Capítulo XLII - Fragmento del presente

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Una pintura de amor podíamos presenciar desde los ojos de Orfeo, en la caída de la noche y las estrellas. Dos almas quedaron abrazadas en un beso eterno y unas lágrimas congeladas, era el fin de un pesar que habría durado demasiado en aquella oscuridad, era tiempo de reconciliación.

Los vientos del desierto en su oscuro y divino silencio, no dejaron de proteger aquellas almas en un caparazón invisible, creado con lazos de madera y espinas. Diez años pasaron, el caparazón empezó a dejar caer algunos lazos, era el comienzo del mañana.

Nacimiento de Venus marcada por dos chicas que permanecieron juntas durante todo este tiempo dentro de un sueño interminable. Aquellos lazos continuaron cayendo, dejando mostrar aquellas figuras en el desierto del ayer. Las plumas de fénix iban cayendo lentamente del cielo, las estrellas lloraban al ver conocer dos ángeles nacer. Versos de cantos angelicales era poesía en tu interior, una hermosa canción que estuvo siempre acompañada en tu corazón.

Inconsciente, junto a mi amada Koemi, seguimos abrazadas entre sí. El tiempo no podía volver, no aún.

Pasaban los días y no podía despertar. Vivía dentro de un sueño junto a Koemi, la podía ver a mi lado, nos abrazábamos a cada instante, era una llama de amor mágica, un fuego interno que calentaba nuestros corazones.

Pero, había algo que no era real, una parte de mí no me permitía sentir como yo deseaba. El espejo del otro mundo yacía en aquel mundo vacío y adverso. Era allí donde vi uno de los tres fragmentos de mi corazón, una parte de lo que deseaba ser y vivir en mi esencia de vida.

Mi alma del presente siguió conmigo en aquel mundo. No era pasado ni futuro, era el fragmento del hoy, acompañado del fragmento de Koemi.

Quería despertar y la vez no. En aquel mundo adverso tenía a mi todo, a la chica de mis sueños y esperanzas. Pero mi fragmento del alma del futuro no estaba conmigo en este lugar. Nada de lo que vivía aquí sería eterno, debía despertar y encontrarme conmigo misma, hasta juntar los tres fragmentos en uno.

La mágica llama de amor empezaba a desvanecerse. Diez años pasaron desde este sueño casi eterno. Me desperté en el mismo lugar que encontré a Koemi, junto a los lazos de nuestro amor en aquel divino lugar.

- Umi: Koemi.. mi vida.. ha pasado tanto tiempo.. (Umi comenzó a abrazar a una Koemi esta vez, real)

- Umi: Eres tan hermosa.. no te preocupes Koemi, me quedaré aquí contigo.

Koemi vivía aún en aquel lugar irreal marcada por aquellos cantos y poesía divina, melodía celestial oculta en nuestro cuento de hadas.

Empecé a tener algunos recuerdos sobre este desierto. Bestias inhumanas del pasado quedaron petrificadas en el silencio del presente. Un amanecer donde debía decidir seguir a mi alma del pasado o salvar a una chica entre el peligro que la acechaba.

- Umi: Aquel día.. una joven heroína nos salvó a mi y a Koemi aquí en este mismo punto del desierto. Su rostro.. estaba borroso, no logro recordar su figura. Pero parecía estar dispuesta a ayudarnos con toda su alma.

Me preguntaba a mi misma, que habría sido de mi alma del pasado. Ambas queríamos cambiar mi futuro, encontrar el alma del mañana y sonreír junto a Koemi. No podía dejar a alguien sufrir en este lugar, una chica que gritaba, aterrorizada por aquellas bestias en la oscuridad de la noche, nunca imaginé que aquella chica era mi amada.

Cálido amanecer aviva nuestros corazones. Observo el horizonte con amor y esperanza, mientras sigo junto a Koemi, abrazándola en el apacible sueño de su presente.

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