Capítulo IV: I don't wanna do this anymore

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✮ I DON'T WANNA DO THIS ANYMORE - PVRIS °。⋆⸜ 🎧

'Cause something doesn't feel right
Am I losing my mind?
Every day and all night
Promise that I'm fine
But something doesn't feel right

En caso de hallar errores tales como inconsistencias/incoherencias (si hay fragilidad en algún párrafo; si carece de lógica o mis personajes se contradicen), o faltas ortográficas/gramaticales, háganmelo saber, por favor. Lo apreciaría muchísimo

—¿Ben está con ustedes? —preguntó Selina.

La joven asomó su cabeza con curiosidad a la puerta, recorriendo con la mirada cada esquina de la habitación de su hermano para después entrar.

Había estado con una inmensa necesidad de ver a Ben, pues, desde aquel instante en que él la sorprendió con su inesperada visita, no habían tenido la oportunidad de conversar en profundidad.

Selina dejó su bolsa en la mesa de luz de Kenny y se paró frente al espejo para arreglar su atuendo; ella se estaba preparando para ir a su trabajo, sin embargo, no se sentía del todo satisfecha con su traje ni con su estado de ánimo.

—Se suponía que debía venir hoy, pero no vino —respondió Kenny, echándole un ojo a Selina—. ¿Te irás a trabajar?

Kenny volvió su vista a la computadora.

Joe, que había llegado poco antes de que Selina entrara a la habitación, observó a la hermana de su amigo probarse distintos brazaletes y collares. Le resultó divertida la forma en que ella se enfadaba, ya que se quitaba los brazaletes con brusquedad y los tiraba encima de la cama de Kenny.

—¿Sabes? Me recuerdas a la canción Supermodel de Måneskin —bromeó Joe.

Selina se dio la vuelta y miró al chico con una ceja enarcada. Ella no podía discernir si Joe la estaba elogiando o solo decía aquello porque quería molestarla. Para Selina era difícil saberlo, con frecuencia los amigos de su hermano aprovechaban cualquier situación para burlarse de ella.

—Luces bien, ¿por qué te quejas? —preguntó Joe sin esperar una respuesta—. En mi opinión, todas las chicas se ven bonitas con traje.

Kenny rodó sus ojos al oír a su amigo, para él no cabía duda de que Joe deseaba con desespero ser el centro de atención.

—¿Opinión impopular o cumplido? —preguntó Selina, arrojando otro brazalete en la cama de Kenny.

—Un poco de ambos —dijo Joe mientras se acomodaba en la silla.

Selina le dio una última mirada desde el espejo a Joe y, con una sonrisa en su rostro, negó con la cabeza. Agarró todos sus brazaletes y su bolso; alisó con delicadeza su traje con la palma de su mano derecha y volteó para saludar al par de amigos, quienes estaban inmersos en sus respectivos juegos.

Sin embargo, antes de irse, Selina les pidió de favor a Kenny y Joe que en caso de que vieran a Ben le dijeran que ella lo estaba buscando.

Kenny solo se limitó a verla de reojo, y en el momento que Selina salió de la habitación, el chico miró a su amigo. Tal parecía que Joe también estaba tan confundido como él, pues él lo estaba mirando con las cejas arqueadas, como si lo que acababa de escuchar fuera la cosa más impactante. Había algo que les resultaba difícil de asimilar, y trataba de la idea de que Selina buscara a Ben.

Kenny dejó de jugar, agarró su teléfono y se recostó en la silla. Envío un mensaje a Ben y esperó que le respondiera mientras le daba un mordisco a una galleta. En su habitación inundaba el aroma a chocolate caliente, ya que su madre tendría visitas y estuvo dentro de la cocina desde las una de la tarde.

Kenny, bastante curioso, le dijo a Joe que le parecía extraño que Selina buscara a Ben. No obstante, también recordó el momento en el que Ben le había preguntado por Selina hacía unas horas atrás.

—¿Tú qué opinas? —preguntó Kenny.

—Quizá ambos hablaron sobre alguna estupidez, ¿quién sabe? —dijo Joe, restándole importancia.

—Sí... Tal vez —respondió Kenny, suspirando—. De todas formas, ya le dije a Ben que Selina lo estaba buscando.

—¿Qué te respondió? —preguntó Joe.

—¿Acaso tengo cara de que respondió?

Debido a la actitud de su amigo, Joe prefirió dejar de hacerle preguntas. Se lo veía irritado, tal vez a Kenny no le gustaba que su mejor amigo y su hermana estuvieran en contacto. Joe reflexionó sobre ello por un instante, pues sabía de antemano que si se encontrara en la misma situación que Kenny, a él no le agradaría en absoluto.

A pesar de ello, a Kenny en realidad no le importaba si Selina o Ben hablaban. Simplemente le invadía la curiosidad, además de sentirse excluido. Si Selina y Ben habían conversado, entonces, ¿por qué no se lo dirían? Él solía ser intermediario entre los dos. Eran raras las ocasiones en las que Selina y Ben se cruzaban palabras, eso era cierto, pero existía la probabilidad de que ambos fueran amigos, pensó Kenny. O, tal vez, ya eran amigos desde hacía un rato y él no se había percatado.

Kenny se esforzó por no darle demasiadas vueltas al asunto, pero le resultaba complicado el no hacerlo.

—Lo siento. No debí responder así —dijo Kenny, limpiando con la mano las migas que había dejado su galleta en el escritorio.

Kenny pateó a un lado las migas que estaban en el suelo, y se dijo que limpiaría después su habitación.

—Oye, eso es poco masculino de tu parte —bromeó Joe, pero al ver que su chiste no le hizo gracia a Kenny, volvió sus ojos a la pantalla.

—Joe, ¿puedo decirte algo? —preguntó Kenny.

—Depende, ¿me echarás de tu casa la próxima vez que abra la boca? —respondió Joe, mientras jugaba.

Al poco tiempo de terminar una partida, Joe giró su torso en dirección a Kenny y le preguntó qué quería. Pero Kenny dudaba en hacerle esa pregunta a su amigo, ya que él conocía a su grupo, y si Kenny metía la pata en algo todos podían malinterpretar su idea.

—¿No se lo dirás a Ben? —preguntó Kenny.

Joe frunció el ceño y le sonrió a su amigo; ¿por qué le dijo eso?

—No inventes..., no me digas que te vas a confesar —dijo Joe.

—¿Eres tonto o qué? —sonrió Kenny—. No, estúpido. ¿Te lo puedo decir o no?

—Depende, ¿es algo malo? —preguntó Joe—. Porque no quiero ser parte de los líos de nadie, ¿lo sabes, verdad?

Kenny negó rápidamente con la cabeza—: ¿Tú crees que Ben y Selina se han vuelto amigos? No me parece una casualidad que ambos estén interesados en el otro. Algo se traen entre manos.

—¿Estás seguro que son "amigos"? —rio Joe, mirando el semblante serio de Kenny—. ¡Es broma! Pero, en el caso de que sean amigos, ¿sería muy malo que fuera así?

—No, Joe —dijo Kenny—. No creo que lo sea, pero que ninguno diga qué quieren del otro me hace estar alerta.

—¿Qué es lo peor que podría pasar, Kenny? ¿Que se enamoren? —dijo Joe, estallando en risas.

Joe solía bromear a otros junto a Kenny todos los días; no obstante, la falta de accesibilidad de su amigo a Joe le ponía nervioso, y podía decir cosas fuera de lugar.

—Me refiero, sabemos que Ben molesta a Selina y Selina lo molesta en consecuencia —dijo Joe—. No creo que se odien, pero tampoco que se gusten.

—Es un punto —dijo Kenny, mirando las migas en el piso—. No es bueno ni malo, pero lo tendré en cuenta.

—Además, ella es tu hermana —siguió Joe, recostando su cabeza en el escritorio—. ¿Qué clase de amigo sería Ben si estuviera con tu hermana?

Kenny veía mal que su mejor amigo y su hermana fueran una pareja; pero, para él, sí sería una traición que le ocultaran algo así.

Los pensamientos de Kenny comenzaron a tomar control sobre él. Pensaba que si llegara a darse el caso de que su hermana y mejor amigo tuvieran algo más que una amistad, y ella dejara a Ray, podría desencadenarse un drama.

Él no podía mentir, le caía bien Ray; no obstante, en ocasiones Kenny prefería a su hermana sola. Él veía más potencial en ella estando soltera que con un novio.

—No me meto en la vida de Selina. No me importa si se gustan, pero sé que ninguno de los dos es bueno para ella —confesó Kenny—. Ray la aburre y a veces no es lo que aparenta. Ben es inmaduro y suele hacer tonterías que alejan a los demás. Creo que Selina necesita estar sola. No lo sé.

Joe se alejó de Kenny con la mano en su pecho. Estaba genuinamente impresionado por la posición de su amigo con respecto a su hermana. Es cierto que Kenny tenía esa manera de ser tan relajada, que parecía tener escrito en la frente: "me importa una mierda todo", pero nadie, ni siquiera él que era uno de sus mejores amigos, lo había visto estar del lado de su hermana. A ojos de los demás Selina podía ser la hermana sensata, dramática y emocional, mientras que Kenny era visto como el fastidioso, astuto y, en ocasiones, frío hermano menor que la hacía sentir mal a propósito.

—No pensé que te importara tu hermana.

—Definitivamente eres un tonto —dijo Kenny con una sonrisa.

—¿Qué pasaría si Ben y Selina fueran novios? —preguntó Joe—. ¿Qué tanto te afectaría?

—No sería a mí a quien le afectaría. Ray es como una garrapata. No dejará a Selina sin antes pelear.

Selina estaba en el trabajo cuando Ray apareció. Había olvidado algunas cosas en su casa, y él amablemente se ofreció para llevárselas a la tienda.

Selina revisaba el vestido que había comprado cuando recordó que Alexandra, su jefa, había invitado a Landon y a ella a una pasarela.

Alexandra les había comentado que ella podía llevar a dos personas más como invitados y los había escogido a ellos por la estima que les tenía. Aunque a veces Selina dudaba de esa estima, ya que Landon y ella eran las únicas personas con las que Alexandra hablaba a diario.

Pero si su jefa decía que los estimaba, ¿quién era ella para decir lo contrario?

Alexandra les dio un par de instrucciones claras y que debían de ser cumplidas. La primera: ser discretos. «Si ven a un famoso, solo un 'hola, adiós'. ¡Nada de molestar!». La segunda: ser serviciales. «Si alguien necesita ayuda, allí deben estar». Y la tercera: seriedad. «¡Actuar con seriedad! No quiero risas a lo loco, ¡es fundamental que se comporten!».

Sin embargo, cuando Selina supo que había una posibilidad de conocer a Anya Taylor-Joy, consideró romper la primera regla, ya que ¿qué otro día tendría la oportunidad de conocer a su actriz favorita?

A pesar de su emoción por asistir a una pasarela tan importante, no podía dejar de pensar en la propuesta de Ben sobre el torneo. Aunque las fechas no coincidían, Selina pasó toda la tarde preparándose para decirle a Ray que estaría con Ben en el torneo. No quería ocultarle algo así a su novio.

Durante el tiempo que pasó con Ray ese día, ambos charlaron y rieron por las bromas absurdas de siempre, hasta que Ray la besó en la cabeza como despedida. Selina lo agarró del brazo y le pidió que se quedara porque "necesitaba ayuda".

—Oye, Ray —le llamó—. Antes de irte, ¿me ayudarías a subir esas cajas en la estantería del fondo? Por favor.

Ray miró hacia las cajas, luego a su novia y sonrió. Por las noches, él solía decirle que no le importaba quedarse un poco más en su trabajo, pero que temía ser vigilado por la jefa de Selina, quien no era fácil de tratar cuando se enfadaba.

—¿Sabes? —dijo ella, buscando las palabras adecuadas—. Ben me invitó a un gaming tournament¹. ¿Te molesta si voy con él?

Ray negó con la cabeza. Todo parecía ir bien; no obstante, fue el repentino cambio en la mirada de su novio, como si dudara de algo, lo que puso a Selina alerta.

—No, no me molesta —respondió con una mueca, aunque su tono de voz dejaba en evidencia que no estaba seguro—. ¿Por qué no se lo pide a Kenny?

—Le pregunté lo mismo y dijo que Kenny no es muy competitivo. —Ella se encogió de hombros y volteó a ver su vestido—. Además, según él, soy como su pequeña oportunidad allí.

—Sí, tú sabes jugar muy bien —le sonrió Ray mientras acariciaba la mejilla de Selina—. Eres la mejor.

Ella se ruborizó en ese instante. Si alguien le decía algo bonito, probablemente lloraría de emoción.

Sin embargo, las cosas no irían como ella pensaba.

—Ben no cree que sea la mejor —dijo Selina entre risas—, pero, por lo poco que me dijo, quizás sea la única persona con la que puede comunicarse bien sin estresarse. Después de Kenny, Joe y Patrick, claro.

—¿A quién le importa lo que Ben piensa? —dijo Ray—. Eres espectacular.

Selina pensó: «¡Perfecto! Todo está marchando de maravilla. Tal vez debería ir y divertirme». Hacía mucho que ella no tenía un buen dúo, y Ben era bueno en lo que hacía. «¿Por qué no ir? A mi novio no le molesta», pensó.

Pero todo pareció dar un vuelco de ciento ochenta grados tan pronto lo pensó.

Selina cambió de tema porque pensó que habían llegado a un acuerdo, pero al mirarlo, notó a Ray algo inquieto. Él jugaba con la ropa de los maniquíes o se rascaba sin parar los brazos y el cuello, como si algo lo molestara.

Primero pensó que se trataba de un mosquito. No había persona en el mundo que superara el odio de Selina hacia esos bichos insufribles chupasangre que siempre se colaban en su habitación. Pero luego se dio cuenta de que eso no era lo que inquietaba a Ray. Algo dentro de su cabeza, pero muy dentro, le decía que a él no le gustaba la idea de que ella fuera con Ben al torneo.

—¿Tú quieres ir a ese torneo con él? —preguntó Ray después de un rato, estirando el encaje de un vestido que estaba en la vidriera del local.

Ella volvió al escritorio y asintió.

—Sí, iré —dijo con firmeza—. Solo quería saber si te molestaba.

—¿Y qué ganas con eso? —preguntó Ray, mirándola—. Si no me lo hubieras dicho, ¿te habrías ido de todas formas?

«¡Guau!», fue lo único que pudo pensar Selina.

Ella no sabía qué responderle. Era evidente que la idea no le gustaba, su sexto sentido de pitonisa se lo advirtió y aún así ella lo dejó pasar.

—No —dijo Selina—. ¿Te molesta o no que vaya con él? Solo dilo, me confundes.

—Ya estás exagerando de nuevo —suspiró Ray—. Creo que debería irme antes de que descargues tu mal humor conmigo.

—¿Qué? —preguntó Selina con indignación en su voz—. ¿Qué mal humor? Te lo estoy preguntando bien.

Ray se dio la vuelta y se dirigió a la puerta; sin embargo, Selina intentó detenerlo.

No le sorprendía que Ray quisiera irse tan rápido, pues él solía huir para no enfrentar sus problemas, y eso a ella le fastidiaba tanto. A veces se decía a sí misma que ya no tenía caso seguir insistiéndole.

A él ni a nadie.

—Pero... Ray, escúchame —dijo Selina, poniéndose delante de él—. Si te molesta ven conmigo. Ven al torneo también. No sé, invita a Kenny y dame ánimos, pero no te vayas así.

—Es que ya no puedo hacerte una pregunta porque te pones histérica y asumes lo peor de mí —dijo Ray mientras rodaba los ojos.

—¿Qué? ¿En qué momento te he dicho algo malo? —preguntó ella, sin salir del camino—. Solo te pregunté si te molestaba o no.

—Claro, Selina, lo que tú digas —respondió Ray, liberándose de su agarre, para después empujarla con su brazo y dirigirse a la entrada—. Pasaré por ti. Avísame cuando termines.

El joven abrió la puerta de vidrio, salió afuera y se dirigió a la tienda que estaba enfrente.

Selina se quedó con un nudo en la garganta y la cara roja por la frustración. Su respiración y el murmullo de las hojas de los árboles siendo movidas por el viento era lo único que llenaba el silencio de la tienda. Una lágrima traicionera resbaló por la mejilla de Selina y bajó hasta su mentón.

No entendía muy bien por qué lloraba. Era una tontería enojarse por eso, se dijo. Quizás era por la rabia que le dio al verlo irse así. O tal vez porque, aunque ella tampoco lo sabía con certeza, su interés hacia Ben era más evidente de lo que pensaba.

—Lamento haber espiado tu discusión... —bisbiseó su jefa desde el otro lado del mostrador—. Vamos, querida, deja que se vaya. Así son ellos cuando algo les disgusta.

Selina se dio la vuelta y le sonrió a Alexandra. Trató de seguir con lo que le habían encargado hasta que dejó de etiquetar las prendas y observó a Ray desde el ventanal, hablando con un amigo suyo. Ella se sentía incapaz de seguir trabajando, puesto que no le gustaba cuando Ray se iba sin conversar. Aunque era habitual que él huyera en lugar de discutir sus diferencias.


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