El Trato

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"Fue un placer hacer un trato contigo, princesa".

—¿Unnie? Jennie Kim, de tercero, otra vez está causando problemas.

Lisa siente su ojo palpitar ante esas palabras. Se supone que debe estar organizando todo para el festival de primavera que será en menos de dos semanas, pero en cambio está siendo arrastrada por una de las vigilantes de pasillo (Chaeyoung, de primer año, una de sus hoobaes más leales del comité estudiantil) para ir a lidiar otra vez con la busca problemas del instituto más difícil e incorregible de todos.

No es la primera vez que la buscan a ella para arrastrar a Jennie Kim de vuelta a sus clases, de hecho, la mitad de las veces tiene que salir de sus clases o reuniones de concejo para reprenderla por algún incidente (como si no existiesen profesores, carajo).

Y aunque Jennie Kim es un caso difícil del que a veces disfruta de intentar disciplinar, en ese momento no quiere lidiar con ella, está saturada con los preparativos del festival como para estresarse por una imbécil que se cree la chica mala de un libro juvenil.

Pero, de todas formas, no puede darse el lujo de ignorarla.

Es la presidenta del concejo estudiantil después de todo, Lisa está obligada a tratar con este tipo de situaciones todos los días por el resto de su año escolar.

En serio, ¿por qué le hizo caso a Jisoo cuando esta dijo que sería buena idea que postulara para presidente estudiantil? Todos los días se lamenta por seguirle la corriente a la torpe esa.

—¿Está donde siempre? —pregunta Lisa, saliendo de sus pensamientos, mientras reprime un suspiro resignado.

Tiene que guardar la compostura ante su hoobae, Chaeyoung le admira bastante (en serio, bastante, como si fuese una celebridad o algo así) y no puede comenzar a quejarse de su suerte o montar un berrinche frente a ella, eso dañaría su imagen de sunbae responsable y ejemplar.

—En la azotea del primer edificio, sí —responde Chaeyoung mientras juega nerviosamente con la banda amarilla que rodea su brazo, esa que la distingue como vigilante de pasillo.

Lisa simplemente asiente y le sonríe amablemente a su menor antes de emprender camino hacia las escaleras de emergencia que guían a la azotea. Durante el camino trata de mentalizarse para lidiar una vez más con Jennie Kim, sinceramente quiere resolver el asunto lo antes posible para volver a enfocarse en los preparativos del endemoniado festival que le tiene estresada desde hace como un mes.

Aunque por dentro sabe que Kim no se la dejará fácil y que probablemente se enfrasquen en una discusión acalorada.

A veces esa tarada le hace desear renunciar. A veces es casi siempre.

Cuando divisa la puerta que da acceso a la azotea frena su andar un momento, cierra los ojos momentáneamente para tratar de alinear sus chakras o algo que le ayude a no caer en la demencia por culpa de Jennie Kim y, antes de abrir la puerta, acomoda su corbata en un gesto ansioso.

Cuando empuja la pesada puerta el sol del mediodía le da directo en el rostro, alza su mano para bloquear la luz solar (para evitar que sus lindos ojos se deslumbren por el cambio de iluminación) y busca la presencia de cierta chica bajita con pinta de delincuente.

La encuentra al instante, por supuesto. Jennie Kim se encuentra recostada sobre su espalda mientras recibe los rayos del sol con una expresión relajada en el rostro y los ojos cerrados. Aún desde la distancia puede distinguir la sonrisa que tira de las comisuras de sus gruesos labios y su piel lisa que parece brillar bajo la luz solar.

Uh, ¿a qué había ido?

—Oh, Manoban —canturrea Jennie con un tono burlón en la voz, la aludida sale de su ensoñación y atina a fruncir el ceño.

Jennie Kim es una confianzuda de primera, Chaeyoung ni siquiera se atreve a llamarle unnie aún cuando ya hay cierta amistad entre ambas, pero esta buscapleitos de rostro angelical osaba tratarla por su apellido como si fuesen amigas de toda la vida. Entiende que es menor que ella, pero hay un límite, sin mencionar que es la presidenta.

La detesta.

—Jennie-ssi, debes de regresar a clases —pide amablemente, tratando de fingir su tono más cordial para no alargar demasiado la escena.

Pero, obviamente, Kim no le da tregua, pues suelta una risita al instante.

—Lisa, no trates de fingir que te agrado —tararea, incorporándose sobre el suelo para poder encarar a la menor.

Lisa se acerca an ella unos cuantos pasos y entonces nota que, además de saltarse las clases, Jennie ha decidido infringir el código de vestimenta del instituto al teñirse el cabello de unos llamativos reflejos rubios. Al parecer, a Jennie Kim no le es suficiente con portar el uniforme de forma incorrecta (con la camisa sin fajar, los primeros tres botones desabrochados, la falda cortísima y sin rastros del saco o la corbata encima), sino que ahora también se tiñe como si fuese una idol y no una estudiante de preparatoria.

La de ojos grandes comienza a creer que Dios la odia.

—Teñirse el cabello está prohibido, Jennie —le recuerda Lisa mientras se cruza de brazos.

La chica más baja sonríe socarrona y sube una de sus manos para enredar un mechón de sus rubios cabellos entre su dedo índice.

—Sí, bueno, ¿a que se me ve lindo? —cuestiona, mientras bate sus pestañas de manera encantadora.

Lisa suspira y aprieta el puente de su nariz con dos de sus dedos.

—Jennie, no me obligues a reportarte...

—Y eso que no has visto la perforación —se burla a través de una risita.

—¡¿Perforación?!

Lisa siente que definitivamente va a perder los estribos, carajo.

Rápidamente, la presidenta estudiantil da largas zancadas para acercarse a Jennie, con su ceño fruncido y sus puños apretados a cada lado de su cuerpo. Cuando está frente a frente con la coreana, esta saca la lengua para dejar ver la pieza de metal que la adorna.

—Mierda, tú en serio quieres una expulsión, ¿verdad, imbécil? —gruñe Lisa totalmente superada, Jennie arquea una ceja claramente divertida.

—Uy, la perfecta presidenta estudiantil sabe decir groserías —se ríe, disfrutando de ver como la pelinegra se sale de su papel aparentemente recto.

Lisa suspira fuertemente ante esas palabras, tanto que sus fosas nasales aletean visiblemente. Tiene que contar hasta veinte para tratar de enfriar su cabeza o de lo contrario va a cometer un crimen de odio contra ese demonio de uno sesenta.

—Mira, Kim, no hagamos esto largo —comienza, mientras da un paso atrás para alejarse de la otra—. Vuelve a tus clases, regresa mañana con el cabello teñido de tu color natural y no me hagas perder el tiempo, ¿bien?

—No.

—No me hagas ir con el director, no estoy de humor para lidiar con esto —y su frase casi suena como una suplica.

Y es que casi lo es, Lisa en serio no quiere envolverse en una discusión eterna y sin sentido con Jennie cuando sus obligaciones con el festival la están ahogando sin piedad.

¿Tan difícil es para esa mocosa simplemente acatar las reglas y no causar problemas?

—Una suspensión más, una suspensión menos —Jennie se encoge de hombros restándole importancia, como si no fuese la gran cosa.

—Jennie, por favor...

La joven de ojos gatunos le mira con ambas cejas arqueadas al escuchar su suplica explícita. Sonríe de medio lado, casi como si se hubiese salido con la suya y luego suelta un suspiro exageradamente dramático.

—Lo haré, pero con una condición —pide, mientras cruza sus brazos por encima de su pecho, desafiante.

—No pienso hacerte las tareas o... —la negativa de Lisa no logra terminarse, pues Jennie la interrumpe.

—Sal conmigo.

Definitivamente Lisa ha enloquecido, porque no hay forma de que Jennie Kim le haya pedido eso a ella, ¿verdad?

—¿Qué? —masculla con voz aguda y los ojos bien abiertos, la mayor sonríe y se encoge de hombros.

—Sal conmigo, tengamos una cita.

Sí, ha enloquecido, seguro necesitará terapia y medicación por los delirios que su mente estresada le están provocando.

—Estás bromeando, ¿cierto? —suelta una risita nerviosa y sabe que muy probablemente sus orejas se han puesto rojas por la vergüenza.

—¿Te parece una broma? —pregunta, con una de sus cejas arqueadas, burlona.

—¡Pues tú siempre me estás jodiendo! —acusa, mientras le apunta con su dedo índice.

—¡Porque de otra forma no me miras! —Jen exclama, con su ceño fruncido y su labio inferior sobresaliendo un poco.

¿Acaso Jennie Kim le está haciendo un puchero? Santo Dios, los delirios se están saliendo de control.

Lisa reprime sus ganas de salir huyendo y trata de recuperar la compostura, inhala aire fuertemente y trata de peinar con sus dedos el cabello que cae por su frente.

Bien, tiene que sopesar las posibilidades.

¿Qué tan mala idea es aceptar el pedido de Jennie? Es decir, sí, es una tarada que se salta las clases, porta mal el uniforme, tiene malas notas y luce como una pandillera, pero al menos podrá sacar provecho, ¿no?

—Aceptaré solo si prometes que no te meterás en más problemas —negocia, tratando de lucir confiada, aunque en realidad le tiemblan las rodillas un poco.

Jennie rueda los ojos, pero termina sonriendo de medio lado, luciendo jodidamente peligrosa.

—Entre más citas, menos problemas, ¿qué dices?

—Trato hecho —acepta la menor antes de echarle un vistazo a su reloj de muñeca—. Ahora vuelve a clases, por favor, tengo asuntos que atender.

Y se da la vuelta, dispuesta a huir de allí para sumergirse en los preparativos del festival y así no pensar en que ha aceptado salir con Jennie problemática Kim solo para que esta no se meta en problemas. Si lo piensa más, comienza a sonar ridículo, pero no va a quejarse, aún.

—Nos vemos a la salida para nuestra cita, señorita presidenta —tararea con malicia.

Lisa solo atina a agitar su mano en despedida porque de seguro su voz temblará si trata de responderle verbalmente.

Mierda, ¿en qué se ha metido?

***

Lisa se da cuenta que fue mala idea aceptar la cita con Jennie al observar a su alrededor, aquel lugar al que la chica problema le ha llevado para tener su cita es, ¿cómo decirlo? Inesperado.

—No me vas a golpear y quitarme mi bolso, ¿cierto?

—Ni que fuera un delincuente, Lisa.

—...

—¡Oye!

—¡No puedes culparme cuando tienes esas pintas! —exclama, señalando su vestimenta negra y algo desaliñada.

—¡Ni que pareciera una gótica o algo!

—Tienes perforaciones y tatuajes, Jennie-ssi.

—¿Y? —arquea la ceja, retadora.

—Eso te hace ver como una chica mala que planea asaltarme —dice y no hay tono que demuestre que esté bromeando.

–¡Pero si te traje a una cita!

—¡Una cita a una carrera clandestina! —casi grita escandalizada y justo después puede sentir la mirada inmediata de los "corredores" posarse encima de ella.

Lisa reza para que no la maten o algo.

—No es tan malo, exagerada, ya veo porque te llaman princesa.

—...

—¡Te sonrojaste! —celebra Jennie, mordiendo su labio para reprimir su emoción.

—¡Cállate!

—Al menos sé que no estoy haciendo todo mal —suspira con una sonrisa ilusionada, Lisa enrojece más.

—Tarada.

Y Manoban, por más que le incomoda el ambiente, disfruta de esa cita solo por la sonrisa de Jennie Kim.

***

Desde la primera cita, Lisa se ha dado cuenta de que quizás la surcoreana no le cae tan mal como pensaba. A pesar de que antes le intimidaba siquiera cruzarse con ella en los pasillos, ahora puede ver que bajo esa fachada de tatuajes, vocabulario obsceno y aura intimidante hay una chica divertida (aunque su humor sea ácido) y algo infantil.

Pero de cierto modo, aunque se niegue a aceptarlo, le parece encantadora.

—Lisa sunbae, Jennie Kim se ha salido de sus clases de nuevo, ¿le informo al director? —es Chaeyoung quien interrumpe la reunión semanal del consejo.

Sí, Jennie Kim es un encanto que no cumple con sus tratos.

—No, no, déjamelo a mí —suspira, antes de mirar al resto del concejo estudiantil que se reúne en aquel pequeño auditorio—. Jisoo-ah, ¿puedes encargarte de la reunión?

—Claro, Lis —accede su amiga y tesorera del concejo, Lisa le agradece con una sonrisa antes de retirarse.

Sale del auditorio rápidamente y ni siquiera duda al dirigir sus pasos a las escaleras que llevan a la azotea, sabe de antemano que allí debe estar ese problemático y bajito ser que disfruta de darle dolores de cabeza. En menos de tres minutos ya ha llegado a su destino y no duda en abrir la puerta para toparse con la fina silueta de Jennie Kim, quien se encuentra con la espalda apoyada en uno de los muros mientras que sus labios están envueltos alrededor del filtro de un cigarrillo.

Ah, Jennie fuma, ¿es raro que no le sorprenda?

—Deja de hacerte mierda los pulmones y regresa a tus clases, Jen —dice en voz alta, sus manos a los costados de su cuerpo para lucir despreocupada ante el uso de aquel apodo.

La chica, ahora castaña (con esa parte del trato sí cumplió), no tarda en girarse para verla y al instante esboza una sonrisa con cuidado de no dejar caer su cigarrillo. Lisa no se altera al encontrarse pensando en que Jennie luce jodidamente guapa de esa forma, mierda.

Comenzaba a caer, ¿no es así?

—Hola, princesa —saluda Jennie con tono burlón, Lisa reprime el gruñido que quiere emerger de su garganta al escuchar ese apodo.

Princesa. Los demás alumnos le llaman así, ¿por qué? No tiene idea, pero no le gusta. Algunos se lo dicen como halago, otros se lo dicen como insulto, Lisa ni siquiera entiende por qué le pusieron un apodo tan cliché.

—No me digas así, tonta —se queja, sus labios mullidos formulando un pequeño puchero—. Mejor vuelve a clases, estás incumpliendo con nuestro trato —apunta, con el ceño fruncido y sintiéndose algo traicionada.

—¿Sabes? Estuve pensando —comienza a decir Jennie, ignorando olímpicamente lo antes dicho por la otra.

—No parece que seas de esas que piensan a menudo —ataca la tailandesa mordazmente, Jen deja salir una risita baja.

Lisa se asusta un poco al pensar en que se le está pegando un poco lo altanera de Kim por pasar mucho tiempo juntas últimamente.

—Lo hago mucho cuando se trata de ti —confiesa deliberadamente, provocando que las mejillas de la pelinegra se tiñan de un ligero rubor carmesí—. Y llegué a la conclusión de que nuestro trato es injusto.

—¿Por fin vas a dejar de pedirme citas? —pregunta la menor, fingiendo alivio.

Aunque en realidad teme que Jennie deje de querer estar tras de ella, teme que se haya aburrido de ella por ser tan aburrida y correcta. Ella ya se acostumbró a su presencia y a las salidas juntas.

—No, de hecho creo que un par de citas no es suficiente motivación para ser una alumna decente —dice, antes de tirar el cigarrillo al suelo y apagarlo de un pisotón.

Lisa frunce el ceño y retrocede un paso. Si Jennie llega a pedirle favores como hacerle las tareas o conseguirle respuestas de exámenes entonces Jisoo tendrá razón y ella habrá sido solo un juego más de Jennie Kim.

Por dentro reza que no sea así o va a sentirse horrible.

—¿De qué hablas? —exige saber, su rostro totalmente serio y su pecho sintiéndose oprimido por alguna razón—. Si intentas chantajearme voy a...

—Si aceptas ser mi novia, seré la alumna más ejemplar de este instituto de mierda —interrumpe y Manoban siente su corazón comenzar a latir desbocado dentro de su pecho.

Ser novias.

Jennie quiere que sean novias. Mierda, qué manera más bruta de pedírselo, ¿es que Jennie Kim no conoce la sutileza y el romanticismo? Y lo peor del caso es que Lisa ni siquiera se para a pensarlo dos veces cuando siente la respuesta en la punta de la lengua.

—Esta bien —murmura apenas, el calor de su rostro siendo tan intenso que apuesta a que sus orejas se han vuelto a tornar rojas.

Ve a Jennie sonreír abiertamente, dejando a la vista sus encías rosadas y sus dientitos pequeños, luciendo como si hubiese logrado su mayor meta de vida. Entonces Lisa observa como la mayor se acerca a ella, cruzando de extremo a extremo la azotea para abalanzarse sobre su cuerpo y abrazarla por el cuello.

Lisa, por primera vez, es completamente consciente de la diferencia de estaturas, pues el rostro de Jennie queda justo a la altura de sus cejas y esta se agacha un poco para dejar recargada su frente en su cuello. Con timidez, alza sus manos y las deja reposar en la estrecha cintura de Jennie para corresponder el abrazo, su nariz quedando justo encima de aquellos cabellos castaños y así notando de cerca el aroma de su shampoo mezclado con el humo del cigarrillo.

—Ahora vuelve a clases, por favor —pide la joven más alta, aunque no hace ni un amago de apartar su cuerpo del de Jennie.

—Si me das un beso...

—¿Vas a usar tu conducta siempre para obtener lo que quieres, en vez de preguntarme como la gente normal? —cuestiona la otra, separándose solo lo necesario para observar el rostro de Kim.

—Me gusta nuestra dinámica —Jen se encoge de hombros restándole importancia, Lisa suspira mientras rueda los ojos.

Pero al final se inclina un poco para poder alcanzar los labios ajenos, su estómago llenándose de cosquilleos al sentir por primera vez la suavidad de los labios de Jennie Kim contra los suyos en un pequeño y tímido beso. Puede sentir el sabor a la menta y al cigarrillo en la boca de la chica bajita, pero no le desagrada, en cambio le hace pensar en que definitivamente besar a Jennie (su novia, oh, por Dios) es una de las cosas que probablemente se conviertan en sus favoritas.

Puede sentir las pequeñas manos de Jennie enredándose en los cabellos de su nuca, despeinándola en el proceso y un segundo después puede sentir la textura metálica de un piercing acariciandole el labio inferior (la sensación es tan sensual que provoca algo en ella), al instante después de eso el beso culmina.

Se miran y Lisa descubre que Jennie tiene las mejillas (usualmente pálidas) teñidas de rosa, luciendo angelical a simple vista.

¿Como es eso posible cuando probablemente de lejos luce como una pandillera peligrosa? No lo sabe.

—Bien, iré a clases —susurra, antes de separarse de ella y caminando gracialmente hacia la puerta de salida—. Fue un gusto hacer tratos contigo, novia.

Y se va, dejando a Lisa sola, con un montón de sentimientos desconocidos desbordándose de su pecho y pensamientos desordenados en la cabeza.

Lo único que puede procesar es que Jennie, la chica problema de la escuela, es su novia.

Oh. Por. Dios.

—¡Lisa noona, aquí estas! ¡Estamos esperando por usted para acordar el último detalle para el festival! —uno de los tesoreros del concejo le encuentra ahí, totalmente congelada a media azotea.

Lisa asiente distraídamente y regresa a la reunión con el concejo para discutir lo del baile del festival que está a una semana de celebrarse.

Oh, ¿Jennie aceptará ser su cita? Ojalá que sí.

© fairyoongis

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