7. Están muertos.

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Me encuentro tumbada en mi cama con la mirada perdida en el techo de la habitación.

Le he dado mil y una vueltas al asunto de la fiesta y aún no logro encontrar algo coherente que justifique el desmayo.

Siento que la cabeza me explotara en cualquier momento de tanto pensar. También está el hecho de que, Matthew fue quien me trajo a casa. Otro asunto que me atormenta porque no tengo ni idea de cómo deberé actuar o que cara pondré cuando lo vea el lunes en Redbaster. Ni siquiera sé si seré capaz de verlo a la cara; la vergüenza de que me haya visto en ese estado me corroe y en algún momento terminará por matarme.

Las voces del pasillo me sacan de mis lamentos.

Rebecca y Walter Harrison.

No sé si están discutiendo o sólo están felices por recibir a su hijo, pero a pesar de que parecen estar hablando frente a mi puerta no puedo escuchar con claridad porque lo hacen demasiado bajo, deben pensar que ya estoy dormida. Eso me hace recordar que mamá mencionó durante la cena que la habitación de Noah será la que está frente a la mía. Sólo espero no tener más pesadillas o terminaré por asustar al pobre niño.

Después de la cena todos nos quedamos por buen tiempo junto a la mesa. Mi padre se dedicó a hablar con Walter sobre asuntos de la empresa; al parecer el hombre trabaja para mi padre desde siempre, sólo que ha estado a cargo de una de las empresas que se encuentran en Londres, pero ahora por alguna razón mi padre necesita de su presencia en la empresa de Red Blast.

Mientras tanto, mi hermana y yo nos dedicamos a echarle un vistazo al intimidante hombre que se encontraba en nuestro comedor ya que no todos los días te topas con hombres como esos. Y cuando creí que ya era suficiente de admirar, decidí disculparme con todos y levantarme de la mesa para subir a mi habitación. Así que, heme aquí.

El sonido de mi teléfono me hace volver a la realidad, de nuevo.

Es un mensaje de Camile.

*Camile: Más te vale estar despierta mañana para cuando llegue, o habrá problemas. *

Demonios. Había olvidado que vendrá mañana para "un día de chicas". Por suerte ya le había avisado a mamá desde antes, así que supongo no habrá problemas. O eso espero. Así que escribo una respuesta rápida.

*Yo: Descuida, estaré lista para cuando llegues. ¿A qué hora será? *

*Camile: Estaré ahí a las ocho. Emma, te lo advierto...
Por tu bien, debes estar lista a esa hora. Ya tengo todo planeado. *

*Yo: Ya entendí.
¿A dónde iremos? No creo que mamá me deje estar mucho tiempo fuera, tenemos visitas. *

*Camile: Ya veras, y descuida, estaremos de vuelta antes de la cena. *

Ruedo los ojos ante su mensaje. ¿Qué parte de "no puedo estar mucho tiempo fuera" no entendió?

Seguimos hablando unos minutos más y para ese momento los murmullos ya se han detenido y ha sido suplantado por un vasto silencio. Supongo que ahora sí todos ya se han ido a dormir.

Decido que también es momento de que yo lo haga, así que conecto mi móvil dejándolo sobre la mesita de noche a un costado de mi cama, no sin antes verificar que mi alarma este activada. Me voy a mi armario para buscar una de mis pijamas favoritas y me la coloco rápidamente antes de irme a la cama.

La habitación se siente algo fría, así que me cubro con mis mantas hasta debajo de mi barbilla. Me remuevo un poco más sobre la cama hasta hallar una posición que me haga sentir más cómoda para dormir y cuando lo logro, cierro mis ojos dejándome llevar por los efectos del sueño.

[...]


Me encuentro de pie en medio de una gran sala oscura, la única iluminación que me permite apreciar una mínima parte de la estancia son los pequeños rayos de luz de la luna que se filtran por las rendijas de la madera, al parecer el lugar es demasiado viejo. Parece la enorme sala de una cabaña, y por las fachas que tiene y el perturbador silencio que se encuentra instalado en el lugar hace que todo se note tremendamente espeluznante.

De un momento a otro, se escucha el sonido de la madera crujir y una brisa fría golpea mi cuerpo haciéndome estremecer y provocando que todos y cada uno de los bellos de mi cuerpo se ericen, no porque sea una sensación placentera, sino es más bien una forma de advertirme del peligro que me acecha.

Miro a todas las direcciones tratando de encontrar algo o a alguien aquí dentro, porque de pronto me siento observada y esa sensación empieza a asustarme. Mi respiración se vuelve acelerada junto a los latidos erráticos de mi corazón, y contra todo pronóstico, mis piernas empiezan a moverse sin mi consentimiento a tal grado que de un momento a otro me encuentro corriendo en alguna dirección de la estancia.

Mi cuerpo rechaza las ordenes de mi cerebro que le indican que se detenga, pero pareciera que es más un instinto de supervivencia ante un peligro del cual yo aún no soy consciente, pero mi cuerpo ya lo advierte.

Mis ojos sólo pueden distinguir pasillos con algunas puertas y entre ellas, hay una que se encuentra completamente abierta. Mis piernas se detienen de golpe y con cuidado me acerco muy despacio hasta ella, observando el interior de la misma. Mis piernas empiezan a recorrer el lugar mientras mis ojos divagan por él, que aún con la poca luz me parece vagamente familiar, lo que es realmente extraño porque nunca antes he estado en aquí, creo. O al menos no lo recuerdo.

Y entonces me detengo abruptamente y mis ojos se quedan clavados en un punto exacto de la habitación, más específicamente, en dos cuerpos.

Mi pulso se dispara; las manos empiezan a temblarme mientras un nudo gigantesco se instala en mi garganta y los ojos se me llenan de lágrimas sin derramar.

Ambos cuerpos yacen en el piso junto a la ventana, y aunque por la oscuridad no puedo detallarlos bien, no entiendo la reacción de mi cuerpo ante tal escena. Sí, es un poco perturbadora, pero el dolor punzante y ensordecedor que se ha instalado en mi pecho, deja mucho que pensar. Así que, aun con el temor recorriendo mis venas, aunado a todas las emociones que me encuentro experimentando en este momento, me acerco a la venta y corro la cortina hacia un lado. Al instante la luz de la luna da de lleno a los cuerpos, iluminando sus rostros y...

Están muertos.

Un grito desgarrador sale de mi garganta ante la escena más traumática y dolorosa que he podido presenciar.

-¡Emma! -gritan junto a mí mientras alguien me sacude-. ¡Despierta, cariño!

Abro los ojos exaltada y me incorporo bruscamente. Siento algunos mechones de mi cabello pegados a mi frente y nuca a causa de lo sudoroso que se encuentra mi cuerpo en estos momentos; el corazón me galopa acelerado en el pecho y espasmos recorren mi cuerpo a causa del llanto, la desesperación y el miedo me abarcan al recordar esa escena que sigue tan nítida en mi mente.

Siento una mano posarse sobre mi brazo y suelto un grito sobresaltándome en la cama.

Mis ojos se encuentran con las verdosas pupilas de mi madre que me observan con preocupación.

-¡Mamá! -me abalanzo sobre ella estrujándola en mis brazos mientras las lágrimas se desbordan nuevamente de mis ojos, pero esta vez de alivio al tenerla junto a mí, sintiendo sus cálidos brazos rodear mi cuerpo, brindándome reconforte.

-Aquí estoy, cariño. -me aprieta aún más contra su cuerpo-. Todo está bien, todo ha pasado. Solo ha sido un mal sueño.

Los sollozos hacen que mi cuerpo se sacuda y mi madre me abraza aún más fuerte mientras acaricia mi cabello con una de sus manos para tranquilizarme y me susurra que todo estará bien. Realmente funciona; después de varios minutos mi respiración se ha vuelto pausada y las lágrimas han cesado.

Un mal sueño.

Todo se sintió tan real y el dolor tan latente, que en verdad creí lo peor. Pero por primera vez en mi vida agradezco al cielo que ese mal rato solo haya sido una más de mis pesadillas.

Me separo de a poco de sus brazos y la miro a la cara detallando esas facciones delicadas y elegantes que posee, y sus preciosos ojos verdosos que tanto la caracterizan, mi madre es realmente hermosa.

-Lamento haberte despertado -me disculpo avergonzada.

Mi madre niega con la cabeza y me sonríe.

-No te preocupes por eso. Soy tu madre, soy quien debe velar por tus sueños, cariño. -me dice mientras acaricia mi brazo de manera reconfortante.

Sus palabras estrujan mi corazón.

-Te amo, mami. -le hago saber mientras lucho por que las lágrimas se mantengan en su lugar; mi familia son lo más importante en mi vida y no sé qué haría si algo le sucediera a alguno de ellos. Sacudo la cabeza cuando esos pensamientos se quieren apoderar de mí. «Sólo fue un mal sueño» me repito.

-Yo también te amo, cariño. Con mi vida. -me abraza de nuevo-. ¿Quieres hablar de lo sucedido?

Niego.

-Está bien. -accede-. Sabes que puedes contarme lo que sea ¿cierto?

-Lo sé, es sólo que ahora no quiero pensar en ello. -susurro.

Ella se aparta un poco y deposita un beso en mi frente para luego ponerse de pie.

-No te preocupes, esperare a que estés lista para desahogarte. No es bueno que retengas todo en tu interior. -me hace saber-. Ahora, intenta dormir de nuevo, llamó Camile, y dijo que pasara temprano por ti.

Rio. Era obvio que Camile haría eso para asegurarse.

-Lo haré.

No dice más nada, sólo me regala una última sonrisa antes de oprimir el interruptor para apagar las luces y salir de mi habitación.

Me recuesto de nuevo en mi cama, sumida en el basto silencio que se acentúa de inmediato en la estancia y en la oscuridad tan envolvente y tenebrosa.

La horrible escena que presencie en la pesadilla se hace presente de nuevo y trato con todas mis fuerzas de ahuyentarla; trato de convencerme de que todo ha sido sólo un mal sueño y que nada de eso es ni será real, pero algo en mi pecho se comprime cada vez que trato de no darle importancia. Algo en mi interior hace ruido, como tratando de advertirme sobre alguna amenaza, no puedo explicarlo del todo. Sólo sé que se trata de algo en mí dando una advertencia de peligro. Y ante ese tumulto de sentimientos me es imposible contener una prófuga lagrima que brota por la comisura de mi ojo izquierdo deslizándose por mi sien y al final ser absorbida por mi almohada.

Llevo varias semanas siendo atormentada por las pesadillas, y siendo siempre una peor que la anterior. Sin embargo, siento que esta última me ha desestabilizado emocionalmente en gran manera.


[...]

Domingo, 10 de marzo de 2019.

No sé cuántas vueltas doy sobre mi cama en espera de que el sueño vuelva a mí, pero cuando me doy cuenta, los primeros rayos de sol empiezan a filtrarse por las cortinas.

Dadas las circunstancias y viendo que será imposible quedarme por más tiempo en la cama sin hacer enojar a Camile por no estar lista cuando venga por mí, me obligo a ponerme de pie y tomar una ducha para empezar mi día a sabiendas de que será uno de esos que clasificare como los peores.

Son exactamente las siete de la mañana cuando bajo a la cocina con la intención de prepararme un delicioso café que me ayuda a que este día sea un poco más llevadero.

Enciendo la cafetera y mientras ella hace su trabajo, yo reviso en las gavetas por si hay algo con lo que pueda acompañarlo. Al final encuentro unos panecillos y decido que eso será suficiente, así que los dejo sobre la barra de la cocina.

Mi plan es ir a la biblioteca o como yo la llamo: "mi sala de lectura", para leer algún libro mientras llega la hora en que Camile aparezca en mi casa.

Vuelvo a la cafetera y me sirvo mi café; estoy terminando de llenar mi taza cuando escucho pasos y sé que alguien se acerca a la cocina. Seguramente mamá ya sabe que estoy de pie y quiere saber cómo me encuentro. Me giro acercándome a la barra, le doy un sorbo a mi café disfrutando de su sabor. Doy un segundo sorbo y...

Me dura poco en la boca porque en ese mismo instante una figura alta aparece en el umbral de la cocina provocando que el café salga disparado de mi boca al reconocer de quien se trata.

Empiezo a toser sin control y el chico me mira primero confundido, luego divertido y cuando se da cuenta que en serio me estoy ahogando, se acerca apresurado con cara de preocupación. ¿Y cómo no? Si muero estando él en el lugar de los hechos, entonces podría terminar preso y con la vida arruinada por una chica tonta que no sabe medir sus reacciones.

Dios, que dramática me estoy volviendo.

El chico empieza a darme palmaditas en la espalda y poco a poco la tos va cesando hasta que desaparece por completo. Para este momento yo siento toda la sangre acumulada en las mejillas y la garganta me duele un poco de tanto toser.

¡Jesús! Eso estuvo cerca.

Un pelo más y no la cuento.

-¿Estás bien? -cuestiona el pelinegro, y su voz va teñida con un poco de diversión.

-Sí. No estoy muerta, así que supongo que estoy bien. -digo con un poco dificultada y mi voz rasposa-. Gracias.

Se las debo.

Si no fuesen por sus palmadas en mi espalda, estoy segura que aun seguiría tosiendo, o en su defecto, ya estaría muerta.

-No hay problema -lo escucho reí y lo miro-. Al menos esta vez sí pude ayudarte.

Recordándome que la primera vez que lo vi, un vaso de limonada había caído sobre mi vestido por su culpa.

-Teniendo en cuenta que en ambas situaciones tú has sido el causante de mis desgracias. -farfullo, apartando mi mirada de él y posándola en el desastre que he dejado sobre la barra y que tengo que limpiar.

Él ríe de nuevo.

-Pero si en esta ocasión yo no hice nada. -se defiende.

-Suficiente fue con verte -las palabras salen de mis labios sin que pueda evitarlo y quiero golpearme por eso.

Le doy una mirada rápida y lo encuentro con sus ojos llenos de diversión puestos sobre mí.

Me aclaro la garganta y me alejo de él para ir por un paño para limpiar el desastre.

-Y a todas estas, ¿Qué haces en mi casa? -continuo.

-Me sorprende que no tengas ni idea de quienes se encuentran en tu casa -dice como si nada, y lo miro con una ceja arqueada. Suelta una risita antes de continuar-. Pero respondiendo a tu pregunta, mis padres decidieron que nos mudaríamos a Red Blast, y mientras nos entregan nuestra casa tus padres nos ofrecieron quedarnos en la suya.

Mis ojos se abren como platos.

-¿Tú eres el pequeño Noah? -suelto la pregunta sin ser antes analizada por mi cerebro. Cierro mis ojos cuando me doy cuenta de la tontería que acabo de decir.

Noah suelta una carcajada.

En serio voy a golpearme.

Abro mis ojos cuando escucho sus pasos acercarse.

Lo encuentro de pie a sólo unos centímetros de distancia de mí. Eso me pone nerviosa, nunca he tenido a un chico tan cerca de mí y Noah está a nada de invadir mi espacio personal.

-¿En serio te parezco pequeño? -pregunta con una sonrisa juguetona bailando de sus labios-. Porque podría mostrarte lo equivocada que estas.

Mi boca se abre en asombro por sus palabras.

¿Quién se cree que es? Peor aún, ¿Quién cree que soy yo para decirme esas cosas?

Su atrevimiento definitivamente me ha hecho enojar, y miren que yo soy una de las personas más tranquilas del mundo, pero esto ha sido demasiado.

Que ni crea que voy a caer ante sus palabras. Puede ser muy atractivo y todo lo que quiera, pero yo no soy una cualquiera.

Le dedico una sonrisa falsa que el responde de inmediato, y sin que lo vea venir le doy un empujón para alejarlo de mí. Obviamente salgo triunfante porque estaba desprevenido, aun así, me felicito internamente.

-No vuelvas a acercarte a mí o en serio vas a lamentarlo. -suelto una amenaza que no tengo ni idea de dónde ha salido pero mi voz ha sonado firme.

No espero una respuesta de su parte y empiezo a caminar hacia la salida de la cocina con mis manos hechas puños. Sin embargo, soy capaz de escuchar su risa cuando cruzo el umbral y una rara sensación me invade ante ese sonido.

Dios, ¿Qué me pasa? Yo no soy así.

Mi día está yendo de mal en peor.


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¡OMG! Por fin conocemos al pequeño Noah XD

Noah Harrison:


Emma Wagner:


Lily Wagner:


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