Las arenas del desierto caen sobre la capa del mundo que oculta a Koemi de la estación a la última parada de su trayecto por el oscuro pasillo de un ayer casi desconocido y temido.

Ante tal presente, la culpabilidad y el dolor empiezan a apoderarse más aún sobre el cuerpo y la mente de Koemi. Ella prometió que no dejaría a Umi nunca sola, que siempre estaría con ella, pero sus recuerdos en aquel mundo destino y amargo empezaban a difuminarse a medida que se acostumbraba a su nueva realidad, presente y futuro de un alma aún congelada en el tiempo.

— Koemi: ¡Umi!.. Nunca te abandonaría, ni te dejaría atrás. Eres.. (Se situa delante de aquel espejo con algunas lágrimas cayendo de su pálido rostro) .. la única amiga que he tenido en mi vida. (Colocando su mano en el espejo) Por ti di mi vida Umi, no puedo imaginarme pasar mis dias sin ti, sin la presencia de una persona que me ofreció su amistad y cariño cada día de nuestro cuento de hadas. Una magia que solo podemos ver en nuestro interior ha estado protegiéndonos, ayudándonos a reencontrarnos y a no separarnos Umi. El miedo a veces ciega nuestro camino, pero hay una ruta hacia lo que deseamos que solo está presente en un lugar oculto de cada persona y solo aparece cuando tienes confianza en ti misma.

— Umi: Eso pudiste haberlo pensado..antes. Mi rencor se ha apoderado de mis sentimientos, la pesadilla más oscura está siendo real y no tengo.. esperanzas de nada. Todo acabó para mi desde el momento en que te fuiste y me dejaste aquí. No quiero verte nunca más. El remordimiento se apoderará de ti poco a poco y mi presencia estará en tu mente cada día, tarde y noche. Pensarás en mi y no dejaré de aparecer en tus profundos sueños. Tómalo como el regalo de una persona que no quiere que la olvides y a la que ya no le duele nada.

Melodía de la agonía y un corazón roto por la verdad de ambas suenan en sus pensamientos donde en la más profunda de las mentes, se encuentra un futuro aún inenarrable en el que yace una partitura sin título ni composición escrita.

— Koemi: ...

— Umi: ...

Al momento de terminar Umi, tras una melodía con un suspense que no se pueda ocultar, nace una voz familiar a Umi en un continuo y sagrado canto angelical en la distancia que separan a ambas de lo irreal con lo distorsionado.

— ???: Umi.. tienes que perdonarte..

— Umi: ¿Quién.. eres?.. esa voz.. la escuché en alguna parte de este lugar.

— ???: Soy como tú.. busco mi camino y el perdón. Tu alma aún respira fuera de este mundo, estás agarrada de la mano a Koemi entre una capa de arena y agua. Rezo por ti y nunca te dejaré sola.

— Umi: Eres.. (Tras un momento de pausa, Umi recuerda aquella voz.. la voz que la acompañó días después tras la muerte de Koemi.)

— ???: Tu ángel de la guarda, Umi.

Umi no puede evitar cerrar los ojos y recordar aquel momento en donde conoció aquellas dulces palabras de aquella chica, que la ayudó a no rendirse y a seguir luchando por salir de la oscuridad de su último viaje en tren.

Koemi vive un momento de distorsión en sus pensamientos. La habitación en donde se encontraba, aquel espejo, aquella dulce voz, Narumi y Umi empezaban a convertirse en una esfera rodeada de la más oscura fuente de vida. Koemi no era capaz de entender a esa chica, no podía expresarse o ver a Umi en el espejo. Todo daba vueltas alrededor de ella. Algo no quería que Koemi estuviera en ese momento, en ese instante, delante de aquel espejo.

— Koemi: No podía parar de pensar en otra cosa, había algo que necesitaba hacer y no recordaba porque. Tengo que rezar por Umi, yo también busco mi camino y el perdón. Pero no puedo salir de aquí sin ella, necesito convertirme en su ángel de la guarda para que mi corazón la proteja de esta oscuridad. No dejaré de luchar para encontrarte Umi y estar contigo. Espérame porfavor.

Koemi reza por Umi mientras en un frío día 19 de Noviembre camina sola en una oscuridad infinita por medio de un pasillo oscuro para reencontrarse con la única amiga que la acompañó siempre.

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