𝘃𝗶𝗴𝗶𝗻𝘁𝗶𝘂𝗻𝘂𝘀. el enojo tiene sus consecuencias.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Capítulo 21
El enojo tiene sus consecuencias

Fue dos semanas.

Durante catorce interminables días, me arrastré por la vida cargando una culpa aplastante.

Cada risa compartida con el Sacerdote Lee Felix, cada conversación, cada mirada, se teñía de una amargura que no podía ocultar. El miedo se anidaba en cada arruga de mi frente, en cada sonrisa forzada, no solo estoy bajo el escrutinio constante de la nueva dirección, sino también de la Hermana Superiora, cuya mirada nunca se alejaba de Felix. Y en medio de todo eso, la vergüenza de haber traicionado la confianza del hombre que, sin duda, me tenía cautiva, se cernía sobre mí como una nube oscura. A pesar de mi actuación, mi mejor amiga, Kim Chae Hyun, fue la primera en sospechar que algo andaba mal conmigo. Su pregunta me tomó por sorpresa mientras barría el patio trasero del internado.

—¿Con quién?—indagó, su voz tranquila y insistente.

Me quedé perpleja, sin entender por qué preguntaba eso. A unos metros de nosotras, el Sacerdote Eun Woo, no apartaba su mirada, mientras que conversaba con algunos profesores del establecimiento.

—No entiendo la pregunta.

Chae Hyun dejó de barrer, su agarre en el mango de la escoba se tensó. Mirándola, vi una furia en sus ojos que nunca antes he presenciado, sabía que gran parte de ese enojo se debía a su pelea con el sacerdote Cha Eun Woo, quien dejó de darle sus golosinas especiales. Aun cuando, todavía no comprendía las verdaderas razones por las cuales tomaron la decisión de dejar de mantener comunicación alguna.

—Mi Sae, te conozco desde hace mucho tiempo y ahora que no estoy consumiendo tanto por el maldito de...—en su voz se podía sentir lo furiosa que se encontraba con el mayor.—Estoy más lúcida, así que puedo ver con claridad todas las señales evidentes de que te sientes culpable por algo.

—¿Lúcida tú? Claro.

Intenté bromear para aliviar la tensión, sin embargo, Chae Hyun no se dejó engañar.

—Es obvio, mírate.—insistió. Hizo una pausa, sus faros me estudiaron con una intensidad que logró en mí que tragara saliva.—Cuando estás nerviosa, te muerdes el labio inferior, es una pequeña señal de tu inseguridad. Cuando estás indecisa, entrecierras los ojos, como si estuvieras tratando de enfocar una imagen lejana o como si estuvieras viendo todos tus pecados desfilar frente a ti. Y cuando te sientes culpable, evitas el contacto visual, como si temieras que tus ojos te delaten, unnie.

Sus palabras resonaron en mi mente, cada una de ellas era como una puñalada que me recordaba mi propia debilidad. Me quedé en silencio por un momento, tratando de procesar sus palabras. Luego, me agaché para recoger algunas botellas pequeñas que habían caído desde el primer piso, ya que estábamos cerca del edificio.

—Aun así, no comprendo por qué me preguntas con quién. ¿Con quién qué?—pregunté, tratando de mantener mi voz firme.

Kim Chae Hyun no respondió de inmediato. Se quedó en silencio por un momento, su mirada se endureció antes de volver a hablar. Pude ver la determinación en sus ojos, la decisión de no dejar que el tema quedara sin resolver.

—Con quién te revolvaste, porque está muy claro que el Sacerdote Felix no fue, y si fuese así, no estarías sintiéndote como la mierda.—demandó finalmente, su voz era suave, pero firme. Sus palabras eran como un balde de agua fría, me dejaron sin aliento y con el corazón latiendo con fuerza en mi pecho.—¿Lo ves? Esa expresión lo confirma.

Solté una risa incrédula, sorprendida de que, de todas las personas que me han visto, nadie dijo una palabra. Y que ella, con una simple mirada, pudo percibir el torbellino de emociones que agitaba mi mente. Sin embargo, dudaba en confesarle con quién estuve, recordando cómo había evitado mi pregunta sobre lo que sucedió con el Sacerdote Cha Eun Woo. La pelirosa pasó los últimos días en un estado de angustia, llorando durante horas, y eso me preocupaba, mi única amiga en este internado estaba sufriendo y yo me sentía impotente para ayudarla.

Para empeorar las cosas, Uchinaga Aeri no pudo visitarnos el fin de semana debido a las órdenes de la nueva dirección. Me sentía en crisis, especialmente porque Kim Chae Hyun se mantenía en silencio, sin compartir lo que la está afectando. Podría parecer egoísta y un pensamiento típico de una adolescente, no obstante, sentía que era justo sentirme así después de lo que ella me hizo pasar.

Todo lo que anhelaba era poder brindarle mi ayuda, empero, Chae Hyun se mantenía reacia, como un muro impenetrable.

—No sé cómo abordar el tema, cómo decírselo...—admití, mi voz apenas era un susurro en el aire, como si temiera que las palabras se desvanecieran antes de que pudiera decirlas.

Ella me miró, sus ojos, dos faros en la penumbra, reflejaban una seriedad que rara vez mostraba. Parecía más madura, más sabia, como si hubiera visto más de lo que debería a su corta edad.

—Lo sé, unnie.—dijo suavemente, su voz era un bálsamo en mi agitado estado de ánimo. No hubo juicio en sus palabras, solo comprensión y empatía.—Has estado tan angustiada que no dejaste de vomitar en los últimos días. Te conozco, puedo ver que algo te está atormentando.

Sus palabras, aunque suaves, me golpearon como un mazo. Por un momento, me quedé sin palabras, luchando por mantener la compostura. Finalmente, logré reunir la suficiente valentía para hablar.

—Tuve un encuentro con alguien en el baño y ahora, al ver cómo el Sacerdote Felix me trata con tanta bondad, cómo siempre está ahí para mí, me destroza el corazón. Me duele aún más saber que traicioné su confianza al estar con él de esa manera. Dios, esto es...—me interrumpí, de repente consciente de cuánto había revelado.

—¡¿Con él?!—exclamó sorprendida, sus ojos se agrandaron de sorpresa.

Hice una mueca, sintiendo como si me hubieran golpeado en el estómago. Ahora no había forma de eludirlo, la verdad estaba al descubierto. No podía ocultar con quién estuve en el único baño femenino que las internas utilizábamos en el piso en el que nos encontrábamos. Y tampoco era que se pudiera deducir con cuántos hombres me podría haber acostado, ya que no hay muchos hombres en este lugar.

—Demonios...—murmuré, sintiendo cómo el peso de mi confesión se asentaba sobre mis hombros.

—¡No puedo creerlo! ¡¿Por qué me ocultas un chisme de tal magnitud?!—Chae Hyun golpeó mi hombro, su rostro se iluminó con una mezcla de sorpresa y diversión.

—Quizás porque cuando te pregunté qué había sucedido con el Sacerdote Eun Woo, preferiste no decirme una sola palabra.—repliqué, mi voz tenía un tono de reproche.

Sin embargo, apenas pronuncié el nombre del sacerdote, su expresión cambió de inmediato, su risa se desvaneció y su rostro se volvió sombrío. Como si nuestra conversación nunca hubiera sucedido, volvió a su tarea de barrer, su mirada perdida en el suelo, me quedé mirándola, preguntándome si está considerando si era buena idea contarme lo que se encuentra pasando por su cabeza. Ella continuó barriendo, su silencio se extendió, llenando el espacio entre nosotras, su rostro estaba inexpresivo, su mirada fija en el suelo. Cada movimiento que hacía parecía mecánico, como si su mente estuviera en otro lugar.

—Chae...—comencé, mi voz suave, casi temerosa de romper el silencio que se había instalado.

Ella no respondió, su escoba seguía moviéndose de un lado a otro, recogiendo las hojas caídas. No obstante, podía observar la tensión en sus hombros, la rigidez de su postura, conociéndola sabía muy bien que era mejor para nuestra amistad dejar un momento a solas para que pueda pensar bien antes de abrir la boca, ya que Chae Hyun suele ser muy impulsiva.

Así que tomé la bolsa dispuesta en dejarlo en el lugar adecuado, únicamente que ella se detuvo, su escoba a medio camino. Lentamente, se volvió hacia mí, sus ojos se encontraron con los míos, hay una tristeza en su mirada que nunca antes vi.

—Está bien—dijo finalmente, su voz apenas audible en el aire tranquilo—. Le dije que estaba comenzando a sentir cosas por él de forma romántica, y que era preferible que nos mantengamos alejados uno del otro.

Fruncí el ceño, tratando de procesar sus palabras. Nunca había imaginado que Chae Hyun pudiera albergar sentimientos románticos hacia el Sacerdote Cha Eun Woo.

No es que dudara de su capacidad para amar, sino que siempre la había visto tratarlo como a un hermano mayor o a un amigo cercano, la idea de que pudiera verlo de otra manera era difícil de asimilar. Mirándola a la cara, pude ver su lucha interna, una mezcla de confusión y tristeza en sus ojos que me decía que ella también está tratando de entender sus propios sentimientos. Parecía tan perdida, tan vulnerable, que mi corazón se apretó con simpatía.

—Hyunnie...—empecé, pero las palabras se me quedaron atrapadas en la garganta. No sabía qué decir, cómo consolarla. Todo lo que podía hacer era ofrecerle mi presencia, mi silencio y mi apoyo incondicional. Empero, antes de poder decirle algo al respecto ella misma me interrumpió.—Creo que...

—No quiero albergar sentimientos por alguien que me lleva once años de diferencia, Mi Sae—explicó Chae Hyun, su voz resonaba con una determinación que rara vez mostraba—. Esa es tu historia, no la mía. Y si permito que mis sentimientos florezcan hacia él, temo que solo jugará conmigo. Su tiempo, su vida, es muy diferente a la mía y...

Cada palabra que salía de la boca de Kim Chae Hyun, mi única amiga en este internado, me golpeaba como una bofetada. Cada insinuación, cada implicación, me ofendía profundamente. La ira se acumulaba en mi interior, creciendo con cada segundo que pasaba, no podía dejar que continuara con esa línea de pensamiento.

—¿Estás insinuando que Felix solo me utilizará y luego me descartará?—pregunté, interrumpiéndola, mi voz temblaba de indignación, porque parecía tener ese pensamiento durante muchísimo tiempo y jamás fue sincera.—¿Solo porque su vida es diferente a la mía?

Chae Hyun bajó la mirada, su expresión era la de alguien que ha sido descubierto, su rostro se tornó pálido, como si todas las palabras que mencionó le hubieran drenado la vida.

Retrocedí unos pasos, mi corazón latía con fuerza en mi pecho, haciendo eco en mis oídos. Sentía que el suelo se movía bajo mis pies, como si estuviera en medio de un terremoto. Comencé a caminar de un lado a otro, mis pasos eran erráticos, como los de un animal atrapado. Estaba buscando las palabras correctas, las que evitarían que esta conversación se convirtiera en una pelea entre nosotras.

—¿Cuánto tiempo has estado pensando eso y nunca encontraste el valor para decírmelo...?—pregunté, mi voz era un susurro lleno de incredulidad y dolor. Las palabras se me atascaban en la garganta, cada una de ellas era como un golpe en el estómago—Se supone que eras mi amiga, Kim Chae Hyun.

—¡Y lo soy!—respondió Chae Hyun, su voz resonó en el patio del internado, llena de determinación y un rastro de desesperación.

Me detuve en seco, girándome para mirarla. Sus ojos estaban brillantes, llenos de lágrimas que se negaba a dejar caer. Hay una súplica en su mirada, una súplica de comprensión, de perdón.

—¿Ah, sí? Porque una amiga no...—empecé, empero, las palabras se desvanecieron en el aire.—Todo este tiempo has tenido una opinión diferente sobre lo que yo hacía con él, y nunca tuviste los ovarios para decírmelo. ¿Qué crees que hago con Felix? ¿Piensas que todavía soy una niña que no sabe con quién se acuesta, Chae Hyun? Sí, él me lleva siete años de diferencia, soy plenamente consciente de eso. Pero estamos compartiendo las mismas experiencias juntos, y eso, te lo aseguro, nos pone en la misma jodida línea de tiempo. ¡Mierda!

Exclamé enojada, dejando a mi amiga atrás.

Me alejé, caminando a través del establecimiento con una furia que parecía consumirme. Por suerte, hoy los demás parecían haber decidido no molestarme. No pensé ni un segundo en dirigirme al lugar secreto que he encontrado, un refugio donde podía liberar mi frustración, intenté hacer de este lugar un espacio reconfortante, decorándolo con muebles y objetos que encontré en el sótano. Pero en este momento, con la frustración hirviendo en mi interior, no me importó nada de eso. Mi cabeza terminó en el cubo de basura, vomitando todo lo que comí en el almuerzo.

El sonido de una puerta abriéndose llamó mi atención, quería saber quién era, sin embargo, el vómito no parecía cesar. Entonces, escuché su voz detrás de mí, sosteniendo mi cabello para que no se manchara. Su gentileza en este preciso instante solo me enfureció más. Por lo que sin pensarlo, me solté bruscamente de su agarre, volviéndome para notarlo con una furia ardiente en mi mirada, una que seguramente me voy a arrepentir al día siguiente. Porque las palabras de Kim Chae Hyun resonaban en mi cabeza, alimentando mis miedos e inseguridades. ¿Y si tenía razón? ¿Y si todo esto era un error? Mientras mis manos se apoyaban en el suelo con una expresión latente de miedo y enojo cesante, así mismo, lo dije.

—Cogí con Hyun Jin.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro