prólogo

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♣︎

Juniper Parkinson era la menor de dos hermanas.

Había nacido porque tenía que, no porque la necesitasen. Ya tenían una heredera, aunque mujer, una heredera. Ella no era más que una reposición por si pasaba cualquier cosa. Aunque para la mente de cinco años de June no era tan fácil comprenderlo.

Venía de una larga tradición de sangre puras. Había tantas veces repetidos apellidos a lo largo de la línea de sangre que era sorprenderte ver como no había salido ninguna de las hermanas con miles de problemas físicos o mentales.

Y poco sabía de la historia familiar, lo cual era extraño porque todo el mundo sabía las historias familiares entre ellos. Al final del día se juntaban en los mismos círculos y fuera de ojos curiosos a los sangre pura les encantaba saberlo todo de todos. El chisme no era bien visto en la alta sociedad. Pero a puerta cerrada no era sorprendente.

El tapiz que había en su casa representaba a la familia Parkinson desde tiempos antiguos. Desde la era de los fundadores, remontaban mil años de historia en el tapiz familiar de Antlers Doom, la cual había sido fundada en el siglo pasado.

Ahora había mucha gente reunida en el salón de su casa, en uno de los muchos. El principal. Su hermana se encontraba encima suya intentando escuchar algo por la puerta, pero no se escuchaba nada, lo cual era aburrido. Si fuera por ella estarían arriba jugando en vez de intentar saber de que estaban hablando dentro.

Pero no podían, al parecer estaban discutiendo algo de la familia Black. No sabía quien era la familia Black, ni que había que discutir, ni porqué, y mucho menos que hacían sus padres metidos en esto, pero solo sabía que debía ser importante si había tanta gente encerrada en el salón hablando sobre ello.

Había varios niños en la casa, jugando, pero no, Pansy tenía que llevarla consigo a esta especie de misión para entender. Pero si no eran rápidas Wyatt iría a por ellas, y June odiaba a ese elfo con toda su posible existencia.

—Vamos Pansy —y aunque June tiraba de ella no conseguía moverla, llevarla consigo.

Definitivamente no era porque fuera más fuerte y más mayor que ella, no, para nada. Pero intentaba que no se notase demasiado.

—Nos van a pillar —June seguía intentándolo, pero al no conseguir nada lo dejo.

De pronto Pansy se quitó de la puerta y salió corriendo hacia las escaleras, y June al no tener ni idea de lo que pasaba fue detrás de ella. No hacía muchas cosas por su cuenta, pero porque tampoco la dejaban hacerlas.

Estaban en el piso de arriba, sacando la cabeza por los barrotes de la barandilla, intentando escuchar la conversación en el pasillo sin ser vistas.

Había dos hombres que no había visto en la vida. El primero alto y rubio y el segundo más elegante de cabello marrón oscuro, parecían estar discutiendo, pero no se oía bien desde allí, así que tuvieron que bajar un poco.

—La chica debería quedarse con mi esposa y conmigo, al fin y al cabo es la hija de su primo —el chico de cabello marrón llevaba algo que no reconoció en la boca, soltaba humo por la boca cada vez que se lo quitaba, pero parecía aburrido.

Lo miraba con aburrimiento, una pose altanera y desentendida, mostrando que estaba por encima de todos en la habitación pero que le importaba una mierda lo que pensasen de él.

—Stella se quedará con su abuela, al fin y al cabo tiene la custodia tras la muerte de su madre, los deseos de Aoife.

—No puedes hacer eso Max —los ojos del castaño decían lo contrario.

—Es Lord Max en todo caso, Lord Malfoy, y yo no hago nada, es lo que pone en el testamento de Aoife y debido a que Regulus no dejó testamento alguno será tomado en cuenta lo suyo —los ojos de ambos chocaron.

—¿Y con el crío?

—Jake es cosa mía, su padre lo dejó a mi cargo —los ojos de Malfoy brillaron peligrosamente.

—Las decisiones del traidor de sangre no deberían tomarse en cuenta, su hijo por otra parte necesita crecer en una casa de bien, se llama Alioth —Lord Max, como se había presentado lo miraba sin gracia, incluso se había reído como si hubiera contado el mejor de los chistes.

—¿Una casa de bien? ¿Cómo la tuya? No me hagas reír Lucius, esto no está abierto a discusión, ponle una mano a alguno de los niños o inténtalo y te quedarás sin mano, no es una amenaza Malfoy, te estoy contando el plan.

Pansy se sorprendió entonces y la llevó escaleras arriba corriendo, llegando de nuevo a la habitación e  la que se suponía que tenían que estar. Al abrir la puerta la mayor la cara de Wyatt les decía todo lo que tenían que saber. Esto se lo iban a contar a sus padres.

Entonces su hermana se agachó para susurrarle algo al oído a June.

—No cuentes a padre y madre lo escuchado —June asintió, confundida, no había entendido nada de lo que había ocurrido, por lo que contarlo acabaría sin sentido.

Pansy se fue a jugar con Blaise y Draco, quienes eran amigos de la primogénita. Por su parte no estaba muy unida a ninguno de ellos, pero al gustaba más jugar con Theo y Daphne, eran mejores, más majos.

Theo y ella podían ser los caballeros que rescataban a Daphne, la bella princesa, o podían rescatarla a ella, pero le gustaba igualmente. Al final del día solo sabía divertirse y aceptar órdenes de sus seres queridos.

Por desgracia Wyatt le contó a sus padres la escapada de ambas de la sala y acabó fregando de rodillas los suelos de la casa como castigo.

Todavía no sabía que había echo mal, no entendía nada de lo que habían hablado, pero no la importaba en absoluto. Solo sabía que las heridas de sus rodillas duraron semanas.



La siguiente vez que escuchó acerca de la familia Black fue dos años después.

La casa de los Greengrass era más bien una mansión. Si bien ella no vivía en un lugar pequeño la casa de ellos era mucho más grande.

Daphne, Astoria y ella habían estado jugando en la habitación de la rubia hasta que había entrado un hombre extraño en la habitación. Le sonaba de algo, pero no podía recordar de qué, y si era sincera quizá no tenía tantas ganas de saber quien era.

Su hermana estaba en otra habitación con Theo y Draco, discutiendo probablemente, era lo único que hacían los tres.

—¿Las herederas Parkinson? —Tenía la varita en la mano, y si no fuera porque estaba muerta de miedo estaría gritando en esos momentos.

Astoria abrió la boca para gritar, pero había sido silenciada con un hechizo, lo que hizo que Daphne se pudiera delante de su hermana de una manera protectora.

—Déjanos —la voz le había temblado demasiado, pero la rubia no quería al señor allí.

Parecía conocerlo, pero no sabía porqué.

—Oh, pequeña Daphne, ¿dónde está la otra? —La varita ahora la apuntaba a ella, y se lamentó de todas las veces que se había quejado de sus padres.

De que eran mala gente.

—La pequeña no me vale, Black no estaría detrás de ella si fuera importante —otra vez ese apellido del demonio, había empezado a odiarlo.

—¡Mamá! —No sabía en qué momento había recuperado la voz la pequeña Greengrass, pero en cuanto lo hizo gritó con todas sus fuerzas.

Astoria nunca se quejaba, por o que cuando lo hacía se la tomaba muy en cuenta. El hombre soltó una maldición al escuchar los pasos apresurados y lanzó una maldición con la varita hacia ella. Consiguiendo rozarla la cabeza y haciendo llorar a June.

Los padres de Astoria abrieron la puerta para verla a ella y a la castaña llorando. No podía más, así que cuando comenzó a ver como más adultos llenaban la habitación fue a las piernas de su madre corriendo para buscar refugio.

Una vez que lo consiguió su madre la apartó y la limpió las lágrimas.

—Una Parkinson no llora Juniper —los ojos rojos de la menor se volvieron a llenar de lágrimas, pero sabía que la esperaba un castigo como siguiera, así que se las limpió rápidamente de los ojos.

Inspeccionó su cara hasta dar con la herida en su cabeza.

—¿Qué ha pasado Juniper?

Aunque la pregunta iba para ella fue Daphne quien respondió.

—Venían buscando a Pansy y June, dijo que no era lo que él buscaba —dijo entre balbuceos.

June asintió con la cabeza fervientemente.

—¿Y esto? —Puso las yemas del dedo sobre su cabeza, sangre corría por su sien.

—Le lanzó una maldición —esta vez fue Astoria.







Con 9 años sentaron a June y a su hermana mayor Pansy para explicarlas acerca de las familias sangre pura y su deber para con la sociedad. Y aunque no estaba de acuerdo con nada de lo que habían hablado sus padres había aceptado todo.

Incluso había aceptado que las cosas no funcionarían si no hacían lo que se esperaba de ellas.

Las reglas para Hogwarts, aunque les quedasen uno y dos años para entrar, eran claras. Ser de Slytherin, no dejar que nadie las pisase, no juntarse con mestizos y sangre sucias y tener unas notas perfectas. Era todo lo que se esperaba de ellas.

Sin excepciones.

Fue entonces cuando entendió que sino serían consideradas la oveja negra de la familia, y que la última vez que eso había pasado en una familia sangre pura la persona en cuestión había acabado en Azkaban.

June no quería acabar en Azkaban, aunque no tuviera los mismos ideales sobre la pureza de sangre—porque no los entendía—no iba a hacer nada por evitarlos, si eso significaba estar en un buen lugar.

Puede que sus padres la castigasen mucho, puede que todavía les tuviera miedo, pero más miedo le tenía a Azkaban. Era consciente de que todavía su mano no había sido vendida al mejor postor en el mercado sangre pura, así que no podía cagarla.

Ella misma no creía en el amor, un juego de poder, una cosa que jamás había visto. Sus padres no se querían, no la querían a ella, no querían a Pansy, y ella no había aprendido a querer a su hermana. A veces se quedaba mirando a Daphne y Astoria anhelando lo que ellas tenían.

—Vais a necesitar saber con quien juntaros —Abril Parkinson era una mujer de palabras necesarias y justas, nunca iba a salir de su boca algo que no quisiera decir, calculadora, esa era la palabra con la que al describían.

—Los Malfoy son una familia de bien, pero no les contéis vuestros secretos, en cuanto haya algo mejor que vuestra oferta los soltarán —Adonis miraba a su hija mayor, June jamás se había llevado con Draco —Theodore Nott, un padre en Azkaban y su madre está loca, será una persona confiable si conseguís mantener una buena relación con él. Blaise Zabini, madre italiana, padre inglés, sangre pura, no sabemos mucho de él, tened cuidado.

» A la hija de los MacDougal no os acerquéis, se juntan con mestizos. Las Greengrass son una buena carnaza a la que acercaros, familia de bien, fáciles de hablar y más fáciles aún de manipular. Acercaos cada una a la que pueda, necesitáis tenerlas cerca, solo para conseguir lo que queráis a través de ellas.

» Por último tenemos a los Black. Acercaos solo a Stella, es la hija de un hombre de bien, sangre pura, aunque con una crianza dudosa. Quizá haya que llevarla al camino del bien. Sobre Alioth, no os acerquéis demasiado, es hijo de un traidor, sangre limpia, madre sangre pura. Por si acaso es mejor mantenerlo lejos, por si no se parecen sus creencias a las correctas.

» Por otra parte la hija de los Bradley tiene un buen renombre, quizá es a ella a quien os tengáis que acercar. 














Pansy llevaba en Hogwarts ya varios meses y no había recibido ninguna carta de ella. June pensó que ya se habría olvidado de ella, no es como si fuera su mejor compañía, pero desde que la mayoría de gente que había conocido estaba en Hogwarts estaba muy sola. A Astoria apenas la veía, y se pasaba los días con un tutor y sus clases de griego.

Esa noche no había podido pegar ojo, dando vueltas en la cama. Finalmente se había levantado sin hacer ruido para bajar a la cocina por unas galletas. Sus padres y los elfos domésticos estaban ya durmiendo, así que podía ir sin ningún problema si no hacía ruido.

Pero entonces lo vio, una pequeña luz azul brillante, flotando justo delante suya. El problema que tuvo es que siguió esa luz como si su vida dependiera de ello, guiándola directamente al sótano, un sitio altamente prohibido para ella. 

Bajó las escaleras sin más luz que la flotante, la magia era algo normal del día a día, pero nunca había visto nada como eso, quizá debería replantearse varias cosas de su vida y sus conocimientos en esos momentos.

De pronto la luz se apagó y escuchó un gruñido muy cerca suyo, no se hubiera asustado tanto si no hubiera sabido de antemano que no tenían ningún tipo de mascota en la casa. Soltó un pequeño grito antes de volver por donde había venido. Pero al no tener ninguna luz cerca suyo tropezó, cayendo de bruces contra el suelo.

Con los gruñidos cada vez más cerca se levantó y salió corriendo, buscando desesperadamente las escaleras, y en cuanto las encontró subió a toda prisa, como alma que llevaba el diablo a su habitación, donde cerró la puerta por dentro y se metió bajo las sábanas, como si la pudieran proteger del monstruo.

No le dijo ni una palabra a nadie de lo sucedido.






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