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La noche estaba cayendo, pintando en el horizonte una vista que me encandiló durante unos momentos. La orilla del mar de Busán me recibía con las aguas tranquilas y una leve brisa que me despeinaba el pelo oscuro, fue en ese momento en el que me di cuenta de que mis pies no pisaban el suelo.

Estaba volando, las dos alas llenas de plumas negras se movían manteniendome estática en mitad del aire, una bandolera comenzó a coger peso sobre mi hombro, al abrirla un montón de frascos de cristal de pequeño tamaño comenzaron a aparecer.

Un tirón en mí me hizo perder levemente el sentido, el horizonte desapareció y frente a mí, de golpe, había una escena horrible, una chica estaba tirada en el baño, no sabía si de su casa, pero me sorprendió la cantidad de sangre que vi en el suelo.

Me puse de rodillas frente a ella, de alguna forma sabía lo que debía hacer, pero la imagen frente a mí me obligó a actuar de forma amable.

La chica estaba tirada en el suelo, con la mirada perdida, pero su corazón aún latía, me fijé en sus facciones, me resultaba exrtañamente conocida.

—Mía...— la chica susurró mi nombre, posé mi mano sobre su hombro y la mostré mi sonrisa más sincera.—¿Eres tú, Mía?

—Claro que sí, pero, ¿cómo sabes mi nombre?— pregunté al mismo tiempo que apartaba suavemente el pelo de su rostro; sus ojos se llenaron de lágrimas que me sorprendieron.

—¿No me recuerdas?— sus palabras me descolocaron levemente. Un pequeño pinchazo golpeó mis sienes.

—¿Hye?— el nombre salió como un susurro de entre mis labios. De golpe miles de recuerdos azotaron mi memoria en un dolor que pude soportar a duras penas.— ¡Hye!, ¿qué has hecho?

La angustia comenzó a correr por mis venas al ver tal situación, mi mejor amiga se estaba desangrando en el baño de su casa y sólo podía llevarme su alma, no podía hacer nada para ayudarla.

—Que bueno, — una pequeña sonrisa rozó sus labios.— hacía años que no te veía, — ¿años?— yo... no he podido aguantarlo todo yo sola. Estoy tan cansada, sólo quiero dormir, lo comprendes, ¿verdad?— suspiré y forcé una pequeña sonrisa en mis labios.

Aún no era capaz de asimilar lo que estaba pasando,porqué tenía tantos recuerdos buenos y malos con aquella chica, y porqué parecía faltar algo importante en mi.

—Has sido muy fuerte, — conocía sus razones para acabar haciendo algo como aquello, su vida no era simple ni feliz, pero nos apoyábamos la una a la otra mientras fui humana, o esa era la conclusión a la que había llegado.—ahora te llevaré a descansar, podrás ser feliz por fin.— dejé un beso en su frente al mismo tiempo que apoyé la palma de mi mano sobre su pecho.

—Gracias.

Cuando me alejé de ella con una sonrisa entristecida en mi rostro, en mi mano brillaba una nube espesa de colores mezclados, con el morado predominando entre todos los demás, cerré sus ojos ya apagados y sin vida, una sonrisa se extendía en sus labios y supe que por fin estaba descansando. Guardé aquella nube en una de las botellas y la guardé en la bandolera que colgaba de mi hombro antes de salir de allí.

Atravesé las paredes de aquella casa, sintiendo un pequeño escalofrío recorriéndome la espalda. Un pequeño recuerdo me invadió.

"Es incómodo atravesar las paredes."

No podía recordar quien me había dicho aquello, pero tenía la certeza de que era un hombre, y sabía, de alguna forma, que esa persona era importante para mí.

Sobrevolé la ciudad de Busán esperando algún otro llamado, era extraño cómo, a pesar de haberme llevado el alma de mi mejor amiga, no había ninguna clase de dolor apretándome el pecho.

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