Capítulo VI: Has nacido libre (las cosas que odio admitir)

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


Marc

En las calles de París

El ser humano piensa antes de actuar, le confiamos tanto a nuestros instintos que sólo actuamos de repente. Todo comienza con un simple juego, pero termina convirtiéndose en algo más allá de lo pensado. Me gusta sentir adrenalina, disfruto el peligro de alguna manera.

Más que un simple beso fugaz, es la prueba de que ese sentimiento al que tanto le temo podría tocar mi puerta por primera vez. Lo que siento ahora es mucho más fuerte que lo que pude haber sentido con Amanda, mi primer amor en teoría, y lo que llegué a sentir con Evelyn —ella es una larga historia, la cual recuerdo con odio y al mismo tiempo, sintiéndome orgulloso de mí por nuestro final—.

Amar para mí era de débiles hasta que poco a poco me voy dando cuenta que esa primera atracción hacia ella no me hace débil, me hace humano. Es temprano para hablar de amor, es temprano para saber si esto es lo que quiero o simplemente es deseo y ya; estoy confundido entre lo que nunca he sentido y lo que quizás no es bueno sentir.

Ella es mi confusión y al mismo tiempo es mi sueño, mi reina, como le llamo yo. Quisiera besarla de nuevo y probar por un momento a qué sabe la imperfecta perfección; quisiera que ella sintiera lo mismo, pero es imposible pensar en los dos, en nosotros.

Dos horas más tarde, en el Gloire théâtre

Después de tiempo en soledad caminando por las calles de la ciudad que me ha visto crecer, me preparo para una presentación en un lugar que me causa mucha nostalgia. Aquí en el Gloire théâtre fue mi primera presentación internacional cuando tenía 17 años y poco a poco me iba desprendiendo de esa imagen de niño con la que inicié para convertirme en lo que proyecto ahora: un hombre romántico, poeta y discretamente sensual. Recuerdo que días antes de presentarme terminé con Evelyn, que era mi novia en ese entonces. Liberarme de esa persona que sólo me quiso por mi dinero y fama me dejó con una sensación de libertad al ver que ella no aportaba nada en mi vida, estoy agradecido de verla con otro chico porque siempre digo que la vida se encarga de alejarte de las personas que no te sirven y conectarte con tu alma gemela.

Es tiempo de enfrentarme al público, tanto el que está presente como el que está detrás de la pantalla. Es la hora de demostrar que todo este éxito no ha sido fruto del dinero e influencia de mi familia, sino de mi esfuerzo por entregar lo mejor de mí.

Para mí lo difícil no es presentarme; lo difícil es enfrentarme a un irremediable miedo a lo que pasará entre nosotros después de aquel beso. La vida no te prepara para estas situaciones cuando toda tu vida te la has pasado de flor en flor creyéndote en la cima del mundo por enamorarlas —el equivocado soy yo por todo este tiempo creer en esa idea errónea que al final no me ha permitido vivir todo lo que mis canciones relatan—.

Mi mirada poco a poco se reduce a admirar la belleza de esa mujer que, sin ella saberlo podría robarme el corazón, para mí nada me es más perfecto que ver su mirada reflejando tantos sentimientos mientras que provoca nuevas cosas en mí.

Supongo que al pasar por esa puerta del camerino será el comienzo de algo diferente entre nosotros.

Me siento hipócrita al decir que ella es mi amiga cuando para mí se convierte en un sentimiento sincero más allá de lo que significa la amistad; es más, podría decirse que desde el momento en que tuve pude conocerla mejor nunca la he considerado solamente una amiga.

Entro de forma silenciosa al camerino donde está Alba maquillándose

—¿No has perdido la costumbre de entrar a mi camerino para molestarme? —me pregunta Alba dejando a un lado la paleta de sombras para los ojos.

—No, mi reina, o mi reine, para combinar con el ambiente parisino —respondo tratando de ocultar los nervios que siento.

—Supongo que jamás dejarás de molestarme —me dice levantándose  del tocador—; además el beso de esta tarde me ha dejado confundida, no debí incitarte a que lo hagas.

—¿Te gustó, mi reine? —pregunto viendo como ella da una mirada reflejando un sentimiento similar a lo que siento en estos momentos.

—¡Baja la voz, Marc, que nos pueden escuchar! —dice exaltada, mientras observa a la puerta con preocupación.

—Ne t'inquiète pas mon amour.

—Me gusta como suena tu voz cuando hablas en francés, me gusta mucho tu voz en general —me dice haciéndome sentir halagado aunque sea un comentario común.

—Es un comentario bastante común, pero me importa más cuando viene de tu parte —sonrío sintiéndome menos nervioso.

—Odio admitir que me siento halagada al escuchar eso de tu parte —responde con sorpresa por mi comentario—. Viniendo de tí es menos probable que te sorprendas de los buenos comentarios.

—¿Hay más cosas que odies admitir de mí? —me intereso un poco más en su respuesta, esperando sorprenderme.

—Odio admitir que ya no te odio tanto como antes... incluso creo que te echo de menos cuando no te veo —sonríe haciendo posible lo imposible, nunca ha sonreído por mí.

—Sabes... odio admitir que contigo he logrado el equilibrio perfecto entre mi rebeldía y mi calma. —Acaricio suavemente su barbilla—. He encontrado una mejor versión de mí desde que llegaste y quizás no puedo ser la persona ideal con la cual trabajar, pero sabes lo feliz que me siento de estar contigo.

—Hay cosas que aún no comprendo de ti sinceramente, pero he aprendido a tolerar tu rebeldía. —Se levanta del sofá y camina hasta el ascensor del lugar—. A pesar de que me haces perder la paciencia, me gusta la disciplina que tienes para los proyectos.

—Creo que deberíamos conocernos mejor. —Oprimo el botón del piso al que nos dirigimos—. Siento que a pesar de todos estos meses de trabajar en tu disco, no hemos tenido tiempo para hablar sobre nosotros como me gustaría.

—No me molesta tu idea —dice Alba bajando la voz al ver cómo nuestro momento se ve interrumpido cuando otra persona ingresa al elevador.

Este momento pudo ser mucho más pero no lo es, sólo unas cuantas palabras y miradas que quedarán pintadas en nuestras memorias. Me siento bien al saber que, por más diferentes que seamos, siempre hay algo que nos conecta como la música y nuestros sueños de ser cada vez mejores.

Mi destino es confuso. Siempre he andado sin rumbo, sin lograr encontrar lo que voy descubriendo cada vez que estoy con ella —mi conexión con ella es extraña y a la vez interesante—. No estoy preparado para lograr entender lo que va más allá de la atracción, después de todo mi corazón siempre ha sido de piedra y nadie te prepara para querer... para amar.

Una hora después de la presentación

Hace tiempo que quería volver a presentar en la televisión francesa —después de todo Francia es mi segundo hogar—. Desde muy joven ya me he acostumbrado a estos ambientes, así que los nervios que he sentido al presentarme son producto de tratar de contener mis sentimientos y no del miedo que todo artista siente a ser juzgado. Siento que esta presentación es una combinación entre la alegría que me da presentarme en un país que hace parte de mí y las ganas que me dan de expresarle en secreto a Alba las letras que encajan en nuestra historia sin un inicio claro.

Quién diría que el "niño bonito de España" se enamoraría de la nueva ídola.

Una persona de producción nos llama para pasar al escenario

El público invitado grita con euforia “Laissez les artistes sortir!”; traducido al español es una invitación a que salgan los artistas.

Me gusta la atención a pesar de que sufro por ella. Soy feliz al ver a tantas personas gritando de emoción al vernos, ellos han venido a este lugar a escuchar nuestro repertorio. La gente nos quiere y nosotros debemos darle a la gente lo que pide —no sólo del talento se construye un artista reconocido—.

Alba sale con un rostro que inspira seguridad y al mismo tiempo una sensación de nerviosismo —no es extraño, ambos queremos que todo salga bien—. Los reflectores apuntan hacia cada paso que damos, suena la música indicadora de que es nuestro momento de brillar. Tomamos los micrófonos, las personas siguen con un tono bajo la letra de nuestras canciones —me sorprende el hecho de que la conozcan con pocos días de salida a la venta de los discos, además de ser una canción en castellano y aun así ser del agrado de nuestro público—.

En total para esta presentación tenemos ensayadas dos canciones del nuevo disco y otra de mi último trabajo discográfico en México —me emociona volver a grabar en España después de largos años viviendo en Ciudad de México—. Llevamos meses preparados para esto incluso sin saber que la gira tiene como uno de sus destinos Francia, lo cual es un poco lógico conociendo el gran potencial del mercado francés.

El escenario es nuestro, así que no queda nada más que demostrar lo talentosos que somos y que Alba será una de las mejores artistas de nuestro país —para mí ella será insuperable, como muchos me llaman—.

Un par de horas después

Lo hemos logrado.

El público refleja en sus aplausos lo que queríamos, una presentación exitosa.

Lo más normal luego de terminar este tipo de presentaciones es hacer una especie de reunión —no es una fiesta pero el ambiente se asemeja porque hay música y bebidas—. Después de tanto estrés por la presentación, viene de maravilla sentir un ambiente en el que puedas disfrutar con las personas del medio.

Me he estado guardando todo este tiempo algo muy importante. Necesito hablar con Jairo para que me haga un favor muy grande que quizás no acepte; quiero invitar mañana a salir a Alba para cumplir lo que dije de querer tener tiempo para hablar sobre nosotros —es extraño lo poco que hemos compartido juntos en todo este tiempo—. Tengo un cincuenta por ciento de probabilidad de que ella acepte salir mañana conmigo —con mi reina todo puede pasar—, espero que Jairo coopere para que esto sea posible o tendré que sacar a lucir mis mejores técnicas para convencer a cualquier persona, que dudo que funcionen en casos como este.

—¿Cómo está mi amigo preferido? —saludo a Jairo tratando de halagarlo para que sea más probable su ayuda.

—No actúes como si no te conociera hace muchos años —se ríe mientras mi mirada evidentemente nerviosa me delata—. Algún favor me vienes a pedir, así que no quiero que des tantas vueltas al asunto.

—Adivinaste como siempre —sonrío con más confianza de pedirle ese favor—. Necesito que… le digas a Alba que si le gustaría… salir conmigo mañana a las 3 —tartamudeo con miedo de que se niegue.

Jairo se echa a reír confundiendo más ese "sí" o ese "no" que está por darme. Necesito pronto su respuesta o me va a explotar la cabeza.

—¿Dónde está el chico de antes? —se ríe dándome a entender que no se negará—, en mi vida jamás he pensado en que estarías inseguro por una chica. Eres "el niño bonito de España", sabes muy bien que te dirá que "sí".

—Alba no es cualquier chica. —Miro a Alba, que me regala una pequeña sonrisa a lo lejos—. Ella es diferente a cualquier chica que haya conocido antes.

—Mira, si te dice que no es probablemente porque necesita más tiempo —toma un tono más serio para aconsejarme—. Trata de hacerle ver que no eres la persona que piensas.

—Lo he intentado, pero todo lo que hago es inútil.

—Es inútil sólo si lo miras de ese modo, quiero que cambies esa cara y tengas confianza. —Camina de manera lenta hasta donde está Alba con una periodista a la cual le tengo cariño.

A medida que Jairo se acerca a Alba, mis nervios comienzan a ser cada vez mayores a pesar de las sabias palabras de Jairo.

Veo desde aquí cómo la sonrisa de Alba se mantiene al hablar con Jairo —esto para mí es un buen presentimiento—. Tengo la esperanza de que acepte y eso es lo que me mantiene en pie.

Jairo de forma disimulada me mira con una sonrisa bromista —eso me resulta un poco intimidante, no me hace sentir más tranquilo—, Alba no parece enojada con él y tampoco conmigo. Esto me hace pensar en que el universo juega conmigo, pero no sé si esta vez es en mi favor o en mi contra.

Unos pocos minutos después

Jairo se despide de Alba y se acerca de nuevo a mí con una mirada tan neutral que confunde, entrega la copa al chico que atiende el bar, dirige su mirada a mi inseguro rostro prestando atención a las miradas de ella y las mías.

Alba me observa con simpatía a lo lejos —no es común verla sonreír, me encanta cuando lo hace—. La confusión en mí cada vez se hace mayor a medida que sigo dando vueltas en los mismos pensamientos, quiero salir de mis dudas y ver es "sí" o es "no", eso es todo.

Tomo aire, cuento hasta tres sin que nadie me escuche mientras trato de prepararme para cualquier cosa; al fin y al cabo, la vida gira en torno de un millón de posibilidades para las cuales debemos estar preparados.

—Estás sudando de los nervios, "señorito" —bromea al llegar—, no te he visto nervioso desde que eras un chaval de… ¿dieciséis?.

—Es extraño cuando dices esas palabras "españolas" —le digo un poco confundido, trato de desviar el tema y su posible respuesta.

—Después de tantos años aquí es casi imposible no agregar palabras españolas a mi vocabulario. —Me mira pensativo descubriendo la obviedad de mis gestos—. Sé lo que estás haciendo Marc, pero, para que te quedes más tranquilo y no me andes aquí con tus nervios, su respuesta es un rotundo "sí".

—Pensé que diría que "no" —digo mientras disimulo mi emoción.

Sin creerme lo que está pasando, siento cómo mis latidos poco a poco dejan de acelerarse mientras noto que mi tranquilidad comienza a llegar.

Jairo me observa con bastante alegría, quizás porque le tranquiliza ver mi reacción a la respuesta.

—Si te soy sincero, no tuve paz durante estos minutos.

—Aun así mañana tendrás que explicarle por qué no le preguntaste tú. —Saluda a una mujer que pasa a lo lejos—. Es la primera vez que no eres tan directo con una chica, estás en una faceta más "misteriosa", por así decirlo.

—No sé qué me pasa cuando estoy con ella, por primera vez siento algo así… es extraño para mí —me pongo algo pensativo cuando lo digo.

—Me da gusto ver como empiezas a sentir cosas tan lindas hacia Alba. —Lanza una mirada de alegría que pocas veces he visto de él—. Empiezo a creer que ustedes están destinados a estar juntos.

—Espero no estar equivocado y que me rompan el corazón por primera vez.

—Veo un futuro brillante para ustedes dos, no dejes escapar al amor de tu vida. —Se marcha despidiéndose ya desde lejos.

Jairo ve un futuro brillante en nosotros, pero tener pareja en un mundo donde todos los ojos están encima de ti para conseguir "la perfecta primicia" es muy difícil.

El tiempo me convirtió en un chico bastante rebelde e inestable. Para mí el éxito era sinónimo de tener a todas las chicas a mis pies, pero sólo fui un tonto que jugué con sus corazones tratando de llenar mis vacíos —lo tengo todo, pero sólo deseo un amor verdadero y ser feliz—. Soy un idiota y sólo hasta ahora me doy cuenta de eso, la vida para mí es diferente, ya no soy el mismo de siempre, tal vez he cambiado para bien.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro