CAPÍTULO 45

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NAOMI

Despierto después de una terrible pesadilla. Ellos suelen aparecerse en mis más oscuros sueños por más que le ruego a mi mente que se detenga. Dudo en si son recuerdos que he bloqueado y que aparecen por las noches, o si sigue siendo una invención de mi mente, que aunque no quiera admitirlo tiene más de realidad que de ficción.

«No. Basta, Naomi. Aceptar lo que viviste no te hace menos fuerte». Al contrario, siempre he creído fielmente en la fortaleza de aquellos que son capaces de salir adelante luego de un evento tan traumático. Me enamoré de JJ porque admiraba el cómo sobrevivió, su espíritu de superación. El amor que da, el cómo se abre cuando se siente seguro y en confianza. El hecho que no repita ese patrón de violencia con el que creció... admiro tantas cosas de él.

Me incorporo de la cama, escuchando ruidos que provienen de la cocina. JJ está haciendo el desayuno, y no se encuentra solo. Escucho la plática con mis padres, quienes sin falta, deben hacer su acto de presencia cada día. Ya sea por medio de una llamada, o con sus visitas. Sé que Mike también está ahí, su voz es inconfundible.

Salgo del cuarto en pijama, y con el cabello bastante enredado. De inmediato, todos me preguntan cómo estoy, y tengo un delicioso desayuno de panqueques con fruta en mi puesto de la mesa. Es cierto que a veces se preocupan demasiado y me dan muchas atenciones, pero los entiendo, lo que viví también fue traumático para ellos, debieron pensar tantas cosas... quizá hasta mi presencia se hace algo irreal. A pesar de que en ocasiones están al límite de ser sobreprotectores, son quienes me han mantenido cuerda. Me hundiría sin ese apoyo... sí, me hundiría aún más...

Mis padres deberían estar en el trabajo, sé que he modificado toda su rutina, y aun así parecen tan felices de estar aquí... de estar conmigo... Me recuerda a cuando era niña, y Mike y ellos eran mi refugio al no tener amigos. Durante la plática, mi padre cada vez que me dirige la palabra me llama princesa, respondo colocando los ojos en blanco. Le he dicho tantas veces que no me gusta, pero persiste en llamarme de esa manera. Mike se burla de la situación, lo cual me conmueve, porque extrañaba escuchar su risa, sentí que la había apagado... Mi afán de querer escucharla nuevamente me hace decir que entonces él es un princeso.

Mike se ofende, dejando claro que es el rey del drama. JJ conversa con mis padres, desenvolviéndose a la perfección. Sabía que lo aceptarían sin problemas. Lo amaban mucho antes de salir conmigo. Todo podría haber sido tan agradable y feliz... creo que pensar demasiado en ello me hace mal, pero se vuelve inevitable.

Y lo veo, y lo siento venir, a pesar de que me entusiasma la nueva psicóloga que veré a partir de la otra semana (JJ tiene todo el mérito de haber conseguido una hora tan pronto) a pesar de que tanto mis padres, Mike y JJ ponen todo el esfuerzo del mundo...

hoy no será un buen día.


Paso la mañana viendo Gambito de dama con mi madre. Ya no sé cuántas veces he visto esa serie, pero parece no terminar de aburrirme nunca. Mi mamá se despide de mí luego de una llamada telefónica en que le urgen su presencia, parece algo culpable de dejarme sola, mas le recuerdo que Cookie y yo ahora somos amigas, que Ezra quedó de venir pasadas las ocho, y que de todas maneras, JJ regresaría a casa antes de ello.

Aún me mantiene abrazada cuando mi celular vibra. Le echo una mirada rápida antes de que mi mamá salga por la puerta.

—No estaré sola —digo, y aunque no puedo verme la cara sé que mis comisuras han subido y mis ojos está más abiertos— Holly vendrá a verme.

Mi madre besa mi frente, pidiéndome que le dé saludos de su parte. Sale por la puerta, y al quedarme suspendida contra la puerta, esa leve sonrisa no puede borrarse de mi rostro. Cookie se despierta, camina lentamente en mi dirección, y se detiene, como si estuviera intrigada por mi aparente emoción. Me agacho acariciando su pelaje, y pierdo la noción del tiempo mientras pienso en todo y en nada. En mis amigos, y en la extraña sensación de vacío y soledad que me embarga cada vez que pienso en ellos.

Es una gran coincidencia que Holly decida venir el mismo día que quedé de ver a Ezra, aunque no me detengo demasiado en ello, tampoco tengo fuerza para darle muchas vueltas. Solo me dejo llevar por la emoción de sentir que aún soy querida.


Reviso el teléfono por tercera vez. Han pasado cuarenta minutos de la hora acordada, comienzo a dudar de si finalmente podrá venir. Le escribo un mensaje, pero no obtengo respuesta. Voy a la cocina por un vaso de agua, cuando de pronto, me llaman de conserjería. Confirmo su entrada, y el timbre suena anunciándome su llegada.

Abro la puerta. Holly entra y camina hacia el cuarto de estar. Viene bien vestida, con unos pantalones y una blusa formal en colores negro y beige.

—Lo siento por la demora, tengo una gran mierda que solucionar en Kintova con unos malditos contratos con los Beirne.

Cuando escucho ese apellido suspendo el paso, demorando unos segundos en reaccionar. Un apellido que es capaz de envenenarme por completo.

—Son de antes —explica Holly.

—E-entiendo... em... ¿pueden los abogados hacerse cargo, no? —Tomo asiento junto a ella.

—¿Esos imbéciles? No saben hacer nada, mi padre tiene suerte de tenerme ¿Crees que Kintova ya tiene renombre? Lo llevaré aún más lejos. Acuérdate de mí, Naomi. 

—Sí... Ezra me contaba que te estaba yendo bien. Me alegré mucho por ti... ¿Te hace feliz, no?

—Claro que sí, por fin hice mi oportunidad. Solo hay un par de cosas que me estorban, pero de seguro me haré cargo de ello en el camino.

—Entiendo... ¿y sigues dibujando, Holly?

Estaba enfocada en mirarme los zapatos, pero dado que la respuesta nunca llega, alzo la cabeza encontrándome con una expresión demasiado rara; ha arrugado el entrecejo y uno de sus ojos tirita levemente.

—¿Qué... pas...?

—¿Vas a empezar, verdad?

—¿Qué? No ent...

—Dios... ¿sabes qué pasó hoy en la mañana? Oliver estuvo haciendo berrinche porque nuestra madre le quitó esas obras de teatro que tenía en su pieza —suelta con desdén— él no lo entiende porque aún es un simple niñito, pero el arte es una pérdida de tiempo. Los que se dedican a este solo son las personas que no les alcazaba para nada más. No se vive del arte —enfatiza— por eso me ofende que me sueltes la pregunta con esa intención, ¿crees que debería estar dedicándome a los dibujitos, no es así? Por eso me recriminas.

—Yo... no había dicho nada.

Siento la vista nublada ante las lágrimas amenazadoras que quieren tomar vida y forma. Ella sabe lo que estudio y cuánto me apasiona. Me duele que diga esas cosas, entré a teatro porque genuinamente me gusta, no porque no me alcanzara para nada más.

—Pero seguro lo pensaste.

—No... yo... solo quería hablar de algo que te gustara.

Ella se toma unos segundos. No sé a qué se debe su silencio, pero no me siento bien.

—Oye... ¿tú has hablado con Ezra? —Volteo la cabeza, mis ojos quedan clavados en los suyos.

—Yo... quisiera que tú lo hagas. Dile la verdad... sobre Fox, sobre ti... —digo con suavidad.

—Ah, ¿te crees con el derecho a decirme qué tendría que hacer? Contigo siempre es así, Naomi. Quieres controlar todas nuestras vidas, por eso los demás se terminan alejando de ti.

Respiro profundo, pero la angustia no se apacigua. Me invade la peor tristeza de todas, porque llevo semanas preguntándome por qué hay tanta distancia entre nosotros.

—¿Estás... llorando? —pregunta, y llevo los dedos a los ojos, limpiándome—. Eso es nuevo —dice, y me siento algo ida— No te sientas mal, ya pasó, en serio. Solo se me alteraron un poco los nervios. —Mira la hora en el teléfono—. Antes de que se me acabe el tiempo, quisiera explicarte por qué no vine antes... estaba muy ocupada con todos los planes en Kintova, Dios, supieras cuantas veces me han dicho que llegué a revolucionar el negocio. Todos están impresionados con mi campaña de marketing, y hubieras visto la cara de esos idiotas... los que luego de mi incorporación, los despidieron. Claro que me encargué de que sacaran a quienes no rendían. Me importa una mierda echar a gente incompetente, mi padre los retenía ahí porque eran trabajadores desde los inicios de Kintova. Esos pobres ancianos, eran demasiado lentos. Fueron a rogar de que tenían una familia qué mantener, y que por su edad, no serían contratados en ningún otro lado. ¿Estuvieron años en Kintova y salen con esos discursos patéticos? Por favor... Ah... y vieras mi oficina, Naomi. Mi nombre está escrito en plata, Dios, han sido los mejores meses de mi vida.

Escucho atentamente todo lo que dice, aún no he dicho una sola palabra, mas ya estaba por felicitarla cuando ella me increpa.

—¿Por qué te quedas callada?

—Yo... estaba por felicitarte, Holly... mis sentidos no están al cien, porque sigo tomando ansiolíticos —omito decir algo sobre el trago amargo que ha sido escuchar las palabras que me dedicó hace solo unos minutos—, pero estaba por hacerlo. Estoy feliz por ti... de verdad —intento sonreírle, pero su expresión se torna dura.

—Pues no parece. No te ves nada feliz. —Alza una ceja—. Ya entiendo... ¿Siempre debe tratarse de ti, no es así? Siempre debes ser nuestro centro, a quien debemos contarle todo, de quien debemos estar pendiente. La única que debe brillar eres tú. Mierda, eres tan jodidamente egoísta.

—¿Por qué... me dices eso? Sabes que no es así. —Mi mirada se apaga.

—Seguro lo disfrutaste, ¿no? Toda esa atención, solo por eso habrías sido tan estúpida, después de todas las cosas que siempre les dije, tanto a ti como a Dakota. Dios, incluso Fox... Fox... —Forma un puño con una mano—. Estaba dispuesto a matarlos... por ti... A pesar de todos los problemas que acarrearía, él se veía tan convencido... y por ti...

Los ojos me quedan quietos y muy abiertos.

—¿Disfrutar qué? ¿La atención de quién? —Mi voz la siento lejana, sale en apenas un murmullo. Me sudan las manos, y mi corazón se acelera. El hecho que no me responda de inmediato solo empeora mi estado.

—¿Sabes? JJ nunca me ha caído bien, pero si la historia que decías de él era cierta y no una mentira, lo compadezco. Cada vez que te ve debe ver su fiel reflejo, debe ser una mierda.

No sé en qué momento se va, ni cuantos minutos llevo en el suelo. El rostro lo siento hinchado, he llorado tanto que siento que ya no tengo más lágrimas por derramar. La vida se siente vacía una vez más, me siento enjuiciada y sucia.

Tan solo pensar en que JJ se sienta de esa manera...

Se me rompe el corazón.


•*☆*☆*☆*☆*☆*☆*☆*☆*☆•



JONAS

Busco la llave del apartamento. Naomi podría estar durmiendo, así que prefiero no hacer sonar el timbre. Camino lentamente, en tanto busco la llave correcta en el llavero, cuando de pronto, siento un extraño aroma que viene del apartamento. Con apuro me aproximo a la puerta, la desesperación me hace torpe, y no logro a la primera hacer que entre en la cerradura.

Cuando finalmente abro la puerta me encuentro con una incipiente, pero presente ola de humo, que me hace toser. Corro hacia el cuarto de Naomi. Cada paso que doy junto con ese aroma me recuerda el incendio en mi casa. Me paraliza, pero aun así, voy dónde ella.

Está arrodillada en el suelo, sobre un gran recipiente ha puesto todos sus libros y les ha prendido fuego. Lo hizo hace poco, puedo verlo, solo se han consumido unos pocos, pero el fuego avanza veloz. Corro en busca de agua, y rápidamente la tiro sobre este. Naomi sigue sin reaccionar, me arrodillo junto a ella.

—¿Naomi...? ¿Por qué lo hiciste? ¡¿Naomi?! Naomi, contéstame, por favor.

—Nada de eso me salvó —responde. Y su vista se clava en los libros que alguna vez tanto amó sobre el feminismo—. Y los otros... —dice, refiriéndose a los de literatura— no creo volver a hacer videos. Creo que lo abandoné incluso antes de que pasara todo. Conservarlos se siente como guardar una parte de mí que jamás volverá.

—Oye, Naomi...

En sus ojos veo el mismo vacío que alguna vez yo he sentido. Su cabello está algo desordenado, cayendo los mechones cafés de manera dispareja sobre su remera negra.

—¿JJ eres tú? —pregunta, como si estuviera desorientada.

—Estoy aquí amor...

—¿Crees que deberíamos seguir juntos? —Me quedo sin aire. No lo entiendo ¿Hice algo mal? ¿Qué ha pasado?

—¿Por qué no deberíamos? Te amo con locura, Naomi. ¿Acaso tú no me amas?

Nunca me lo ha dicho, pero lo sentí cada vez que estábamos juntos. Sé que está vulnerable, y no esperaría a que me lo dijera luego de la situación tan terrible que vivió. Sé esperar, y por ella esperaría toda la vida. Sin embargo, la pregunta ha salido producto del miedo a la sola insinuación de un futuro dónde no estuviésemos juntos.

—Esto te hace mal, te hará mal —asegura— yo... quería decirte que... quería... tenía tanto remordimiento de no poder decírtelo nunca. Y salí, y viví, pero siento que se verá manchado por este horrible recuerdo y...

—Shhh... no hay un tiempo específico para cada cosa... —Me acerco a ella, y paso un mechón de su cabello por detrás de su oreja. Con la otra mano limpio sus lágrimas.

—No quiero hacerte daño... no quiero... sé que no has sanado, sé que ese trauma sigue ahí y...

—Fueron años de abuso, Naomi —digo a voz baja— no cambia de la noche a la mañana. —Su mirada refleja demasiada tristeza, no quiero verla así, quiero que aún exista esperanza tanto para ella como para mí—. Sanemos juntos... —le propongo.

—¿Qué?

—Sanemos juntos... —repito, acariciando su rostro— ¿te gustaría... que lo intentemos...?

—JJ... —Su mano sostiene la mía, y me emociono ante tal contacto—. Se me ha hecho muy difícil sentir el contacto de los demás, pero el tuyo siempre es tan cálido... Tu contacto estremece todo mi cuerpo JJ, como si se tratara de una corriente eléctrica —susurra, y sé perfectamente de lo que habla. Yo siento lo mismo cada vez que estoy cerca de ella.

—El tuyo también... despierta lo mismo en mí. —Acaricio su nariz con la mía—. Eso es porque nos gustamos, Naomi. Se siente correcto, se siente bien, y así debería ser siempre...

—Me siento en un hoyo muy profundo, JJ, solamente hay oscuridad, y no sé cómo salir de este.

—Estoy en el mismo hoyo que tú... Escalémoslo juntos, y cuando uno de los dos se caiga, el otro lo ayudará hasta que lleguemos a la cima, hasta que alcancemos esa luz que nos han arrebatado.

—JJ... —Acorta toda distancia, sus labios rozan los míos, y siento las lágrimas que caen por su rostro resbalar por el mío.

—Quiero besarte, Naomi —entrecierro los ojos, sintiendo su respiración.

No responde, pero su mano toca la mía. De pronto, sus labios se posan sobre los míos. Respondo, moviendo mi boca con suavidad, perfectamente sincronizado con ella. Es lento, pero intenso, como si nuestras almas se acariciaran y entrelazaran juntándose, jugando entre ellas, volviéndose más fuertes. Me pongo algo nervioso, igual como si fuera un niño. Soy alguien muy seguro de sus movimientos, pero las circunstancias actuales me hacen dudar y ser más cuidadoso. Naomi va despacio, y cada roce de sus labios parece gravar ese te amo que sigue atorado en su garganta.

—Jonas... —murmura cuando nuestros labios se separan. Escuchar mi nombre en su boca me embriaga— quedémonos así —pide— quedémonos en la cama acariciándonos.

—No tienes ni que pedirlo —Le doy una sonrisa, y ella me sonríe de vuelta. La rodeo suavemente con mis brazos y nos recostamos sobre la cama. Juego con su cabello mientras su aroma me envuelve. Y cuando esos ojos azules me observan, tan hermosos y cautivadores, sé perfectamente que nos ayudaremos mutuamente. No importa si no hay palabras de por medio, sin duda, cada acción, cada movimiento grita una palabra: Amor.











𝑀𝓊𝒸𝒽𝒶𝓈 𝑔𝓇𝒶𝒸𝒾𝒶𝓈 𝓅♡𝓇 𝓁𝑒𝑒𝓇

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