Capítulo XIX - Plegarias

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Noté como una suave brisa de viento rozaba mis mejillas tras cruzar la puerta de aquella habitación, una brisa helada que me congelaba por dentro.

La puerta se cerró detrás de mi. Con un ambiente tenso que no dejaría de mostrar su más intento de pavor, pude calmarme y cerrar los ojos. No sabía cuan grande podía ser la habitación, parecía todo estar distorsionado, como si en el propio agujero oscuro me encontrase.

Al dar unos pasos con gran dificultad para caminar, sin esta vez apoyarme con nada, pude sentir que la noche aquí sería interminable, sin ningún punto de luz, no podría ver absolutamente nada.

Mientras caminaba y daba los primeros pasos en la habitación, empezaba a imaginarme como sería el diseño. Paso a paso iba recordando el anterior, hasta dar una vuelta completa. Estaba asustada por dentro, pero eso no me impedía avanzar, ya no.

- Umi: Vale... es una habi..tación.. de cuatro.. esquinas.. y una ventana.. (está bien, Umi, tu puedes hacerlo, hay que salir de aquí cuanto antes, no me queda mucho tiempo de vida)

Una vez terminó de comprobar que la habitación era pequeña y fría con una ventana rota por uno de los lados, avanzó hasta el centro de la sala donde había algo que le inquietaba.

Empezaba a escuchar una voz, pero no era una voz cualquiera, era la voz de una chica que hablaba al sonido de la brisa de viento que entraba por aquella ventana. Aquella chica parecía acercarse cada vez más hacia donde me encontraba, quieta en aquella habitación.

Cantos angelicales muestran como el camino hacia el bosque es interrumpido por un espíritu perdido, buscando su perdón, entre el más duro caminar en un paisaje desierto de almas que no merecen ser purificadas. Sus continuas plegarias serían escuchadas por décadas en aquel pasillo.

Mientras escuchaba la voz y algunos llantos de aquella chica, pude recordar a Koemi una vez más, y me daba fuerzas para continuar mi camino. Poco a poco iba recuperándome, pero la sed empezaba a matarme, necesitaba agua para seguir.

Me giraba al paso que aquella chica seguía caminando y llorando en la oscuridad absoluta del lugar. Asustada, me senté junto a aquella ventana y me dirigí a ella, con una suave voz.

- Umi: Ho..la... por..favor no llo..res. Soy.. soy Umi. Cuénta..me que te ocu..rrió..

- ???: ...

Al no escuchar ninguna respuesta por su parte, todo quedó en silencio unos minutos.

Insistí una vez más.

- Umi: Por...favor, hábla..me (Decía entre lágrimas)

- ???: Rezo por ti... y busco mi camino.

- Umi: ¿Por qué.. rezas? Podemos salir jun..tas de este lugar...

La respuesta de esa chica me hizo una grieta en el corazón.

- ???: Estás en el mismo lugar que yo. Soy como tú, busco mi camino y el perdón.

- Umi: ¡¿Dónde e..stoy?! ¡Por fa..vor ayú..dame! ¡Por fa..vor...! ¡No.. me de..jes so..la...! (Palabras escritas en mi interior, donde los sentimientos de la tristeza y la soledad empezaban a aparecer)

Aquella chica continuó su viaje en la oscuridad de la noche, esperando a que el fin de sus pasos llegara y unas escaleras se mostrasen ante ella, las escaleras que la llevarían a la salida de su estancia en el lugar del fin de los sueños y las esperanzas.

Quieta y sola una vez más en aquel lugar, tenía que buscar mi camino. Había más gente aquí en la oscuridad, más gente atrapada sin encontrar una forma de salir de aquí.

Con algo de cansancio, me tumbé en el suelo junto a aquella ventana. No podía ver, ni seguir caminando. Solo quería descansar y pensar en aquella chica y en como habría conseguido llegar aquí, pasando por lo mismo que yo.

La noche se hacía fría, el invierno ya había llegado. La puerta se abrió y la Parca, señora de la guadaña y la muerte, aparecía para abrigarme junto a ella.

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