Capítulo 25💥

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Un  encuentro explosivo.

....


La puerta detrás de mi se abrió y sin interés yo seguía viendo aquel programa sobre asesinos seriales ya que siempre la mucama entraba por orden de mi abuelo a tratar de limpiar mi habitación.

Si conseguía otro novio está vez iba a estar prevenida, ¿Y que mejor forma que aprender por la televisión? De algo me había servido ver películas con mi primer novio, y me sirvió más de lo que aprendí en mis pasantías como reportera... de una estación local en un suburbio de Miami beach.

Dónde la noticia era quién había ganado el billete de lotería de esa tarde o reportar un perro periddo.

—¿ Esta... eres tú?— Preguntó la voz masculina detrás de mi.

Yo estaba en el sofa viendo la TV con una pierna levantada y con la mano dentro de la camisa rascándome el ombligo, pensando que alucinada. Pero, no podía ser... ¡No podía ser! Levanté la mirada de mi televisor y vi al pelinegro sonriendo mirándome fijamente apoyado al espaldar del mueble.

—¿cómo carajo estás aquí?— Pregunté arreglándome la ropa e intentando arreglar mis rizos y él sonrió.

— Logre rescatarte de una bodega llena de hombres debido a que cierta niña los puso alerta. ¿Y piensas que no voy a entrar a un hotel?... Un Hotel que es público—, bromeó y yo lo vi sorprendida ya que eso no explicaba como entró a la Suite—es broma, tu abuelo me dijo que estabas aquí. Pero no me imagine que te vieras así.— observo sorprendido.

— Con una camiseta enorme y un pantalón largo de pijama, con restos de papas alrededor de mi boca y obviamente la habitación hecha un desastre. Era lo que había hecho para sentirme en mi hogar.

— Me hubieras avisado yo al menos... —dije tratando de mejorar mi nido y sonrió.

— Veo que estas bien, no has cambiado nada. Joe...

— ¿Y Joe cómo está?— Pregunté rápidamente interesada.

— Él está bien, también yo por si preguntas— dijo desilusionado al ver que no pregunté por él —quise que fuera a casa de mi hermana... en..

— ¿Lo llevaste a Italia?

— Sí — respondió con seriedad. Él se notaba desilusionado, y me di cuenta de que si Joe se iba... también su padre lo seguiría.

— ¿Te vas a Italia? ¿Cierto? —Pregunté desilucionada, él se sentó a mi lado y yo me acomode nerviosa.

— No puedo dejarlo solo. Joe me contó lo que lo protegiste como una ...— tomándome de la mano sonrió, — cómo yo lo hubiera hecho, de verdad lo agradezco... Eres especial Eli, pero Joe aún está débil y quiero que vaya al campo o juegue no sé, tal vez se quede una temporada y para eso tengo que ir con él...—lo vi sorprendida tragando en seco, él acarició con cariño mi mano y suspiró,— te lo agradezco por todo, Eli.

— Entiendo.. yo lo protegí cómo una vez un muchacho me protegió,... Gracias Dominic, quién debe agradecer algo soy yo.— lo abracé porque me sentía tan llena de orgullo— Gracias por salvarme más de dos veces, Gracias Dominic.

— ¿Dos veces?.

— Sí..— afirmé sonrojada, me había dado cuenta de todo tan tarde, pero no lo iba a dejar sin decir lo que sentía —tú fuiste aquel muchacho que me salvó esa vez en la bodega cercana a casa y cuando me lance al lago...—él me apartó lleno de sorpresa, por lo visto pensó que no iba a dar cuenta jamás —Siempre me has salvado y yo...— dije tartamudeando.

Dominic se acercó a mi, acariciándome de la mejilla y deslizándose hasta mis labios, los acarició y se acercó posando sus labios con delicadeza. Ese beso tibio, estaba lleno de tensión sexual. Nuestros labios se acariciaban poco a poco y llena de sorpresa por esto, Dominic se apartó sonrojado.

— No agradezca, Eli. De alguna forma, estamos conectados.— respondió en un hilo de voz con su voz profunda y ronca.

Era extraño como mi corazón latía con tanta rapidez, con cada beso y caricia que Dominic hacía, sentía cómo mi cuerpo no sólo seguía los estímulos de su tacto.

La forma que la punta de sus dedos acariciaban mi cuello y buscaban la forma de amoldarse a la cintura.

Creó que esto era lo que se sentía cuando besabas a alguien con amor y no solo por calentura.

— No... no... — me detuve apartándome de sus brazos.

Si lo que iba a ocurrir era..

— ¿Qué ocurre? — preguntó sorprendido por mi reacción.

— No estoy lista.. no estoy.. preparada.— me señalaba. Aquél look de recién levantada no iba con la imagen de referencia que tenía a cómo imaginaba estar por primera vez con alguien.

— Yo tengo condones en...— dijo y antes de continuar yo le interrumpí.

— ¡No! No, es eso.. ya va..— me detuve cayendo en cuenta de lo que él había dicho— ¿ tienes condones? No te ves como alguien que tenga condones en la billetera.— le señalé mirándolo extrañada

— ¿Cómo así? ¿De que hablas Eleine?

— Parecieras alguien que en su billetera solo tendría una navaja o balas no sé.. una Biblia de bolsillo con un separador de algún versículo.— traté de explicarme y él se ocurrió el rostro. ¿Había dicho algo raro ya que empezó a reírse?

— Eres tonta— dijo luego de calmarse, — tengo un hijo que fue por no tener un condón, ahora desde que salí del seminario tengo suficientes asi no los use.

— Bastante inteligente.— dije sorprendida. Tenía razón en eso y no lo iba a negar.

— ¿Y cual es la razón Eli? — preguntó de forma seductora mientras jugaba con mi rizo.

— Yo... tengo que perfumarme y depilarme las piernas y...

— ¿Estás hablando enserio, Eleine? Te vi ligar con un desconocido ebria y te querías acostar conmigo después de vomitar..

— Quiero que sea especial, esas veces no cuentan — le respondí haciendo puchero y él sonrió.

— Mi mente ha pensado bastante sobre esta situación. Y te quiero Eli, asi tengas las piernas más velludas que las mías no te dejare ir está vez— Dijo acercándose a mí y besándome en el cuello. Su mano buscaba subir más a en mi torso.— fue demasiado difícil verte alrededor de mí, a pesar de que eres un completo desastre, me encantas.

— ¿Yo soy un desastre?— le reclamé inflando las mejillas y él sonrió con picardía.

— Eres una chica picara, desastrosa, grosera, agnóstica...— enumeró cada uno de mis defectos mientras acariciaba uno de mis senos con delicadeza y yo giré los ojos.

— ¿Vas a decir mis defectos mientras me acaricias mis pezones?— levanté la ceja y empezó a reírse.

— Sí... ¿me vas a detener?

— No, pero entonces mi me tocaría enumerar tus defectos— respondí y él suspiró avergonzado.

— Todo esto fue muy difícil, es difícil ocultar las ganas que me das, discúlpame por querer hacer esto... mejor yo me voy— dijo nervioso y lo vi sorprendida ¿se estaba arrepintiendo?.

— No, no te vas a ir— lo detuve sosteniéndolo de las muñecas— por favor... hazme tuya, yo también he estado esté momento y ambos somos adultos—dije mientras me quitaba la camiseta quedando desnuda frente a él.

Llevando su cálidos labios se acercó y besando mis pechos con cariño, cada uno de ellos. Mientras sus caricias se deslizaban haciéndome erizar, sus labios se acercaban a ellos y jugando con su lengua. La habitación solo hacía eco con los gemidos que me producía sus caricias.

Desabrochando su camisa, dejaba ver aquel pecho grande y firme, con varios vellos sobre el que descendían hacia la V de su cadera y hundiéndose hasta lo que escondía su pantalón de mezclilla. Sus brazos y pecho cubiertos de vellos y cada poro brotaba masculina y testosterona. Yo nunca hubiera estado con un hombre tan velludo como lo veía a él, ya que yo era "la fanática de los homosexuales y afeminados", pero Dominic a pesar de ser un "ex seminarista" era un hombre de campo, con un cuerpo fuerte y tosco, era tan sorprendente cómo incluso tenía un tatuaje en su hombro.

— ¿Tienes un tatuaje de pandilla?— Le señale lo que era una especie de serpiente con alas , la tinta estaba gastada por lo que se veía que era de varios años.

— Mi papá me lo hizo tatuar a los 14 antes de irme al seminario en Italia con mi padrino, era extraño ocultarlo con mis compañeros. No es una historia muy divertida pero al menos esto me salvo de muchas cosas.— se señaló riéndose avergonzado y acaricie su cicatriz.

— Ya veo... me gusta, me gusta de verdad, ya esos momentos tristes son de tu pasado— dije con cariño.

Ambos teníamos un pasado, un pasado que nos marcaba pero sino fuera por esto jamás nos hubiéramos conocido. Mis manos descendieron a desabrochar el pantalón y en aquel sofá que apenas si tenía espacio para los dos. Él acariciaba cada rincón de mi cuerpo con sus labios. Tomando mi pierna la sostuvo con cariño.

—¿Dónde carajos te tienes que depilar? Alli no veo nada.— me preguntó riéndose y yo me incliné para señalarlo.

— ¡Alli!— le señalé con el dedo— ¿ves? Mira, ¡Toca! ¿ sientes los pelitos? —le señalé frunciendo los labios y giró los ojos.

— No me importa, Eleine.. eres siempre tan dramática. ¿O te daba vergüenza que viera esa ropa interior de abuela con dibujitos de gatos? — se burló deslizando sus dedos por mi vientre.

— No son gatos... son perritos.

— Gatos o perros, para mi eres perfecta con tus imperfecciones, mi descarada desastrosa. — Dijo besándome con cariño.

Tenía sin tener sexo y sentirme así, la forma en la que sus dedos acariciaban mi torso y jugaba conmigo. Era extraño pensar que él había vivido casi 8 años o 7 en una iglesia y además de haber estado en prisión.

La forma en que nos fusionábamos en uno, me hacían soltar gemidos y varias lágrimas ocasionales. No era de tristeza sino de felicidad y emoción al estar siendo por fin follada por aquél hombre que jamás imaginaría follar. Ese hombre con rostro serio y de pocas palabras en ese momento me demostraba que por lo visto era mucho mas pervertido de lo que imaginaba por la forma en la que me guiaba. Sus labios succionaban mi cuerpo cómo si estuviera sediento en medio del desierto.

Esté era nuestro final, no todo duraría para siempre y al igual que el sexo solo iba a quedar en mi memoria y no me arrepentiría cómo otras de mis decisiones sin pensar.

Esto era algo que debía aceptar... Pero como disfrutaba de éste momento.

.....

Varios meses después.

— Entonces, Eleine, ¿te cogiste al maravilloso religioso y lo dejaste ir? ¿En que pensabas?—Preguntó Olivia.

Aquella chica que estaba frente a mí había regresado cambiada. Yo estaba absorta de mis pensamientos y problemas que no la recordaba, su cambio tanto en su aspecto; había dejado su cabello de colores extraños por un color café, las dos de cierta forma habíamos cambiado y ella aprovechaba el momento para salir con quien había sido su mejor amigo de niñez.

Era cierto que en algunas historias el romance con tu primer amor no funcionaban, pero en estas siempre teníamos que ampliar la búsqueda y no conformemos con el primer pelele, ella con un sexy inspector de cómo que era la CIA o el FBI.

¿Y yo? Teddy me había enviado por correo un vibrador.

— Si, tenía que dejarlo ir, por su hijo... no iba a atarlo a mi vida, su hijo está primero— dije desanimada— ¿ Y tú qué vas a decir? No me puedes juzgar.— me defendí y ella se echó a reír.

— Y por eso lo digo, elegí y a Richard porque lo amaba de verdad, lo deje ir y me arrepentí — respondió desanimada, sonriéndome ella trató de animarme— tú también estas haciéndolo, ocultando tu amor detrás de esa fachada de "todo está bien" lo estás alejando.

— Tenía que quedarme, mi mamá estaba enferma con cáncer.

— Ahora esta sana y deja de poner escusas. Imagina que alguna italiana de esas vea a ese padre soltero más bueno que el pan de chocolate y lo quiera. Aquí fue un sobreviviente a Marina y a cualquier prostituta , estuvo en la cárcel y su trasero no fue penetrado, no vas a dejar que ahora esta libre.— me regaño y yo gire los ojos.

— Ya sé a lo que quieres llegar— le respondí de mala gana.

Y ella tenía razón.

¿Pero que podía hacer? En estos meses muy poco hablábamos, ni tocábamos el tema de la despedida o de cuando regresaría ya que incluso Joe estaba inscrito en un colegio allí.

No podía ir y hacer una rabieta para que regresara, sólo tenía que vivir con su recuerdo y con ese colgante en mi cuello, no olvidaría todas las memorias de los recuerdos que nos había unido.

....

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