Separación

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Pov Jimin

La velocidad a la que Kingisi iba, comenzó a disminuir conforme avanzábamos.

Los marginados que nos seguían ya habían sido derrotados, aún así no nos detuvimos por miedo a encontrarlos, seguimos derecho por el camino solo que a menor velocidad. Cada que oíamos un sonido volteábamos Yoongi y yo asustados por qué creíamos que los marginados estaban volviendo, pero por suerte hasta ese momento no nos habían encontrado.

También habíamos estado atentos a ver si encontrábamos a un guardia, pero no sé veía a nadie. Estábamos solos en la carretera sin saber bien a dónde íbamos, pero no nos habíamos salido del camino así que esperábamos que Seúl no estuviera lejos. Había anochecido ya.

—Me muero de hambre —le dije a Yoongi, a pesar de que quejarme no sabía de nada.

Las bayas con las que nos habíamos alimentado y recogimos en el bosque ya se habían acabado, y el agua se la habíamos dado a Kingisi. La noche había caído y podíamos seguir andando solo con la luz de la luna, pero ya no teníamos muchas fuerzas.

—Debes esperar, no debe estar muy lejos Seúl. Encontraremos a alguien, ya verás.

Cabalgar en la noche era aterrador, pero mientras en otro momento me hubiera asustado que de la oscuridad saliera algún monstruo, ahora solo me preocupaba que saliera algún marginado.

—Te dije que era mala idea usar el uniforme, solo nos encontraron los marginados y nos ubicaron rápido porque vieron el logo de la familia real en tu ropa.

—Esta bien, fue una mala idea. Lo admito.

—Habías prometido que esa idea funcionaría —replique. De alguna forma el conversar era lo único que me distraía del hambre y sed que sentía.

—Tu prometiste no usar tu magia de nuevo ¿Lo recuerdas? Ninguno cumplió su promesa, así que dejémoslo a mano.

La voz de Yoongi estaba cansada y sabia que estaba deseando dormir, yo también quería dormir. No sabíamos que horas eran pero se veía demasiado noche.

El camino estaba despejado, y habíamos pasado hace un rato por la estación de tren, pero ya no podíamos subir al tren con Kingisi y Yoongi nunca lo dejaría ahora que lo encontró. Los planes habían cambiado y solo nos quedaba aferrarnos a la idea de  poder encontrar a alguien de la guardia real.

Está vez no use ningún hechizo de atracción de buena suerte, sin embargo, sin la ayuda de la magia vimos un atisbo de esperanza.

Kingisi relinchó y se detuvo en seco cuando estábamos pasando por un área dónde las nubes cubrían la luna por completo, y luz de la luna no estaba dando, así que todo se veía oscuro. No sabíamos porque Kingisi se había parado, pero miraba hacia el frente y seguía relinchando.

—¿Qué pasa? —preguntó Yoongi a Kingisi. El caballo solo volvió a relinchar.

—Creo que hay alguien enfrente —le dije a Yoongi.

No encontraba otro motivo por el cual Kingisi se pusiera así.

—¿Quién anda ahí? —preguntó Yoongi en voz alta.

Las nubes se movieron un poco y de repente un fino rayo de luz nos alumbró a ambos, y pudimos ver cómo frente a nosotros había un guardia real, lo sabía por su uniforme. Estaba empuñando una espada con la mano derecha y mantenía una posición de defensa dispuesto a atacar.

Pero cuando las nubes despejaron la luna por completo y esta nos iluminó también, iluminó a Yoongi en la cara, y su uniforme. En cuanto se pudo ver con claridad el logo de la familia real, el guardia bajó la espada y una sonrisa de felicidad se extendió por su cara.

—¿ Príncipe Min? —preguntó con incredulidad. Se acercó más para ver el rostro de Yoongi—. Príncipe Min.

—Jungkook —dijo Yoongi lentamente sin poder creerlo.

Así que él era Jungkook.

Yoongi bajó de un brinco del caballo y se acercó a Jungkook para darse un abrazo fuerte. Yoongi estaba alegrado de que había encontrado por fin a uno de sus mejores guardias, y Jungkook estaba aliviado de poder haber encontrado a su príncipe desaparecido.

—¿Cómo es que ha llegado tan lejos? Pregunté en todo Seúl y nadie lo vio, ni siquiera los guardias del castillo lo vieron salir, yo no lo vi salir y estaba ahí cuando desapareció.

—Créeme, esto no es lejos, he estado mucho más lejos que aquí. Te contaré todo después pero ahora necesito comer, tomar agua, que cuiden a Kingisi y si es posible un lugar para dormir de dos personas

—¿Dos personas? —Fue entonces que cayó en cuenta de mi presencia. Me miró aún arriba del caballo sin saber que decir—. ¿Y él quien es, príncipe?

Yoongi volvió a el caballo y me tendió una mano para poder bajar, una vez abajo del caballo, Yoongi sostuvo con firmeza mi mano para que a Jungkook no le cupieran dudas de que veníamos juntos.

Jungkook pareció comprender.

—Síganme. —Nos dijo para después comenzar a caminar.

Lo seguimos junto con Kingisi. Jungkook se metió entre el bosque, creí que nos encontraríamos de nuevo con el inmenso color verde rodeándonos como habíamos estado Yoongi y yo en la mañana. Pero nada más nos metimos un poco más y vimos unas luces amarillas.

Al seguir avanzando ví como había más guardias reales, eran unos diez. Todos habían creado una especial de campamento oculto en el bosque, para mantenerse seguros, lo más probable. Las luces amarillas provenían de una fogata que había al lado de las casas de campaña dónde estaban acampando.

—Primer escuadrón de la guardia real, el príncipe ha vuelto. ¡Muestren su respeto! —espetó Jungkook en un tono de voz autoritario.

Los guardias que estaban comiendo el pollo recién asado en la fogata, dejaron todo lo que estaban haciendo y se pusieron inmediatamente de pie. Primero no podían creer que estuviera el príncipe de vuelta con ellos, luego pasaron a mostrarse aliviados. Las mirada hacia mi era incómodas ya que nadie sabía quién era, pero con solo verme junto a Yoongi nadie decía nada.

Una ola perfectamente a coro de “Bienvenido, su majestad” se escuchó.

Note como Yoongi bufó por la bajo. Había regresado a su antigua vida.

—Gracias a todos, pueden seguir comiendo —respondió Yoongi a su saludo.

Ellos volvieron a su posición de antes. Jungkook se giró hacia nosotros.

—Llevamos una semana buscándolo, primero no nos movilizamos porque los reyes no nos dieron permiso. Ellos creyeron que solamente había querido escapar debido a la presión de la coronación próxima y que volvería en unos días, pero  pasó una semana y no regresó. Así que nos enviaron a buscar por todo Seul y cuando no encontramos ninguna pista de usted ahí, tuvimos que aventurarnos más allá de la ciudad. —Nos relató.

—¿Trajiste a Kingisi? ¿Se encontraron con los marginados? —cuestionó Yoongi. Quería saber con exactitud como habíamos terminado encontrando a Kingisi cerca de Sangju.

—Si, nos encontramos con uno de sus grupos. Nos atacaron creyendo que sabíamos algo del príncipe, lo están buscando con desesperación. Yo salí en Kingisi, los reyes creyeron que sería de buena idea. En el ataque tuve que dejar a Kingisi ya que nos estaban persiguiendo y teníamos que escondernos, los caballos eran difíciles de esconder. Los demás guardias igual dejaron ir a sus caballos. Después de un rato de escondernos los marginados se fueron. Pensé que había perdido a Kingisi, lo lamento.

Jungkook se mostraba sumamente arrepentido por qué pudo haber perdido a Kingisi. Yoongi le puso una mano en el hombro para demostrar que estaba bien.

—Kingisi es listo, el se logró escapar de los marginados cuando lo dejaste y no le siguieron. Siguió caminando hasta que lo encontramos nosotros.

—¿Y los demás marginados?

—Digamos que alguien se encargó de ellos —respondió Yoongi mirando hacia mi.

Cierto, no solo había hecho que un puente les cayera encima si no que también les había disparado con las flechas.

Toqué ligeramente el arco que estaba sobre mi hombro y el carcaj en mi espalda que ya solo contenía una flecha. Jungkook me miró asombrado.

—Gracias por ayudar a su majestad —me dijo con agradecimiento.

—No es nada, yo le debo mucho más a él —respondi con simpleza mientras acariciaba la mano de Yoongi que aún seguía unida a la mía.

Jungkook carraspeó un poco, tratando de no incomodar mientras Yoongi y yo teníamos nuestro “momento” tomados de la mano.

Seguido de eso, Jungkook nos dio algunas instrucciones. Nos acercamos a la fogata y comimos un poco de lo que los guardias estaban comiendo. También tenían agua y eso fue suficiente para poder sentirme mucho mejor que antes. Tanto sin comer ya me había hecho sentir mal, pero ahora de nuevo me sentía mejor.

Después de eso nos dieron una tienda de acampar para ambos. Me había ofrecido una sola, pero Yoongi ordenó que debía dormir con él. Nadie se atrevió a contradecirlo.  Yoongi y yo entramos a la casa de campaña, Jungkook también entró después de nosotros y nos contó un poco acerca de las cosas que habían pasado en el castillo. En cuanto Yoongi desapareció, se desplegó una ola de guardias que lo buscaron por todo el castillo y sus alrededores. Al no tener rastro, los reyes decidieron esperar unos días para comenzar a buscarlo por Seúl, para no levantar sospechas. Al pasar unos días y sin noticias de Yoongi, los guardias comenzaron a pasear por Seúl en su búsqueda.

La reina no podía entender dónde estaba su hijo, no lo había visto salir del castillo. El rey aseguraba que se había fugado por el miedo a portar la corona real, pero que volvería al poco tiempo. Trataban de mantenerse calmados, pero seguían esperando cada día que algún guardia les diera una noticia.

A los reyes también llegó la noticia de que los marginados habían sospechado que el príncipe Min había desaparecido, así que no podían perder más tiempo, debían encontrar a su hijo. Por eso desplegaron una segunda ola de guardias está vez con Jungkook a la cabeza, para buscar fuera de Seul.

También, en el tiempo que Yoongi estuvo fuera, fue Taehyung la persona que más se preocupo por él. Por suerte, tuvo a Jungkook a su lado todo el tiempo para asegurarle que todo estaba bien, y que encontrarían a Yoongi en algún momento.

Yoongi también le tuvo que contar toda la verdad a Jungkook, porque estaba seguro que él no diría nada. Jungkook no podía creer nada de lo que contábamos al inicio, se escandalizó cuando supo que por el viaje a través del portal Yoongi se lastimó un brazo y que había vivido en la casa de un huérfano, herido, por dos semanas. Sin embargo, después de que Yoongi le explicó que conoció a personas increíbles (Namjoon y Jin) y que pudo experimentar por primera vez lo que era comer entre amigos, salir a un parque de diversiones, y ser libre, Jungkook se calmó.

Él había presenciado como Yoongi vivía encerrado en aquel castillo, sin ser capaz de salir y sin tener amigos. Jungkook solo pudo agradecerme por permitirle a Yoongi experimentar una vida normal aunque sea unos días.

Entre los tres formamos un plan: al día siguiente, los guardias reales se dividirán en dos. La primera parte me acompañaría a mi de regreso a Daegu, la segunda iría con Yoongi al castillo. Cuando llegaran, Jungkook les dirá a los reyes que Yoongi estuvo escondido viviendo en el límite de Seúl, y que efectivamente se había ido del castillo por miedo a portar la corona real. Omitirán mencionarme, ya que eso me podría provocar algún problema con los reyes si saben que use magia, la cual está prohibida.

Cuando el plan fue trazado, Jungkook decidió irse a propia casa de campaña.

—Ahora, su majestad, debo dejarlo. Es muy noche para ir al castillo, es mejor descansar. Partiremos en cuanto amanezca mañana —dijo Jungkook, acto seguido salió de la casa de campaña dejándonos a Yoongi y a mí solos.

Cuando estuvimos solos, Yoongi y yo nos acurrucamos uno junto al otro sobre las mantas. Era la misma posición que habíamos tenido en la cueva, pero ahora sobre las mantas suaves que los guardias tenían, era mucho más cómodo.

No se oía ningún ruido afuera, seguramente ya todos estarían durmiendo. Dentro de la casa de campaña, solo se escuchaba nuestras respiraciones. El plan estaba hecho, y según ese plan mañana Yoongi y yo nos separaríamos.

—No te quiero dejar —susurré contra su pecho, que era donde estaba apoyado.

—Creí que habíamos pasado la etapa de las despedidas —respondió.

—Aun duele.

—El dolor no es eterno.

—La tristeza si puede serlo.

Su mano acarició mi cabello. Subí la mirada mientras alzaba la cabeza y me encontré con sus ojos mirándome. Su otra mano me acarició la mejilla, y entonces, mientras él se inclinaba hacia abajo y yo me inclinaba hacia arriba, nuestros labios se encontraron.

No era la primera vez que nos besábamos, pero seguía sintiéndose como estar en el paraíso, creo que siempre se iba a sentir de la misma manera.

Su lengua pidió permiso para entrar en mi boca, y yo no sé lo negué. Cuando nuestras lenguas se encontraron libraron una lenta batalla para ver quién tomaba el control, que al final ganó él. Mientras el beso se volvía ardiente, mis manos se aferraban a su chaqueta fuertemente. Nos separamos al cabo de un rato, juntamos nuestras frente y tratamos de volver a regular nuestra respiración. Vimos que habíamos dejado nuestros labios hinchados, y luego compartimos una sonrisa.

















Era de día. De nuevo.

No queríamos tener una despedida emotiva porque yo no creía poder soportarlo, y no quería tirarme a llorar con un montón de guardias viéndonos.

El campamento improvisado había sido recogido, y ya todos los guardias estaban de pie listos con sus cosas en manos para comenzar a avanzar su camino.

Dos guardias que parecían tener entre 40 y 50 años estaban plantados a mi lado. Ambos sin decir palabra, mientras que yo solo podía ver a Yoongi que está frente a mi.

Me sonreía de modo que me pudiera tranquilizar y no estuviera nervioso.

—Lee y Woo son de nuestros mejores guardias, ellos te cuidarán para que llegues a salvo —me dijo refiriéndose a los dos hombres parados a mi lado.

—No te preocupes por mi, estaré bien. En caso de que algún marginado se aparezca, te querrán a ti ¿seguro que estarás bien?

Yoongi asintió y volteó a ver a Jungkook. Él estaba hablando con el resto de los guardias explicándoles el plan.

—Tengo a Jungkook y otros ocho guardias, en caso de atacarnos, podremos defendernos.

Las cosas ya estaban recogidas y la plática que Jungkook estaba teniendo con los guardias había parado. Todo estaba listo y solo quedaba que nos pusiéramos en marcha.

Dejé salir un suspiro de lamento. No podía seguir atrasando esto.

—Aun así cuídate. Y no importa que hagas, debes de encontrar una forma de hacerme saber que llegaste con bien.

Yoongi asintió.

—Antes de irnos debo darte algo —dijo. Lo miré con la ceja alzada sin saber a qué se refería.

Él se hizo a un lado y fue por el arco con el que le había disparado el día anterior a los marginados que nos venían persiguiendo. También tomó el carcaj, al que solo le sobraba una flecha. Me tendió ambas cosas.

—Por cualquier cosa.

—Solo tiene una flecha, y llevo a guaridas custodiándome, realmente no creo que me sirva de mucho.

Yoongi volvió a ver el carcaj, pensé que se lo iba a llevar, pero tomó mi mano y me hizo agarrarlo.

—Haz lo que te digo, no se porque, pero siento que deberías de llevarte el arco.

—¿Otro presentimiento?

—Si, y cuando presentí que sería buena idea traernos el botiquín de emergencias tuve razón porque lo usamos. Así que hazme caso, mis presentimientos son buenos.

En eso no podía negar nada.

Acomodé el carcaj en mi espalda y en mi brazo el arco.

—Príncipe Min ¡Debemos irnos! —gritó Jungkook.

Kingisi ya estaba listo para irse también.

Tomé la mano de Yoongi y la sostuve fuertemente, no sabia cuánto podría tardar en volver a tomarla.

—Cuídate —le pedí. Yoongi sonrió y acarició mi mejilla con su otra mano.

—Mi Jimin, tu también cuídate.























Lo siguiente que pasó fue Yoongi subiendo a su caballo y partiendo hacia Seúl por la carretera con su tropa de guardias custodiándolo, con Jungkook al frente.

Yo me fui en dirección contraria hacia Daegu nuevamente, con únicamente el recuerdo de los labios de Yoongi sobre los míos, un carcaj y un arco cargando, y dos guardias reales caminando a mi lado.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro