Capítulo 41

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Lexa dibujó una sonrisa pícara y se pudo ver un atisbo de "maldad" en su mirada, si hubiera sido Raven, Octavia o cualquier otra persona que disfrutase de hacerla de sufrir hubiera dejado que su madre insistiese en que se sentase con ellas para "tomar algo y charlar" pero era Lexa Woods, así que sacó del apuro a Clarke:

- Lo cierto es que estamos cansadas, pero mañana comemos juntas y así la conoces más tranquilamente.

Indra se encogió de hombros y se sentó junto a una de sus amigas que también parecían algo tocadas por el exceso de alcohol, solo esperaba que ninguna de ellas las diese por conducir luego y sintió la tentación de preguntar, por si tenía que llamar al marido o familiar de alguna de ellas, pero su madre la distrajo con el siguiente comentario:

- Sé que ahora no vais a dormir- miró a Clarke- mi otra hija no me puede dar nietos, así que va siendo hora de que penséis en casaros y darme uno.

- Oh dios mío- musitó la rubia algo pálida, miró a Lexa y le dio igual si la escuchaba decir lo siguiente- Sácame de aquí ya.

Las otras mujeres carcajearon sonoramente y casi de manera exagerada. La señora que parecía ser la más joven del grupo le habló a Indra:

- Pero mujer, no seas tan bruta, que las espantas, esas cosas se piden untando vaselina antes.

Se la escuchó decir antes de romper a reír y seguir con su "reunión" las chicas subieron al segundo piso y mientras se dirigían a la habitación Clarke salía de su estado de Shock, en serio que su familia política sufría de bipolaridad extremo:

- ¿tu madre y tú os habéis puesto de acuerdo para hacerme la encerrona querer hacerme un bombo?

Lexa puso las manos en señal de paz antes de abrir la puerta:

- En realidad me ha sorprendido que dijese algo así, no eres su nuera tradicional ideal, serán los margaritas, mañana seguirá renegando de ti en cuanto se le pase la resaca.

- Que bien, musitó la ojiazul.

Mientras entraba en la habitación de la ojiverde. Lexa le propuso de ir a ducharse juntas, pero Clarke prefirió ir después, ya que tenía una sorpresita preparada para ella, así pues, mientras la ojiverde estaba duchándose, Clarke se puso un conjunto de lencería de marinera sexy, con minifalda azul y un top escotado azul que conjuntaba con los detalles de la minifalda y el sombrerito, junto a ella preparó un guante de látex y un sobre de lubricante, pues obvio que iba a cumplir la palabra de jugar a la uróloga con Lexa, un detalle que la ojiverde no se olvidó, pues se lavó a conciencia y como si se lo hubiera esperado, antes de entrar en la habitación, notó como los nervios afloraban, paró unos segundos y tomó aire antes de abrir la puerta, aunque en cuanto pisó la habitación se quedó sin aliento y quedar boquiabierta:

- ¿Va todo bien? Grumete.

Preguntó la rubia desde la cama que estaba tumbada de lado apoyada sobre un brazo con una pierna doblada para que su cadera resaltase. Lexa tragó saliva. Ya lo había dicho con anterioridad, nunca había conocido a una mujer tan ardiente como esa rubia, no daba tiempo a aburrirse cuando le salía con algo nuevo, aunque ese "nuevo" sea solo un disfraz sexy diferente:

- No marinerita- dijo Lexa con un hilo de voz- ahora mismo el cañón de mi buque amenaza con dispararse antes de tiempo.

Clarke carcajeo y gesticuló con la mano moviendo el dedo índice indicando que se acercase:

- Ven, tengo que hacer revisión del buque y seguir a la perfección con el pro-tu-culo.

Lexa dio unos pasos hasta acercarse un poco a la cama, pero mantuvo un poco la distancia y con una sonrisa picaresca negó con la cabeza:

- Si quieres mi culo, tendrás que venir a por el.

Clarke se incorporó lentamente y se puso de pie, daría detalles de su sonrisa, pero Lexa quedó atrapada en su mirada ardiente, como si el azul de sus ojos tuviese algún tipo de poder hipnotizador, la rubia se acercó a ella caminando sensualmente contoneando la cadera de un lado a otro hasta quedar a pocos centímetros de su rostro, atraída por su magnetismo quiso romper la poca distancia para besarla, pero Clarke se apartó un poco cuando sus labios estaban apunto de entrar en contacto y sonrió con cierta malicia, nuevamente se acercó para tentar a la ojiverde y cuando Lexa estuvo apunto de chocar sus labios se apartó de nuevo, solo que en esta ocasión Lexa pasó su mano detrás del cuello e impidió que se alejase más, complaciendo sus deseos de besarla. La rubia no se distanció más, todo lo contrario, se abrazó a la morena y devolvió su beso con la misma intensidad. Lexa deslizó sus manos por la espalda de la rubia y las detuvo justo en su espalda baja, sin embargo, la ojiazul sí fue unos pasos más allá deshaciendo el nudo del albornoz de la ojiverde y tiró de ello para quitárselo, Lexa le ayudó con el proceso y dejó caer la prenda al suelo. Sus manos acariciaron los pechos de la morena, se separó un poco para deleitarse visualmente con su cuerpo desnudo, aun no estaba completamente excitada y le encantaba, le encantaba sentir como se ponía dura cuando la acariciaba o le daba sexo oral, acercó sus manos a su pelvis y se mordió el labio inferior:

- ven, vamos a la cama.

Lexa se dejó guiar hasta la cama y de verdad que estaba dispuesta o mejor dicho, quería estar dispuesta a cumplir con los deseos de Clarke, no quería ser la típica con la mente cerrada a experimentar cosas nuevas, pero algo pasó cuando se sentó en la cama y vio como Clarke echaba mano al guante de látex, toda la excitación pareció esfumarse un escalofrío recorrió todo su cuerpo, se intentó convencer a sí misma pensando que solo le iba a meter un dedo y con amor, pero en cuanto la rubia se puso el guante y agarró el lubricante inconscientemente cerró el ano:

- Clarke- dijo la ojiverde mirando el guante con cara de pánico- te aseguro que he intentado convencerme de que te podía complacer en esto, pero lo siento, no puedo, se me ha esfumado hasta las ganas de jugar.

Sonaba con un hilo de voz y con miedo de ver la decepción en el rostro de la ojiazul, sin embargo, había comprensión en su expresión. La rubia se quitó el guante y se sentó a su lado, le agarró de la mano y dijo con dulzura:

- No pasa nada cariño, si no quieres no te voy a obligar ni me voy a enfadar.

Lexa dibujó una sonrisa algo avergonzada:

- Siento estropear los tiempos del juego, pero necesito un tiempo para...- dijo cerrando el puño y doblando el brazo- el susto hizo que mis ganas- hizo una pedorreta con la lengua mientras bajaba el brazo lentamente- creí que podría cumplir.

Clarke aferró las mejillas de Lexa y la miró con dulzura:

- No pasa nada, me pondré el disfraz en otra ocasión- pasó su mano de forma juguetona por el hombro de Lexa, como si simulase que sus dedos caminaban por esa parte de su anatomía- incluso podemos buscar otro disfraz para ti, nunca te has disfrazado para mí.

Lexa rio entre dientes, lo cierto es que era incapaz de imaginarse con uno de esos disfraces:

- No me quedarían tan bien como a ti.

- Mentira cochina- Clarke quedó pensativa durante unos segundos- hagamos lo siguiente, la próxima vez tú compras un disfraz que quieres que me ponga y yo compro un disfraz sexy para ti.

La ojiverde alzó una ceja, temía la clase de disfraz que pudiese comprarle, a ella no se le daba tan bien desenvolverse de forma sensual como a Clarke, pero como había comentado anteriormente, Lexa no se cerraba a probar cosas nuevas, otra cosa es que a ultima hora no pudiese hacerlo, como lo que acababa de pasar:

- Nada de disfraces religiosos y de películas de terror- frunció el ceño y terminó con la siguiente norma- ni tipo sadomasoquismo, no me imagino con pantalones de latex o cuero, no sé del material del que esté hecho.

Clarke carcajeó y se acomodó en la cama:

- ¿Por qué?

Lexa se encogió de hombros:

- No me vería capaz de meterme en el personaje al estilo de Dorian Grey en las 50 sombras esas y tampoco veo que sea una prenda cómoda apretando mis cataplines.

Clarke esbozó una sonora carcajada:

- Es Cristian Grey, Dorian es el que no envejece y es el del cuadro pocho.

Dio unas palmaditas a la cama para que se tumbase a su lado, una petición que cumplió, tumbándose a su lado:

- Ahora recuerdo, es el retrato de Dorian Grey- puso los ojos en blanco y repitió con tono burlesco- Cuadro pocho dijo.

Clarke curvó las comisuras de los labios y rio por lo bajo, acarició la mejilla de la ojiverde y la atrajo para besarla, había conseguido distraerla quitarle la aprensión, siendo un beso correspondido con la misma intensidad que al comienzo, la rubia sin dejar de besar a Lexa poco a poco fue poniéndose a horcajadas sobre ella y fue bajando sus besos por su mentón y cuello:

- Parece que te estás animando.

Musitó la rubia cuando notó que Lexa empezaba animarse:

- No quiero admitir que me derrito con tus besos para que no te me vengas arriba.

Dijo la ojiverde rodando hasta quedar entre sus piernas, deslizando su mano por su muslo hasta guiarla a la zona interior cuya finalidad se hallaba a su sexo, para sorpresa de Lexa, la rubia tampoco tenía ropa interior, por lo que enseguida sintió la humedad impregnar sus dedos, Lexa dibujó media sonrisa:

- Me encanta sentirte tan caliente.

Clarke rio entre dientes:

- No quiero admitir que es por tu culpa para que no te me vengas tan arriba.

Lexa puso expresión pícara, se mordió el labio inferior y descendió hasta besar sus muslos internos, Clarke cerró los ojos y dejando escapar un suspiro se acomodó en la cama abriendo un poco más las piernas para dar acceso a la ojiverde, dando un pequeño movimiento involuntario cuando la lengua de Lexa rozó su clítoris, la morena abrió un poco sus labios mayores y aplicó pequeñas succiones en su sexo para exponer aun más el glande para poder torturarlo con la punta de su ágil lengua, la ojiazul, con respiración agitada aferró los cabellos de Lexa y la atrajo para pegarla aun más a esa parte de su anatomía, provocando que sus piernas temblasen como flanes y la temperatura corporal se elevase y cuando sintió que estaba apunto de llegar al clímax, Lexa cambiaba el ritmo a uno más suave y recorría otras zonas provocando que el orgasmo se demorase un poco más, endureció su lengua y la introdujo todo lo que podía en su abertura para saborear la dulce esencia que emanaba de ella solo cuando se sintió algo saciada retomó sus torturas más directas al clítoris apoderándose con cada centímetro de su cuerpo, explotando entre temblores y jadeos, empujando la cabeza de Lexa para apartarla pues la morena aunque disminuyó el ritmo, seguía saboreando cada rincón de su sexo. Clarke inconscientemente dibujó una sonrisa y dejó escapar una risita.

Lexa fue ascendiendo poco a poco, dejando dulces besos por su abdomen, alrededor de su ombligo, siguiendo un camino invisible hasta llegar al escote y durante unos segundos se debatió si quitarle ese disfraz sexy para poder torturar sus pezones, pero estaba increíble con ello puesto y lo que la hubiera gustado poner su polla entre esas dos maravillas y masturbarse con ellas, de no ser porque le pudo el ansia de sentir su humedad envolver su miembro y cuando se dispuso a entrar en ella, Clarke con asombrosa agilidad rodó hasta quedar encima de la morena y la agarró de las muñecas para inmovilizarla:

- Lo siento, pero ésta marinera es la que manda.

Lexa dibujó media sonrisa:

- No veo las estrellas en su uniforme.

Clarke carcajeó:

- Las veras en cuanto empiece a surcar tu cuerpo.

- A este barco le queda poco para zarpar- rio entre dientes- o para atracar depende de como se mire.

La rubia alzó una ceja con expresión divertida:

- como te corras antes de que no haya llegado al orgasmo te castigaré desvirgando tu culo por subordinada.

Lexa tragó saliva e inconscientemente apretó los glúteos:

- La idea es evitar que me corra, no que se me baje el calentón.

Clarke rio con cierta picaresca y se movió dándose media vuelta quedando en posición de vaquera a la inversa, con cuidado posicionó el miembro de Lexa en la entrada de su sexo y con suavidad se dejó caer, sintiendo como entraba en ella, emitiendo un leve gemido y cuando llegó al tope se mantuvo quieta unos segundos. Lexa dirigió sus manos por la sexy espalda de la rubia y la deslizó por su columna hasta llegar a los glúteos. La rubia empezó ha hacer movimientos circulares y en forma de péndulo, buscando la fricción de su clítoris, llevando la voz cantante en todo momento, cuando tomó un ritmo acelerado cambió de posición quedando cara a cara con Lexa que la ayudaba usando sus manos como puntos de apoyo entrelazando sus dedos, jadeando más entrecortadamente cuando notó como el orgasmo se concentraba en su pelvis antes de explotar, la morena cerró los ojos acompañó a sus gemidos cuando notó la presión que ejercían las paredes vaginales alrededor de su miembro:

- Me corro.

Musitó Clarke apoyando sus manos en el pecho de la ojiverde y temblorosa paró, masajeando su miembro con las contracciones de su sexo impregnándola de su jugo, cuando dejó de temblar se echó un poco hacia adelante para besar los labios secos de la morena, Lexa la abrazó y le devolvió el beso, solo el tiempo suficiente para que Clarke recuperase el aliento, aunque fue la rubia quien siguió llevando el ritmo y haciendo lo que más le apetecía o mejor dicho, haría lo que creía lo que le excitaría a Lexa y como si hubiera leído los pensamientos de la ojiverde descendió hasta rozar sus senos como su miembro erecto:

- ¿ Te apetece correrte en mis tetas?

Lexa se incorporó un poco apoyando los codos sobre la cama e inconscientemente sonrió como una diablilla viciosilla:

- Me apetece correrme donde tú quieras que lo haga, pero reconozco que me pone mucho cuando me das placar con tus tetas.

Clarke rio entre dientes y pasó su lengua por su polla, apartó un poco el top de su disfraz y se ayudó de la prenda para mantener su miembro entre ambos senos, apretándolos un poco comenzó a moverlos en forma vertical y también los acompañaba con su torso. Lexa dejó escapar un jadeo antes de morderse el labio inferior, hasta que no pudo más, cerró los ojos y nuevamente acabó tumbada en la cama, tensando los músculos de sus piernas y los empeines de sus pies se curvaban:

- Me corro.

Dijo con un hilo de voz y respiración sofocada, lo dijo un poco antes, para en caso de que la rubia no quisiera sentir los fluidos de Lexa sobre esa parte de su anatomía, le diese tiempo a apartarse, pero por el contrario, fue más insistente, hasta que sintió la cálida corrida de Lexa entre sus pechos y su polla palpitando entre ellos, a diferencia de la rubia, la ojiverde no se prolongaba tanto con los temblores cuando tenía los orgasmos, algo así como cuando dispara una pistola de confeti, pum, corrida fuera y luego ya lo que tardase el tiempo de retracción. Clarke entre risas liberó su miembro y se tumbó al lado, ante la atenta mirada verdosa de Lexa se pasó el dedo índice por su escote recogiendo un poco de su jugo para acercarse el dedo a la boca y de forma sensual se lo introdujo para saborearlo, tal y como hacía Lexa muchas veces. La morena sonrió como una boba y agarró la mano de Clarke antes de besársela.

Cada vez que pasaba más tiempo con ella, más anhelos tenía de formar una familia con ella, pero ni modo, tenía que sacarle paciencia.

No supo a que hora se acostó su madre y sus amigas, para alivio de Clarke, no pudieron cumplir su palabra de ir a comer, ya que acercándose la hora del medio día, Indra seguía en la cama, preocupada la ojiverde se asomó a su recámara y para su sosiego, su madre seguía con vida y posiblemente sufriendo la peor resaca de su vida:

- Madre, voy a ir al aeropuerto a llevar a Clarke.

Dijo con tono normal, aunque Indra debió de sentirlo como un fuerte estruendo:

- A mi que me cuentas, cierra la puerta.

Lexa salió de la habitación y se quedó junto a la puerta, pues si que le recordó a su hermana Alicia en su juventud.

Cuando Lexa le dijo que se libraba de tener una comida con la suegra, por casi saltó de alegría, mientras la ojiverde la miraba en plan "mi familia puede ser muy gilipollas, pero es mi familia" bueno, ya había aceptado que la rubia era así, no era apegada ni con su propia familia.

Una vez más le costó alejarse de Lexa y Lexa de Clarke, la ojiverde trataba de convencerla de que se fuese a Savannah a vivir y viceversa, de las dos quien tenía más facilidades de empezar de nuevo era Lexa. Al final ni cedía una ni la otra, Clarke ya había dejado sus condiciones y no volvería a abandonar su vida ahora que le gustaba como iba encaminada.

Llegó al trabajo con una sonrisa de oreja a oreja, como estaba de buen humor le llevó un bollito a Josephine por haberla hecho el favor de cubrirla ese fin de semana, aunque su felicidad se fue al traste cuando la recibió completamente seria y le dijo:

- La jefa te está esperando en su despacho.

Clarke frunció el ceño:

- ¿La jefa? ¿Regresó de vacaciones?

Eso no era bueno, nada bueno:

- Sí, quiere hablar contigo.

Clarke quedó desconcertada, ahora ¿qué había hecho?

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