Capítulo 30: Yo sí lo amaba

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

https://youtu.be/lHbu65cu8qY

Había pasado una semana y Susana seguía internada en el hospital. Su vida ya no corría peligro, pero las áreas de su cerebro que habían sido dañadas impedirían que los recuerdos nos perjudicasen.

Yo no salía de mi casa y permanecía la mayor parte del tiempo encerrada en mi cuarto. Me sentía mala e indefensa a la vez. Había dejado de comer, solo fingía que lo hacía frente a mi madre, aunque no podía engañarla. No hablaba con nadie. No había vuelto a ver a Teby y sentía que él me había arrastrado, engañándome, con el fin de hacerle daño a otra persona para nuestro propio beneficio. No deseaba seguir viviendo. No me gustaba en lo que me había convertido.

Nuestros poderes se habían incrementado notoriamente en esos dos meses de verano desde que nos habíamos conocido. Él no me había dado la información que poseía y, sin embargo, tenía las velas negras preparadas. Sabía con exactitud cómo concentrar el poder mágico y utilizó mi propio poder psíquico para incrementar su magia en contra de Susana. Ya no confiaba en él ni en nadie, ni siquiera en mí. No tenía el valor para quitarme la vida, pero no quería seguir viviendo. Qué sentido tendría mi existencia si hasta ahora sólo había provocado el mal. Incluso descubrir el pasado de Esteban nos había perjudicado. Ahora era esclava de la verdad.

Sabía de grupos clandestinos dedicados al mal y temía que por el anhelo de poder, pudiera convertirme en alguien como ellos. Ni siquiera quería convocar a mi abuela. Me avergonzaba de mí misma. Hubiese deseado ser como una gota de agua para perderme en la inmensidad del océano. Pero seguía siendo yo, Tamara, un ser especial que había desarrollado un gran poder y sabía que si seguía con vida, este se iba a incrementar. No tenía claro dónde empezaban y dónde terminaban mis límites.

Esteban había demostrado tener menos escrúpulos que yo. No le había dolido la enfermedad de su madre de crianza. Él mismo la había provocado y me había inducido también a mí a hacer ese ritual. La herida de mi mano parecía no cicatrizar y me seguía doliendo. Un pacto de sangre nos uniría para siempre. No estaba segura de qué significaba todo eso.

Esa tarde de domingo, mientras permanecía recostada en mi habitación, alguien golpeó mi puerta. Al ver que yo no respondía, entró en mi cuarto. Era Teby. Lo observé sin levantarme y mis ojos se llenaron de lágrimas. Me provocaba muchísima tristeza verlo.

—Hola, hermosa. No estés mal. Me dijo Raquel que casi no comés, no hablás, no salís. ¿Qué te pasa, princesa?

Hablé con la garganta seca:

—¿Cómo está tu mamá?

Me dedicó una media sonrisa.

—Perfectamente, no se acuerda de nada. Es feliz porque tiene un hijo maravilloso que la cuida. No tiene un turbio pasado que la atemorice y será para ella como volver a nacer. Tiene conocimientos adquiridos, algunos recuerdos, y de los recuerdos que se borraron en su mente, yo estoy sembrando falsa información. Está muy feliz, su vida será perfecta una vez que salga del hospital.

Era increíble que se mostrara tan frío al hablar de la persona que lo había criado. Aunque muy en el fondo yo sabía que él tenía razón. Si había sido capaz de causarle semejante daño a Susana, ¿qué me esperaría a mí o a los demás si nos oponíamos a lo que él consideraba mejor para sí mismo? Me incorporé. Sin contestarle, caminé hacia la ventana. No quería escuchar más. Él me tomó de la cintura y continuó hablando:

—Tamy, sabía que ella no podía morir. No controlamos la muerte. Fue lo mejor. Si ella hubiese hablado, nuestras vidas hubieran sido una pesadilla. Nos habrían separado e impedido nuestro desarrollo psíquico-mágico. Tus padres se sentirían fracasados al tener que lidiar todos los días con una hija demente, por decirlo de alguna manera. No podríamos defendernos de los más oscuros.

Sabía que tenía razón, pero no quería reconocerlo. Continuó:

—Sabés que es conveniente que sigamos con nuestras familias completando nuestra educación. Cuanto más sepamos, más armas tendremos para el futuro. Además, estas organizaciones aún no saben dónde estamos ni quiénes somos. Afortunadamente, Ariel no te siguió hasta tu casa. Es posible que él no tenga nada que ver, pero su abuelo.... Ay, Tamy, Tamy, qué ingenua fuiste en confiar en ese tipo de gente.

Giré sobre mí misma y lo miré a los ojos.

—¿Y las huellas en el mundo mágico? ¿No dijo tu madre que era peligroso que hiciésemos magia? —pronuncié, y mi voz sonó más fuerte de lo que pretendía.

—Linda, no te preocupes. En primer lugar, ella no es mi madre, mi madre es una verdadera hechicera, pero no sabe que yo existo. Además, no creo que esté preocupada aún por vos. Lo que hiciste hasta ahora no puede considerarse magia peligrosa para ella. Hay muchos que invocan espíritus y juegan con velas e inciensos. Hay tantas huellas en el mundo mágico que no tienen por qué haber rastreado la tuya. El problema va a ser en un futuro, cuando con nuestras fuerzas unidas comencemos a tener poder perceptible. Es posible que entonces se dé cuenta de que hay un poder oculto detrás de nuestras acciones visibles. Por el momento, nosotros sabemos de ellos, pero ellos no saben de nosotros. Esto nos pone en una situación de ventaja.

—Tu hermana sabe de mí. Tiene el poder de entrar en mi mente, en mis sueños y me vio —lo interrumpí.

—Aún es solo una niña, pero quizás quiera que te unas a ella y quién sabe si no nos convenga en el futuro. Su herencia es muy poderosa, al igual que la mía, pero la diferencia es que ella debe estar siendo entrenada para desarrollar su poder. Nosotros hace muy poco que sabemos del nuestro.

—Reaccioná, Teby. Esas personas son peligrosas. Te quieren muerto.

—Estás equivocada, mi madre me quiere muerto, pero mi padre salvó mi vida y mi hermana algún día me va a necesitar. El único problema grave podría ser mi madre. Pero ella piensa que estoy muerto.

—¿No creés que la niña va a ser malvada cuando crezca? No tiene ningún escrúpulo. No le han inculcado ninguno.

—Querida, puede ser que ella entre en tus sueños. Simplemente con lograr que vos entres también en los suyos y ganes su confianza, podrás inducirla a ir hacia donde nosotros queramos, ya que es muy pequeña y su personalidad recién se está formando. No te olvides de que también vos sos poderosa. Hasta hiciste un viaje astral.

—Muy lindo tu plan, pero te faltó pensar en un detalle nada más: yo no puedo entrar en los sueños de la gente. El viaje astral fue involuntario y muy peligroso. ¿Te olvidás que el ángel negro aguardaba para que se corte el hilo de plata que me unía a mi cuerpo? Además, si no saben de tu existencia y no quieren matarte, ¿por qué razón le enviarían un grupo de banshees a un completo desconocido? —le planteé irónicamente.

Hizo una sonrisa forzada y respondió:

—Nadie me las envió. En realidad, después del sueño que tuve acerca de personas capaces de invocarlas a este plano, hice un conjuro para desviar un poco su camino y atraerlas hacia mí. Pero me arrepentí, no estoy listo aún. Hay algunas cosas que todavía no te conté, pero tuve unos pequeños problemas. Por eso hice el otro conjuro para alejarlas. Quizás tu viaje astral fue inducido por mi voluntad para que sea tu espíritu quien me ayude a alejarlas. La verdad no contemplé la posible aparición del ángel de la muerte. Es obvio que podremos entrar en la mente de la pequeña. Solo nos hace falta un poco de práctica. Esta noche tratemos de vincular nuestros sueños. Quizás haya sido casual que la niña te haya elegido, o tal vez la elegiste vos a ella. Después de todo, la primera vez que soñaste con ella, el conjuro para saber quién había nacido lo hiciste vos. Mi padre le pudo haber relatado acerca de mi existencia. Por eso el mensaje en tu ventana. Tu segundo encuentro onírico con mi hermana fue por tu deseo de saber. Quizá la atrajiste a tus sueños, quizá seas vos quien los está controlando. Es posible que por ahora seas más poderosa que ella. Tenemos que asegurarnos y aprender a no pasar información que no queramos. Intentemos controlar nuestras mentes cuando soñemos. Esta noche nos veremos en un sueño, mañana conversaremos.

Esteban daba por sentada nuestra unión. No había puesto en duda, ni siquiera por un instante, que yo seguiría experimentando en la magia junto a él. Ninguno de los dos era realmente bueno, pero tampoco malo. La relatividad del bien y el mal siempre seguiría siendo una constante en mi vida.

No podía dejarlo solo, sentía que nuestros destinos ya se habían entrelazado y estaba claro que él sentía lo mismo. Sin embargo, me destrozaba la culpa por lo que le habíamos hecho a Susana y por lo que seguramente le provocaríamos a mucha gente en cada decisión. Lo que es bueno para algunos les hace daño a otros. Era evidente que podíamos torcer a nuestro favor el camino de la gente. Podríamos inducir a muchos a pensar lo que nos favoreciese. Me daba cuenta de que había algunos que ya estaban utilizando ese poder en su propio beneficio.

Posiblemente, yo tuviese más escrúpulos que aquellos que ya dominaban a las masas. Desconfiaba bastante de la ética de Teby. Me daba miedo tentarme con el poder. Temía ser inducida por Esteban, pero no podía alejarme de él. Lo amaba. Una lágrima recorrió mi rostro. Él parecía estar leyendo mis pensamientos, porque con ternura secó mis mejillas con sus labios y seductoramente aseguró:

—No te preocupes, hermosa. Todo va a estar bien. No volveremos a hacer daño, a menos que sea completamente necesario. Es decir, en defensa propia. Si estamos en peligro, buscaremos la forma de resguardarnos y nos protegeremos el uno al otro.

Dichas estas palabras, besó dulcemente mis labios. Quizás así estaba asegurando nuestra alianza. No estaba segura de si él realmente sentía algo por mí o esa jugada era solo un movimiento estratégico para mantener nuestro pacto. Había cambiado su forma de ver el mundo. Antes creía que la soledad era el único modo de incrementar su poder. Luego me buscó a mí. Después se alejó, aparentemente para protegerme, y ahora se acercaba otra vez.

No estaba segura de cuáles eran sus sentimientos, si es que los tenía. De lo único que estaba segura era de que él quería poder y que juntos lo conseguiríamos. Acepté sin decir una palabra.

Caminaría junto a él en el sinuoso sendero del poder. Yo sí lo amaba.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro