La expresión en su rostro fue indescriptible; era obvio que tenía muchas preguntas sobre esa última frase. Y era algo entendible, sin embargo me preguntaba si debería responder a todas las preguntas sin miedo o sin la necesidad de ocultar algo.

Muy probablemente no me creería por completo, e incluso seguramente podría llegar a pensar mal de mí, algo que, honestamente no me atraía demasiado. Sobre todo por el simple hecho de que sería extraño si le contase los sentimientos que tuvimos en nuestras anteriores vidas.

Me encontraba en un gran dilema a decir verdad, ¿si se lo contaba los creadores reaccionarían? Seguramente lo harían, aunque después de ver que no me he alejado demasiado de Jeon desde que conseguí encontrarle, era algo que dudaba bastante.

—¿Con cuántos años falleciste?— le miré con la duda bailando en mis ojos.—No tienes que responder, sé que es algo de mala educación, pero por tu voz suenas bastante joven.

—Es cierto que morí joven, — una pequeña sonrisa triste se extendió en mis labios.— creo que tenía diecinueve años.— me sentí un poco estúpida, pues no recordaba bien si esa era la verdadera edad o si me había equivocado.

—Es una lástima, ¿quieres hablar de ello?, ¿recuerdas algo de tu vida humana?— no pude evitar reírme, era adorable, aún no podía creerme que aquel cínico del que me enamoré siendo humana, ahora era una persona tal dulce y curiosa.

—Supuestamente no debería acordarme de mi vida humana, — suspiré, quería que me viera, tal vez así pudiera recordar algo.— sin embargo soy capaz de recordarlo todo. — me encogí de hombros a pesar de que no podía verme.— Durante mi vida como humana recibí muchos años de maltratos psicológicos y físicos.— creo que esa era la primera vez que lo decía en voz alta.— Sé que mi padrastro acabó con mi vida a golpes.

Su expresión se deformó a una que yo ya conocía a la perfección, la ira que corría por su rostro, los puños cerrados con fuerza y la mandíbula que poco le faltaba para estallar.

—Menudo hijo de puta.—gruñó, la risa escapó de mi garganta sin vergüenza alguna, recordándome a ese JeunGguk que tan bien conocía.— ¿Qué pasó con él?— dudé por unos segundos en qué podría responderle.

—Paraste su corazón.— decidí ser sincera, tal vez habíamos tenido tantos problemas por no haber sido cien por cien sinceros en nuestras anteriores vidas.— Te llevaste el alma de mi hermano mayor, ya que ese hombre también le asesinó, y la de mi padrastro.

—¿Qué pasó con tu alma?— no pude evitar sorprenderme, ¿a caso mis palabras no le habían hecho entender que él fue un Ángel de la Muerte en su vida anterior?

—Tú la recogiste. — suspiré, pues a partir de ahí sólo conocía lo que sus hermanos me habían contado.— Después de eso los creadores te llamaron y acabaron con tu existencia como Ángel de la Muerte.

—¿Por qué demonios me harían eso tras intentar proteger la vida de alguien?— en ningún momento le dije que había intentado salvarme, ¿tal vez él recordaba algo?— ¿Y quién demonios son los creadores?

—Rompiste las reglas, — bufé, igual de indignada.— mantuviste contacto conmigo siendo yo una humana y tú un Ángel de la Muerte, después acabaste con la vida de alguien a quien aún no le había llegado la hora.