CAPÍTULO 26

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🌹En este cap se mencionan algunos hechos que serán narrados en el siguiente capítulo, ya que en el siguiente, vamos a retroceder un poco en el tiempo. Lo aclaro para evitar cualquier confusión❤️. Un abrazo! Ava procede a esconderse😂❤️.





EZRA

Me siento tan orgulloso de ver a Oliver en el escenario. Actuar es una actividad que le llena el alma, está disfrazado de pinocho, pasamos horas buscando un disfraz que le convenza. Antes de subir al escenario, ve de un lado a otro, y luego, su expresión decae. Le pregunto si se debe a que ni nuestros padres ni Holly se encuentran aquí, aunque no esperaría que le entristezca, porque por más desolador que suene, estoy seguro de que hace mucho tiempo se acostumbró a ello. Tal como espero, Oliver niega con la cabeza.

—Me hubiera gustado que me vea —dice decaído— ¿la despidieron por mi culpa?

Su profesora favorita.

Cuando recuerdo su dulce voz, la carta que me entregó... El llanto de Oliver ante las palabras de mis padres, me parte el corazón.

—No... nunca sería tu culpa. Escúchame. —Me agacho y sostengo su rostro—. Tú nunca podrías ser culpable por las acciones de nuestros padres.... nunca... prométeme, que no lo olvidarás.

Él baja la mirada, no responde inmediatamente. En el fondo, creo que no quiere hacer una promesa de algo que siente que no es capaz de cumplir.

—Lo tendré presente —responde después de unos segundos, mostrando una suave sonrisa.

Lo abrazo antes de que suba al escenario. Que al menos lo intente, es un gran alivio para mí. No quiero que viva lo mismo que yo, cargado de inseguridades, de temor a ser quien es. Su vida será diferente, no cargará con ese peso, no permitiré que coloquen sobre él aquellas expectativas que nunca son suficientes.

Que solo consumen lentamente.

Mientras yo viva, me aseguraré de que Oliver tenga una vida feliz.

La función inicia. Oliver dice sus líneas con tanta pasión, el colorete rojo en sus mejillas, el disfraz, y la nariz falsa sobre la suya, le da un aspecto adorable. No sé cuántas fotografías le he sacado, pero no me arrepiento de ello, estoy muy orgulloso de él. Cuando la obra termina, soy la persona que aplaude y grita con más fuerza dentro del público.

Oliver siempre va a merecer lo mejor que le pueda ofrecer la vida. Tanto Holly como yo crecimos con las secuelas de aquella indiferencia por parte de nuestros padres, pero con él las cosas serán diferentes.

Ese es mi sueño.

Al bajar, Oliver juega con sus amigos. Su risa llena el gimnasio, dejándome ver lo querido qué es dentro de sus pares. Siento alivio al darme cuenta, de que la vez que lo molestaron debió tratarse de un caso aislado.

Aunque igualmente los vigilaré niños, los tengo en la mira.

Espera.

¿Estoy pensando cómo lo haría un padre?

Con cierta vergüenza, me cubro el rostro con la mano, Oliver me observa de reojo. De un momento a otro, toma mi mano y me arrastra haciéndome correr por el pasillo blanco e inmaculado. Rio junto con él en tanto avanzamos por este. Me hace detenerme frente a una vitrina. En esta, aparece él en varias fotos.

Todas relacionadas con actos del año.

—Amas... hacer esto, ¿no?

Él da una vuelta sobre sí mismo.

—¡Sí! Aunque....

—¿Aunque...? —Me cruzo de brazos.

—Creo...

—¿Sí?

Oliver juega con sus manos.

—Que amo más el chocolate —confiesa finalmente.

Llevo una mano a la boca intentando contener la carcajada, no lo logro. Oliver también ríe.

Las personas que pasan a un lado de nosotros nos miran como si estuviéramos haciendo algo malo, como si nuestro comportamiento se les hiciera cuestionable. Pero nada importa, porque únicamente estamos siendo nosotros mismos. Sin protocolos, sin reglas.

Creo que a eso se le suele llamar libertad. Y pese a que el momento es fugaz, yo quisiera que fuera eterno.


Durante el camino de regreso a casa, Oliver baja el vidrio y saca su mano por la ventana. El gesto me recuerda a cuando Fox me pidió que lo hiciera, aquella vez que fuimos al parque de diversiones.

De pronto, Oliver insiste en que detenga el automóvil. Cedo, porque solo me basta ver el paisaje para saber el motivo.

Frente a nosotros está el mar.

El viento remueve con intensidad nuestros cabellos, mas Oliver no se altera. Corre hasta la arena, quedando a pocos pasos del agua. Cierra sus ojos, y levanta los brazos, la brisa hace que su ropa se sacuda. Es como si quisiera sentir el mar.

—Es mi lugar favorito —dice con suavidad, en tanto aún tiene los ojos cerrados.

—¿El mar? —pregunto, mientras lo observo de reojo.

—Sí... —abre los ojos lentamente— lo que las olas se llevan siempre regresará... el agua es helada, pero el sol... el sol es tan cálido sobre el rostro... —Toca con sus pequeños dedos su cara—, tanta calma en su sonido, pero tan caótico cuando causa estragos... ¿No lo crees? —Se voltea, con una sonrisa en el rostro.

Tengo ganas de llorar. No sabría explicarlo, pero los últimos días han sido tan intensos. Lo que viví con Fox, permanece en mi memoria, al igual que el acercamiento con mi hermana. Y ahora, escuchar a Oliver...

—Oliver... —Mis ojos se humedecen—. Tu forma de hablar...

—Al osito chip le gusta —afirma sonriente— le hablo por las noches para que pueda conciliar el sueño. A veces... se siente solo, me confesó que les teme a los fantasmas —susurra— pero yo siempre le digo, que estamos a salvo, y que no existen.

Lo rodeo inmediatamente en un abrazo.

—Eres... alguien tan... inocente, Oliver. —Siento como las lágrimas caen por mi rostro.

Él se acomoda en mi hombro. Se acurruca lentamente.

—No llores, pap...

Tomo distancia de él.

¿Papá...?

Advierte confusión en mi rostro.

—No llores, hermano —dice, la vergüenza se hace presente en sus mejillas— yo soy feliz... siempre que tú estés a mi lado.

—Siempre estaré. Siempre.

Oliver me sujeta con fuerza. Y mientras el sol nos ilumina, comprendí que dentro de todo había hecho las cosas bien. Que pese a toda mi inseguridad, de creer que cada cosa que nacía de mí estaba mal, le di una buena infancia a Oliver. Él no es como yo era a su edad; un niño temeroso solitario que creía ser un inútil, únicamente cumpliendo con lo que le imponían sus padres.

El día despejado transmite esperanza, y por un instante, un pensamiento recorre mi cabeza.

De que soy afortunado de tenerlo a él,

de tener a Fox,

y...

pese a todo... de tener a Holly.








La cena se vuelve tensa, lo cual tampoco es una novedad. Nunca son agradables en mi familia.

Mis padres vuelven a insistir en que haga aquel viaje con mi abuela, y percibo la molestia de Holly en su expresión. No puedo evitarlo, a mi mente llegan las imágenes de sus dibujos sobre el mueble de su cuarto. La manera en que se aceleró mi corazón cuando apareció en mi habitación, preguntándome si le podía dar un segundo de mi tiempo.

—Nunca lo he deseado —digo— Holly hará ese viaje.

Los ojos de mi hermana conectan con los míos, pero por algún motivo no se ve feliz, es como si estuviera inquieta.

—No —sentencia mi madre— vamos, Ezra, es un viaje que te permitirá tener más contactos en el rubro.

—Holly estudia lo mismo que yo —le debato— también le sería útil.

Mi padre se mantiene callado, sé que no podré contar con su apoyo.

—Tú estás más cerca de terminar la carrera —insiste, y luego, acerca la copa de vino a su boca.

—No quiero viajar, madre.

¿Es tan difícil de entender?

Claramente mi reacción la deja perpleja, está acostumbrada a que yo ceda ante todas sus pretensiones sin cuestionamientos.

No sabe que hace mucho tiempo dejé de ser esa persona sumisa.

Siendo sincero, estoy orgulloso de mí mismo, antes jamás me hubiera atrevido a contradecirlos.

Me preocupa que ese ambiente poco grato afecte a Oliver, pero al examinarlo, lo veo más pendiente del postre. En este momento, me alegra que así sea.

Y aunque mi madre sigue hablando y hablando, mi mente está en otra parte. No puedo quitarme de la cabeza aquellos hermosos dibujos que se veían tan profesionales, con tanta técnica. Y aunque ese viaje no implicará ningún beneficio en aquel arte, siento que Holly lo merece, yo ya he visitado demasiados países, no estoy interesado.

Mi madre dice que lo seguiremos discutiendo mañana, la verdad ya no la escucho. Mi mente sigue en ese instante en que Holly se abrió conmigo, mostrándome los diferentes materiales que ha comprado a escondidas de nuestros padres.

Nuestras miradas se cruzaron cuando acerqué la mano a uno de ellos. Como si tuviera la esperanza de que justamente sostuviera ese. Era el dibujo de un muchacho que estaba gritando. De su boca abierta, se derramaba un líquido negro que acababa con el resto de su cuerpo, como si este se diluyera en conjunto con el líquido, deformándose.

—¿Y...? ¿Qué opinas? —me preguntó.

Y yo no podía dejar de pensar en la emoción que sentí cuando tocó mi puerta, dejándome conocer un fragmento de ella.

Fue como si estuviera en un sueño.

Y sentí dolor, por todos los recuerdos de aquellas veces en que rogué por su amor, y ella me ignoró. La discusión que nos separó por completo aún presente en mi cabeza...

Todo ardió al darme cuenta de que después de todo, aún deseaba su cercanía. Conocerla, y que me permitiera formar parte de su vida.

—Es... lo más hermoso que he visto —le dije honestamente.

Holly se quedó demasiado quieta, muda.

—¿Dije... dije algo malo? —pregunté algo nervioso. Tenía miedo de arruinarlo.

—No —murmuró, y fue tan tenue que pareció como si lo hubiera estropeado, aunque no entendí el motivo.

Retrocedí un paso, en tanto dejaba el dibujo sobre la mesa. Al hacerlo, captó mi interés unas hojas un poco apartadas del resto, cubiertas de anotaciones y de imágenes.

Le pregunté a Holly de qué se trataba.

—No es nada —respondió con indiferencia— Nolan me pidió que le hiciera un dibujo, son las referencias. Me pagará.

Me tomó por sorpresa su respuesta.

¿Nolan sabía que dibujaba?

—¿Nolan...

—Sí, Nolan —contestó cortante— yo le insistí que no era necesario que me pagara, ya que... tampoco soy una desconsiderada, sé que él se gana el dinero que tiene en el bolsillo. Pero él insistió y no sé.

Se acomodó su cabello oscuro. Sus ojos claros eran tan intensos y hermosos. Y sin embargo, se veían tan decaídos.

Pasó las manos por su ropa tan idéntica a la de nuestra madre y nuestra abuela.

—Ezra...

Y escuchar mi nombre en su voz me hizo sentir tanto.

—Lo siento...

No logré controlarlo. Las lágrimas cayeron por mi rostro, ante aquellas palabras que siempre esperé que dijera. Era lo único que necesitaba escuchar de su parte. Una disculpa por lo que jamás demostró arrepentimiento.

No era necesario que explicara a qué se refería, ambos sabíamos perfectamente. La mano me tembló en tanto, intenté tomar la suya. Al inicio, se rehusó, hasta que finalmente cedió.

Fue un contacto superficial y breve.

Y no obstante, se quedaría por siempre en mi memoria.

—¿Hermano? —me pregunta Oliver, haciendo que regrese a Tierra.

Seguramente me he perdido la mitad de la conversación, pero no lamento no haber escuchado a mis padres. Le aseguro a Oliver que no ocurre nada, y le cedo mi postre.

Los días siguieron avanzando, y cada vez que con Holly nos cruzábamos, ya no éramos invisibles el uno para el otro. De pronto, tenía alguien con quién hablar dentro de esas cuatro paredes, además de Oliver. Y comencé a quererla, descubriendo su interior; amaba el arte y el deporte. Le irritaban las personas demasiado entusiastas, porque ella deseaba tener esa energía. Tenía resentimiento por nuestros padres, mas anhelaba ganar su favor.

Y mientras más la conocía,

más me agradaba.

Eso fue lo que le comenté a Naomi cuando conversamos hasta la madrugada. Llevaba días insistiendo en que habláramos, y cuando me respondió, percibí tristeza, pero también una genuina alegría.

⋆⋆⋆



Salgo del gimnasio, Fox me atrapa en el vestidor de hombres. Maldito zorro.

No es un buen momento. Los ánimos entre todos no son los mejores. Hemos estado intentando apoyar a Dakota. El "escándalo" que hizo Naomi es algo que está en boca de todos. Y Wes y sus amigos se encargan de intimidarnos cada vez que se topan con nosotros. Bueno, menos Nolan, él se ve algo distante de ellos el último tiempo.

Todo últimamente se ha vuelto demasiado oscuro.

No ha sido nada fácil, pero Naomi ha estado al cien preocupada de Dakota.

—Ezra, siempre crees que te abordo con otras intenciones.

—Siempre es con otras intenciones —aseguro, y sonrío con suavidad.

—Tenemos una conversación que hemos postergado demasiado tiempo... necesito que lo hablemos.

Suspiro. Él se da cuenta de que no tengo intención de hablar de ello.

—¿Qué pasa? Antes querías que te explicara lo que pasó...

Sí. Eso fue antes de que empezáramos a acercarnos con mi hermana. Me genera sentimientos encontrados enterarme de qué fue lo que ocurrió en el pasado. Prefiero no saberlo, y solo ver la manera de que pueda distanciarse de Holly, sin que explote una bomba sobre nosotros.

—Ya te dije que no me importa tu pasado... no me importa lo que hayas hecho. Quizá alguna vez te insistí en ello, pero confío en ti, y creo que no es necesario que me lo digas. Sé que es algo que te afecta... y no quiero presionarte a nada. Solo me preocupa Holly...

—Por eso mismo, debemos hablar —insiste.

Dejo mis cosas sobre el asiento. En tanto preparo el agua de la ducha.

—Está bien, ¿pero podría ser en un momento en que no tenga que desnudarme?

Mala elección de palabras.

—No, aquí no. Estamos en la Universidad.

—Mmh... ¿ahora es un impedimento?

El recuerdo de lo que pasó esa vez en el salón, hace que mis mejillas se ruboricen.

—Solo... déjame bañarme, ¿sí?

No se va.

Comienzo a quitarme la ropa mientras él me observa. Ya nos conocemos perfectamente, y sé que lo está disfrutando.

Me termino de quitar todo, y entro en la ducha. En solo cuestión de segundos, él entra también. Por supuesto, que está desnudo.

—Fox... —suelto una risa.

—Sabes... creo que... no has sido del todo bueno —dice jugando— no me dejas hablar, y además... ¿crees que no sé con quién has estado hablando?

Hunter.

Hablamos cada día.

Solo es una incipiente amistad.

—Eres bastante celoso, zorro. Deberías saber que te amo a ti.

Tarde.

Se apodera de mí. Lentamente. Y cuando volteo la cabeza observándolo, veo el agua caer por su cuerpo, despacio. Su cabello mojado, y el movimiento de sus caderas.

Podría acabar con solo esa imagen.

Lo amo.

Es la persona a quién deseo contarle mis inseguridades, mis sueños. Nuestra historia juntos supera cualquier romance que haya leído en mis libros. Sentí cosquillas en el estómago cuando era niño y lo salvé. Sentí nerviosismo cuando se acercó a mí en la biblioteca. Me dolió verlo junto a mi hermana. Me enloqueció cuando me besó en mi casa.

Me enamoré de él. Y me sigo enamorando cada día.

Un ruido me distrae cuando estamos cerca de terminar. La mano de Fox se posa sobre mi boca. También lo escuchó.

Siento el corazón acelerarse. Los segundos transcurren en silencio, hasta que finalmente nos tranquilizamos con que no hay nadie más en el vestidor.

Nos relajamos y continuamos entregándonos el uno al otro.

Cuando acabamos, nos besamos bajo el agua caliente.

—Te amo —le digo.

—Entonces déjame hablar —me debate, a modo de reproche, pero sé que está feliz por este momento.

Asiento con la cabeza. Y mientras nos vestimos, parte por explicarme lo que pasó la noche en que estuvimos juntos por primera vez.

Él terminó con Holly. En verdad, nunca estuvieron juntos, pero esa noche cuando se encerraron en la habitación de Holly, tuvieron una conversación. Ella planeaba que durmieran juntos, se desnudó frente a él. Fox colapsó, ya llevaba demasiado tiempo a su lado, con tal de mantener su estabilidad, y de evitar ser expuesto. Sentía que se estaba perdiendo a sí mismo. No se iba a acostar con alguien a quién no amaba. Se negó, y Holly se lo tomó muy a mal, amenazó con hacerse daño a sí misma. No era justo. Así que él optó por decirle aquella verdad que debió haber expuesto desde un inicio, le dijo que era gay.

Sin embargo, Holly no reaccionó de la manera que hubiera esperado, aunque esa parte, Fox prefiere omitirla. Él intentó brindarle ayuda, pero ella se descontroló. Así que aunque fuera egoísta (cuando lo dice, lo miro con reproche. No me gusta que crea que es alguien egoísta, ha hecho lo mejor que pudo dentro de lo que estaba a su alcance), decidió irse, y me llamó. Ahí ya la secuencia la sé muy bien. Nos reunimos en la casa de veraneo, y pasamos la noche juntos.

Agrega que antes de salir, le avisó a alguien que cuidara a Holly, porque temía que se hiciera daño.

Me quedo impresionado. Hay varias cosas que no entiendo. Pero veo a Fox tan destruido, que lo abrazo con fuerza. Me trago mis preguntas, y le doy el consuelo que necesita. Ha sido demasiado fuerte, y me genera cierto conflicto escucharlo. Ya que me da rabia con Holly, pero a la vez, el acercamiento que hemos tenido no ha sido en vano. Por otra parte, estoy seguro de que cuando se entere de que yo estoy con Fox, la haré sufrir, y eso me hace sentir mal conmigo mismo. Porque aunque muchos no lo comprendan, yo jamás tuve la intención de causarle un mal. Nunca podría haber imaginado que me enamoraría de la misma persona que ella.

Me pesa el alma.

Le sigo dando vueltas a la conversación mientras estaciono el automóvil. Quiero enviarle un mensaje a Naomi. Busco el teléfono en mi bolso, pero me desespero al no encontrarlo en ninguna parte. ¿Lo habré olvidado en la Universidad? La sola idea me hace sentirme un estúpido.

Bajo del auto. Tendré que regresar a la facultad. Sin embargo, primero debo entregarle a Oliver unos materiales que necesita para una tarea.

No he dado ni dos pasos dentro de la casa, cuando siento que algo está mal.

Mis padres aparecen frente a mí. Me dedican una mirada que jamás me han dado en la vida.

Oliver en cuanto me ve, corre hacia mí. Mi madre lo hace detenerse repentinamente.

—¡Oliver, anda a tu cuarto ya mismo!

Oliver se asusta. Sus ojos se vuelven vidriosos.

—¿Qué pasa? ¿Por qué le gritas?

Pero no me responde. Ni siquiera me mira, me trata igual como si fuera un desconocido.

—Obedece a tu madre —le pide mi padre a Oliver.

Y él me dirige una última mirada temerosa, antes de subir las escaleras. Dejo sus materiales en la mesa, conteniendo la rabia.

—¿Qué sucede?

—Tú sabes bien qué sucede —asegura mi madre.

No entiendo.

¿Por qué me observan de esa manera?

Hay recriminación, hay asco. ¿Qué pasa?

De pronto, tengo pánico. Siento demasiada ansiedad.

Mi madre se acerca a mí, y recién vuelvo a tomar consciencia cuando la bofetada impacta en mi rostro.

—¡Dimos todo por ti! ¡¿Cómo pudiste?! ¡Años de sacrificio tirados a la basura! —Y llora igual como si hubiera muerto alguien mientras yo aún siento el ardor en mi mejilla—. ¡Nos das asco! ¿escuchaste? —Me agarra de los brazos sacudiéndome.

—¿Qué... pasa? No entiendo —digo, en tanto las lágrimas caen por mi rostro.

En verdad, sí lo entiendo, lo saben.

Pero no quiero asimilarlo.

—Ya lo sabemos, Ezra —me confirma mi padre.

¿Cómo se enteraron?

Solo lo sabían Fox y Naomi.

Siento como si mi mundo se estuviera cayendo a pedazos.

—¿Creíste que podrías ocultarlo? —Me jala del cabello— ¿Que eres un maldito enfermo? ¿Que te gustan los hombres?

—Suéltame. —Intento detenerla—. Basta, madre... —la voz me sale ahogada.

—¡¿Cuánto tiempo pensaste que duraría la mentira?! ¡Destruiste esta familia! ¿Sabes cuánto invertimos en ti? ¿No pensaste en todo el futuro que tenías por delante? Lo tiraste todo a la basura... ¡Y por estupideces que vaya a saber quién te metió en la cabeza! Siempre fuiste alguien sin voluntad... una persona influenciable, que no sabía lo que quería.

Sus palabras me enferman.

¿Cómo puede decir algo como eso?

—¿Qué dices...? ¿Qué?

—Eres débil —me escupe— nos pagaste de la peor manera.

—Yo... —Las palabras se atoran en mi garganta. Tantos años callando, y viviendo bajo sus normas me pesa demasiado. Quiero defenderme, y es como si no pudiera.

—Ezra, niégalo, por favor —me pide mi padre.

Me armo de valor.

Pienso en Fox, la persona que amo.

Pienso en mis amigos.

Naomi, Dakota.

Pienso en Oliver.

Pienso en Holly...

y pienso en mí.

Buscando la fortaleza para hacerles frente.

No negaré nada.

—Sí, ¿saben? Soy gay, lo he sido siempre. Nadie me influenció —le debato a mi madre— y si no hubiera sido por ustedes, no habría... demorado tanto tiempo en conocerme, en aceptarlo... ¡Ustedes tienen la culpa de todo! —les grito— por nunca dejarme libre. Por utilizarme siempre, para alardear ante los demás... por... no permitirme ser quien soy... Sí, soy gay, ¿y qué con eso?

Y pese a las lágrimas que siguen deslizándose por mi rostro, se siente tan liberador. Tantos años guardando silencio. Veinte años de mi vida, únicamente viviendo para ellos.

—Ezra... —dice en un lamento mi padre— nosotros... te dimos lo mejor... te dimos una vida llena de comodidades, las mejores oportunidades... ¿Cómo puedes hablarnos de esa manera? Hicimos todo para que tú y tus hermanos sean felices. ¿Acaso les ha faltado algo?

Lo miro a los ojos.

—Lo más importante... en esta casa siempre faltó amor. Sí, siempre tuve un techo, educación, lujos... pero... ¿Cómo creen que me sentía cada vez que estaba en la escuela y no tenía amigos? Y luego, llegaba a esta casa, dónde ustedes nunca estaban. Y cuando estaban, solo me llenaban de normas que debía seguir. Que me controlaran mis horarios, cómo debía vestirme, cómo debía hablar. Asistir a esas reuniones que jamás me interesaron... ¿Cómo creen que me sentí cuando crecí, y me forzaron a estar en una relación con alguien a quién no amaba?

La perplejidad se hace presente en el rostro de mi padre.

—No... ¿pensaron alguna vez en lo que yo quería? ¿Al menos una vez? Porque yo al menos, me sentí tan perdido... tan perdido cuando me di cuenta, de que jamás había tomado una decisión por mí mismo. En toda mi vida, en veinte años, ninguna decisión había sido por mí. Así que no. No siento remordimiento por haberme descubierto este año, por estar con alguien a quien amo, por aceptarme a mí mismo. De hecho, habría deseado hacerlo antes, porque no lo valía, nunca lo valió. ¿De qué servían tantos premios, tantos logros? ¡Yo no era feliz! ¡Solo lo hacía para que ustedes me quisieran! —Los apunto con ira—. Pero ese orgullo, solamente era para presumir, para imponer sus expectativas y sueños, de que luego, algún día su hijo mayor sería un gran profesional. ¿Y eso por qué? ¿Para que después hablaran con sus amigos sobre lo bien que lo hicieron? No me prestaré para ese juego. Nunca más.

La adrenalina se apodera de mi cuerpo. No importa cómo reaccionen, estoy tan orgulloso de mí mismo.

—Pero esa fue nuestra manera de demostrar afecto, Ezra. —Mi padre se ve destruido—. Trabajaba todo el día, no podía estar pendiente de ustedes... pero mi motivación siempre fue entregarles las mejores oportunidades para que sean felices. Lamento si te sentiste de esa forma, pero no puedo decir que me siento feliz con lo que estás admitiendo, porque no era lo que quería para ti... —Lo cual reafirma mi punto, no tendría por qué basar sus deseos en mí. Soy su hijo, tenemos vidas separadas, ya estoy grande. Sin embargo, es algo que está tan inserto en su manera de pensar, que no lo entiende—. Lo siento —agrega, y sé que no se refiere a que me pide disculpas nuevamente, sino que es como si me estuviera dando el pésame por las decisiones que estoy tomando.

Duele demasiado.

—Tú no valoras nada —sentencia mi madre— eres... un malagradecido, y solo puedo sentir asco de lo que harás con tu vida de aquí en adelante.

—No le hables así... —le pide mi padre, en tanto intenta sostenerla, pero ella insiste en querer golpearme.

Sus manos me alcanzan, arañándome.

Mi padre logra detenerla.

—Yo... intenté dar lo mejor de mí. Les di años de mi vida, que jamás recuperaré. Y los disfrutaron ¿no? utilizándome siempre para vanagloriarse ustedes... Ahora a quien yo ame, no les incumbe, y jamás podría ser incorrecto. —«A quien tú ames siempre estará bien, siempre será correcto...» Mantengo las palabras de Naomi presentes en mi cabeza—. A mí me dan asco las personas que no son capaces de entenderlo.

Me detengo, porque advierto una sombra en lo alto de la escalera.

Oliver.

Ha estado escuchando todo...

Doy un paso hacia la escalera, pero mi madre me ataja.

—Sí, irás a tu habitación, pero... a buscar tus cosas. No te queremos aquí, solo eres una vergüenza.

Me congelo.

—¿Qué?

—¡Que te vas! ¡¿entendiste?! Largo de mi casa.

—No... esperen...

—Ah, ¿ahora te importan tus comodidades?

Ni siquiera he pensado en ello.

—Déjenme preparar a Oliver, por favor —suplico— no lo entenderá... solo unos días, para que lo procese bien... por favor, aún es pequeño.

—¡Precisamente por eso te quiero fuera de esta casa! ¿Crees que permitiré que estés cerca de Oliver? ¿Que seas una mala influencia para él? No permitiré que te acerques a mi hijo.

—No... no pueden hacer esto... No después de todo lo que hice por ustedes... solo les pido eso... solo les pido que me dejen explicarle.

Pero no cede.

No cede.

Me empuja,

y me falta el aire.

—¡Anda por tus cosas! Fuera de aquí.

Y cuando caigo contra el peldaño, Oliver está en lo alto de la escalera.

—¡Qué le hacen! —grita.

—Sé útil, y ayuda en algo —le indica mi madre a mi padre.

Se ve que no está de acuerdo. Y aun así, pasa a un lado mío, agarrando a Oliver, y encerrándolo en su pieza.

—¡No! ¡No! ¡Qué le harán! ¡Ezra! ¡Ezra!

—Oliver, tranquilo. Todo estará bien. —Sin embargo, mi voz sale tan débil. Me siento en la tristeza más abismal.

—¡Ezra! ¡Ezra! —sigue gritando mi nombre.

La manilla de su cuarto se mueve con desesperación, escucho golpes contra la puerta.

Y no puedo hacer nada. Esto es lo peor que he vivido en mi vida.

Paso a un lado de la puerta, en dirección a mi habitación por mis cosas.

No estoy pensando, no realmente.

Saco una maleta, guardando lo primero que veo, pero no sé qué estoy haciendo. Mi mente está en blanco. Todo se siente irreal.

Al salir, mi padre se encuentra en el pasillo.

—Déjame, por favor —le pido a mi padre.

—Ezra... no lo hagas más difícil...

Me siento desesperanzado. La puerta del cuarto está cerrada, pero sé que Holly se encuentra en casa. ¿Por qué no ha hecho acto de presencia?

Camino lentamente, pero es como si no avanzara.

Salgo de la casa, todavía intentando procesar todo lo que ha ocurrido. Mi vida nunca volverá a ser lo que era, y pese a que siempre quise salir de ahí, estoy destruido. Porque Oliver no lo entenderá, creerá que lo estoy abandonando.

Lloro, mientras busco las llaves, pero en el titubeo estas se caen. Todo mi cuerpo tiembla.

Y de pronto, escucho un golpe tras de mí. Luego, gritos.

Volteo alarmado. Y veo a Oliver en el pasto, ha caído sobre una almohada. Saltó desde su habitación.

Corro en su dirección.

—Oliver... ¡¿estás bien?! —Suelto todas mis cosas, mientras él me agarra con fuerza.

—Llévame contigo —me suplica— llévame... —Percibo como tiemblan sus piernas. Seguramente con el impacto se lastimó—. Llévame por favor, por favor. No quiero vivir aquí si no estás, llévame llévame...

—Oliver... —mi voz sale ahogada— yo quisiera llevarte... pero no se puede, Oliver. No puedo llevarte... —Lo abrazo con fuerza.

—¡Suéltalo! —me grita mi madre igual como si fuera a contaminarlo. Lo agarra de la espalda alejándolo de mí.

—No.... no... —ruega Oliver.

—¡Entrarás a la casa! ¡¿Cómo se te ocurre desobedecerme?! ¡¿Qué pasa por tu cabeza?! ¡Entras ahora mismo!

—¡No! ¡Ezra! —Extiende su brazo.

—Oliver... perdóname —digo, en tanto con el corazón roto, fuerzo a mis pies a caminar dándole la espalda.

No quiero.

Perdóname.

—¡NOOOOOOOOOOO! ¡NOOOOOOOOOO! ¡PAPAAAAAAAAAAAAAAAAAAAÁÁÁÁÁÁ! ¡NO ME DEJES...! ¡AAAAAAAAAAAAAHHHHHHHHHHHH! —Su desgarro, me paraliza.

Giro, encontrándome con mis padres que intentan sostenerlo. Doy un paso hacia a él. Oliver pelea con todas sus fuerzas hasta que no sé cómo logra desprenderse de ellos. Sus piernas se tambalean, pero yo corro a su encuentro.

Es como si de un momento a otro, solo existiéramos él y yo. El paisaje se desmorona, al igual que mi sueño de protegerlo, y su felicidad de que permaneceríamos juntos. No quiero que las cosas sean así... ¿pero cómo se detiene una tormenta?

—¿Cómo que papá? ¡Él no es tu padre! —Grita mi madre, acercándose a nosotros. Puedo advertir su descontrol.

Déjalo tranquilo.

Basta.

Reparo en sus intenciones, cuando alza la mano.

—Si te atreves a ponerle una mano encima, prometo que no me importará el hecho que me hayas dado la vida —digo, mientras refugio a Oliver con los brazos.

Mi madre baja la mano. Se queda consternada observándome, y yo le dedico una última mirada. En tanto, mi padre va junto a ella, alejándola de nosotros.

—Llévame contigo... —Su voz se escucha ronca, como si sus gritos le hubieran robado toda su energía, su vitalidad. Estoy destruido.

—Oliver... escúchame ¿solo será un tiempo, está bien? Yo no quiero irme, Oliver...

—Pero... ¿Por qué? yo sé que no eras feliz... —dice y sus ojos están llorosos.

—No quería irme... porque tú eres lo más importante en mi vida. Y yo sé que duele, Oliv... —Intento aguantar mis lágrimas— pero te prometo, que un día crecerás y viviremos juntos. Te cuidaré, Oliver. Tendremos nuestra propia familia, esa es mi promesa, y no la romperé por nada del mundo. ¿Sí?

Su mano sostiene con fuerza la mía.

Me parte el corazón ver tanta tristeza en esos ojos verdes.

—Volveré por ti... —le aseguro— volveré... ¿puedes prometerme... que aguardarás hasta que yo vea la manera... de que las cosas sean diferentes?

—Está... bien... —dice entre sollozos.

Es lo único que puedo decirle en este momento. El único consuelo que nos queda es que las cosas en un futuro serán diferentes.

Saldremos de esto.

Un día se acabará.

La puerta de la casa lentamente se abre, y veo a Holly con Nolan. Se me hace algo extraño que Nolan esté en la casa, pero dado que le haría un dibujo quizá se han vuelto amigos. Tampoco es algo que importe, no puedo pensar en nada más que en el motivo de por qué Holly no reaccionó ante todo lo sucedido, es imposible que no escuchara, aunque tampoco la recrimino por ello.

No obstante, le susurra algo a Nolan, como pidiendo que nos dé algo de privacidad.

—Holly... cuídalo por favor.

El rostro de Oliver... enrojece por completo.

—Tú... tú tienes la culpa —la acusa con su voz desgarrada.

—Oliver, no digas esas cosas... —le pido.

Mas lo veo formar un puño en sus manos.

—Yo te vi... te vi hablando con nuestros padres... tú les dijiste. —Su pecho nuevamente se agita— Tú fuiste Holly...

No.

—¿Tan afectado estás? Madura, Oliver —le recrimina.

Con eso lo responde todo.

—¿Qué...? pero... ¿Cómo sabías?

Mi mente es un caos, del cual solamente quisiera escapar.

¿Todo fue una mentira? ¿Estos días fueron una mentira?

—Ezra, es momento que te largues, extenderlo solo lo hará peor. —Es lo único que dice. No hay una pizca de remordimiento, ni tristeza.

Me pesan las piernas, caigo al suelo.

Oliver se acerca a Holly con pasos temblorosos.

—¿Cómo... pudiste hacerle eso? Si tú eres como él...

¿Qué?

—¿A qué se refiere? —la voz me sale débil. Siento como si todo mi cuerpo temblara únicamente por la aflicción del momento.

Una mirada fugaz se cruza entre mi hermana y yo.

—Eres como Ezra —le repite Oliver.

Holly se ve trastornada. Y antes de que logre reaccionar, escucho el ruido del impacto en su rostro.

No. No puedo creerlo.

—¡¿Qué hiciste Holly?! —Corro hacia ellos— ¡¿Qué pasa contigo?!

Oliver sigue con su cabeza hacia un lado, sin reaccionar.

—¿Oliver? ¿Oliver? —Le hablo, pero es como si se hubiera perdido a sí mismo.

Repito su nombre una y otra vez, y cuando vuelve a hablar, no se dirige a mí.

—Te escuché muchas veces llorar por las noches —le murmura a Holly— e intenté acercarme... pero... nunca me dejaste. Y ahora, solo dije lo que vi, yo no miento... Nunca te perdonaré.

—¿Qué? ¿Tú también me odias, Oliver? —Holly suelta una risa— ya lo sabía.

—¡¿Qué pasa contigo?! —La llevo contra la pared de la casa— ¡Es un niño! tiene diez años!

—Mientras antes madure, mejor. En la vida no siempre obtenemos lo que queremos, Oliver. Que esta sea tu primera lección de vida.

Oliver abre la puerta, y antes de entrar por completo, me dirige una última sonrisa, es débil y forzada, pero es su sonrisa de despedida.

Y yo intento devolvérsela. Hago mi mejor esfuerzo, aunque sé que no es suficiente.

Limpio las lágrimas de mis ojos. Y una vez que está dentro, me preparo para tener una conversación que jamás en la vida imaginé que tendría con mi hermana.

—¿Cómo pudiste hacerle eso? —La miro con furia—. Si el problema es conmigo, o con nuestros padres, descárgate con nosotros. No con él, eso es un acto cobarde.

¿Por qué no eres como Ezra? ¿Por qué? Eres una vergüenza, Holly Barratt —dice, y alza una mano como si me fuera a pegar, pero no lo hace— diez años, la edad de Oliver.

Me quedo paralizado.

Mamá... mamá ¿por qué no me quieres? —su voz cambia por completo, como si estuviera imitando a su yo de pequeña— no me hagas daño, no me hagas daño, por favor. Puedo mejorar, seré como Ezra, para que estés orgullosa.

Retrocedo un paso.

—Y sigues cada paso, cada instrucción que te dan. —Se acerca, y yo me alejo—. Pero... —Pasa una mano por su rostro, que sube hasta su cabello. Una risa se escapa de sus labios, probablemente no la olvide jamás en mi vida—, nunca... nada será suficiente. —Ladea la cabeza—. Todos me señalan con el dedo, pero la verdad es que...

—Holly... yo nunca pensé que te hacía eso... —la interrumpo.

—¿Qué ibas a saber? Tú siempre estabas demasiado ocupado con todo el amor que te daban....

—No... —niego inmediatamente— nunca fue así. Ahora deberías imaginar que nunca fue así... yo siempre me sentí solo, yo quería tu amor, Holly... —Ella permanece inmutable.

—Me robaste mi vida.

¿De esa manera lo ve ella?

—Holly, yo con gusto le hubiera dado esa vida a cualquiera, nunca me sentí feliz.

Pero ella no me cree.

—Desaparece, Ezra, como siempre debió haber sido.

Su expresión de suficiencia me dice que no dará su brazo a torcer, y que todo lo que he dicho no significa nada para ella. Doy un paso hacia la salida. Sin embargo, me detengo. Porque aunque el interés que demostró estos días haya sido falso, aunque me deteste... yo no quiero que las cosas terminen así.

Voy hacia ella, tomándola por la espalda, sin ver su rostro.

—Me odias, está bien, puedo entenderlo. Pero.... no serás feliz así. Te lo aseguro. Únicamente ocuparás mi lugar, Holly. —Las lágrimas caen por mi rostro.

—Prefiero eso antes que la indiferencia —murmura.

—Te vas a arrepentir... yo sé lo que implica, yo sé lo que pasará contigo... créeme, por favor créeme.

Se queda en silencio unos segundos.

—Supongo que tendré que descubrirlo por mí misma.

Ya eligió su camino.

Nada que yo diga la hará cambiar de opinión.

—Cuídalo... —le pido.

—A mí nadie me cuidó —dice, volteándose e impactándome con sus ojos claros.

Me estremezco.

—Holl...

—¿No vas a preguntar cómo supe que eres gay? —ladea la cabeza.

Miro de un lado a otro. El jardín de mi casa nunca se sintió tan pequeño, es casi ridículo sentirlo así, pero la sofocación me hace sentir atrapado. No estoy bien.

—Yo...

—¿Te duele hablar de eso? —pregunta, en una sutil sonrisa— ¿no te da curiosidad? —Pasa un dedo por la línea de mi ropa sobre el hombro.

—¡Holly!

Identifico esa voz inmediatamente.

Fox.

—Mmh... qué puntual. Si se trata de Ezra entonces sí eres capaz de mover cielo, mar y tierra, ¿no?

Lo sabe todo.

—¿Qué hiciste, Holly? —le pregunta Fox.

—Sí... ¿Qué hiciste, Fox? ¿Creíste que nunca me enteraría? ¡¿Creías que era estúpida?!

Fox observa mis cosas tiradas por el suelo. Se da cuenta de qué ha sucedido.

—No... ¿no fuiste capaz?

—Cada acto tiene una consecuencia.

—¿Qué pasa contigo? ¡Nunca estuvimos juntos, lo sabes! estoy harto, tan harto de tener... consideración contigo únicamente por... —corta la idea— ¿sabes cuántas veces me mordí porque sabía todo lo que habías sufrido? ¡Llevo meses así! ¿Pero sabes? Que hayas sufrido, no justifica que luego, hagas daño a estas dimensiones. Perdóname, pero ya no puedo... estuve años para ti, pero no puedo continuar, lo di todo por ti. ¿Acaso únicamente porque sé lo que sufriste debo dejar que hagas lo que quieras conmigo? ¿Es eso justo?

—Fox, Fox, Fox. —Juega con sus brazaletes—. Qué mentiroso eres...

Fox se ve francamente confundido.

La puerta se abre, y Nolan camina hacia nosotros. Tengo el presentimiento que únicamente para respaldar a Holly.

—Perdóname, pero... no tienes por qué lidiar con esto sola... no puedo dejarte sola... perdón...

Holly no le presta demasiada atención, parece estar más enfocada en Fox.

—Tú solo fuiste un hijo de puta —le dice Holly a Fox.

—¿Qué me dijiste?

—Holly lo sabe, Fox... —interviene Nolan— esa noche, te vio con su hermano. ¿¡Cómo crees que se sintió?! ¿Cómo pudiste hacerle eso? ¿Cómo?

El ruido.

El ruido que escuché.

Sabía que podía haber sido de una persona, sonó como un golpe.

No.

Nos vio en la cama.

Lo sabe desde ese día.

—Holly... habla. Es momento de que dejes a un lado las mentiras que ambos sabemos —habla Fox entre dientes— tú sabes lo que pasó esa noche. Me presionaste a que tuviera sexo contigo, terminamos, te dije que a mí me gustaban los hombres, y tú sabes qué me confesaste después. Desde entonces, he intentado tocarte el tema, porque quería ayudarte en ese proceso, y esquivas hablar de ello.

¿De qué habla?

—No entiendo —susurro.

Holly se acerca a mí.

—¿Esa noche te sentiste muy especial? —Con su mano sostiene mi rostro—. Me lo hizo primero a mí, y luego, se acostó contigo. Lo siento, hermanito, esa es la única verdad.

¿Qué?

No puedo, es demasiado.

Algo dentro de mí se rompe.

—¿No lo notaste diferente cuando lo viste? —indaga— ¿No sentiste algo extraño? Era remordimiento, porque primero estuvo conmigo.

Su ropa desordenada.

Lo temeroso que estaba cuando llegué a la casa.

—No... Holly... ¡¿Cómo puedes hacerme esto?! ¿Después de todo lo que hice por ti? —En su voz se percibe alteración. Está devastado—. Yo di mi vida por ti, lo di todo... las pesadillas de esa fiesta aún me persiguen. Sin embargo, lo hice por ti... destruí mi vida por ti... ¿Cómo puedes decir esas cosas ahora?

Intenta acercarse a ella, pero Nolan se cruza.

—¿Cómo pudiste traicionarla con su hermano? —interviene Nolan— después de que te salvó el pellejo luego de lo que hiciste...

—No... no... tú estuviste ahí... sabes que fue por defenderl...

—Basta, Fox, es simplemente agotador seguir escuchando tus mentiras —suelta Holly— me engañaste, y ahora supongo estarán felices, ambos asumiendo las consecuencias de lo que hicieron. No te ama —me asegura— y te hará sufrir igual como hizo conmigo.

No.

No puede ser cierto...

No puede...

Oh, Dios, nunca había sufrido tanto en mi vida.

Quiero irme de este lugar.

—No puedo creer... a qué niveles llegas con tal de no aceptar quién eres... Tú sabes que no me acosté contigo... tú sabes que hablamos sobre lo que pasaba en tu interior... y yo... me ofrecí a ayudarte como amigo... pero veo que nada contigo valió la pena.

—¿También me odias? —ladea la cabeza.

—No digas esas cosas. — Nolan toma su rostro—. Tú no debes recriminarte por nada.

Fox sonríe con ironía.

—Ya, ¿le mentiste también a él? ¿Sabes qué, Holly? Yo tengo mi consciencia limpia.

Su actitud cambia al intentar tomar mi mano y yo soltarla. Murmura mi nombre... pero... no puedo.

—Estoy confundido... necesito estar solo.

—No... Ezra... No puedes creerlo en serio, ¿no? No después de lo que hemos vivido...

—Yo... no sé qué pensar —admito con dolor.

—¡Holly, di la verdad! —le grita Fox— ¡dila!

—Ya la dije —responde con voz seca.

—No... Holly, basta. Merezco que digas la verdad. Tú sabes lo que en verdad pasó esa noche en tu cuarto. Tú lo sabes. Es lo mínimo que merezco, luego de todo el apoyo que te di como amigo, de estar para ti cada vez que estabas mal, de cómo... arruiné mi vida. ¡Habla, maldita sea!

—Si se trata de otra cosa... ¿entonces por qué no eres capaz de decirla? Es simplemente porque no hay otra verdad, estás mintiendo.

—¿Sabes...? El único motivo por el cual no digo abiertamente de qué hablamos esa noche es porque yo sí tengo decencia humana, y no diré algo de lo que sé... aún no eres capaz de enfrentar. Pero me enferma lo que me estás haciendo.

—Bueno, Fox, como sea, piérdete ya.

Y aunque podría haberme ido con él. Busco mis llaves, e intento como sea subirme al vehículo. Fox insiste en querer hablar conmigo, grita que Naomi sabía todo, y que hable con ella.

No quiero escucharlo.

No quiero seguir formando parte de este espectáculo.

Enciendo el motor y me pierdo conduciendo. No sé en qué estado llegó al edificio de Naomi. No voy dónde ella por lo que mencionó Fox. Desde un inicio pensé en ir dónde Naomi para desahogarme, necesito a mi mejor amiga.

Toco el timbre.

JJ aparece a los segundos frente a mí.

Arruga el entrecejo en cuanto me ve.

—Necesito ver a Naomi —suelto a media voz— perdón que no avisara nada.

JJ me mira de manera indescifrable, es como si mi presencia no le hiciera sentido.

—¿Cómo dices?

—Naomi... —digo, en un susurro— ¿está?

Me causa cierta tristeza arruinar el ambiente. Sé que Naomi está feliz, tengo presente el momento en que me comentó que al fin su hermano sabía de su relación con JJ, y que todo estaba bien. Y ahora, solo puedo preguntarme por qué no me recriminó si estaba enterada de lo que pasaba con Fox. La vez que hablamos fue tan dulce, fue tan... sus palabras siguen en mi cabeza, antes de que se despidiera de mí, perdiéndose en el atardecer.

Suspiro. No será fácil hablar de ello, pero debo asumir, que ya todas las verdades han salido a la luz.

—Ezra... —JJ me saca de mis pensamientos—. Naomi recibió un mensaje tuyo hace unas cuatro horas... le pedías que se vieran, que era una emergencia.

—¿Qué? Pero... mi teléfono...

Y recuerdo el ruido en el vestidor.

No.

—No era yo... mi teléfono... no lo tengo...

—¿Qué dices...?

Y entonces, no tuve ninguna duda, de que JJ estaba perdidamente enamorado de Naomi, la amaba. Porque su reacción fue como si hubiera perdido la cordura. Y lo entendía, yo también me quedé estático ante el miedo. Ya que solo había una opción de quiénes serían capaces de hacer algo así. Eran los únicos que podrían haber buscado venganza por lo que había ocurrido los últimos meses. Culpaban a Naomi por haber arruinado su imagen, se burlaron de ella luego de la resolución. La habían amenazado en el tocador hace solo cinco días, y pese a dejar las denuncias, todo había quedado en nada.

Solo podían ser ellos.

Wes y sus amigos.

Sí,

ya nada sería como antes.








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