12.Talvez, quizás, se acabó

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Tan solo es la primera hora de la tarde, pero los rayos de sol ya se tornan rojizos haciendo ver las hojas del gran árbol de un naranja intenso, casi amenazante.

Verlo a él envuelto en aquella luz le da un aire de ímpetu, que encaja a la perfección con la ira que muestran sus ojos de color ámbar, la rabia que tiene dentro sobrepasaba los límites de lo que yo he conocido hasta este preciso instante. He escuchado su peculiar poema cargado de destrucción y odio, toda esa guerra que algún día tuvo y hoy revive como si estuviera delante de sí aquel insecto volador que tanto lo atormento durante varios días o quizás meses.

Intento de alguna manera comprender lo que acaba de pasar, ya no se trata de mi característica curiosidad, sino de algo más sencillo y natural, comprender el comportamiento natural, si es que lo había, de esos hechos.

Él se baja de la copa del gran árbol con una agilidad impropia de un Sátiro, cosa que crea en mi más confusión de la habitual, se pone en pie y lentamente se acerca a mí manteniendo esa seriedad. Desconozco cuál son sus intenciones, pero quede paralizada al ver que él se aproxima tanto a mí dejando solo un palmo entre nuestros rostros, después de todo lo sucedido solo hay una idea que cruza mi mente, veo como el ámbar de sus ojos tiene algunas grietas verde esmeralda perceptibles solo desde esa distancia. Puedo notar su respiración y el susurro acelerado de su corazón.

- Dilo.

Me quedo completamente perpleja, ha bajado hasta aquí exclusivamente para decirme eso, sin saber por qué quedo completamente indignada y dispuesta a complacer a su petición, de modo que lanzo la pregunta que ronda en mi cabeza desde hacía ya algún tiempo.

- ¿Estás loco?

Su rostro no muestra ningún ápice de reacción a mi pregunta, creando en mí una molestia que hace temblar mi cuerpo, liberándolo al fin de esa parálisis que me contenía. Decido por el bien de las pulsaciones de mi corazón, apartarme cautelosamente de él, retrocedo un paso y después otro y su expresión sigue inalterable. Voy a dar el tercer paso y él a la misma par que yo, él retrocede hacia atrás. Cualquiera que nos vea pensara que estamos haciendo un baile o algún tipo de ritual escabroso o un baile de apareamiento como aquellos que hacen las aves en época de cría.

De repente él se va sumergiendo lentamente en la orilla del estanque donde los cabellos de sus piernas se tornan más rojizos y brillantes que a la luz del sol, cuando el agua le llega a la cintura se lanza de espaldas como si se lanzara al abismo, como si quisiera dar fin a su vida o a lo que queda de ella. Las aguas se elevan recubriendo todo su cuerpo y creando unas figuras de los más peculiares, los animalitos del bosque que se habían acercado a escuchar sus versos ahora miraban sorprendidos ante la exuberante muestra del control de un elemento. Al finalizar su cuerpo desaparece unos minutos para reaparecer flotando como si estuviera, descansando en las aguas como si fueran su lecho, para sorpresa de todos los presentes él abre los ojos y sonríe de una manera sensual y escalofriante, emerge caminando de las aguas como si no hubiera pasado nada para decir:

- no importa si lo estoy o no, la locura solo es un estado pasajero en nuestro viaje de la vida.

Me pregunto si realmente es consciente de que en cierta manera me está dando la razón, soy consciente que ha llegado un punto en el que no sé qué pensar ni que decir.

Sus rimas son de lo más hermoso que he escuchado en toda mi larga y eterna existencia, escuchar su voz en verso es deleitarse con la mejor fragancia y la mejor melodía, dejarse llevar por el compás de esas palabras por la intensidad de ellas, por todo lo que ocultan y muestran, dejarse llevar es fluir a un mundo de sensaciones y emociones quedando en un estado de relajación hipnótica, el estilo de sus versos y el tono de su voz tan elegante como hermoso, generando en sus oyentes una embriaguez única que solamente aquel poeta que alza su pluma y crea con pasión es capaz de conseguirlo.

Pero si hablo de su trato personal, de como habla y se dirige a los demás, siempre con la palabra "no" por delante, me doy cuenta de que la realidad dista mucho de la ficción de sus poesías y aunque quizás mi imaginación lo había idealizado de una manera inconcebible, soy completamente consciente de que ante mí tengo a un ser impertinente y cretino que esconde sus miserables pensamientos de superioridad en sus prosas poéticas.

Ya lo tengo decido, voy a zanjar este tema de una vez por todas, es ahora o nunca.

- ¿Por qué razón eres tan impertinente y cretino?

- ¿Qué has dicho?

Su rostro descompuesto demostraba que por primera vez yo le he sorprendido, pero no me importa, estoy dispuesta a seguir con esto y a que me dé una explicación de su actitud conmigo.

- Siempre andas con malas formas con un "no" sellado en tus labios, pareciera que no te dejaras llevar y disfrutar en esta vida.

- No sabes nada, ni tampoco has querido escuchar mis consejos, eres una impertinente.

- lo ves otra vez estás con el "no", quien crees que eres para hablarme así, ¿Qué es lo que te ocurre?, y ¿Qué es lo que tanto callas?

La tensión estaba a flor de piel, ambos estamos muy alterados, algo raro nos está pasando y no sé exactamente que es, pero me canse de tantas preguntas, de tanto misterio, necesito respuestas, mi corazón y mi alma me lo pide.

Sin darnos cuenta ambos estamos con lágrimas en los ojos, talvez no era el momento, tal vez me he dejado llevar demasiado, quizás ya no hay vuelta atrás, quizás le he entregado mi cariño demasiado pronto, a sabiendas de que él no es de este mundo, o al menos no de este tiempo.

Puedo ver en el cómo de nuevo se rompe por dentro y calla, y talvez se vaya, talvez sea mi culpa, quizás no pueda hacer nada, quizás no regrese.

- Te dije que no lo hicieras, te dije que no soy lo que parezco, y tú bien sabes que ya no hay vida en mí.

Se acabó.

Un vendaval alzó las hojas caídas del gran árbol y ante mis ojos desapareció, pero no sé cómo percibí un susurro suyo a través del viento dándome las gracias por haber sido su fiel oyente...


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