Capítulo 2

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Ya déjala descansar Deku Pidió el cenizo mientras se sentaba a limpiar el interior de la jaula con suma tranquilidad.

A los segundos toda sensación se detuvo en el cuerpo de la ceniza quien miraba sorprendida a su hijo por sus anteriores palabras, era como si controlara aquello que le provocaba todas las extrañas sensaciones.

¿Qué demonios hiciste mocoso? Cuestionó la ceniza dejando de lado al perico para poder ver a su hijo con seriedad.

No sé a qué te refieres vieja bruja Respondió el cenizo haciéndose el desentendido ante las palabras de su madre y terminó de desinfectar toda la jaula. Listo, quedó limpio y sin olor pútrido dentro.

¿A quién le hablas mocoso? Cuestionó la ceniza sin fuerza que la sostuviera, dejándose caer en la cama de su hijo.

A ti Mintió el cenizo ya que no podía hablar de su hada. Te comento que ya está limpio y sin ningún mal olor para que no vengas a meter tu mierda llamada perico a mi jaula. Cómprate tu jaula vieja, es en serio.

La ceniza resopló sin creer sus palabras, nada en ese momento le parecía lógico, aquellas sensaciones que le agotaban la energía habían sido detenidas en el momento en el que su hijo dio la orden, aquello era tan irreal y tenebroso ya que le hacía recordar su adolescencia cuando pasaba más o menos por lo mismo con su suegra, las veces que había intentado llenarle las dos jaulas que tenía en su casa; parecía ser el mismo bucle sinfín y temía que su hijo haya sido poseído como sucedió con su suegra.

Katsuki hijo, deberíamos visitar la iglesia Comentó la ceniza de manera lenta, cuidando el no molestarlo.

¿Hah?¿Para qué quieres ir a la iglesia? Cuestionó el cenizo viendo a la mujer como si fuese perdido un tornillo. Mejor ve a descansar y deja libre a ese perico traído del infierno, él es el que necesita ir a la iglesia.

Comentó el cenizo mientras la ayudaba a salir con su caja en manos y cerró la puerta de su habitación poco después sin escuchar lo que fuera a decirle, volvió a acomodarse frente a la jaula y notó que el príncipe ya estaba adentro acomodando sus cosas que fueron desordenadas por aquel perico mientras murmuraba cosas que no entendía, suspiró en silencio mientras veía hacia el interior de la jaula y negó suavemente.

Debes aprender a controlar un poco más los conjuros, Deku Comentó el cenizo llamando la atención del pequeño príncipe. Aunque no la soporte sigue siendo mi madre y no me gustaría que la mataras con algún conjuro de esos.

Lo siento Kacchan Respondió el príncipe bajando de vuelta sus orejas con tristeza. Trataré de controlarme, pero a veces me molesta mucho que siga tratando de meter cosas a mi casa.

—Sé que es molesto pero aún así procura controlarte un poquito ¿Si? Pidió el cenizo quien seguía con su ceño fruncido.

El príncipe de las hadas asintió en silencio a su petición mientras seguía acomodando sus cosas, el cenizo dejó pasar la falta de respuesta de su parte y tomó la jaula para ponerla un poco más hacia la orilla, sacando sus cuadernos para comenzar a hacer la tarea que le habían dejado en las siete clases que solía ver diariamente; no era un mal estudiante ya que procuraba entregar todas sus tareas hechas, habían veces en las que el príncipe lo ayudaba a buscar alguna que otra información en sus libros y le iba dictando las respuestas. Usualmente no solía llevarse bien con nadie de su clase, a pesar de ser seguido por un grupo de extras que no lo dejaban ir solo a ningún lado y aveces había tenido que golpearlos para alejarlos, aunque eso lo llevara a ser citado por el consejero estudiantil quien pretendía ayudarlo pero siempre terminaba mandándolo a morirse para que no dejara en paz.

Habían pasado dos semanas luego del tema con el perico que Mitsuki se había conseguido, el día anterior la familia Bakugou se había preparado para salir ese día de viaje a casa de la abuela La madre de Masaru quien los esperaba para pasar el fin de semana en familia, la castaña había decidido que quería pasar tiempo con su familia luego de casi un año sin verlos. Los Bakugou sabían que ese problema era porque la mujer vivía bastante lejos, casi cerca del bosque pero aún así era feliz en aquel lugar y ninguno tenía corazón para separarla de su hogar.

El cenizo había acomodado su maletas junto a las de sus padres, llevando consigo la jaula como pasaba cada vez que viajaban; la ceniza estaba harta de ver a su inmaduro hijo viajar con una jaula vacía pero no podía decir nada ya que su esposo se lo había pedido de manera seria y ella más que nadie sabía que, cuando su esposo pedía las cosas con seriedad era porque esperaba que fuese cumplido o su faceta de persona serena y tranquila se iría a tomar vacaciones.

La familia Bakugou se detuvo en la misma tienda en la que solían detenerse a estirar los pies y a usar el baño del lugar, era una parada que hicieron costumbre; el cenizo fue el primero en bajar con su jaula en una de sus manos mientras se dirigía hacia el lugar con su usual ceño fruncido sin importarle si sus padres lo seguían a no, él solo iba en dirección hacia el anciano que le regaló la jaula hacia siete años.

Anciano Toshinori Saludó el cenizo dejando la jaula sobre el mostrador.

Miren nada más a quién tenemos aquí, pero si es el pequeño Katsuki y por supuesto, el príncipe Izuku Saludó el anciano con una sonrisa amplia. Tanto tiempo. ¿Cómo van las cosas?

Tan bien como se puede anciano Respondió el cenizo de manera simple y suspiró viendo a otro lado. A veces tenemos nuestras discusiones porque Deku es demasiado necio y terco con algunas cosas, sobretodo con la comida pero de resto no tenemos problemas algunos.

Ya veo, era de esperarse que el príncipe Izuku diese problemas cuando de comida se trata Asintió el anciano a modo de entendimiento mientras veía al pequeño príncipe fruncir el ceño y cruzarse de brazos, aquello le causó risa. Veo que las mañas se contagian con los años.

¿De qué mañas hablas? Cuestionó el cenizo con el ceño fruncido y cruzado de brazos justo como el pequeño príncipe.

El anciano soltó una risotada por la imagen de aquellos dos, terminando por toser, sus pulmones no eran ya los mismos y sus años en ese mundo se estaban terminando, pero le gustaba poder ver de nuevo al príncipe y ver que estaba bastante bien cuidando en manos del cenizo quien ahora era un adolescente igual de grosero que de pequeño, aunque culpaba de ello a la ceniza que salía del baño con su ceño fruncido de igual manera y se dijo que si, definitivamente las mañas se pegaban con los años.

Espero que no le regale más jaulas vacías al mocoso Comentó la ceniza mientras veía al anciano. Por su culpa no deja que coloque nada dentro de esa estúpida jaula, estoy segura que está endemoniada porque no hay explicación para cuando la agarro algo malo termine pasándome.

Creo que te está pegando la edad vieja bruja Comentó el cenizo antes que el anciano y vio hacia su padre que se acercaba a ellos. Oye viejo, sostenla y dinos si sientes algo malo.

El castaño suspiró hondo luego de escuchar la petición de su hijo y vio hacia su esposa antes de acercarse a tomar la jaula, sosteniéndola unos minutos pero nada sucedía, la alzó un poco frente a su rostro para observarla mejor pero nada, no sucedía absolutamente nada y lo dijo en voz alta.

Imposible, siempre que yo la agarro pasa algo Se quejó la ceniza con el ceño fruncido.

Quizá lo que deberías hacer es agarrarla menos y dejar de tratar de meter cosas dentro, sobretodo animales Comentó el cenizo en un bufido mientras veía la jaula ser colocada en el mostrador.

¡Pero está vacía! ¡Debes ponerle algo dentro! Exclamó la ceniza tomando la jaula con brusquedad. ¡Ya me cansé, es hora de que esta maldita jaula se quede en esta tienda de vuelta!

Señora Bakugou quizá debería-

Vieja no-

Ambos quedaron con la palabra en la boca en el momento en el que el príncipe salió de su jaula con lo que parecía ser un conjuro escrito en papel, el cenizo apretó los dientes sabiendo lo que era y se apresuró rápidamente para tomar al pequeño, llevándolo hacia afuera mientras el anciano tomaba la jaula de vuelta; el cenizo trató de calmar al pequeño hada quien estaba rojo de la furia que su pequeño cuerpo experimentaba y lo mantuvo cerca de su pecho como si lo abrazara, de la misma forma en la que a veces solían dormir.

Calma Deku, respira Pidió el cenizo bajando la mirada hacia el pequeño príncipe para tomar el papel de las manos ajenas y separarlo del conjuro.

Ella no puede... No puede separarnos Kacchan Comentó el peliverde temblando de la rabia mientras apretaba la camisa ajena con sus pequeñas manos.

Y no lo hará, relájate, no permitiré que deje tu casa aquí y tampoco te abandonaré aquí.

Prometió el cenizo mientra veía con preocupación los temblores ajenos y notando que el clima se había puesto un poco más frío, las nubes oscuras tapaban el sol, dándole a entender que era posible que lloviera pronto, quizá sería una tormenta; el bosque y quizá, el mundo entero sabía de las emociones ajenas y reaccionaba de la misma forma puesto que entre su mano se encontraba el príncipe y futuro rey de las hadas, su abuela le había contado sobre la magia de las hadas pero más sobre la del príncipe y aunque le enorgullecía, también le preocupaba bastante por lo que podría suceder en un futuro.

Unos diez minutos después, el pequeño príncipe se separó del pecho ajeno notando que iban de regreso hacia el interior de la tienda mientras llevaba su mirada hacia su casa que descansaba en manos del castaño y con la mirada buscó a la ceniza quien se encontraba de brazos cruzados a un lado del viejo guardián en silencio, ni el cenizo ni él tenían idea de qué le habrá dicho el hombre para que la mujer se quedara callada pero aún así e castaño terminó entregándole la jaula a su hijo antes de decir:

Es hora de irnos, no sé porqué siempre tenemos esta misma discusión cuando vamos a casa de mi madre, ya no quiero que pasemos por esto ¿He sido claro?

—Bastante claro, quizá no tan claro como el cielo allá fuero pero si, solo espero que la vieja también entienda Respondió el cenizo metiendo la mano donde tenía al pequeño príncipe dentro de la jaula con cuidado para que se acomodara antes de cerrar la puerta. Nos vemos más tarde anciano.

Mocoso esos no son-

Mitsuki ya hablamos ¿Verdad? Cuestionó el castaño con una sonrisa un poco fingida mientras veía a su esposa.

Si, cariño Respondió rápidamente la ceniza con una mueca.

Bien, entonces ya nos vamos.

El castaño se despidió del anciano y salió junto a su esposa quien también se despidió del hombre, dejando al cenizo con su jaula dentro de la tienda sin entender qué rayos sucedió.

Tu padre tiene carácter cuando se le acaba la paciencia, hasta yo quedé sorprendido Comentó el anciano al ver la expresión ajena.

Tsk ese viejo es más peligroso que la bruja Comentó el cenizo con una mueca, tensándose al escuchar el llamado del castaño. Nos vemos anciano.

El hombre asintió la despedida y el cenizo salió de la tienda con la jaula en brazos para meterse en los asiento de atrás del auto, se acomodó el cinturón y acomodó la jaula de manera que el príncipe pudiese ver por la ventana, a éste último le gustaba cuando iban a la casa de la castaña ya que podía andar libre un rato en el bosque y estirar de mejor forma sus alas, además de que podía estar con su gente ya que la castaña también era guardiana de dos hadas.

Al cenizo igual le gustaba visitar a su abuela ya que sus padres evitaban joderlo demasiado y con ella podía aprender más sobre las hadas, además de que la mujer llevaba tiempo escondiéndole información valiosa o así lo veía él, ya que cada vez que le explicaba algo llegaba a un punto en donde se quedaba callada y se reía como si le hiciera gracia lo que no le decía y soltaba oraciones como: "Pobrecito príncipe, espero que no le duela" o "Faltan unos años más pero eso sucederá" e incluso "Hay muchas cosas que aún no sabes sobre los hadas querido nieto, falta mucho para contarte", luego de soltarle cosas así, la anciana colgaba entre risas dejándolo totalmente pasmado sin saber que decir y viendo al peliverde esconderse en su casa sin decir nada pero completamente rojo, aquello lo enfurecía puesto que el hada sabía de lo que hablaba su abuela pero tampoco le decía nada; por ello era que pasaba tres días enteros sin hablarle e ignorándolo y solo dejándole su comida para que no se muriera de hambre.

Una cosa era estar furioso, otra muy diferente era castigar al hada matándolo de hambre, él definitivamente no era y no sería así; su abuela le había contado historias lo suficientemente traumantes sobre lo que le sucedían las hadas cuando sus guardianes no las alimentaban las veces que debían comer e incluso de pequeño tenía pesadillas Algo que nunca diría en voz alta y siendo ahora adolescente, seguía teniéndolas de vez en cuando.

Katsuki hijo, te estoy hablando Llamó el castaño por sexta vez, moviendo al cenizo menor. ¿Te quedaste dormido con los ojos abiertos?

¿Qué pasó viejo? Cuestionó el cenizo volteando a ver a su padre.

Te dije que ya llegamos Repitió el castaño con calma.

Ah, ya me salgo.

Aquella actitud hizo que el castaño frunciera el ceño, no todos los días veía a su hijo hacer caso sin gritar ni soltar groserías como su esposa, pero aún así lo dejó pasar, creyendo que era porque lo había despertado.

El cenizo por su parte simplemente se acercó a su abuela en silencio para saludarla y le hizo una señal para decirle que iba a liberar al príncipe, la castaña asintió con una sonrisa mientras saludaba al pequeño hada quien hacía una reverencia a modo de saludo, el cenizo entró a la casa luego de deshacerse de sus botas negras de cuero y pasó por todo el pasillo, yendo hacia la parte de atrás donde terminó quitándose también las medias ya que prefería sentir las plantas bajo sus pies, era una especie de maña que agarró de pequeño y culpaba de ello al hada y a su abuela.

No dijo nada mientras caminaba por el sendero que su abuela había hecho para no perderse, ni siquiera había prendido las luces ya que aún estaba temprano y había luz, a pesar de que las nubes tapaban el sol y que era cuestión de tiempo antes de que comenzara a llover, aún así no tomó eso último en cuenta y una vez que llegó al riachuelo, dejó abierta la pequeña puerta de la jaula dejando que el príncipe saliera de su casa para que estirara las alas con tranquilidad.

Recuerda no irte muy lejos y regresa a casa antes de que el sol se oculte Indicó el cenizo con el ceño fruncido.

Lo sé Kacchan, no me lo tienes que repetir cada que venimos Se quejó el príncipe con el ceño fruncido y haciendo pucheros.

El cenizo apretó los labios para evitar reírse, el hada era demasiado adorable cuando hacía pucheros o berrinches, simplemente asintió antes de darse la vuelta y regresar por donde llegó, confiado en que no le pasaría nada al hada puesto que esa parte del bosque era privada y su abuela era quien lo cuidaba a pesar de su edad, la anciana solía decir que con solo dar un disparo al aire con su escopeta podía espantar hasta a la llorona; aquello siempre le hacía gracia pero evitaba reírse para mantener su expresión seria.

Una vez que llegó de vuelta a la casa, vio a su abuela de pie en la puerta trasera de brazos cruzados y observando más allá de los árboles con el ceño fruncido como si presintiera algo, el cenizo alzó la cabeza hacia el cielo y luego hacia donde su abuela observaba, se avecinaba posiblemente una tormenta pero no creía que fuera por culpa del pequeño príncipe, aún así no le prestó atención mientras llegaba a su lado para poner la jaula al lado de las otras dos para luego acomodarse a un lado de la castaña.

La tormenta será bastante fea Comentó el cenizo esperando que la castaña se relajara un poco más.

Espero que lo sea, así se evita el peligro que parece sentirse en el bosque Respondió la castaña con una mueca. Vamos adentro, prepararé la merienda, esta vez llegaron temprano.

¿Peligro? Cuestionó el cenizo tensándose un poco, creía que el mal augurio que sentía en la base de su nuca solo era un dolor muscular o algo parecido pero ahora con las palabras de su abuela no estaba seguro. El viejo dijo que era menor salir más temprano para que no nos agarrara la noche.

La castaña no respondió a la pregunta, simplemente asintió a la información dada por su nieto mientras caminaban hacia la cocina donde ya se encontraban el castaño y la ceniza acomodados viendo por la ventana, volteando en cuanto los escucharon llegar.

De verdad que el clima está realmente feo hoy Comentó la ceniza con una mueca.

Es verdad, pero si llega a llover estaremos protegidos aquí Comentó el castaño mientras se levantaba a ayudar a su madre a hacer la merienda.

El cenizo se acomodó al frente de su madre quien sabía que la jaula estaba afuera junto a las de su suegra y no estaba segura de si le tranquilizaba no tenerla cerca o le preocupaba que su hijo no la tuviera consigo, aún así no dijo nada sobre eso y siguió observando por la ventana.

Hay humo saliendo entre los árboles más allá.

Aquel comentario se ganó la atención de la castaña y la del cenizo quienes se pusieron a buscar dicho humo con el ceño fruncido.

Cazadores Murmuró la castaña apretando los dientes con molestia.

¿La escopeta dónde está? Cuestionó el cenizo viendo a su abuela ir hacia la pequeña habitación debajo de las escaleras.

¿Escopeta? ¿Para qué? Cuestionó el castaño con temor al ver a su madre salir con dos escopetas en la mano. Madre ¿Qué haces con esas armas en casa?.

A veces son necesarias para defender mi terreno, Masaru Respondió la castaña con seriedad, poniéndose a recargarlas. Katsuki ve por-

Un disparo se dejó escuchar un poco cerca, tensando al cenizo y a la castaña quien le pasó a su nieto una de las escopetas.

¡Corre por ellos Katsuki!

El cenizo no lo pensó dos veces cuando ya había salido corriendo bajo el pequeño manto de lluvia que había comenzado a caer pero no le importaba, su única preocupación en esos momentos era su Deku y las hadas de su abuela. Una vez que llegó se deslizó un poco sobre el lodo formado en el suelo, saltando el riachuelo para seguir corriendo.

¡Deku! ¿Dónde están?

Cuestionó el cenizo gritando mientras mantenía fuertemente agarrada la escopeta con una de sus manos, apretando los dientes cuando el frío se coló por sus pies ya que seguía descalzo pero no era momento para preocuparse de ese detalla ya que vio un par de alas volar con dificultad hacia su dirección y en cuanto vio al príncipe junto a las dos hadas, una de ellas lastimadas, maldijo mientras las alcanzaba para sostenerlas contra su pecho, sintiendo a su hada sobre su hombro.

¿De dónde vienen? Cuestionó el cenizo entre dientes, regresando por donde llegó sin importarle en esos momentos en dejar rastro en el suelo.

Del sur.

Murmuró el príncipe sabiendo que el cenizo lo escucharía, era su culpa por querer alejarse un poco más cuando el cenizo explícitamente siempre le decía que no se alejara de allí pero su curiosidad llegó cuando escuchó algunos lamentos y sus amigas lo siguieron solo para protegerlo, ahora una de ellas estaba lastimada y bajo esa lluvia no podía curarla. Una vez que el cenizo llegó con las hadas, notó las jaulas dentro de la casa junto a su abuela y no dudó en meterse derrapando por el suelo de madera antes de que la castaña cerrara la puerta con seguro.

Maldita sea Deku, ¿Por qué carajos se alejaron del riachuelo?

Gruñó el cenizo molesto mientras el príncipe se acercaba a la hada herida para poder comenzar con uno de sus conjuros de curación, viendo de reojo a la castaña agacharse a un lado de su nieto con preocupación por ver tanta sangre saliendo del cuerpo de una de sus protegidas.

E-Escuchamos chillidos más allá del riachuelo, queríamos saber si alguna hada que necesitaba ayuda Empezó a contar el príncipe sin dejar de temblar.

Encontramos un campamento de cazadores que tenían jaulas llenas de nuestra gente Contó la otra hada que no le había quitado la mirada a su compañera. Escuchamos lo que decían...

Llevan desde los bosques del este recolectando las hadas que se encuentran libres e incluso a aquellas que ya han hecho un pacto con sus guardianes Agregó el príncipe terminando de curar a su amiga antes de ver a la castaña con temor. Saben del guardián líder Toshinori y tienen planeado meterse a su tienda para quitarle las hadas que tiene a su poder.

La castaña palideció ante esa información y se levantó tambaleante para correr hacia el teléfono todo bajo la vista de los otros dos quienes no entendían qué sucedía ni la razón de que su hijo y la mujer estén tan blancos como un papel de arroz. La castaña trató de llamar a la tienda del rubio, esperando que respondiera pero nada ni nadie respondía y aquello le preocupaba, vio a su nieto llegar a su lado con unos zapatos abiertos que no sabe cuándo consiguió.

¿Ya respondió el anciano? —Cuestionó el cenizo viendo a la castaña negar. ¿Dónde está la bicicleta que arreglé la última vez que vine?

En el granero.

Respondió la castaña colgando la llamada y vio a su nieto correr hacia el lugar, así que preparó las municiones de la escopeta y tomó la que el cenizo había cargado anteriormente para salir a entregarle el arma.

Llega tan rápido como puedas y si tienes la posibilidad de disparar, hazlo sin temer ni dudar Katsuki Ordenó la castaña con seriedad absoluta sin desviar la mirada rubí de la suya. Trataré de llamar a la policía, ve.

El cenizo asintió a las palabras de la castaña y comenzó a pedalear rápidamente para poder llegar a la tienda del viejo Toshinori, en la cesta de la bicicleta iba el pequeño príncipe que se negó a quedarse en la casa de la castaña sabiendo que esa gente tenía a varios de su especie, no podía permitir que siguieran siendo cazados, merecían vivir en paz sin miedo a que un día despierten en manos de esas personas que los mataban por sus alas o los vendía a ricos que los querían de mascota sin importarles si los podían ver o no.

Una vez que el cenizo llegó, vio la puerta de la tienda destruida y temió lo peor, corrió hacia adentro notando un par de personas dentro de aquella habitación a la que entró de niño, se escondió para poder escuchar lo que decían mientas buscaba al anciano con la mirada, esperando que estuviese vivo todavía.

Aquí no está el príncipe Comentó uno de los hombres a alguien que el cenizo desconocía. Parece que ya se lo llevó un guardián, preguntémosle al viejo antes de matarlo.

El cenizo vio hacia el pequeño peliverde a su lado con preocupación, lo estaban buscando pero no permitiría que se lo llevaran, en su vida creyó que le dispararía a alguien pero se dijo que era para proteger y con eso en mente, se acomodó detrás de uno de los estantes antes de apuntar hacia la espalda del hombre que se había dado la vuelta y disparó con un poco de temor pero satisfecho de haber de detenido a uno. Se movió rápidamente de allí para volver a esconderse al escuchar a los otros movilizarse luego del disparo.

¿Cómo es que hay alguien mas en esta puta tienda si nos aseguramos que no hubiera nadie más? Cuestionó uno de los hombres que sostenía a su amigo herido. ¡Busquen a esa persona y mátenla!

¡Enseguida jefe!

Respondieron todos comenzando a agilizar la búsqueda, el cenizo vio a el príncipe tomar papeles secos para garabatear símbolos que pocos se le hacían conocidos, eran conjuros y de los fuertes pero esperaba que funcionaran para rescatar a las hadas y al anciano Toshinori antes se que llegara la policía.

El cenizo recargó la escopeta lo más silencioso como podía para evitar que descubrieran dónde estaba y caminó por entre los estante con más cosas mientras el príncipe dejaba caer algunos papeles con conjuros hechos y pegando otros en los estantes que se fusionaban con la madera, aquellos les ayudaría a camuflarse cuando el cenizo se escondiera, él mismo sabía que al no hacer todavía un contrato con su guardián de manera permanente, su magia estaría en descontrol total y en esos momentos la necesitaba de aquella manera.

La primera explosión se dejó escuchar, haciendo tensar al cenizo que buscó la fuente de la misma y notó que era de uno de los caminos donde él había caminado, el pequeño peliverde sonreía satisfecho al ver que el conjuro había funcionado perfectamente y, aunque esa explosión no los mataría, si los lastimaría lo suficiente como para quemarles la piel y la ropa.

Deku ¿Qué hiciste? Murmuró el cenizo volteando a verlo.

He estado dejando conjuros, así que no regreses por donde viniste Kacchan Respondió el peliverde murmurando de igual manera.

El cenizo alzó una ceja por aquella respuesta y asintió en silencio, el pequeño príncipe de verdad podía ser bastante peligroso, por ello evitaba que le hiciera tanto daño a su madre cuando se molestaba, sobretodo porque era de sangre real y según lo que su abuela le había contado junto al anciano, el pequeño príncipe podía tener incluso más poder que su madre, algo de temer para cualquiera y quizá era por eso que lo buscaban porque valía mucho más que todas esas hadas juntas. Se acomodó entre otros estantes que estaban juntos y notó desde ese punto al anciano, el hombre estaba amarrado se manos y pies con las jaulas a su alrededor llenas de hadas, apretó los labios en impotencia y agarró al príncipe al verlo querer acercarse a liberar a su gente.

Espera Deku, no sabemos cómo hacen esas personas para- —Sus palabras fueron interrumpidas por otra explosión, esta vez siendo una descarga eléctrica que afectó a tres, dejándolos en el suelo o recargados en la pared y maldijo por lo bajo. Para atrapar a las hadas Completó.

Pero están ahí mismo Kacchan Replicó el pequeño príncipe con el ceño fruncido.

Si, pero observa bien antes de lanzarte a rescatarlos que si te atrapan no podré hacer nada Deku.

El cenizo le mantuvo la mirada al pequeño príncipe, frunciendo el ceño para que obedeciera de una buena vez por todas. El pequeño príncipe terminó por hacer pucheros y asintió para que el cenizo lo soltara lentamente, vigilando por si debía agarrarlo de vuelta pero por suerte no fue así y simplemente se acomodó para ver lo que cubría el piso y las paredes.

En el piso hay alguna clase de pegamento y en las paredes alguna clase de aparato que quién sabe qué mierda hace Comentó en un murmullo el cenizo al peliverde quien se había acomodado de nuevo en el hombro ajeno. El techo parece ser lo único que no lleva nada, por suerte. Así que nuestro problema es las máquinas desconocidas y el suelo de pegamento.

El pequeño príncipe asintió a las palabras ajenas y decidió hacer un avioncito de papel para lanzarlo en dirección hacia aquel lugar para probar lo que hacía aquella cosa, formó una mueca junto al cenizo en cuanto vieron que las máquinas se activaron para lanzar una especie de jaula contra el avioncito de papel y luego vieron cómo cayó como peso muerto en el suelo de pegamento.

Ya sabemos para qué es, por lo menos Murmuró el pequeño príncipe con temor.

Si y ahora hay que tener mucho más cuidado.

Recomendó el cenizo hacia el peliverde quien asintió para darle la razón ya que no quería ser atrapado de aquella manera, además se que había visto que las puntas del avión de papel rozaban las rejas y estas eran quemadas, sus alas se estremecieron ante la idea de ser quemadas, definitivamente no se movería demasiado del hombro de su guardián por precaución.

¿Y qué haremos Kacchan? Murmuró el príncipe en un murmullo mientras sostenía el cabello ajeno para evitar caerse.

Seguir alejándonos hasta que tengamos a la vista al líder que no está muerto, al parecer Respondió el cenizo con una mueca, apretando un poco la escopeta en su mano la cual se sentía pesada en esos momentos en el que la adrenalina era un sube y baja. Si tienes un conjuro con el que puedas sacar agua, nos serviría con el piso de pegamento e incluso con las máquinas, tal vez.

El príncipe asintió rápidamente al comentario ajeno para sacar otras hojas, esta vez de un cuaderno que llevaba debajo de su chaleco verde, eran hojas de pergamino y más temprano que tarde comenzó a dibujar las runas indicadas, aquellas hojas harían que el conjuro fueran más potentes ya que aquel libro se lo había entregado uno de los Dioses en su nacimiento o eso le había contado su madre la última vez que la vio, no sabe realmente qué sucedió con ella pero esperaba de corazón que siguiera viva, tendría que preguntarle aquello al guardián líder antes de unir su vida con la de su guardián; con el solo pensamiento de ese tema hacía que sus mejillas enrojecieran pero decidió concentrarse en hacer bien la runa y no arruinarla.

Está listo Kacchan, hay que buscar donde pegarlo y buscar un lugar alto luego de ponerlo.

Advirtió el príncipe al cenizo quien asintió para buscar con la mirada un buen sitio mientras caminaba por entre los estantes para tener una mejor vista antes de usar el conjuro, además de que debía ver cómo escalar uno se los estantes y todo eso en segundos, definitivamente eso no estaba en sus planes de ser guardián de un hada.

¡Hello! Espero estén bien todos, yo no tanto porque voy saliendo de una gripe :c

Espero les haya gustado el capítulo luego de un mes y un poco más ♥

Recuerden que serán pocos capítulos, todos de 5000 palabras o un poquito más, dependiendo si se cuelan 50 o 100 más xD

¡Nos leemos en el próximo capítulo! ¡LOVIU lunitas, besitos en la cola! ♥

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