Capítulo 12

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Nutria avanzaba a lado de su hermana Tormenta.

El cielo era nublado y gris, el frío arreciaba haciendo que se estremeciera de frío.

– ¿Dónde están las hierbas que buscamos? –. Preguntó mirando a su alrededor.

– Cerca del río. Están entre los pasaderos –. Respondió Tormenta.

En esos instantes anhelaba estar en la guarida de los aprendices compartiendo una presa con Acecho y contando cosas que les habían sucedido, sin embargo ahora eso se encontraba muy lejos de la realidad. Pronto estaré de nuevo con él, pensó.

Tormenta la miró con un brillo de curiosidad y le preguntó.
– Estás pensando en Acecho, ¿verdad? –.

– Ah... si, ¿Por qué? –. Preguntó nerviosa.

– Nada, sólo curiosidad, pienso que tu y él forman una muy bonita pareja, incluso aunque no sean guerreros. Si lo quieres deberías de estar con él –. Tormenta sacudió las orejas con tranquilidad.

Sintió nerviosismo en el estómago.
– Gracias Tormenta pero... temo por lo que tal vez digan Tormenta de Fuego o Zarpa de Halcón, sabes lo que piensan de Acecho –.

Retrocedió en el tiempo hasta la vez en que ella había hablado bien de Acecho frente a Tormenta de Fuego y lo que éste le había dicho.

"¡Escuchame bien Nutria! Acecho jamás será un buen guerrero, jamás será como Zarpa de Halcón o yo, ¡nunca...!"

Las amargas palabras del lugarteniente la habían dejado triste y temerosa a que Tormenta de Fuego descubriese que amaba al aprendiz.

– ¡Nutria! ¿Te encuentras bien? –. La voz preocupada de Tormenta interrumpió sus turbios pensamientos.

– Si, Tormenta, estoy bien, solo pensando –. Murmuró.

El viento le alborotó el pelaje y la noche comenzó a caer tornando el cielo de un negri-azulado. Una lechuza repiqueteó a la distancia haciendo que se estremeciera.

– Debemos de buscar un refugio para pasar la noche y también debemos de cazar algo –. Le dijo a Tormenta.

– Yo busco refugio y tu caza algo, ¿quieres? –. Dijo la aprendiza.

– Bien, ten cuidado –. Le pidió.

Se dirigió a una pequeña ladera rocosa. El territorio del Clan Oscuro se alzó ante ella, se sorprendia por lo grande que era, la mayor parte era zona desierta y calurosa, sin duda un gato sin los conocimientos básicos de supervivencia en ese lugar, moriría.

Agradeció que el territorio del Clan del Trueno fuese fresco y contase con muchos arroyos y ríos.

Adoptó una postura de caza y tensando los músculos saltó sobre un arbusto cercano, de él surgieron dos veloces campañoles. Abalanzandose contra ambos los mató de un zarpazo.

– ¡Perfecto! –. La voz de Tormenta hizo que pegara un brinco.

– Gracias hermana –. Dijo empujando un campañol hacia ella.

– Perdón si te asuste pero venía a buscarte pues encontré un lugar perfecto para dormir y refugiarse, te va a encantar, sigueme –. Tormenta sacudió su cola hacia el bosque.

Avanzaron por la espesa y gruesa maleza hasta que llegaron a un árbol hueco y viejo.

– ¡Es perfecto! –. Ronroneó – Buen trabajo hermana, junto con estos campañoles estaremos bien. Me pregunto cómo estará el campamento –.

– Seguro bien –. Respondió Tormenta.

La noche ya se volvía más y más espesa.

Ella se acurruco al lado de Tormenta, el frío le caló el pelaje y tuvo que esponjarlo. Una ola de sueño la engulló. – Buenas Noches Tormenta –. Ronroneo.

– Buenas Noches Nutria –. Dijo ésta somnolienta.





La mañana ya caía aunque todavía había partes del cielo oscuras. Avanzaron hasta el río congelado, los pasaderos estaban congelados y sumergidos por agua que se había hecho hielo, una hierbas crecían cerca de ahí, ella las podía ver fácilmente.

– ¿Esas son? –. Le preguntó a Tormenta.

– Si, tenemos que ir por encima del hielo –.

– ¿No es muy peligroso? –. Preguntó angustiada.

– No si tenemos cuidado –. Ronroneó avanzando hacia la parte del río. La aprendiza bajo una pata posandola sobre la superficie helada. Luego bajo completamente, el hielo crujio pero luego quedó en silencio.

– ¿Ves? No paso nada, solo pisa con cuidado –. Le aconsejó.

La joven avanzó hasta donde estaban las hierbas. Sin embargo ella captó con el rabillo del ojo que el hielo era mucho más delgado en esa parte.

– No es muy seguro Tormenta… ¡Regresa! –. Le gritó.

De repente el hielo se quebró bajo las patas de Tormenta.

– ¡Ayuda! –. Aulló con pavor.

– ¡Tormenta, no! –. Saltó al agua sin importar lo fría que estaba.

Una fuerte corriente la arrastró al fondo del río y por debajo del hielo. No veía a Tormenta por ninguna parte.

De repente el agua comenzó a arrastrarla lejos del agujero que se había hecho en el hielo y que era la única salida. Chocó contra un pasadero quedando durante unos momentos inconsciente, sin embargo volvió en sí. Sus pulmones luchaban por tomar aire. Haciendo acopio de sus fuerzas se comenzó a acercar pateando con fuerza el agua hacia la rotura de hielo. Logró que su nariz quédase fuera del agua y pudiese tomar aire, una vez eso se volvió a sumergir en busca de Tormenta.

Un cuerpo chocó contra su costado. ¡Tormenta! Pensó aliviada, pero al verla comprobó que estaba inconsciente.

– Te sacaré de aquí hermana –. Dijo mientras trataba de moverla hacia la superficie. El agua la había congelado, incluso sentía sus pulmones y corazón fríos y dolorosos. El agua le estaba haciendo daño. 

Trató de mover a Tormenta jalandola por el cuello, pero no lo consiguió.

– No... ¿por qué tenía que pasar esto? –. Se dijo con tristeza y dolor. La respiración se le iba agotando poco a poco.

Miro a su hermana brevemente y luego poso sus orejas en el pecho de la joven, un dolor profundo la atravesó al comprender que Tormenta había partido al lugar de las estrellas.

– Tormenta... no, hermana, ¿Por qué me abandonas? –. Su cabeza comenzaba a dar vueltas, abrumada por una tristeza infinita, Tormenta jamás se podría reemplazar con nada ni nadie.

Jamás seré feliz de nuevo sin Tormenta, pensó. Luego recordó a Acecho y lo mucho que lo amaba, todo lo que había vivido con él. Ni siquiera él reemplazará a Tormenta, se dijo tristemente.

Miro a su hermana por última vez y luego hundió su hocico en el pelaje de la gata. Miró la superficie sabía que podría salir, así que intentando con todas sus fuerzas, nadó hacia la ruptura de hielo.

Alcanzó a salir usando su fuerza y sus garras para aferrarse al frío hielo.

Salió torpemente y se derrumbó en la nieve, su pelaje se sentía pesado.
Había logrado sobrevivir, pero su hermana, Tormenta, se había ido…

Intentó secarse pero el cansancio y el frío se lo impidieron.

Le costaba respirar y se sentía mareada hasta el punto en que no pudo hacer nada más que derrumbarse en la nieve.

Una ola negra la arrastró y lo último que escuchó fue las voces de unos gatos, antes de sumirse en una oscuridad infinita…

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