Capítulo 11: Quererte por lo que eres

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Colgué el teléfono tras minutos de tensa agonía y culpabilidad. Las lágrimas caían a raudales por mis mejillas, precipitándose irremediablemente hacia la zona del cuello, libres de ser secadas por la manga de mi camiseta o de otro tejido que pudiese impedir sus andanzas por mi piel. Había estado hablando con Kiku largo y tendido, disculpándome por lo que hice y no hice y me di cuenta de que fui un mezquino al no querer juntarme con el por el qué dirán, contribuyendo a crear en él esa burbuja de aislamiento que cada vez, según me dijo se hacía más grande.

-"La verdad es que me alegra hablar con alguien por teléfono, ya que la mayoría del tiempo lo tengo de adorno o para jugar al Candy Crush. Así que me alegra que quieras hablar conmigo"- me había dicho el japonés con un tono de bondad que me conmovió hasta lo más profundo.

-"Siento todo lo que hice y te prometo que cuando quieras puedes venir conmigo. También sería un honor que quisieses aceptarme como amigo"- le pedí, entre sollozos. Y el, con alegría y el entusiasmo de ver que por fin tenía un amigo con el que salir, asintió una y otra vez a mi propuesta.

Cuando colgué y tras haberle dicho que nos veríamos en la galería de arte mañana por la mañana, me sentí algo mejor, pero seguía con la incertidumbre de no saber si Ludwig perdonaría mi comportamiento o no. No quería molestarle y llamar a la puerta de su habitación, eso resultaría demasiado maleducado por mi parte.

De repente, la puerta del apartamento se abrió y apareció Gilbert entonando un himno de la victoria y realizando los pasos de una danza estrafalaria como muestra de un entusiasmo incontenible.

-¡Vamos a ver una peli juntos! ¡Yay! ¡Si!- exclamó emocionado por algo que no alcancé a comprender pero que al parecer le había puesto el humor por las nubes. Se acercó a mi y me asió del brazo para incorporarme.- ¡Venga esa sonrisa adorable que tienes , Feli! No me llores que se te van a formar bolsas.

Aquella inesperada muestra de efusividad me hizo reír entre lágrimas y me llenó de algo parecido a optimismo.

-¡Vamos a hacer juntos la danza del pollo!-pidió el médico. Acto seguido comenzó a imitar los movimientos de una gallina y a cacarear como una de ellas. El gato que se encontraba tranquilamente echado sobre la mesa de la sala de estar, se levantó desconcertado por la actitud tan rara de su nuevo dueño y le miró con cara de póquer. Seguramente, si hubiese sido humano le habría mostrado a Gilbert su desconcierto por tener a un amo tan extravagante como aquel. Yo imité también a una gallina y el hermano de Ludwig se rió de la forma tan horrible de emularla.- ¡Ja,ja,ja, mejor déjalo, McFly. Será mejor que me acompañe mi hermano mientras él imita al gallo supremo.

-¿Se puede saber qué estáis haciendo?-preguntó Ludwig saliendo de su habitación, desesperado por encontrar una razón lógica a nuestros cánticos extraños de gallina.

-¡Pues que me ha dicho que me quede con él a cenar. Me lo voy a comer de lo adorable que es! -exclamó Gilbert feliz. Después empezó a cantar una canción tirándose al suelo de rodillas como un cantante de rock.- ¡Desde que el mundo cambioooo, estamos mucho mas unidoooos, con los Digimon, luchamos juntos contra el maaaaaaal!

-Es oficial; mi hermano se ha vuelto majara.- dijo Ludwig llevándose las manos a la cabeza.

-Oye, Lud.- dijo de pronto el médico con la actitud más normal que había tenido hasta entonces.- No sé lo que le habrá pasado a Feli, pero cuida de que se recupere, ¿ok?

Y con la rapidez de un fuego fatuo, agarró su portátil y desapareció dando un portazo con la puerta de entrada. Ludwig suspiró con seriedad y dijo evitando mirarme directamente a los ojos.

-No soy muy amigo del contacto con otras personas, pero creo que mi hermano tiene razón esta vez. - Ludwig puso los brazos en cruz y me dijo.- Creo que alguien necesita un abrazo, así que ven aquí antes de que me arrepienta.

Se me iluminó el rostro cuando dijo aquellas palabras que había estado esperando desde que le confesé lo que hice y sin pensármelo me eché a sus brazos, llorando y riendo a partes iguales.

-Espero que hayas aprendido la lección. Debes pensar bien las cosas antes de hacerlas porque si no dañarás a los que tienes a tu alrededor. ¿Ya llamaste a Kiku?

-Sí y le pedí disculpas. Además, es una maravillosa persona y me siento estúpido por haber rechazado su compañía todos estos años. -confesó disfrutando de la calidez de los fornidos brazos de mi profesor.

- Bueno, mira tú. Has ganado a un amigo nuevo y además nos hemos reconciliado. -Ludwig dibujó en el rostro una de sus escasas sonrisas. Sentí que volvíamos a estar en paz.- Creo que por hoy se acabó la lección, así que me parece que voy a adoptar el plan de mi hermano. ¿Quieres que veamos una película?

-Me encantaría.- dije sonriendo mientras él secaba las lágrimas de mis mejillas con sus grandes manos.

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-¿Cuál va a ser tu plan de futuro a partir de ahora?- preguntó Gilbert curioso.


-Supongo que me dedicaré a tocar en bares. Uno no tiene futuro en el mundo de la música en estos tiempos que corren. Y la verdad, no soy de discográficas. Prefiero tocar en un bar de ambiente; son lugares que me traen buenos recuerdos.- dijo Roderich ensimismado.


-¿A que te refieres?- pregunto el médico, abriendo los ojos,ávido de saber sobre aquel pintoresco vecino.


-En un bar fue donde me enamoré de la música. Mi hermano mayor me invitó a un helado mientras un simpático pianista nos deleitaba con un ragtime. Parecía tan feliz, tan lleno de vitalidad... En un descanso entre pieza y pieza se acercó a mi y me tendió una piruleta con forma de nota musical y me dijo:

<<Tienes buen oído chico, parece que te gusta el piano. Sigue escuchando feliz la música y algún día llenarás las más importantes de la ciudad >>


-Vaya, de modo que fue allí donde empezó todo. Roderich, "el origen"- dijo Gilbertt en tono jocoso mientras Roderich se rascaba la nuca,ruborizado.


-Supongo que es el único recuerdo bonito que tengo de la infancia. Después, todo se torció. -el rostro de Roderich se ensombrecio de forma repentina y sufrió un escalofrío por todo su cuerpo.- Y para añadir más miseria a mi vida,la calefacción de mi piso no funciona...


-Voy inmediatamente a avisar a tu tío.- dijo Gilbert con resolución, pero para su sorpresa cuando estaba a punto de marcharse, Roderich le detuvo tirando de la tela de su pantalón.


-E-Espera Gilbert. .. tal vez el fontanero. ..no venga hasta mañana...


-Si es necesario te arreglará yo la calefacción con mis prop. ..


-¿Puedes quedarte hoy conmigo? -pregunto Roderich con ojos de cachorro. Aquello desconcertó al germano pero comprendió al instante que lo que más quería Roderich era la compañía de alguien en ese momento.


-Claro que si,tontín. ¡Hey, si quieres vemos una peli en mi portátil y pedimos unas pizzas! ¿Qué te parece el plan?- sugirió Gilbert con la sonrisa más maravillosa que Roderich pudo contemplar en su vida.


De modo que pidieron las pizzas y unas cervezas para acompañarlas. Gilbert volvió al apartamento para coger su laptop y una manta de textura aterciopelada que Roderich encontró suave y cálida. Por alguna razón, cuando el médico le dijo que se acomodase encajando su cuerpo con el de él en el sofá, mientras les tapaba, no sintió esa instintiva necesidad de apartarse. Quizás fuera por el alcohol de la cerveza o la placentera sensación de tener el estómago lleno y feliz desde hacía mucho, pero lo cierto es que nunca se había sentido tan relajado en su vida. Así que sé dejó guiar por la seguridad que emanaba el brazo de Gilbert, quien le había rodeado los hombros con un gesto protector y procuró un sitio en su pecho donde el pianista pudiese descansar la cabeza.
Había vivido demasiado tiempo sin el contacto humano y sólo con haberse dado cuenta del frenético latir del corazón de Gilbert, las lágrimas acudieron diligentes a sus ojos. Se secó sus empañadas pestañas negras con la manta antes de que Gilbert se percatase de ello.
Éste sentía que iba a morir de felicidad. Jamás había tenido la oportunidad de convivir con una persona de esa manera puesto que su vida nunca fue normal con ninguna de las parejas que tuvo. Su jefe de departamento en el hospital, sé había dedicado a jugar con su corazón de una manera tan cruel que a día de hoy Gilbert se seguía preguntando como una persona era capaz de manipular las situaciones para destruir al otro sin una pizca de arrepentimiento. Con Ramy, la indiferencia en la pareja,destacó por encima de todas las circunstancias posibles.

 Y con Roderich, un chico que en apariencia iba a seguir el camino de los otros anteriores a él, pudo encontrar ese compañero que anduvo buscando para disfrutar del placer de las pequeñas cosas. Sin embargo, el pianista era una persona temerosa de su entorno, por lo que no iba a ser fácil para Gilbert poder hacerle ver que podía vivir una vida sin mantenerse subyugado a la voluntad de su madre cascarrabias. Pero no tiraría la toalla con aquel muchacho. Logró llegar hasta ese momento y no podía dejarle marchar. No sabía si era gay y si estaría en contra de serlo pero lo cierto era que haría lo que fuese para hacer feliz a ese chico, incluso reprimir sus propios sentimientos por él. Había fortaleza en el joven de pelo castaño, pero de momento se mostraba demasiado débil como para proponerle salir. Quizás más adelante,quizás nunca...


- No sabía que te gustaran las películas mudas.- dijo Roderich señalando el portátil de su amigo.- No sabía siquiera que pudieras ver algo tan triste como esto.


El tono de voz de Roderich era tan desolador que, conmovido, Gilbert le acarició el pelo y le explicó con un tono tranquilizador:


- Tengo mis debilidades. Mira que me encanta la frivolidad de Austin Powers por ejemplo, pero lo más bonito es aquello que se puede transmitir sin palabras. Y creo que esta peli lo hace a la perfección.

-Pero,¿ cómo puede un hombre tan cabeza hueca dejarse manipular por los deseos de su amante y tratar de matar a su esposa para empezar una nueva vida con la otra y que, frustradas sus intenciones, traten de volver a empezar de nuevo la pareja de casados? -preguntó Roderich.


- Esa es una de las moralejas de la película. El hombre fue tan estúpido que iba a desembarazarse de la persona que más le quería en el mundo sólo por el deseo de una vida de luces en la gran ciudad. Una vida de progreso y oportunidades pero vacía sin el amor que le brindaba su mujer.- Gilbert sintió una punzada en el pecho mientras explicaba el mensaje oculto de la trama. Aquel episodio de acontecimientos le había recordado a la traumática relación que tuvo con el ruso. Iván bien podría haber sido aquel desgraciado que quería matar a su esposa, en ese caso Gilbert, para irse con su amante. La reconciliación que ocurría en los siguientes minutos de la película era la representación cinematográfica de lo que Gilbert ansió que sucediera en el pasado, pero que nunca se hizo realidad. Y ya era demasiado tarde.


Roderich se fijó en el repentino ensombrecimiento del rostro de Gilbert y se alarmó.


-Gilbert, ¿estás bien?


-Sí, no te preocupes.- dijo. el médico guiñando un ojo a su tierno pianista.




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