☆ ❴ :1O: ❵ ★

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Dios... Dime qué grabaste vídeo o algo, ¡necesito ver la cara de mi adorado esposo!

El cobalto se volvió a frotar la cara con pesadez, probablemente si Maurice seguía riéndose así (como lo venía haciendo desde hace media hora) alguien tocará la puerta y preguntará con quién se supone está riendo en vez de dormir, no sería muy oportuno para su primera noche en la mansión; acercó su muñeca para susurrar aún más bajo cuando pasos pasaron de largo—. Por favor, baja la voz, alguien puede escucharte... Y no, no tengo ninguna documentación. Por mi parte eso fue todo, ¿tú dónde estás?

Seguimos en el hotel, ya sabes que el idiota ese puede ser muy terco a veces y eso me irrita. Pero como sea, mañana iremos a South Zone.

—¿Por qué ese lugar? ¿Qué no fuiste adoptado en No Zone?

No. Mis padres se mudaron a la capital cuando tenía tres años porque pensaron que la educación sería mucho mejor que la mediocre del oeste, y no se equivocaron. Además, ¿no sería algo raro verme en el trabajo y también en el orfanato?

Perdón. No había pensado en eso... —admitió avergonzado.

Bueno, igual te llamaré en estos días por si consigo algo útil. Tú sigue como lo planeamos, bueno, intenta no matar a Zilver con una ignorada olímpica y tampoco desprecies mucho a mi esposo que es sensible. Chaoo~

Quería decirle más, que ni llevaba un día entero ahí pero no estaba seguro de resistir, pero Maurice consideró que la conversación ya se había extendido mucho y debían descansar, así que con devoción colgó la llamada y fue a dormir muy contento; mientras el azul volvió a normalizar su brazalete y se quedó buen tiempo en el suelo reflexionado sobre esto, hasta que suspiró y supuso que la cama debía ser igual de cómoda que la anterior, así que dormir un poco quizás lo ayudaría.

Si un inhibidor total no le hubiese presionado el cuello y estampado contra la pared, claro.

Gimió no solo por el golpe sino por la sorpresa, abriendo los ojos ampliamente para localizar a su atacante en medio de la negrura del cuarto, ahora que lo veía... las cortinas cerradas, un buró lleno de pastillas, ropa esparcida sin doblar aún, y dos iris zafiro sobresalir en medio de lo oscuro con vista fija en él. Maldita sea, se equivocó de cuarto...

Podría ingeniárselas para huir de ahí, quizás golpeándolo desprevenido o simplemente arrancarse el anillo aún si su cuello se llevará un corte profundo, realmente no sería la primera vez; lo único malo es que no estaba en cualquier casa, sino en la de los Hedgehog, la familia más importante y poderosa de la capital que no tendrían piedad con un impostor y le iría pésimo, incluso gotas de sudor frío se congelaron en su frente al darse cuenta que bien esta persona pudo escuchar a diestra y siniestra la conversación con su doble (él no dijo ningún comentario grosero y solo explicó muy vagamente su opinión personal, Maurice fue el que se rió e insultó indiscriminadamente); sus mejillas se vieron envueltas en una mano callosa y grande que lo obligó a levantar el mentón y que éste permaneciera recto en una dirección; las luces se encendieron y parpadeó ante el cambio brusco de iluminación, apenas enfocándose en la silueta borrosa de otro erizo.

Cuando lo liberaron tosió recuperando aire, viendo preocupado a la figura que negó mientras lo veía como si estuviera decepcionado; era un anciano de setenta años aproximadamente, pelaje azul, piel durazno descolorida, orbes zafiro grisáceos y desteñidos y una bata de dormir guinda, que regresó a la cama y apagó las luces, como si nada hubiera pasado, acomodándose dispuesto a volver a dormir—. Te quedarás ahí hasta que alguien venga, luego te llevarán a la cárcel y buscarán al prófugo de tu hermano.

—Es-espere... —o fue su imaginación o el anillo iba apretándose a su garganta entre más luchará por escapar, removerse no ayudaba mucho aunque siguió insistiendo, buscando el puñal que escondió luego de despedir a Zero—, puedo explicarlo, no-no es lo que parece... Ni siquiera so-somos hermanos...

—Ahórrate la explicación, no me interesa, tengo evidencia que demuestra lo contrario —mencionó dándose la vuelta, odiando el hecho de que el sueño se le hubiera ido por prestar atención al muchacho que entró a prisas y le perturbó la paz.

Zonic supo que su error fue de principiantes y muy estúpido, pero a él siempre le obligaron a buscar soluciones a sus estúpidas consecuencias de sus estúpidos actos, y esta no tendría porque ser la excepción; la hoja se coló por debajo de la piel azul hasta buscar un pequeño orificio característico de cualquier inhibidor normal y totalitario, media vez sintió una leve interrupción al curso tomó con ambas manos el mango y empujó el puñal hacia adelante, abriéndose paso por ese hueco hasta desactivar por sí mismo al anillo, un viejo truco que lo aprendió a los quince; Zharles escuchó el clic del inhibidor ser desprendido, levantándose por oler un aroma a óxido impregnarse en el suelo y la alfombra de su recámara haciendo que prendiera la lámpara de noche, y solo reafirmó que ese loco no era Maurice por el color particular de la sangre gotear de la cortada en su cuello.

—¿Qué hiciste? —preguntó al aire, el chico levantó las manos en señal de rendición y se arrodilló frente al catre, el anciano honestamente no sabía qué hacer.

—Por favor, no piense mal, no quiero hacerle daño a nadie, no estoy aquí por eso... Nunca fue mi intención-

—¿Y entonces por qué estás aquí?

El cerúleo no supo realmente qué responder, solo se quedó callado y bajó la cabeza, vislumbrando en la mesita un marco llenándose de polvo que tenía a una pareja de erizos desconocidos, ellos se miraban felices a su manera y le llamó la atención, así que para calmar un poco las cosas era mejor cambiar de tema—. ¿Quiénes son?

Zharles miró de reojo a dónde apuntaban los orbes esmeralda, chasqueando la lengua por la intromisión fastidiosa—. Mi hija y yerno, por supuesto, el cuadro de mi esposa es el más grande —señaló hacia atrás y al gran retrato de una linda eriza mayor, albina y de ojos miel puro; el cían la contempló por un rato y luego volvió hacia el marco pequeño, acercándose sutilmente para ladear la cabeza y verlos confuso, en realidad la hija era idéntica a la madre, y Zhadow y Zilver a la suya. Supuso que la genética tenía que ver mucho... ¿Así se hubiera visto Z-020 después de todo, igual a él, cómo Maurice? ¿O en realidad esto solo ocurría con hechos de genética pura, y no de intervenciones científicas?

—Deja de husmear, muchacho —respondió molesto, bufando y re-acomodándose en la cama— esa fotografía la tomamos por petición de Zcarlet, ella estaba muy feliz porque Doom le hubiese propuesto ser novios. Todos nos alegramos mucho, en especial... mi esposa.

—Supe lo del accidente... —comentó aún con cautela— me imagino que fue un dolor bastante fuerte... Pero, ¿qué se siente?

—¿Qué cosa?

—El dolor de perder a alguien querido, ¿cómo se siente? ¿Qué es eso realmente? —Zharles arqueó una ceja ante la pregunta tan fuera de lugar de ese impostor, y sin embargo, en sus años de aislamiento, él tampoco se la había planteado.

—Es difícil de explicar. Zcarlet fue mi única hija, y perderla a ella y a mi esposa me arrebató todo: mi felicidad, mi luz, las ganas de seguir aquí... mi hija era feliz en su matrimonio, con sus hijos, aún adoptando a Zails, su esposo la adoraba. Te haces preguntar, ¿qué pasó? Si todo iba tan bien, en un momento, lo pierdes todo, yo perdí todo —susurró con agonía, cada palabra destrozando sus cuerdas vocales que amenazaban en romperse junto a su faceta tranquila, en eso aprovechó para ver al quieto y silencioso erizo estar escuchando atentamente—, ¿por qué haces una pregunta tan absurda? ¿Acaso no has perdido a alguien de tu familia?

—Honestamente, no sé qué es una familia. Pero hay muchos libros que la definen como indispensable en la vida, así que supongo que los padres deben de ser muy importantes para los hijos, y viceversa. Lo veo con Zarkon y Zariel, los dos perdieron a su madre, pero aún son muy pequeños para notar su ausencia, sentirán la pérdida hasta cuando sean mayores; y con usted pasa lo mismo, tampoco puede superar el hecho de que su esposa e hija estén muertas.

Zharles se inclinó hacia adelante para observar mejor al erizo, en realidad era idéntico a Maurice, y al mismo tiempo, alguien tan ajeno que cualquiera podría desconocerlo; agradeció la sinceridad en que no siguiera con ocultar que no era él, pero el hecho de que fuese tan filosófico inquietaba un poco—. ¿De dónde vienes exactamente?

—No lo sé. Nunca me dijeron el nombre del laboratorio, solo que era clandestino —levantó los hombros con simpleza, y al señor se le puso la cara pálida de inmediato.

—¿Laboratorio? ¿Cómo te llamas, acaso te secuestraron? —cuestionó, se obligó a sí mismo a retirar sus frazadas e ir a buscar algo al baño privado, incluso dándole la oportunidad al farsante en apuñalarlo por la espalda, sí se atrevía.

—Z-02, pero Maurice me llama Zonic. Y no, no fui secuestrado, nací y me crié ahí; la base fue destruida el mismo día que él me encontró, así que no hay porque preocuparse por ir a investigar, después de todo, tampoco es como si hubieran habido criaturas vivas y conscientes —respondió sin mover un músculo, y para sus adentros calmó mucho la ansiedad, quizás agradeció el hecho de que fuera el abuelo quien lo descubrió por accidente.

Zharles lo vio desde el baño, estando de espaldas parecía un simple joven cohibido y desorientado, no podía percibir nada malo provenir de él, sobre todo por ese aire tan empático e inocente que cargaba; inhaló profundo suponiendo que después se arrepentiría mientras se agachaba a su altura y le colocaba un pañuelo para detener el sangrado—. Dolerá, así que respira hondo.

El cían pensó que le pondría una venda a la herida solamente, no logrando encontrar las palabras correctas para decirle que no era necesario y en cambio por favor guardase el secreto de la usurpación; por supuesto, no esperó a un leve piquete y una sensación de hormigueo cuando el anciano presionó sobre la zona afectada, retirando suavemente la mano junto al paño ensangrentado; Zharles le hizo una seña en dirección hacia el espejo y con incertidumbre se acercó, viendo asombrado que su garganta estaba totalmente intacta, como si nunca hubiese sido atacada con la hoja de un puñal—. ¿Dónde... dónde está la cicatriz?

—¿Cicatriz? —devolvió desconcertado, guardando discretamente esa prenda en una caja de posesiones personales, le serviría más tarde.

—Sí, siempre tengo una luego de hacerme una herida. Se supone que debería de estar aquí... —siguió rebuscando por sobre su pelaje celeste, el oji-zafiro abandonó su colección por enfocarse que cuánto más buscaba, más dejaba al descubierto otras pequeñas marcas ya secas sobre su piel.

A decir verdad fue bastante incómodo para ambos lo siguiente. Zharles en pedirle a un extraño y copia incompleta del esposo de su nieto que se quitará la ropa y solo dejará descubiertas las partes dónde tenía sus cicatrices, y para Zonic tener que desvestirse hasta quedar en un bóxer ligeramente holgado, extrañamente, no sintiendo el desagrado común que sentía con todos los doctores que alguna vez así lo vieron; el abuelo tragó grueso, de no ser porque la ropa que traía cubría literalmente cada rincón de su cuerpo, jamás hubiese notado que la piel del chico estaba marcada enfermamente, en sus años de médico, no recordaba a alguien con esa cantidad de cicatrices de incisiones graves y posiblemente infectadas—. Pero por amor a Chaos... ¿Quién te hizo esto?

El azul guardó silencio y solo evadió el contacto visual, dejándose a merced de que el señor presionará en cada parte mal cocida y deforme para que al instante sanará; Zharles era uno de los Poberd con la cualidad de sanar desperfectos del cuerpo, un don útil en casos como éste, pero que no lograba cubrir al cien por ciento en algunas ocasiones, el ejemplo más claro fue el no lograr salvar a su esposa, y luego a su hija. Recordaba que a algunas veces sanó a Zhadow, otras a Zilver e incluso a Zarkon y Zariel, entonces sintió la misma sensación con este joven que más parecía a un cachorro asustado y perdido; bostezó cansado mirando el reloj, doce y media de la noche...

Suspiró agotado, mas con una sonrisa satisfecha por haber logrado recomponer ese cuerpo moribundo, habiendo alisado y restaurado su piel y carne que sin el tratamiento adecuado bien pudo llegar a pudrirse por el mal cuidado con que se atendió las infecciones, Zails podría corroborar eso. Antes de llamarle la atención y pedirle que se fuera y en otro momento seguirán con el interrogatorio, por fin se dio cuenta que el chico se había quedado dormido sobre el diván cómodo mientras era atendido, teniendo la suficiente confianza en estar protegido ahí y al mismo tiempo el tremendo cansancio para no rendir más. Zharles gruñó por lo bajo no muy grato con la idea, y sin embargo, yendo a buscarle una manta para cubrirlo del frío y finalmente regresar a dormir.

Ah sí, y ponerle seguro a la puerta para que en la mañana nadie entrara sin permiso.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro