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La tertulia del número 8. Allí estaban, un grupo indefinido, algunos con pinta de estar ahí por error, otros con la mente muy lejos del lugar.

—Los muertos no cuentan cuentos y los mosquitos se abren hueco —habla en tono de razón alguien que está en el rincón.

—Un huevo es un suspiro —dice tras una pausa una mujer con pinta de chiflada

—¿Cómo? —pregunta suavemente otro sujeto, de apariencia muy despistada mirando hacia el techo

Alguien que está en el rincón se pone a tararear una canción por lo bajo.


—Je, ¿sabéis qué he oido por ahí? —dice una bruja maruja que está tejiendo una cosa amorfa, dirigiendose a otras dos de su misma catadura

—¡Qué! —salta una de ellas levantando la vista del punto

—¡Cuenta! —exclama con vocecilla estridente la más recogida

—Pues veréis... —dice con aire confidencial regodeándose como cualquier maruja cotilleando—Solo me han llegado rumores... Nada fiable.  Resulta que ha habido un lío con  El del Último Vagón, el de las plantas, y La Rarita. Lo que he oído es que ella le fue a comprar droga, pero que él la estafó y le vendió semillas de no sé qué en vez de la droga buena —Las otras dos marujas acompañaban con miradas y leves exclamaciones—. El caso es que terminaron en un rapi-juicio y la cosa se lió. Él la acusaba a ella y viceversa, si hubiese sido un juicio de ley (qué cosa), los habrían mandado a los dos a la cárcel; al primero por estafador y traficante y a la otro por ilegal. Pero ya os digo yo, que estamos donde estamos. Total, no me he enterado bien, pero hubo acusaciones falsas y temas escabrosos de por medio, la cosa se fue de madre y el tipo intentó drogarla o envenenarla con unos caramelos. A partir de ahí lo que me han contado va de mal en peor... que si se encerró en el baño, que si sacó un cuchillo carnicero, que si terminaron los tres drogados...

—¡Uyuyuy!

En ese momento se ven interrumpidas por un estridente chillido; de un cesto sale un conejo corriendo escopeteado y la mujer con pintas de chiflada sale de allí como si hubiese recordado algo importantísimo. Entonces hacía un extremo empiezan a oírse ruidos... vamos a ver qué pasa.

...

Estamos en otro lugar, hay dos individuos riñendo por una silla de spitz, uno de los individuos (de género femenino) se ha sentado tan agusto en ella, mientras que el otro parece darle la histeria tratando de que se la devuelva. Y entonces... ¡CALCETINES! Sí, sí, empiezan a volar calcetines en todas direcciones, suponemos que lanzados por este par de estramboticos individuos. Será mejor ponerse a cubierto...

Hum... ahora a observarlos desde una distancia prudencial... parece que estén haciendo algo como un teatro majara e improvisado. Lástima que no podamos verlo de cerca, pero amiguito mío, por hoy la cosa ha terminado. Veremos qué nos depara este nido sorpresas, locura y absurdeces estúpidas.

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