Pisamos tierra de nadie
para hacerla nuestra en cada instante,
pero algo hay que queda
como una fina tela de araña
suspendida en el aire.
Algo queda.
Nombre no puedo darle.
Quizás no tenga,
quizás sólo sean los fantasmas
que vienen a visitarme
para recordarme que simplemente
aún hay algo que queda.
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