El plañir de la primavera

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Hoy sopla
un ángel abatido
para la llegada
de la nueva estación,

y dejo libérrimo
un camino
para su aliento,

que recorre débil una estancia
de silencio vacuo
en proceso codicioso
de acumulación.

Agita así, despacio,
páginas de Oscar Wilde,
batiendo su polvo
acumulado.

Entonces,
el espectro
de mi anhelo
mueve torpes alas
—de manchas grana
que sollozan colgantes—
en recuerdo de Céfiro,

de verdes prados
en espera de engendrar
aromas del Paraíso.

De aquella
primavera de Edén
en su apogeo.

                            ─────  ❁ ❁  ─────

¿Quién le dirá
a la de hoy
que su corriente
es ínfima sin herirla,
que su esencia es mera
comparada con la de ayer?

¡Que suficiente
mal deja a su paso,
que suficiente callan
las golondrinas
en su canto mañanero!

Fuera,
invoco en desespero
al diluvio sediento
de enriquecer terreno yermo.

Empero no acude
a mi llamada,
sordo queda
alejado de estos páramos
en pleno y eterno luto,

huyendo
de tonos grises satánicos,
capaces de apagar la fuerza
de la más voraz llovizna
enviada por los dioses
...

¿Quién le dirá
que su luz arde infernal
cuando se cuela por mi ventana?

Que gimen
de terror aquellos ciervos
que ven en ella
un lobo hambriento.

¿Qué valiente
bebido de locura
se lanzará a sus fauces
para desterrarla?

                            ─────  ❁ ❁  ─────

Ella es la creación
del fruto de un pacto.

Del maldecir
de una innombrable recostada
sobre el suelo que siempre escucha,

de una enamorada
de Dorian y las engañosas virtudes
del mismísimo diablo.

                            ─────  ❁ ❁  ─────

Hoy sopla
un ángel abatido,
con cadenas de anticristo,
para la llegada
de la nueva estación.

Y se despide fantasmal
sobre el libro inmaculado
de mi escritorio,
que hacía de contraste
con lo sórdido de mi pecado.

Aquel guardián exento,
condenado a mi lado
por culpa de despreciar
cálidos rayos
en ausencia de alegrías.

Mas la masacre
dará por terminada
por cumplir parte de mi sentencia,
culminando con el fenecer
de elegías bañadas en arrepentimiento.

                             ─────  ❁ ❁  ─────

Esperan mis oídos
la melodía de la flauta
de madera podrida
y la canción
del demonio mensajero:

Tú,
dama madre
de aquella
que nunca fue amada,
la que exterminó
a la estación primera.

Padre
te espera,
a la caída
de la Luna de sangre.

Si deseas
el retorno de la Primavera
con su lúcida calma,
tendrás que entregar tu alma.

Dedicado a -cronopios

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