña…» comentó Tim con un deje de desaprobación.

«No me importa» respondí mentalmente.

—Es bueno saber que eres diferente a ellos, es reconfortante tener a alguien que entienda mi situación, Masky... —suspiró aliviada.

«Está muy desesperada…»

«Eso significa que lo estoy haciendo bien, deja de quejarte, Tim».

—Tenemos que volver, Lexy. Yo quemaré el cuerpo. Vuelve a la celda, ahora te la abriré —entrecerré los ojos y noté su sonrojo, captó la indirecta.

Caminó hacia la celda y dejé el cuerpo cerca de un árbol. Se lo daría de comer a The Rake o B.O.B. Regresé con Lexy, estaba como una niña buena esperando a que le abrieran la celda. Ya no intentará escapar, al menos de momento.

—Por cierto, siento lo de tu amigo. Eyeless me lo ha contado —pude ver su emoción en su sonrisa y ojos. Cerré la puerta y solté un suspiro.

«Acabo de asegurar un intento de escape menos, si consigo arrastrarla más tal vez pueda ponerla en contra de los otros».

Sonreí con solo pensarlo y me alejé del lugar yendo a lo más profundo del bosque. Tenía que asignar misiones a algunos proxys.

—Era un regalo de los ángeles para un pobre niño… Su ingenuidad solamente me ocultó… mi oscuro destino… ¡Nuestras mentes eran una sola! ¡Nuestras almas unidas! Luego creció y se fue, ¿dañar es divertido?

—¡PERDÓN POR INVOCARTE, LAUGHING! ¡PERDÓN! ¡PERDÓN! ¡NO ME MATES! ¡TE DARÉ CARAMELOS, DULCES! ¡LO QUE QUIERAS! —habló muy fuerte la niña. Estaba llorando de alegría, acorralada en la esquina. ¡Qué bien nos lo vamos a pasar! ¡Me encanta que me llamen para jugar!

—¡Sí, sí, dame dulces! —exclamé contento mientras me acercaba a ella. Ocultó su cabeza en sus brazos. ¡¿Por qué no quiere verme?!— Mm… —acerqué mi cara a la suya— Creo que eres tú la que necesita un caramelo, te veo algo cansada ¡y necesitas energía para jugar! —con mi mano agarré su cabeza para que me mirara—. El azúcar es muy bueno para dar energía, ¡y luego jugar horas! A ver que tengo por aquí… 

Me puse a rebuscar en mis bolsillos y ella fue destensando su cuerpo poco a poco. ¡Lo sabía! ¡No hay nada que los dulces no arreglen!

—Aquí tienes —le dije dándole un caramelo de fresa y nata. Ella lo agarró y me miró muy fijamente. No abría el caramelo, ¡¿por qué no abría el caramelo?!

—Gr-gracias… 

—Mm… ¿no te gusta el caramelo? ¿Por qué no te lo comes? —le contesté, confundido.

Ella de forma agitada lo abrió y se lo metió en la boca. ¡Qué prisa tiene por comérselo! La he juzgado mal, ¡le encanta! 

—Ya está… estaba muy rico, Laughing, muchas… muchas gracias… 

—Me alegro de que te gustara… —creo que voy a gastarle una pequeña broma— Bueno, eso significa que ya me tengo que ir —ella abrió mucho sus ojos, pobrecilla, está tan desilusionada…— ¡ME VOY A JUGAR! ¡JAJAJAJA!

Con rapidez la agarré de los hombros y di vueltas y vueltas con ella. ¡No paraba de gritar de emoción! 

Entonces, le pregunté qué forma le gustaba más: el perrito, la espada, el corazón, el mono… ¡Me encanta la globofexia! 

—¡POR FAVOR! —no paran de salir lágrimas de su rostro. ¡Está deseando jugar!— ¡DÉJAME IR! ¡POR FAVOR! ¡HARÉ LO QUE QUIERAS PERO NO ME HAGAS DAÑO! —Oh no… creo que no ha entendido que nos lo vamos a pasar genial jugando, ¡debo tranquilizarla! 

La dejé en el suelo, no paraba de llorar. Entonces le di un fuerte abrazo para calmarla. 

—Tranquila… solo quiero jugar, ¡todo el mundo se lo pasa genial jugando con Laughing Jack! ¡Siempre gritan de alegría! —No paraba de llorar. Creo que debo darle un abrazo más fuerte para que se calme.

Más fuerte… más fuerte… más fuerte… ¡Los abrazos fuertes calman a cualquiera!

[CRACK, CRACK, CRACK]

¡Oh! ¡Mira, ya no llora! ¡Pero qué calmada está! Los niños siempre se me han dado bien.

Creo que el abrazo la ha emocionado bastante, tanto que está… expulsando… sangre… ¿Por qué los niños expulsan sangre cuando les abrazo? ¿Por qué? Sally no lo hace, aunque Sally está muerta… Pero Sally sigue siendo una niña… Claro, ¡Sally debe saber! Aunque siempre evita el tema cuando pregunto…

—Oye, pequeña, ¿estás…? —vomitó sangre manchando mi traje— Oh, no te preocupes, Jason me lo lavará o me hará un nuevo, no te preocupes por mi traje, pequeña… ¡Ya sé! ¡Sé que te animará!

Me separé de ella, pero al hacerlo cayó al suelo haciendo un ruido sordo.

Sus ojos no se movían, miraban fijamente al techo y su ropa blanca estaba manchada completamente de sangre, y tenía algún que otro bulto…

Solté un suspiro, solo quedaba una última cosa por hacer. Levanté lentamente su camiseta hasta el pecho, con mi garra índice, clavé mi dedo en su pecho y lo llevé hacia abajo, hasta su estómago.

—Era un regalo de los ángeles para un pobre niño… Su ingenuidad solamente me ocultó… mi oscuro destino… ¡Nuestras mentes eran una sola! ¡Nuestras almas unidas! Luego creció y se fue, ¿dañar es divertido?

Canté mi canción con una pequeña sonrisa, los estómagos de los niños eran como las cebollas, iban por capas. Primero, debías apartar la piel, luego, el estómago, esófago e hígado, ¡y así teníamos los intestinos libremente! Perdón, serpentinas.

Las saqué con cuidado, los niños enmudecían cuando hacía uno de mis números estrella.

—¿Qué te hago? —murmuré mientras tiraba, el sonido de las tripas saliendo del cuerpo de la niña me recordaba a cuando Candy revolvía la comida en la sartén con la cuchara de madera— ¡Ya sé! Te gustaban los caramelos, ¿por qué no hacer uno?

Me llevé un trozo a la boca y desgarré con los dientes como si fuera cinta adhesiva. No necesitaba tanto para hacer un caramelo.

Enrollé un poco la masa con mis dedos y con mis garras fui perfilando un poco, al ser pequeño no se necesitaba mucha globofexia.

—¡Y listo! ¡Un caramelo del tamaño de tu ojo solo para ti… Mayra —leí el letrero de su cuarto, la chica seguía callada… Es normal que los niños sean tímidos.

—¡Mayra! —escuché una voz femenina desde detrás de la puerta, aunque algo lejana— Perdón por la tardanza… ¡Ya tengo tu torta de cumpleaños! ¡Acaban de venir tus abuelos y tus tíos desde México! ¡Ven a saludarlos!

—Hora de irse, la familia debe celebrar —susurré con una gran sonrisa y me fui desvaneciendo en una gran nube de humo— ¡Feliz cumpleaños número nueve, Mayra!

Aparecí justo en frente de nuestra cabaña compartida. Entré por la puerta con una gran sonrisa y vi a Puppeteer viendo la televisión.

—¡Hola! ¿Qué ves? —me asomé y su expresión seria seguía concentrada en el televisor.

—Es el musical de Oliver Twist —contestó con su voz jovial y monótona.

—Ah, por mí, ¿has matado a otro niño? —Jason salió de su taller por su típica puerta azul—. ¿Quieres que te haga otro traje? Es el sexto esta semana, y la acabamos de empezar…

—Literalmente, hoy es martes —Candy apareció con una gran olla—. Jason y yo pudimos cazar bastante —Cazar, cazar… ¡No entiendo por qué no lo llaman jugar, si es lo mismo y suena más divertido! 

Me acerqué a la olla hirviendo y me senté en la mesa, los demás fueron haciendo lo mismo.

—Nos enteramos de que Zalgo y Slenderman te habían… —habló Jason.

—Convocado —continuó Puppeteer. 

—Ah, sí. Me había olvidado de eso… —murmuré mientras Candy servía la sopa en los cuencos.

—Ya, me lo imaginaba —dijo Jason con su gruesa y grave voz—. ¿Entonces?

—Bueno, al parecer quieren devolvernos la fama de seres horribles… ¿Te lo puedes creer? ¡Con lo amigable que soy yo! —me miró fijamente el juguetero.

—¿Y se puede saber por qué? —inquirió Candy— ¿Después de tantos años quiere alzarnos de la nada? Encima nos tienen amenazados a nosotros… 

—Sí… —Puppeteer sorbió de su cuchara— Zalgo tiene algo más, está claro. No ganamos nada, ni él ni nosotros con esto —mastiqué un riñón.

—Dijo que podremos matar a más personas si vuelven a creer en nosotros.

—Tonterías —inquirió Jason—. Podemos matar sin importar si creen en nosotros o no. Los demás aceptaron sin más, ¿no?

—Los convenció diciéndoles que habrían más chicas, que podrían matar a pedófilos, más proxys y poco más… Y más sangre —Jason negó varias veces con la cabeza.

—Está claro que está poniendo empeño en que le sigamos como corderitos… 

—E imagino —Candy nos miró haciendo una mueca con su boca— que si nosotros no les seguimos desapareceremos…

—A no ser que lo hagamos en silencio —inquirió Puppeteer y todos lo miramos.

—¿A qué te refieres? —pregunté. El que haya mucho misticismo de por medio saben que no me gusta nada.

—Ya te entiendo… —murmuró Jason— ¿Y cómo supuestamente lo iba a hacer, Laughing? —me miró.

—Íbamos a secuestrar a unos adolescentes.

—¿Y cuándo será eso? —siguió mirándome Jason.

—Creo que lo hicimos… ¿Anteayer? —los tres me miraron.

—¿Y se te ocurre decírnoslo ahora? —Candy se cruzó de brazos y se apoyó en el respaldo de la silla.

—¡Se me olvidó! —me defendí— A parte, solo fuimos unos pocos, los que Zalgo escogió junto con Slender… —Jason me apuntó con el dedo.

—O sea, que solo fuisteis unos pocos los que fueron a esa reunión… Los tres chupatentáculos de Slender, Jeff y Liu imagino —asentí—, Ben, Eyeless y tú, ¿no?

—Bloody, Sally y Kate también, pero en el momento del secuestro Liu y Bloody no fueron. En su lugar fue XVirus, el proxy ese que experimenta con cualquier cosa…

—Era una reunión cerrada —masculló Candy.

—O sea, que más de la mitad de los proxys no lo saben —Jason se tomó su sopa de un sorbo después de haberse comido los órganos triturados.

—Podemos comenzar en el porqué secuestrar a ocho adolescentes y no aparecer en las invocaciones —comentó Puppeteer comiendo con suma tranquilidad.

—Dijo que haríamos ruido con eso —jugué con la cuchara metálica dentro del cuenco.

—Una mierda —dijo Candy—. Son puras excusas, Laughing, y lo sabes.

—Tú sabes que ellos existen —habló Jason—. Deberías echar un vistazo y ver el porqué están ahí, si tienen algo especial y cómo son. No me huele bien esto.

—Bien… —murmuré y terminamos finalmente la sopa de órganos, algo que solían comer los niños según lo que me había explicado Sally— Entonces voy y les pregunto por qué están ahí —los miré.

—Depende de lo que te digan podemos hacernos una idea. Pero que no te vean sospechoso los demás… Donde quieran que estén estará bastante vigilado —contestó Jason y pasó su dedo índice por sus labios finos—. Empieza a rondar por donde estén, porque imagino que sabes dónde están… —asentí— Bien, vete rondando y hasta que puedas entrar y ver qué consigues.

—¿No sería mejor intentar meternos en sus sueños? —Puppeteer nos miró serio.

—No —negó Jason—. No me fío. Seguramente estén vigilando eso, sobre todo Slenderman. Si se percatan de que lo sabemos y estamos intentando indagar más, Slenderman nos volará la cabeza y creedme que no habrá dimensión a la que podamos escapar de él y sus proxys… Lo mejor es que vaya Laughing, él lo sabe y no sospecharán de él.

—Ajá… —afirmó con un sonido el titiritero.

—Buscaré la oportunidad para que me dejen entrar —aseguré y los demás asintieron.

¡Me sentía como en una especie de juego! Pero… un juego inseguro, normalmente estábamos riéndonos de cualquier payasada, salvo Puppeteer, él siempre fue serio desde que murió, sobre todo cuando ve sus musicales, programas y obras de teatro, aunque a veces se pone un poco cursi… 

Pero, el que todos estuvieran serios, como si Puppeteer se hubiera multiplicado por tres era… extraño, abrumante. ¿De verdad esto era tan serio como para que nos quitara nuestra felicidad? ¿No era algo aburrido que nos mandaban a hacer y ya?

Curiosidad n°5: Laughing Jack no sabe que lo que hace está mal. Él toma todo como si fuera un juego divertido y él debe ser el que entretenga a otros.

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