Podría haber caído en la red azul,

en la anarquía de lo sublime,

pero no sabía que tú eras Tú,

y mis piernas echaron raíces.

Podría haber seguido el flujo de luz

matando a mis enemigos,

pero no sabía que tú eras Tú,

y silencié mis abismos.

Besé sin labios mi sepulcro

devolviendo palabras vírgenes

a su regazo nocturno,

y fui invisible durante un segundo.

Enterré en el ataúd

la corona de espinas

que me había dejado mudo

porque no sabía que tú eras Tú,

mi templo, mi isla,

mi punto,

y fui inmortal durante un segundo.

Podría haber caído en azul

y caí en crudo.

No sabía que tú eras Tú,

mi tierra, mi semilla,

mi mundo,

y lo perdí todo en un segundo.