Parte única

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YoonGi se encontraba sentado sobre el viejo columpio rojo. Llevaba en ese parque aproximadamente cuarenta minutos, la luz del sol estaba por desaparecer por completo, los transeúntes cada vez eran menos y su novio no llegaba. Novio. El significado de esa palabra le causaba conflicto, porque YoonGi ya no sabía si TaeHyung era su novio. Después de los últimos acontecimientos entre ellos ¿se merecía ser llamado así? ¿Lo seguía viendo como su pareja?

La verdad es que no. YoonGi ya no veía a TaeHyung como su novio, como su niño de voz preciosa y sonrisa cuadrada. Y es por eso que estaba ahí esa tarde, esperando por la llegada de Tae. Esa tarde, iba a terminar con él. El sonido de las hojas mecerse llamó su atención, alzó la mirada y vió las copas de los árboles moverse gracias al leve viento. Vió los toboganes frente a él y sonrió con nostalgia. Justo en ese tobogán, fue el lugar donde besó por primera vez a TaeHyung. A pesar de los años, tenía el recuerdo muy fresco en su memoria.

También era una tarde en la cual el viento los acompañaba, los cabellos negros de TaeHyung se mecían armoniosamente, sus ojos eran brillosos, sus labios estaban resecos y algo fríos, al igual que la piel de sus mejillas. Desde esa noche, inició su relación. Desde que sus labios hicieron contacto, hace dos años y medio, inició todo. YoonGi lo recordaba con cariño, pues las primeras semanas de su noviazgo fueron bastante lindas, amorosas, cursis. Se reían por todo y amaban ese sentimiento extraño que crecía en sus corazones. Poco a poco conocían más del otro: sus hábitos, costumbres, manías, gustos.

Todo iba bastante bien, hasta que tuvieron las primeras discusiones. Eran muy tontas, justo ahora, a YoonGi le causa gracia lo infantil que era todo. Pero a final de cuentas, eran peleas que abrieron una grieta en la pared. Esa pequeña abertura crecía paulatinamente gracias a la falta de comunicación entre ellos y a los celos sin sentido, a la desconfianza y al miedo de perderse. Los dos eran inexpertos en cuanto a relaciones amorosas y creían que lo que hacían, era correcto.

Empezaron a ponerse restricciones, sin darse cuenta empezaron a hacerse daño. Preferían pasar tiempo entre ellos que convivir con sus demás amigos y hasta su propia familia. Amaban ir al cine juntos, cada semana iban a ver una película nueva aprovechando la promoción de 2x1, esa actividad se convirtió en su actividad. A veces se escapaban de sus casas para poder verse y caminar por la ciudad sin ningún plan en específico. Eran felices y querían comerse el mundo.

YoonGi le dió la última calada al cigarrillo que tenía entre los dedos y tiró la colilla al piso, el sol se había ocultado por completo y estaba perdiendo la esperanza de que TaeHyung llegara. Nada nuevo, no era la primera vez que lo dejaría plantado. Suspiró y volvió a alzar la vista, viendo las pocas estrellas visibles. Le recordaban a los ojos de Tae, pues tenía un alma de niño y era bastante juguetón y bromista. Brillaba tal cual estrella.

Un sonido de pasos lo asustaron, el pelinegro de cabello largo había llegado, al fin. Pasó al lado de un sube y baja y de una resbaladilla, sus pasos eran lentos pero al final llegó a dónde se encontraba él.

—Hola, hyung.

Un saludo escueto, simple. Meses atrás, seguramente habría llegado corriendo con una sonrisa gigante en su cara. Lo habría abrazado y dado besos por todo su rostro para al final darle un beso lento y largo en los labios. YoonGi habría acariciado sus mejillas y mordido juguetón en el lóbulo de su oreja y su labio inferior. Eso hubieran hecho antes, pero ahora parecía que con sólo verse sus ánimos bajan y el cansancio ocupa sus cuerpos.

—No traes sudadera puesta, Yoon. ¿No tienes frío? Fumando y con este clima, le harás más daño a tus pulmones —dijo TaeHyung mientras se sentaba en un columpio junto al rubio.

—Justo ahora estaría acostado en mi cama viendo algún documental, masturbándome o mejor aún: durmiendo. Pero alguien llegó una hora tarde ¿No?

TaeHyung desvío la mirada y no contestó. Y tampoco se disculpó por su retraso, de hecho no iba a ir, pero algo dentro de él le decía que tenía que ir a su encuentro. El mayor no volvió a hablar y TaeHyung tampoco. Estuvieron así un par de segundos hasta que volvieron a compartir miradas. Para ser honestos, tenían muchas ganas de besarse. Pero YoonGi sabía que si se acercaba a los tentadores labios de su novio, no podría decirle el motivo de aquella reunión.

—Creo que hasta aquí deberíamos dejar las cosas. Quiero terminar— habló con tono firme y sin titubear.

TaeHyung alzó la comisura derecha de su boca.

—¿Es enserio? ¿Para esto me llamaste? YoonGi, siempre es lo mismo, ya deberías entender que-

—Sí, es enserio. Ya no quiero seguir con esto. No es bueno para nosotros, date cuenta. Sé que no es la primera vez que terminamos pero-

—Exacto, no es la primera vez. Es la cuarta, sino me equivoco.

YoonGi ya no respondió, pues TaeHyung tenía razón. No era la primera vez, pues a lo largo de esos dos años y medio de relación habían terminado pero, al día siguiente o a los dos días, todo estaba bien de nuevo, siempre volvían a sonreír y caminar mientras sus manos estaban entrelazadas. Había un imán invisible entre ellos. Era como si YoonGi tuviera una carga negativa y el pelinegro una positiva, la atracción era tanta que al final siempre regresaban.

Normalmente, sus reconciliaciones consistían en una ronda de sexo bastante larga. Desde que tuvieron su primer encuentro —inexpertos, nerviosos, algo tímidos— descubrieron juntos el placer. Juntos exploraron ese mundo de lujuria y sensaciones exquisitas. Se convirtió en otra de sus actividades favoritas, pues si se daba la oportunidad, hacían el amor el cualquier lugar. Parecían los típicos adolescentes hormonales, y lo eran. Su relación inició con TaeHyung a sus quince años y YoonGi a sus diecisiete. Jóvenes sin experiencia que aprendieron nuevas cosas sin pudor alguno, pues se tenían mucha confianza.

Y eso era la debilidad de los dos. Con sólo ver la mirada llena de deseo en los ojos rasgados de YoonGi, TaeHyung estaba a su merced, anhelando por el toque de esas manos grandes y pálidas por toda su piel. Por otro lado, al rubio le pasaba igual, pues siempre estaba ansioso por sentir la extensión de su novio dentro de él. Amaban sentirse unidos de esa forma, esa cercanía era bastante íntima y así podían expresar su amor. Intentaron todas las posiciones que encontraban por internet, descubrieron que les gustaba más y que no. Algunas veces uno estaba arriba y otras veces abajo.

Pero pronto los encuentros sexuales se volvieron una rutina. Pronto los celos se hicieron presentes. Pronto las peleas que antes eran tontas se volvieron reales, con un argumento válido para reclamar algo. Normalmente, YoonGi siempre las iniciaba y TaeHyung le decía que estaba exagerando, que veía cosas en donde no había nada. Le decía que estaba loco y que sólo le gustaba discutir con él.

YoonGi lo creía, pensaba que era su culpa y sólo de él que la tranquilidad y cariño de la relación se fuera apagando poco a poco. Pero después esa culpa desaparecía en salidas al cine, pláticas con carcajadas incluidas, con abrazos cálidos, con besos, con la compañía de TaeHyung. Su simple compañía le hacía olvidar las cosas horribles que se decían el uno al otro.

—Estoy de acuerdo con eso, sé que he tomado esta decisión varias veces, pero quiero hacerte una pregunta y que la respondas con honestidad.

Los cabellos largos de TaeHyung se movieron, afirmando su respuesta.

—Estos últimos días, ¿me extrañaste?

TaeHyung se quedó quieto, pensando en sus palabras y recordando lo que pasó. Hacía dos semanas que no se veían, estaban completamente ocupados por la universidad y sus trabajos de medio tiempo, que no se habían dado un tiempo para verse. Además, estaban pelados. Y en esos catorce días ninguno tuvo intención de arreglar las cosas. Ninguno creyó conveniente arreglar las cosas.

¿Lo extrañó? No, no lo extrañó. Una persona normal tendría que extrañar a su pareja ¿Cierto? Pero TaeHyung se sentía tranquilo al no tener que escuchar los reclamos de YoonGi, las quejas. Podía jugar videojuegos a gusto sin que sus mensajes lo distrajeran. Sentía que sus emociones poco a poco iban tomando el camino bueno y sano, pues estaba empezando a cansarse y a entrar a un lugar oscuro. Estaba cansado de las peleas, de la monotonía. Pese a todo, era cierto que aún quería a YoonGi. Ya no lo amaba, pero lo quería. No estaba listo para separarse de él. O al menos eso creía él, su mente lo engañaba.

Por eso es que siempre era YoonGi el que ponía un hasta aquí, siempre era su chico de dientes pequeños el que terminaba con él, porque TaeHyung se conocía y no tenía el suficiente valor para terminar la relación.

Al no recibir respuesta alguna, el rubio habló:

—¿Te das cuenta? Sé que tu respuesta es no porque yo me siento igual, Tae... ambos sabemos que esto ya no está funcionando. Ambos sabemos que queremos alejarnos pero no somos lo suficientemente fuertes para hacerlo. Nadie quiere ser el malo de la relación.

—¿No? Pensé que yo siempre lo he sido, Yoon.

—No digas estupideces. —Sacó su cajetilla de cigarros para prender uno—. Admito que yo también he sido el malo. ¿Quieres?

TaeHyung se le quedó viendo con una expresión seria, pero al final aceptó el cilindro y le dió una calada.

—Recuerdo que antes no fumabas.

—Ajá, y tú antes lo hacías mucho, Tae.

TaeHyung sólo rodó los ojos. Era cierto, él antes fumaba mucho y de alguna forma, le pasó ese vicio a su novio, aunque Yoongi fumaba de vez en cuando. Cuando el pelinegro se dio cuenta que no le gustaban los besos con sabor a cigarro, le dijo a YoonGi que dejara de fumar. Pero no lo hizo. A veces así era TaeHyung, se enojaba por cosas mínimas y era muy mandón.

El rubio teñido no era mucho de salir de fiesta ni beber alcohol, pero una vez aceptó salir con sus amigos a una fiesta en la casa de un conocido. Invitó a Tae pero no aceptó. En realidad fue una fiesta bastante aburrida, hasta se fue temprano a su casa. Pero aún así, tomó algunas copas y como su cuerpo no estaba acostumbrado, le empezó a doler la cabeza. TaeHyung le empezó a reclamar del por qué fue, le dijo que era obvio que le dolería la cabeza y que dejara de quejarse, pues se lo merecía.

¿Eso estaba bien? ¿No tendría que haberle dicho algunas palabras para hacerlo sentir mejor o preguntarle que tal le fue en la fiesta? No, siempre encontraba un momento para reclamarle y echarle cosas en cara. YoonGi ya no podía... se sentía tonto y miserable. Porque por más que daba su mayor esfuerzo, la relación no avanzaba, estaban estancados en ese camino. Sabía que su novio también hacía un esfuerzo, ambos daban lo mejor de sí para dejar las peleas a un lado y ser como en un inicio. Tener un noviazgo sano y lleno de amor, respeto, confianza.

Siempre que terminaban y regresaban, prometían el cambiar los aspectos malos. Se sentaban a charlar y a decir lo que les molestaba del otro y así, llegaban al acuerdo de cambiar. Pero el tiempo pasaba y las cosas seguían igual, las peleas cada vez eran peores hasta el punto de insultarse, de hacerse daño adrede. Porque juntos eran una bomba, sus personalidades eran fuertes y ninguno quería herir su orgullo. Habían dos caminos y YoonGi siempre quería ir al de la izquierda mientras que Tae hacia la derecha, no estaban en la misma sintonía. No había un equilibrio en la relación, intentaban encontrarlo pero no lo conseguían.

Ninguno cedía, ni YoonGi ni TaeHyung querían ceder. Porque al final del día, mientras estaban acurrucados en los brazos del otro, mientras sentían sus cuerpos cálidos juntos, mientras las palabras sobraban y los besos eran la única forma de comunicarse, todo estaba bien. Las risas y salidas eran su pequeña burbuja que los aislaba de la realidad.

Pero ya era momento de alejarse, YoonGi estaba tan cansado mentalmente. Estaba harto de llorar, estaba harto de esperar un cambio que nunca llegaría. Se sentía triste, porque no quería romper con Tae, él era su soporte, entre ellos se apoyaban para dejar de ser sentirse inútiles. Pero el amor ya no era suficiente, si el imán invisible que había entre ellos era amor, ya no lo quería. La costumbre los estaba carcomiendo.

—Estoy seguro que esto es definitivo. Debemos de terminar esto.

Tomó su mochila que estaba en el piso, la cual el de cabellos negros no había visto, la abrió y sacó un suéter de lana color café claro.

—Ten.

Después de que TaeHyung tomó su prenda, el rubio se levantó del columpio, tiró la colilla del cigarro al piso y se puso su mochila.

—Adiós, TaeHyung.

Dicho eso, se alejó a pasos rápidos. Al pasar al lado del sube y baja comenzó a correr. Sabía que si no se iba de ahí rápido, regresaría para besarlo y decirle que no era cierto, que nada era cierto. Pero sabía que era lo mejor para ambos, su estabilidad mental estaba por los suelos y distanciarse era la mejor decisión. No lloró, pues ya no le quedaban lágrimas para llorar, ya no después de tanto.

TaeHyung se quedó ahí sentado en el columpio. YoonGi se fue así como si nada, sin un beso o un abrazo de despedida. Acercó su suéter a la nariz y lo olió, olía a YoonGi. El aroma de su primer amor. Estaba consciente de que esta vez, todo había acabado, que ese había sido su último encuentro. El pelinegro se sentía extraño, una parte de él quería llorar y así lo hizo. Las saladas lágrimas comenzaron a caer por su rostro, pero estaba seguro que YoonGi tomó la decisión correcta. No debían alargar más esa relación sin sentido, era peligroso ese juego de ver quién era el más orgulloso o quién era más fuerte. Porque al final, eran iguales, había un paralelismo en ellos. No había necesidad de querer estar uno arriba del otro, subiendo y bajando para tener el control, para estar en la cima.

No iba a luchar por el rubio, no iba a ir tras él y suplicarle que no lo dejara. Porque era cierto que no pensó en él, no lo extrañó, ya no se sentía como antes. Y YoonGi era tan increíble a sus ojos que sabía que tarde o temprano encontraría a alguien para él. TaeHyung también estaba cansado, él también había llorado lo suficiente y ahora, no le quedaba de otra que seguir adelante. Seguir sólo, pues desde un principio así estuvo, sin su chico de ojos felinos.

Así que limpió sus lágrimas y se levantó, ya era tarde y no le gustaba estar sólo en la calle de noche. Mientras caminaba con rumbo a su casa, pensó en enviarle algún mensaje de despedida a YoonGi, pero descartó la idea, sabía que su mayor conocía sus sentimientos. Estaba seguro que YoonGi sabía que no lo odiaba, que se arrepentía de todo lo malo que le dijo, de los gritos, las palabras hirientes. TaeHyung sabía que YoonGi lo amó, que el rubio se esforzó en la relación y que era un chico bastante fuerte, pues al final Min YoonGi fue quien cedió, fue quien los salvó a los dos de ese juego de nunca acabar.

YoonGi los liberó, dejó ir a su primer amor aún sabiendo que los dañaría a ambos, pero que en un largo plazo, esa sería la mejor decisión que pudo haber tomado.

//

Este es el suéter que Yoongi le regresó a Tae, ¿a que no se ve precioso?

El último  encuentro fue escrita para un concurso de escritura, inspirado en la era Love Yourself. Elegí la canción Seesaw para crear la historia; además, me basé en una relación que tuve. Cuando ví la traducción de Seesaw por primera vez, dije "uf, como anillo al dedo a lo que tenía con mi ex" xD

Bueno, muchas gracias por leer este bebecito (bebesote porque lo escribí en 2020) ♡

Besos, Moon

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